martes, 9 de abril de 2024

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra Pound. En el libro no enseña a escribir concretamente, sino a leer, y este empieza a contarnos sobre las lenguas primitivas de África, hasta llegar a un pequeño ejemplo sobre los sencillos, pero vivos significantes de los ideogramas chinos, que, al contrario de los egipcios que buscaron decir sonidos, aun ahora los orientales prefieren explicarse con imágenes, el dibujo de un objeto. En otros tratados hablan de que hasta la presión del pincel puede agregar acción a lo dicho en el dibujo. No podía ser de otra forma al ver los dibujos de Payeras, abstracciones, sketches, quizás liberadores luego de la inconciencia que deja caminar por la ciudad de Guatemala, marcada por todos nosotros: carteles rotos de una historia pasada, grafitis borrándose en el transcurso de los transmetros, teléfonos descolgados y semáforos apagados; hasta recuperar tal trazo, tal color, tal desafino armónico en sincronía con la poesía más urbana. En otras palabras, en los dibujos de Payeras puede existir un lenguaje que diga de forma arbitraria, pero específica, nuevas ideografías o una abreviación novelada, donde cada página sea una historia en busca de un intérprete, adivinar será posible. Hace años también, leí Territorios, un libro donde el argentino Cortázar escribe sobre sus amigos de todos lados que crean arte, y entre ellos Julio Silva dice “…mira che, hay que dejar que la mano haga en paleta, el fin nunca será indecente”. En un futuro, cuando se encuentre la amistad con la esperanza por el arte en Guatemala, esperamos ver estos dibujos en un libro con el papel correcto. - Exposicion Javier Payeras Galería Punto D Contemporáneo en Ciudad de Guatemala 8 Calle 6-06, Cdad. de Guatemala 01001

domingo, 7 de abril de 2024

Mosquitoes

Aprendí a dormir como caballo o bovino, o perro, puro animalito de costa. Los mosquitos rondaban mi oreja con su ronroneo gatuno, y en ocasiones, ya dormido, con mi mano haciendo las veces de cola, los tumbaba, y seguía durmiendo, hasta el rato que volvía con una necedad en celo, y entonces pasaba que por suerte lo atrapaba y lo aplastaba a la cama, y dormíamos por fin humanamente.

Sin nombre era ella.

Pero seguiré mi viaje por la noche contra viento y marea por cuatro caminos y los encuentros y recordaré La Máquina y a ella volando como golondrina porque no se su nombre todavía solo he visto su mirada cristalina autentica majestad. Me da justo rufinos barrios billetes morados con un desapego desinteresado y proverbial. Es bonita. La veo pasar volando en su moto Va y sonríe. ¿Quién será? Una mariposa, una ninfa, un hada, una ángel. Me gustaría regalarle por lo menos algo que lleve siempre con ella alguien con un mundo o un llavero de estrella de mar. Este poema Pero yo seguiré mi viaje por el día ya recordaré de noche La Máquina Y a ella volando como una golondrina. Oliveros/La máquina Suchitepequez.

martes, 3 de octubre de 2023

La autoridad de la barbarie

Me ha parado la policía: ¿Documento de identificación? No lo traigo, respondo. (Los dos oficiales muy serios), uno de ellos alza un cuaderno y me pide mis datos. ¿Nombre? Respondo: Mario. ¿Apellidos? Contesto: Vargas Llosa. El oficial cierra el cuaderno, y se despide con una mirada inteligente, de terrible advertencia y oscuros presagios. Le digo a mi mejor amigo, matándome de la risa: ¡hermano, si el Nobel supiera que lo ficharon frente al mercado Colón! (Y así con otros colegas guatemaltecos, o españoles, hasta Cervantes)

