martes, 30 de junio de 2020

FIESTA CLANDESTINA




Ella se sacude y bebe alcohol.
Tiene atrapada una canción
en su cabeza.
Una bala perdida.
El walkman rebota de
esquina a esquina
del gran cráneo rubio.
El traido en cambio
se sale del cuadrado
haciendo una Party
hasta que ella logre
unir los nueve puntos
con cuatro líneas
de este singular toque de queda.
Dos o tres mil palabras serias
que los agentes guardan en archivos
para formar la caja negra.
Ya que el mundo es de guitarra
voz y batería
de paraíso, tubo y exceso.
No de horas muertas
y cuarentena
de pesadas leyes
y absurdos bonos familiares
de créditos impagables
limosnas populares y prestamos millonarios.
Hoy en el muro de esa niña-bien
de alma ExtraLight hay un comentario cierto
que abre la ventana
a los errores del estado de sitio.
Mientras nos envían a diario
el virus en recipientes vivos
y por el aire viaja la droga
en avionetas de lujo que se incendian
en la selva virgen
donde arde y habita el amor salvaje.
Cómo se va a soportal el caos y el tiempo muerto
sin el alcohol puro a tragos
y no solo diluido en gel al cincuenta por ciento.
Ella tiene la canción debajo de la trenza
exigiendo en video que oficialicen ya
junto con las mascarillas
un juego dorado de brillantes antifaces.
Oliveros /Pandemia 2020

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