martes, 18 de agosto de 2020

FERIA DE JOCOTENANGO






Admito que, como humano, estoy sujeto a ciertas perturbaciones, una de ellas era contra las ferias. Tuve de seguro una mala experiencia, un trauma infantil, un recuerdo tan desagradable del gentío enloquecedor y lo áspero que fue morder una manzana con caramelo y, lo difícil que fue terminarla ante la mirada iracunda de mi madre. Además de ser una manzana verde, ácida, fastidiosa para mi gusto.
Jamás se me hubiera ocurrido llevar a una novia a una feria, mucho menos caer rendido ante el cliché del chavo que apunta y dispara al blanco para ganarse el peluche prometido, mientras unos títeres quebradizos vestidos de Kiss bailan al son de una ranchera.
Pero todo esto cambio cuando conocía a Juliana, fue ella la que se encantaba con las luces de la feria, los carros locos y el ruido del mundo a media calle. Me sedujo entonces ver redimida mi pesadilla cuando tornaba los ojos hasta el cielo con los rudimentos de la Rueda de Chicago, y me convenció retándome a que me subiera, ante todo mi terror al examinar a conciencia los engranajes pastosos, las tuercas oxidadas, malos amarres, conexiones de marioneta, rieles falsos y seguros de juguete, en aquella rueda que estaba yo tan seguro se desarmaría toda en cualquier momento y, mi joven humanidad terminaría manchando el asfalto de una explosión monocroma a lo Pollock. Pero desgraciadamente sobreviví.
Fuimos muchas veces a la Feria del Cerrito, que era muy íntima y familiar y, tantas veces igual a la Feria de Jocotenango que me parecía enorme y repetitiva, pero alegre y más diversa porque convocaba allí a toda la ciudad.
Terminé tolerando las ferias, las redimí, incluso alguna noche disfruté de los churros y los juegos de lotería, caí en el cliché del chavo con el rifle, la sonrisa cándida de la chica replicando un programa; me intoxiqué con cerveza y Tacos al Pastor, dejé de ponerle excusas y peros a la pizza tiesa y a los algodones volátiles de azúcar, todo por la revelación franca de que a ella le hacía feliz recordar en estas ferias, la de su pueblo de la costa sur, esa pequeña en Iztapa a cuarenta y cinco grados a la sombra, donde todo el puerto subía a jugar a ser niño junto con hijos y abuelos, viejos sin camisa que tomaban cervezas cuajadas de hielo, masticando trozos de coco tibio. Todo esto bajo una luz tenue de bombilla y neón que a todos ellos les parecía la modernidad de la capital.
Dos espejos encontrados reflejando algo que solo una feria recrea, conectando a todas las guatemalas habidas con esa Guatemala de antes, que solo allí en Jocotenango recuperaba su simpleza extática de pueblo colonial.
Esta vez la feria es invisible en la avenida. Yo debiera estar tranquilo, pero no me deja dormir el hecho preciso de que ya la extraño.

miércoles, 29 de julio de 2020

44/2020


In memoriam.

Hasta hoy leí la noticia de la muerte de mi tía Matilde Ramírez. Una enfermera de aquellas que a mi me daban miedo, porque nunca le tembló la mano para realizar una practica médica precisa y necesaria.
Era más bien, ya con los años, severa, pero al mismo tiempo muy contenta. Ella fue la que contó los primeros chistes malcriados en plena sobremesa. Fue ella la que me contó de cómo Pepito siempre se salía con la suya.
No era una madre en el pleno significado de la palabra, por sus horarios nocturnos de vela. Bueno, no soy yo el indicado para decirlo, pero cuando una de sus hijas se fue para el Norte a perseguir ese American-Nigthmare, ella, y solo ella, fue la que se quedó al cuidado de Alejandro, su nieto, que con el tiempo iba a llamarla madre, y ella lo consentiría hasta malcriarlo y llamarle hijo.
Pero cuento todo esto, porque ya no me importó mi cumpleaños número 44, sino que rememoré esa tarde en la que mi pequeña tía me regaló un frasco de vidrio, que debió ser de compota, y me dijo que fuera a su jardín a recolectar cuanto insecto hubiera. Ella sabía lo mucho que me gustaban los animalitos esos, y la secreta profesión de entomólogo que llevaba dentro.
La voy a recordar por su voz recia y su dedicada manera de vivir tan ordenadamente; tanto, que hace un año llegué a su casita en la colonia Bethania y estaba igual, de una forma sobrecogedora y mística, como la había visto a los nueve o diez años. Era una de las hermanas, pese a todo, que más quería mi madre. Eran como dos gotas de agua.
Una de esas gotas ya corre libre por el río.

martes, 30 de junio de 2020

LOS MALOS AMORES






Los malos amores no comen juntos
se echan la comida encima de ellos.
Los malos amores no se quieren ir
tampoco quieren quedarse
su corazón es doble y de ánimo gemelo
y tóxico.
Los malos amores son diabólicos
odian pero no lo saben.
Los malos amores no se quieren ir
ni siquiera alejarse demasiado
quieren seguir vengándose de lo que sea.
Los malos amores pareciera
que se quieren a los lejos
pero nunca se saludan en la calle
cuando van acompañados de la felonía en carne y hueso.
Todos parecieran tolerar que no se quieran bien
pero siempre que anda sola le preguntan por él.
Los malos amores se pegan enfermedades románticas
tan literarias como la Flor de Vietnam.
Son como ese virus que te sofoca
pero te mata lento hasta que su
tormento parezca ternura.
Los malos amores son virulentos
y se ponen zancadillas entre las sabanas
trampas de amor punzocortantes en los labios.
Los malos amores son así de dramáticos
/van en el aire agonizando/
así de histriónicos son buenos actores
cuando son buenos amantes
/alucinan la luna hambrienta de noche/
son siempre así de funestos y escandalosos
peleoneros
que tanto los policías vagan riéndose de ellos
mientras los mete a la cárcel tres veces por semana.
Los malos amores son todos iguales
Idénticos y ridículos cuando imploran
amor verdadero con indulgencias
estos amores son constantes y obstinados
en su mutilación diaria.
Los malos amores son todos iguales
ya lo dije
por eso los amores serios
ya ni se oyen entre la hierba y las espinas.