Que se hace cuando se termina un libro

Mario Vargas Llosa estuvo viviendo en Londres, luego de haber vivido en Paris un periodo largo. Estaba enamorado de esa vida romántica, intensa, esa vida liberal que solo puede llamársele boheme, aunque Vargas Llosa siempre dijo que no congenió nunca con ella. Sin embargo, después de salir de Lima, luego de publicar Los cachorros, logró lo que tanto había deseado: quedarse en Paris. En esa época estaban también varios escritores viviendo en aquel centro de cultura cosmopolita: Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Nelida Piñon, Cesar Aira y alguno que otro músico o pintor jugándose la vida bajo la torre Eiffel. En realidad cuando vivió en Londres tenía tirada una novela que no sé si ya se llamaba la Casa Verde. La gran Carmen Balcels, le mando una carta a Llosa en la que le preguntaba que cuanto ganaba de traductor. El le respondió luego y ella le pidió que siguiera escribiendo La casa verde, y que le iba a dar mensualmente quinientas libras. Así fue como se logró esa novela. Las travesuras de Lily, la comandante Arlette, Madame Arnoux y los demás nombres que está mujer singular fue adoptando, cuentan una historia autobiográfica que contienen otra historia dentro de la historia. Ahí va mi recomendación de una novela singular: la historia de Otilita, esa pobre niña súper talentosa que se inventó lo que fuera para salir de Perú y llegar a Paris, seguir para Cuba, regresar a Paris, luego viajar a Londres, luego Tokio y así sin más, dejando al pobre Ricardito con la baba en la mano, cada vez mas enamorado y destruido. Pero todo para contar un amor terrible que en la última página se resuelve en memoria feliz de una vida común y, a la vez, singular. Y por último. Este libro estaba en el lobby de Santillana. Una tarde, luego de perder mi libro de Lord Byron en manos de una desconocida que creyó que conocía muy bien. No tuve más que prestar ese libro que pasó semanas ahí para los visitantes, que inmediatamente lo dejaban de nuevo en la mesa, quizá sorprendidos de improviso por sus escenas explicitas de un amor desaforado que no le restaba nada a los detalles. Ese libro prodigioso me lo recomendó… una bella terrorista. Lester Oliveros.

UN HOTEL DE 150 AÑOS

Después de 150 años, en pleno siglo XXI, El Gran Hotel se levanta en la 9na. Calle y 8va. Avenida esquina. Sigue siendo ese elegante inmueble que imaginara de una forma tan vivida el propietario alemán don Enrique Richtter. Aun en está época que hace culto a lo breve y desechable, muchos visitantes se admiran de que por dentro aún se conserven en buen estado los frescos del artista Roberto Ossaye. Murales de 1881, fotografías que se han rescatado afanosamente de periódicos antiguos, textos, monedas, rostros que marcaron una época gloriosa que aun es recordada por abuelos con los ojos brillantes de magia y romance, el mismo gusto de haber participado en esas expediciones por el interior de Guatemala y regresar en tren y luego subirse a un carruaje de caballos lustrosos, todo un cuadro impresionista que Camile Pizarro habría pintado con sus brillos más precisos. El Hotel San Carlos, El Gran Hotel, fue un punto de glamour y reunión de lo más selecto, no solo de Guatemala sino de varios lugares del mundo. Cantinflas hizo presencia imborrable. Otros huéspedes como María Félix, Pedro Infante, Libertad Lamarque, o el trío los Panchos. De la sociedad guatemalteca el celebre Carlos Mérida era asiduo junto a actores de teatro, músicos y arquitectos con un gusto refinado. Las fiestas eran de gala y toda la fortuna del instante se dispersaba a manos llenas, era una sociedad, en aquel entonces asimilando lo mejor de Europa. El mismo Gran Hotel conservaba matices franceses y por dentro una arquitectura sobria y de buen gusto. Del lado del café, está el ingreso al salón Oro, donde han estado grupos nacionales y extranjeros. El segundo nivel, bautizado como la Suite, es un área que se solicita para recepciones y eventos culturales. Desde la Suite se puede apreciar muy bien el salón Oro en sus noches de conciertos o presentaciones. El Gran Hotel es un lugar místico, exótico, histórico, tanto adjetivo no puede aún captar todo el contenido. Dicen que espantan, que se mueven las botellas, que chocan las copas, toda la Historia se subleva de repente, y no se asuste si una sombra lúdica le sirve un cóctel

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Todos mis amigos. Soda Estéreo (Último Concierto 1997)

