martes, 19 de febrero de 2019

LA MUERTE MODERNA



Se ha tenido noticia, no solo de múltiples suicidas, sino de algo insólito: gente que se muere gozando de buena salud. 
Uno los ve esa mañana recién bañados, plenos de madurez y determinación. Quizá usted haya hablado con ellos en la mañana, y por la tarde la confidencia de que murieron. No puede ser, pero si yo baje las gradas hablando con el sobre proyectos para el futuro. Pero si lo saludé la semana pasada en una librería. Pero si yo mismo lo vi dar misa en Catedral. Pero si estaba jugando Golf con nosotros en el green. Pero si era una payasa y siempre estaba bromeando con la muerte. Pero si nunca se quejó de nada.

Y así, uno se sorprende que la gente se esté muriendo de tan buena salud. Y todavía más sanos, los que pueden caminar, correr, treparse una baranda, y soltarse al vacío. 
Es que es extraño como cambian los tiempos. Antes se necesitaba caer en cama enfermo de gravedad. Quejarse. Hacer todo un drama, cambiar de animo con la cara demacrada y los ojos hundidos. Ya hasta parece que la muerte ya no es la que los mata.

miércoles, 13 de febrero de 2019

SOBRE UNA FRASE A MEDIA CALLE




De niño jugaba con fuego. 
Era hipnótico ver pasar las llamas
por los dedos. 
El fuego era como un aire de colores calientes,
que si en verdad quemaban 
era por olvido.
Confiar en el juego
era perderse en el malabar,
que si bien uno engañaba al ojo
la mano era sentenciada al abismo.
No he vuelto a ver un fuego como el de cuando era niño.
Si ahora meto la mano al azar
de seguro apago las llamas
con la memoria. 

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...