FIESTA CLANDESTINA




Ella se sacude y bebe alcohol.
Tiene atrapada una canción
en su cabeza.
Una bala perdida.
El walkman rebota de
esquina a esquina
del gran cráneo rubio.
El traido en cambio
se sale del cuadrado
haciendo una Party
hasta que ella logre
unir los nueve puntos
con cuatro líneas
de este singular toque de queda.
Dos o tres mil palabras serias
que los agentes guardan en archivos
para formar la caja negra.
Ya que el mundo es de guitarra
voz y batería
de paraíso, tubo y exceso.
No de horas muertas
y cuarentena
de pesadas leyes
y absurdos bonos familiares
de créditos impagables
limosnas populares y prestamos millonarios.
Hoy en el muro de esa niña-bien
de alma ExtraLight hay un comentario cierto
que abre la ventana
a los errores del estado de sitio.
Mientras nos envían a diario
el virus en recipientes vivos
y por el aire viaja la droga
en avionetas de lujo que se incendian
en la selva virgen
donde arde y habita el amor salvaje.
Cómo se va a soportal el caos y el tiempo muerto
sin el alcohol puro a tragos
y no solo diluido en gel al cincuenta por ciento.
Ella tiene la canción debajo de la trenza
exigiendo en video que oficialicen ya
junto con las mascarillas
un juego dorado de brillantes antifaces.
Oliveros /Pandemia 2020

martes, 16 de junio de 2020

CRIMINAL MIND



El ensayo de esta muerte empezó con una luz normal. Era la puerta a otra vida. Un encierro medieval. Pero este ensayo, no es de un nuevo orden, sino del mismo orden organizándose. Aún las mentes más brillantes de mi generación están igualmente confinados al absurdo, en sus cuatro paredes, dándose cuenta de todas las singularidades de este evento mundial y recapitulando las enfermedades del mundo.
Como siempre, y aunque no me vean, los grandes monopolios internacionales se saltan la barda con una llamada de un minuto a gobernación. La cuarentena es diferente en la capital que en la Guatemala-profunda como han dado en llamar al resto del territorio que también es porcentaje y estadística.
Este país no es pobre, lo que tiene es el estigma soberano de una deuda injusta, que ahora se hace cada vez más patente por las disposiciones bienintencionadas, pero con un discurso completamente incoherente. Dejar entrar compatriotas infectos y dar ayuda con selecciones tan absurdas que los muertos están pensando en resucitar para cobrar su cheque.
Por eso y más, en este país no se respeta el toque de queda, y no es la rebeldía, es aunque parezca abusivo el termino, el hambre canija la que les obliga a desobedecer. No como en Europa que todos y cada uno han recibido su parte y todos en paz fumando desde la ventana. Es así que en su mansión victoriana, el flamante embajador de Guatemala en Alemania Francisco Cali, se atreve a criticarnos desde su escritorio barnizado al estilo Luis XVI, desde su encierro confortable de copa de champagne y caviar.
Educarnos ahora para este ensayo es el problema. Reaprender a llevar este genocidio invisible. Este negocio de poner nuestra imaginación a trabajar para darnos cuenta en verdad para qué somos mejores, para qué somos realmente buenos.

OTRA FLOR AMARILLA


-
Todo es nuevo para los ojos
que van naciendo.
Crece la conciencia a un paso
con lo descubierto.
Pero lo eterno es fastidioso
gris y negro en las ciudades más modernas
y famosas de la tierra.
Los ojos de los niños verán esa grieta
ese muro mil veces pintado
esa fuente
ese palacio
esa catedral
ese suelo lleno de nombres
esas cruces llenas de sangre
esa bandera
esos ebrios felices
esa gente que puebla los parques
eso ladroncitos con hambre de verdades
esa mujeres con sus banderas
ese confinamiento espacial.
Lo eterno es simple.
Es eficacia de lo indestructible
su continua irrelevancia para los veteranos.
Esto es inadvertido al conocerlo
pero es completamente
predecible al descubrirlo.
El misterio de la muerte de un hombre
es simplemente para que lo antiguo
continúe siendo novedoso
y en algunos casos casi original.
Si Adán y Eva no fueran otros
el mundo ya se hubiera descompuesto.
Dios debe estar muy solo, triste y angustiado
de que todo sea como siempre.

martes, 21 de abril de 2020

DOS HERMETICOS



Dibujé un triángulo, un cuadrado y un circulo.
Nos sentamos juntos en el suelo.
Tomé una piedra y repetí el triángulo en la arena
el cuadrado en la tierra, el circulo en
el aire.

Encontramos el deseo.
Olvidamos el deseo

Dije que uno sabe dónde empieza un triángulo.
Dije, o repetí que uno puede inventar
donde empieza un cuadrado.

Encontramos la metáfora.

Uno no sabe dónde empieza un círculo.
El círculo es el amor.
En la ternura del trazado
Dos se quedan encerrados.

Nadie más que ellos pueden hablar adentro.

Encontramos el aprendizaje de la geometría.
Dos círculos rotos, se quieren, pero no se aman.
Repite de nuevo la línea con los ojos cerrados.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...