Con el lodo hasta las rodillas regresamos un día, era 14 de septiembre supongo, y Héroes del Silencio dio su primer concierto en Guatemala; imagino yo, ignorando que la plaza de toros acá, sería un pantano a las once de la noche. Mis amigos entonces eran los de la cuadra de la zona cinco. Nunca hubiera imaginado a Miguel, un cuate bastante voluminoso, saltar de pared a pared, para entrar gratis al concierto más alucinado de nuestra escasa memoria. Adentro todos éramos polizontes de una generación acabada, y cuando Bohemia Suburbana llevaba dos canciones, Enrique Bumbury se voltea a ver a Juan Valdivia con un poco de nervios al oír los aplausos: - Tocan bien, no – cuentan que dijo. De 1996, vamos adelante a 1998, y llevé a mi hermanita Claudia al concierto que Ricardo Arjona casi estaba regalando por 10 quetzales la entrada, para ayudar a los damnificados del huracán Mitch. Allí en el Hipódromo del Sur que era un campo ecuestre donde practicaban equitación los ricos del país, hubo ochenta mil personas reunidas, y al final, llevé a mi hermana a mí escondite favorito: La Caseta, un local en el sótano del edificio Géminis 10, están allí el Guicho Morales y la Brab Sando, por aquel entonces eran uña y mugre-coca, ya que nos gustaban la líneas, Kris Ortega, Paola, Josué y Álvaro (unos amigos nicaragüenses), Shuwert y Verónica que eran tan novios en ese entonces, ahora ella vive en Dinamarca y cuando regresa solo nos trae whisky caro. Pedro Pablo, Jennifer y Willy, el Sony Mendez, Paola Cruz Pellecer y Alejandra, me faltan muchos privilegiados. Éramos varios, y oíamos Soda Estéreo, y nunca nos imaginamos que Gustavo Cerati se iba ir de esa forma tan extraña. Cantábamos a todo pulmón, tomábamos cervezas frías en un tour delirante de las 12:00pm a la 1:00 am. Paulo, un amigo que había estudiado en el Julio Verne, se peleó con un policía, lo engrilletaron, y luego salió corriendo escapando, más adelante, en un descuido de los policías que comparaban algo en una tienda. Darío Quiroz, se fue con el Mario a la zona 4 y se subieron a la Torre del Reformador hasta donde está la luz roja que divisan los aviones que regresan al aeropuerto. Yo amaba a una brasileña, que me dijo que su mamá era la embajadora de Brasil en Guatemala, no lo sé Rick, me gustaba hasta que me contaron que me engañaba. Ese primer desengaño me llevó a jugar con todas, no sé si todavía me persigue el trauma. La Caseta se cambió de lugar. El local ahora estaba a un costado de La Casa Comal, frente a donde se filmó La Casa de Enfrente, y seguíamos muy bohemios, la amistad era una moneda de cambio. Todos tomábamos gratis en ciertas horas ya al límite de la madrugada, pero todavía no concia yo los after-parties, hasta que llegué a un experimento de Emilio Méndez: Cuatro Grados Norte, y ya todo está escrito en clave por Pablo Bromo en su libro Arbitraria Muchedumbre y la ciudad descrita por Javier Payeras en Ruido de Fondo, y acá les digo una frase que le oí a la dueña de La Caseta: - Qué pena tan grande tendrán estos patojos que toman como si no hubiera un mañana. 4 de septiembre de 2014 se fue Cerati, gran amigo sonoro, pero seguimos cantando por todos lados, algunos siguen hasta hoy... Gracias totales.

jueves, 27 de julio de 2023

Parque de Xela

Hay una esfinge. El cielo es un aro sobre el parque y nada detiene la M de MacDonald´s La cierta mujer de harapos pide cierta medida de agua y le dan monedas que no se rompen con el hielo de esa madrugada que hace cayar a los pajaros esto y que estoy dormido con mi silencio secreto pero la estrella diminuta se hincha conforme los de la NASA creen poder llegar al sol. Mataron a una mujer alcoholica la llamaban Carolina y fue tan ética que no robo como los vulgares políticos y fue llorada por una loca que pedía un Predilecto y una llama para quemar la noche.

