miércoles, 6 de septiembre de 2023

Todos mis amigos. Soda Estéreo (Último Concierto 1997)

Con el lodo hasta las rodillas regresamos un día, era 14 de septiembre supongo, y Héroes del Silencio dio su primer concierto en Guatemala; imagino yo, ignorando que la plaza de toros acá, sería un pantano a las once de la noche. Mis amigos entonces eran los de la cuadra de la zona cinco. Nunca hubiera imaginado a Miguel, un cuate bastante voluminoso, saltar de pared a pared, para entrar gratis al concierto más alucinado de nuestra escasa memoria. Adentro todos éramos polizontes de una generación acabada, y cuando Bohemia Suburbana llevaba dos canciones, Enrique Bumbury se voltea a ver a Juan Valdivia con un poco de nervios al oír los aplausos: - Tocan bien, no – cuentan que dijo. De 1996, vamos adelante a 1998, y llevé a mi hermanita Claudia al concierto que Ricardo Arjona casi estaba regalando por 10 quetzales la entrada, para ayudar a los damnificados del huracán Mitch. Allí en el Hipódromo del Sur que era un campo ecuestre donde practicaban equitación los ricos del país, hubo ochenta mil personas reunidas, y al final, llevé a mi hermana a mí escondite favorito: La Caseta, un local en el sótano del edificio Géminis 10, están allí el Guicho Morales y la Brab Sando, por aquel entonces eran uña y mugre-coca, ya que nos gustaban la líneas, Kris Ortega, Paola, Josué y Álvaro (unos amigos nicaragüenses), Shuwert y Verónica que eran tan novios en ese entonces, ahora ella vive en Dinamarca y cuando regresa solo nos trae whisky caro. Pedro Pablo, Jennifer y Willy, el Sony Mendez, Paola Cruz Pellecer y Alejandra, me faltan muchos privilegiados. Éramos varios, y oíamos Soda Estéreo, y nunca nos imaginamos que Gustavo Cerati se iba ir de esa forma tan extraña. Cantábamos a todo pulmón, tomábamos cervezas frías en un tour delirante de las 12:00pm a la 1:00 am. Paulo, un amigo que había estudiado en el Julio Verne, se peleó con un policía, lo engrilletaron, y luego salió corriendo escapando, más adelante, en un descuido de los policías que comparaban algo en una tienda. Darío Quiroz, se fue con el Mario a la zona 4 y se subieron a la Torre del Reformador hasta donde está la luz roja que divisan los aviones que regresan al aeropuerto. Yo amaba a una brasileña, que me dijo que su mamá era la embajadora de Brasil en Guatemala, no lo sé Rick, me gustaba hasta que me contaron que me engañaba. Ese primer desengaño me llevó a jugar con todas, no sé si todavía me persigue el trauma. La Caseta se cambió de lugar. El local ahora estaba a un costado de La Casa Comal, frente a donde se filmó La Casa de Enfrente, y seguíamos muy bohemios, la amistad era una moneda de cambio. Todos tomábamos gratis en ciertas horas ya al límite de la madrugada, pero todavía no concia yo los after-parties, hasta que llegué a un experimento de Emilio Méndez: Cuatro Grados Norte, y ya todo está escrito en clave por Pablo Bromo en su libro Arbitraria Muchedumbre y la ciudad descrita por Javier Payeras en Ruido de Fondo, y acá les digo una frase que le oí a la dueña de La Caseta: - Qué pena tan grande tendrán estos patojos que toman como si no hubiera un mañana. 4 de septiembre de 2014 se fue Cerati, gran amigo sonoro, pero seguimos cantando por todos lados, algunos siguen hasta hoy... Gracias totales.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...