Gente Se ría

Hay en los estratos del carácter, gente prudente, firme, que vive la vida con una seriedad absoluta. El espíritu de ellos no concibe la broma fácil, el chiste tonto, la insolencia, la risa sin gracia de los simples mortales que ven la vida como un juguete. Vengo yo de frívolo, de bromista de todo a escribir al fin sobre ellos, ya que de allí provengo. De esa raza de gente que no puede en muchos casos expresar sus sentimientos más intensos. Talvez ahora lo recuerdo mejor todo. De niño yo era un adulto sin gracia, era callado, y me vestían de traje y corbata todos los domingos. Me entretenía leyendo todo el tiempo, para escapar un poco de mi entorno. Mi madre recuerda que, para la navidad de 1985, llamó a un fotógrafo, y con nuestra ropa de estreno, subidos en la cama, en fila, nos tomaron una foto. Mis dos hermanas, y mi hermano menor, sonreían, muy consecuentes con la ocasión navideña, como todo niño alegre, más yo estaba en otro lado, siempre con mi seriedad de adulto precoz, viendo a la nada. Me recuerda mi madre que me ordeno reírme, pero yo, como Merlina, la hija de los Adams, esboce una mueca torcida de alegría falsa. Hay gente seria hoy en día, que merecen todo mi respeto. Personas que van al trabajo, y luego a su casa con la familia, y los adoran en casa sus hijos, y los vecinos los toman en cuenta, los saludan con reverencia habitual. Son responsables del destino macroscópico de sus hijos, su alma se desvanece en ellos, y se envuelve en llamas gozando del silencio, en reuniones de chiquillos y jóvenes que, con la simpleza de la calle, la comedia diaria, ríen a escondidas sin afectar la perpetua formalidad, que no deja a los alegres rostros alejarse más allá hasta la insolencia. Frederic Nietzche, en Así Hablaba Saratustra, invita a reír. Y encuentro que la frase completa reza: “Esta corona del que ríe, esta corona de rosas: ¡A vosotros, hermanos míos, os arrojo esta corona! Yo he santificado el reír; vosotros hombres superiores, aprended... ¡a reír!”. Así que termino, arrojando también esta consideración en este periodo de elecciones malintencionadas, que viendo a tanta gente seria y preocupada, encuentro menos comprometidos a los actores de estas contiendas, y menos a los magistrados, ni fiscales, ni a la directora misma del Ministerio Publico que está comprometiendo la democracia, y alterando el curso de esta patria mía que merece por lo menos respirar tranquila por unos cuatro años.

Factorizar la danza de millones

Preguntan por allí qué por quién voy a votar. Pues respondo que no voy a votar por dos razones. Porque Bernardo Arevalo parece ovejita porque la mayoría hasta este mes oyó su nombre (no lo conocemos pues); y la estirada Sandra Torres tiene más mala fama que yo. Y don Bernardo, mil disculpas a los que le mandan esperanzas, en menos de un año nos va da la sorpresa, ya que en este país gobiernan los viejos banqueros empresarios y demás y la mafia de las maras y matones de cuello blanco. Y el Señor Presidente es un títere. Y entre esos dos hay un linea insondable, pues a menudo los empresarios son delincuentes y los delincuentes son empresarios.

jueves, 1 de junio de 2023

LA MEMORIA DE LAS FLORES: ÁNGEL SOLANO

La memoria de las flores: Ángel Solano Siempre que uno ignore por lo menos un poco el cliché de entrar a una galería, que uno inocente y sincero entre a cada una de esas ventanas sangrantes, llamadas por Ángel Solano: La memoria de las flores, podrá ver sin mayores prejuicios un trazo con gruesas pinceladas, inmerso el delirio existencia de atrevidos movimientos de un ritmo sísmico. Hay un grunge en cada ventana a otro mundo donde suena el alternativo percusiamente de una forma genuina de acercarse a esa pulpa de la rosa, al corazón convulsionando de nosotros los retratados en esa ciudad caótica que nos convierte en tres trazos y un número. Llegamos con retraso. La sala en Casa Noj estaba visiblemente poblada. Todos los cuadros guardaban silencio hasta que algo sucedió, no sucede siempre, mis preferidos cuadros son los de Velázquez y Goya, desdeño a Demien Hirst, pero recordé un dibujo muy singular de mi sobrino José Pablo, que me envió desde la capital, para ser exactos desde la salita del departamento de mi hermana, y crujió la puerta, se abrió ¿o abrí?, la ventana. Entonces oímos las voces trenzadas de la ciudad gris clara, el dulce bombo verde y amarillo, la estridencia rosa de la batería, los dorsos color carne, el azul sucio de la nube que ya nos dice un adiós, y se tropieza con un ocre manchado de pardo muro. En fin, el cuadro se hizo para adelante y pude entrar a gozar de la fauna y flora de la memoria de las flores apremiantes y ruinosas del artista. No existe el tiempo, solo los relojes, hay más vida que tiempo. Lester Oliveros.

miércoles, 8 de marzo de 2023

Mi hermana Silvia

Nosotros somos los cuatro hijos de doña Carlota Ramírez. Ella sola luchando, no contra el Mundo, sino contra su propia familia, hermanos y una madre que con solo verla le recordaba la culpa de no haberse casado. Ella sola sin importarle la política internacional, ni la cultura universal, porque no le quedó tiempo para un libro. Eran los años 70s. Ella en lugar de estar gozando de los Beatles, Eagle o Chicago, ya empezaba a tronarse los dedos a diario. Antes de eso, ya había jugado ser mamá, cuidando a los hijos de una hermana, y al último vástago de su madre. Esto me lo contó ella, con ese coraje que lleva como una armadura, y es ella la que les agradece a todos, las ofensas, duros golpes y lecciones de su señora madre, que la hicieron fuerte (dice). Los cuatro oíamos estas historias, ya no recuerdo en que momento; mi madre suele ser nostálgica pero no al extremo, supongo que las contaba para un cumpleaños. Mis hermanas, una de ellas difunta a sus veintitrés. La otra, licenciada en enfermería, oyeron estas historias sin darles tanta importancia, creo que se evitaron la herida. Salieron adelante y lograron superarse, una directo a la gloria, la otra en el Ministerio de Salud, donde dirige al personal bajo su cargo. Mamá, mi hermano menor, y por supuesto el Doctor Carlos Sun, nuestro tío, vivimos su graduación en el CUM y oímos estas estrofas: Vita nostra brevis est, breve finietur. Venit mors velociter, rapit nos atrociter, nemini parcetur. Fue la segunda en la familia en tener una licenciatura y lo logró, ya con dos de mis sobrinos, un esposo que padece de afonía, (pero yo estoy seguro que es reservado), y esas eternas horas de trabajo en un Centro de Salud. La última vez que la llamé fue para celebrar la navidad junto a sus hijos, mi hermano y mi madre, que ahora, luego de ver crecer y cuidar a mis sobrinos, espera que llegué la hora de respirar con libertad.

domingo, 4 de diciembre de 2022

El deporte más hermoso del mundo

Del deporte no estoy ni cerca, pero por acá no me he perdido ni un partido. Hace cuatro años estaba en Panajachel y mirábamos el mundial en cualquier cevichería a la orilla de la calle Santader. Hoy la pandemia a caldeado a la afición simulada y delirante que gritaba gol de Australia sin saber en que continente del mundo quedaba aquello. Yo por mi lado sigo teniendo fe en Croacia porque hace cuatro años, aunque le voy a Francia por intereses literarios, hubiera querido que un país desconocido ganara definitivamente para abrirle paso a una nueva teoría, la que ahora se da: los africanos van muy cerca de sepultar a todos esos favoritos y aburridos equipitos que ya llevan muchas copas; y por supuesto Japón que nos dejó asombrados de su empuje y ambición fuera de serie. Por acá lo veo desde una farmacia o en una ferretería. De pie los 90 minutos y fracciones. No hay cantinas en Alta Verapaz, mucho menos sport-bar. Extraño el lago un poco, pero más que todo porque allá si habían croatas que se comunicaban con señas, pero al menos se les veía sufrir hasta el final.

Acontecimiento prodigioso en Xela.

La vaca pastaba tranquilamente amarrada a un árbolito, de tanto en tanto nos miraba como nos tirábamos dando vueltas-de-gato en esas hondonadas de una grama fina. Llamamos a todos, pedimos a gritos un vaso de leche pero no había nadie encargado. Así que se me ocurrió ordeñarla. Al principio la vaca intentó cornearme. Buscaba a alguien conocido con sus grandes ojos negros como tumbas. Hasta que cedió, cuando entendí que solo tenía que rozar sus ubres con las yemas de los dedos, para que nos permitiera exprimirlas sin que se alterara. Acariciarlas con cariño y así logramos un vaso de leche tibia que nos sirvió de mezclador. La Quetzalteca es necesaria a esas alturas y nos tomamos los suficientes para que ella se subiera a un bus en busca del hospedaje y yo me quedara caminando con rumbo a Salcajá. Según mis cálculos alcohólicos iba a llegar caminando, pero no. Calculo que a las once de la noche el helado viento me corrigió los cálculos, pero ya no había solución fácil. Busqué refugió y como buen scout sabía que enrollándome en un nylon podía calentar mi cuerpo, pero no fue así a estas alturas, ya que el vapor se helaba tan rápido que estaba exponiéndome a sufrir demasiado hasta la hipotermia. Me puse tan mal, que debí delirar, ya que oí que una voz me dijo, desde dentro de mí que buscara una puerta. Allí estaba la puerta, que yo creí que era de un sanitario, pero no. Era la puerta de una casa. Todo fue muy extraño, ahora que lo escribo no lo puedo creer. Entré y vi una sala de una casa de clase media, es decir, allí sobre la mesa estaban las llaves de un auto, los sofás como nuevos, la televisión plasma, e increíblemente, sobre un mueble estaba esa botella verde de Buchanan´s de Luxe a la mitad. Dudé de todo, de entrar y sentarme, de saludar, de tomar un trago, pero en el ambiente había esa certeza de que si había alguien allí quería descansar sin ser molestado. Y sí, me senté en el sofá y a boca de jarro me tome dos tragos de aquel whisky. Me calentó el estómago. Me sentí mejor por un momento aunque no me calentaba el cuerpo entero y mis pies ya estaban congelados. No sé, pero puedo asegurar que esa misma voz que me habló afuera, la oí de nuevo muy quedo diciéndome que subiera las gradas y que buscara un cuarto. Y eso hice. Pero les puedo asegurar que era tal mi angustia por el frio aquel de Quetzaltenango, que subí sin pensarlo dos veces, a pesar de que en otras circunstancias ni siquiera hubiera podido entrar sin el permiso del dueño. Allí, al abrir la puerta, había una cama, un poncho afelpado, y todo estaba a media luz. Me descalce, y me enrollé como animalito mojado y me dormí profundamente, ni siquiera me incomodó, lo que ahora puedo imaginar cómo eventos posibles, todos lógicos, de que el dueño fuera a ese cuarto y encontrara a un desconocido, y naturalmente lo confundiera con un ladrón. El miedo que hubiera sufrido si hubiera sido una mujer. Y evidentemente yo no hubiera podido justificar muy fácil mi abuso. Pensé después, y hoy, mucho después, en todas esas posibilidades, y me asustan. Pero no hubo nadie, ni siquiera al otro día, que salí muy quedo, pensando en que decirle al que fuera el propietario de aquella casa. Estaba todo igual, vacío, y logre ver sobre una silla una gran bolsa llena de cajas de celulares nuevos. No toque nada. Estaba tan agradecido, quizá con Dios, a falta de seres humanos.

domingo, 27 de noviembre de 2022

C8H10N4O2 & C₁₀H₁₄N₂

Enfermos del mundo civilizado locos del espacio artificial 3D soñadores cosmonautas de la red drogadictos y especiales con otras capacidades cuerpos que las moscas atrapan hoy que el fuego se consumió en demoras voy cayendo en extravíos de nostalgia pintoresca y de futuristas contradicciones post-modernas relativas me voy a un solo departamento conceptual que canta sobre una musa de piel nicotina y muere con un cigarro encendido en un parnaso de chencas delirantes.

sábado, 17 de septiembre de 2022

XeladeLuto

Ayer: Hace años, no sé si 14, da miedo el tiempo a lo lejos, me invitaron a la feria de Quetzaltenango. Era a campo abierto, sin embargo la entrada era como de dos metros de largo y la gente se agolpaba para entrar. Recuerdo que entre tronchado y luego aventado. Ahora: Llegamos muy temprano al concierto, llovía tupido y moderado, pero yo padezco de sinusitis y me desesperé cuando me imaginé aquel escenario más noche y nosotros solo con nylón. Estábamos empapados a las seis de la tarde. Solo pude saludar a Marvin, que es un valiente promotor de estas vocaciones interestelares. Está bien ir a ver a la mara de Bohemia, pero luego con agonías para intentar respirar, me dio ñañaras. Así que fuimos a buscar ropa seca a las pacas de la terminal. Cerrado todo. Mi compañera no dejó de hacer berrinches infantiles porque según ella creía que podía saludar a los de Viernes Verde entre ese mundo espantoso que alguna vez fue mi refugio. Me sentí adulto por primera vez, pero mi salud es primero, contando con que no habíamos reservado un hospedaje. Así que nos fuimos. Dormimos con sobresaltos ya que la música, bombas y bandas se oyeron hasta las tres de la mañana y todavía siguieron espantando hasta las diez de la mañana. Al otro día la noticia. No lo creía, parecía una conspiración de la Gallo para no dar más royo. Unos decían que se habían caído unas tarimas, otros que habían sido envenenados, otros hablaban de balazos, otros que por el slaming, hasta yo me inventé que por un rayo. Hasta que un bar tender nos contó que entró un chavo pálido a pedirle un trago, que le contó que un su cuate lo había salvado y que tuvo que jalarlo con tanta fuerza que el sintió que se le rompían las piernas. Mi conclusión fue que todos querían, al contrario de mi primera vez en Xelafer, salir primero que todos, ese fue y es el desastre. Triste para los familiares. Que descansen en paz los afectados. Cómo dormirán los organizadores y autoridades que no previeron el colapso, ese hábito nacional. Y los que pasaron encima qué sentirán?

sábado, 13 de agosto de 2022

NACHOS A LA ABRIL (Emilia Ramírez)

- Historia secreta de la receta. Fue esa vez que me levanté a las seis de la mañana del invierno más duro de 1980, con tan solo Q0.05 centavos en mi mano. En esa época todavía no las encontrábamos en el suelo para ignorarlas por completo. Afuera de la colonia estaba nublado, húmedo, y caía una brisa que no pasaba nunca en aquella casa de alquileres de la zona 5 en la colonia Abril (que hiciera famosa el no menos conocido Padre Chemita). Ya tenía, bajo mi sola responsabilidad, a cuatro hijos. A pesar de todo, me sentía la mujer más dichosa. Esa mañana los vi dormidos descansando tranquilos; luego de mis oraciones, me las ingenié para hacerles el desayuno. Vi las tortillas, algunos tomates, las cebollas, y un cabo de mantequilla. ¿Qué se puede hacer con ello? Y pensé, o tal vez sentí, que aquello eran los ingredientes para un plato de nachos cortados en triángulos y con el crocante ideal para que todos compartiéramos, pero en especial mi hija Claudia que tenía unos dientes duros, blancos y bellos para la tarea. Les cuento entonces la preparación: Primero el baño regular, confíe que saldrá todo bien en el día entero, póngase guapa, no hay nada mejor que una mujer luchona y bonita. Luego haga eso que llaman los profesionales de la cocina llaman la mise en place, que consiste en ordenar los ingredientes para no olvidar nada, ¡claro que estoy exagerando! Es sencillo, las tortillas, se cortan en cuatro cortes rectos para dejar 8 triángulos, puede cortar cuatro tortillas de una. ¡Me olvidé de decir queridos lectores!, que antes hay que poner al fuego una sartén grande al fuego (en aquel tiempo tenía una estufita de gas kerosene que tenía que cuidar que no ahumara mucho, moviendo una llave como la de la regadera pero mucho más pequeña). De inmediato ponga todos los triángulos a freír por 10 minutos o dependiendo hasta que los bordes estén dorados por completo hasta ese color quemado, pero no carbonizado. Bromeo. Ya entonces tendrá cortados los tomates de dos formas que prefiera, o en cubitos finos, o en rodajas, según el gusto, yo recomiendo que prueben de las dos formas. Agréguelos a la sartén y mézclelos junto con el único condimento que se da para esta receta particular: la sal. Pero si es posible pimienta o algún otro, pues bienvenido. Hasta este sencillo paso van como 20 minutos. Déjelos cocinar hasta que los tomates se cocinen. Aunque a veces al dente saben muy bien, cuestión de gustos. La idea es experimentar, que así fue como empecé con esto. Lo importante, y debiera subrayarlo, es que no los tape porque se ponen aguados como pañuelos sin gracia. Para terminar con mis recuerdos de aquellos tiempos graciosos, recuerdo bien que los vapores aromáticos despertaron, no solo a mis hijos, sino además a una vecina muy comunicativa y curiosa y vaya a saber que más, que se acercó a ver y me pidió la receta (como si fuera algo tan complicado), me halago mucho, pero no pude evitar una risita en mis adentros. (Si quiere, puede maridarlo con un buen café de olla, por supuesto). Ingredientes: - 10 tortillas (frías) - 5 tomates - 2 cebollas - Aceite o mantequilla. Por cierto, no gasté los Q0.05 centavos. Emilia Carlota Ramírez mayo 9 2022

viernes, 10 de junio de 2022

Caravana-Laser

Otro pueblo de Dios vaga por el desierto de Sonora. Dejaron su tienda Jehova Jire su abarrotería atrancada Eben Ezer. Van por el paso sin agua viendo alucinaciones causadas por el hambre En lugar de tirar una vara ahora encuentran palitos que se convierten en lombrices en el estomago y en lugar de abrirse el mar se abren los ríos secos llenos de plantaciones ilícitas que algunos filisteos mexicanos les ponen a la espalda. ¡Oh Canaan del norte! ¡Oh Persia de Nueva York! ¡Oh EEUU de ninguna parte! La zarza ardiendo de un Moisés pollero de un vil coyote traicionero los desvía ya no los llevará más a la tierra donde fluye Coca-Cola y Kentucky Fried Chicken ni leche y miel ni nada solos y perdidos en la ciudad de Los Ángeles verán cara a cara al demonio. Otro pueblo de Dios camina en éxodo por el desierto hacía su tierra prometida ya no por un Dios hebreo sino por la necesidad actual y los anuncios olímpicos. La caravana de 15 mil migrantes guiados por el becerro de oro avanza sin destino. Oliveros /Retalhuleu 10/6/22

martes, 10 de mayo de 2022

Sara Sun

Inmediatamente al verla, esa navidad del año pasado, me recordé de una frase importante de William Faulkner (un escritor norteamericano, que debió nacer, más o menos, a unos 3.202,43 km de Seattle), donde reside mi tía Sara Rebeca Sun Guillermos, que dice “La gente no olvida mucho más tiempo que el que recuerda”. Era la navidad del 2021, me nació del corazón pasar la navidad con mi madre, mi hermano menor y mis dos tíos. Casualmente esos dos tíos, son hijos de dos esposos de mi abuela, de dos etapas de su vida que se proyectan bastante bien en ellos dos. En realidad fue una buena idea volver, compartir y preparar una ensalada con uvas y leche condensada que nos quedó de buffet. Regresé a la casa de mi abuela, esa memoria de cuartos de madera percudida, que luego fue demolida para construir una casa formal de block y terrazas, pues luego de cuarenta y cinco años estaba de nuevo en ruinas, con mis dos tíos solteros, pero con mi madre allí, la más sufrida, con el ánimo hasta el techo. Parecía una reminiscencia de la voluntad y carácter de mi abuela, al tratar de obviar la destrucción. Con su espíritu habitual, mi madre estaba jovial y desinteresada en ahondar en nada que fuera desagradable como enfocarse en los errores y vicios o recuerdos ingratos; era navidad, noche de paz, noche de amor, y punto. La cena fue magnifica, pollo asado a la leña, ensalada fresca, rodajas de pan sándwich, Coca-Cola o Sprite, Sangre del crucificado. Esa es mi familia, que yo tampoco quise una perfecta, ni una mujer con un empleo burocrático o con aspiraciones domésticas, así que todo estaba allí en su lugar como en cuadro de Picasso llamado Guernica. Entonces se abrió la comunicación vía internet, Seattle-Guatemala, la familia Fouar también fragmentada en madre e hija, que gracia para el mundo tantos desfases. La vi allí desde el computador, sentada, sonriente en su sofá de su casa, al lado de su hija Michelle, como si fuera una refugiada judía. Hay que anotar, para los que no saben, que digo esto con el justo precio que conlleva salir de un país en llamas, ya que ella siempre fue muy trabajadora, y creyente de resistir con todo amor a la familia, batallar un país sitiado por generales asesinos y locos, democracias débiles, corrupción y revoluciones mediocres, así que al verla tan lejos en el confort de su sala, me alegre mucho verdaderamente por ella y por muchos latinos. He oído testimonios de varios sobrevivientes, de Israel, África, China, Alemania, toda Centroamérica, y Rusia, y nada se compara con la neutralidad norteamericana y su favorable desigualdad étnica entre la comodidad confortable que ofrece este sistema que para bien se ofrece al mundo como la tierra de las oportunidades, de los hombres libres y valientes. Yo soy de otra generación. Nos tocó la firma de la paz y un mamotreto panfletario que se le dio en llamar Los Acuerdos de Paz. Pero soy escritor y eso me abre puertas. Hablo con mi propia voz. Agradezco a Dios que todos mis familiares, aunque segregados o invisibilizados, fueron felices a pesar de todo, y como ese gran porcentaje del mundo que viven sus glorias y sus tragedias y las superan, en un mundo enorme y de rostros y lenguas distintas, nos une la sangre hermana, aunque ahora suene palpitante.

sábado, 7 de mayo de 2022

Mayo 10 2022

10 de Mayo 2022 No hay que entristecer a los niños pero en el futuro ya jamás existirán las madres. Tal vez solo serán un buen ejemplo elevado de lírica poética. No hay que atemorizarse esas madres de verdad a lo mejor ya no existan hoy. La mía se arruinó, perdió los dientes se rompió un pie y me dejó ser juglar. No hay que acobardar a los varones que a lo mejor las madres jamás vuelvan a existir y los machos tengan que ponerse el hijo a cuestas y estos hijos tengan que nacer en probetas. No hay que gruñir, suplicar o protestar algunos hijos de este siglo las borramos de un clic. No les vimos con virtud Y ellas se cansaron de limpiarnos el culo y esas madres se fueron en el olvido. Pero no hay que seguir escribiendo ya hay una madre en cada plaza de cada pueblo una escultura de bronce de una virgen con un niño al pecho que soportara la ofensiva de los sexos y la guerra de las galaxias. Xela 2022

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...