jueves, 25 de octubre de 2018

MONTERRICO




I
Acá todo es ondulado. Las mujeres ondulantes, la playa flexible, el mar con su única línea recta, acostada. Pero esa línea también es curvatura de fermentos marítimos. Toda la mar haciendo óvalos concéntricos, hasta parecer dunas siberianas que cambian a rectas aparentes. En lugar de cangrejos pantagruélicos, ahora hay miles de botellas de cerveza Corona con un limón podrido al fondo, como mensaje para los niños que aún no han nacido.
II
Cuando uno llega a Monterrico se da cuenta enseguida que el mar está a dos pasos de uno. Se oye el estruendo desde que uno pone el pie en la arena. Hoy está inundado, acaba de pasar el temporal y el canal se ha rebalsado. Huele a pez muerto.

Uno cree en los crepúsculos orgásmicos de las películas, en los escarpados rincones paradisíacos, donde dos hacen el amor desde el beso hasta contorsionarse. Pero no, el amor aquí se debe hacer con cautela, estamos en el tiempo de las Parlamas y, ellas reclaman la playa para soltar sus huevos. Las tortugas marinas, y los enamorados, tienen el inconveniente que de día hay turistas quemándose bajo el sol; y de noche, los lugareños, linterna en mano van de lado a lado buscando los nidos de las tortugas.

Logré ver a la primera. Era una tarde soleada a medias, con un viento tan decidido a irse desesperado, que la superficie de la playa se miraba turbia de la arenilla arrastrada a la fuerza, de un alma invisible que nos hacía arder las piernas por los piquetes de polvo. Allí estaba la tortuga gigante, viendo al mar con sus ojos lagrimosos, haciendo el nido con sus patas traseras. A cinco metros, un muchacho con playera y bermudas la parecía cuidar, cuando en realidad lo que pasaba era que se iba a llevar más de tres docenas de huevos sin donar siquiera uno. Y es que hay dos verdades que se cruzan. Una es que la gente tiene hambre, y la otra, que las tortugas se están extinguiendo. Una de las dos verdades se apoderará de su momento; o por un efecto dominó, la una aventajará a la otra.
III
Allí en la arena ha quedado el olvido. Materiales tan cotidianos que hacen el ADN de un viaje. Las pequeñas células de un cuerpo: una pequeña sandalia de hule color azul con rosado. El vaso de duroport con un cangrejo microscópico. Allí está la sed de los muertos, dentro de cascaras viejas de cocos deshechos. Deshabitado mar donde nace el ansia de eros. El desierto de los latinos es la playa. Allí está el peine perdido con sus cabellos revueltos. Allí estará el beso en la botella y en la orilla de un cigarro. Allí está el sudor congelado donde se acostaron sin ropa, renovando adámicos gritos. Allí están las páginas de un libro volátil, de palabras aéreas que ahora emigran cada año en las conchas vacías. 
IV

Acá todo es ondulado. La mujer con torno Fibonacci. Ondulado el mar y ondulada la ola. Solo una línea recta aparente. Un horizonte que se dobla conforme nos alejamos del mundo. Contorno de la playa como dunas saharianas. Solo una línea que recorta el cielo del agua, la sal de la luz, el ave de los peces. Ya no hay cangrejos allá, solo miles de botellas de Corona con un limón podrido hasta el fondo. Mensaje cifrado para una generación de niños que no nacen.

lunes, 8 de octubre de 2018

DOMINGOS DE TROVA EN RAYUELA







Todo está pasando cada domingo en Rayuela, un barcito íntimo por dentro y expansivo por fuera. Por dentro uno se ve rodeado de amigos vivos y fotografías de grandes y celebres maestros. Por fuera uno se encuentra revuelto entre la vida, a la que no le dan un solo día libre en su existencia maravillosa. Desde el interior del café se oye, cada domingo, una convocatoria que se ha vuelto habitual, de los músicos: Koki Valdéz y Rafael Jaén que desde la primera entonación logran que la banda se cunda de sentimiento. 




Estos domingos los han convertido en un viernes anticipado. Todos coreamos las canciones, unos desde fuera, otros desde adentro. Hemos cantado a Silvio como si hubiera compuesto ayer esas canciones; a Fito Páez entre la celebración de un vino tinto, a Mercedes Sosa con una convicción tan cierta como la marcha y la manifestaciones frente al Palacio Nacional, o cualquier palacio de difuntos y flores, de una Latinoamérica en la que se pueda oír a Sabina con libertad. Estos tiempos nos ha regresado la trova. Precisaba una propuesta así para estas noches de zozobra. Pero todo se aclara desde las 6:30, en que empieza la función primera de estos dos amigos inseparables que cantan juntos y por su lado, en intervalos que van abriendo de canción en canción, hasta pasada la media noche. 
Y es que los domingos por la noche, a algunos (si no es que a todos sin pecar de amplificado) les emboscaba el sentimiento de perder para siempre, algo impreciso pero agudo, la felicidad de los fines de semana, que lo iba reemplazando la penumbra de los lunes interminables, de los martes marrulleros, y los miércoles, de no saber hasta cuándo llegaría el jueves y empezaría finalmente el viernes a rescatar la ilusión de la vida de uno mismo; con aquella democracia mosquetera: de uno para todos y todos para uno. 
Pero me contaba 
Byron Vasquez que fue una propuesta suya, y entonces nació la idea, se convocó a los muchachos y respondieron con una afirmativa reunión que dio inicio a todo este espacio que se desborda hasta la calle. Y aunque no esté de moda, aparentemente, como siempre los vientos de cambio van poniendo sus propias canciones en el Walkman de la historia. 
El café restaurante Rayuela está ubicado en la 6 avenida 3-61 zona 1, fácil ver su exterior de rojo y abrir su puerta giratoria. Tienen un menú, como yo lo llamo: para la plática y el romance; para conversar por la tarde con un buen café amigable, y como les contaba, también bancos en cada ventana hacía la calle, y de plano los domingos para intentar seguir resistiendo en la ciudad, celebrando la vida y el amor, con los amigos que son y los que vendrán, que en Rayuela cada vez se van sumando, afuera y adentro.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

LA PLAZA ROJA FLORECE



Las manifestaciones en la Plaza de la Constitución son un karaoke multitudinario, 
una discoteca en la que te chocas a alguien con quien bailar, 
un café para conversar, 
un chupadero donde sorprende la complaciente tolerancia, 
un ring sin cuerdas, 
una sala de estar, 
un club para novatos y militantes, 
para retirados y combatientes. 

Puede ser otras cosas, 
ustedes lo saben, 
una sala de terapia para gritar a fondo lo que no pudimos gritar a tiempo, 
un sitio para la conquista y la poesía de solo ser y ya. 


jueves, 6 de septiembre de 2018

Receta de Ceviche a la´Oliveros


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El ceviche Capulinita es una versión económica con los populares frutti di mare. Esta versión es para dos o tres personas dependiendo de las porciones.
Ingredientes.
½ libra de camarones con cabeza.
6 Conchas
1 Filete de Dorado o lomo de Tilapia.
6 Tomates medianos y rojos.
2 Cebollas grandes (una blanca y la otra morada).
1 Manojo de hierba buena.
1 Jugo V8.
1 Botella de salsa Inglesa (Salsa Worcestershire).
1 Bolsita de Salsa Kétchup.
Sal y pimienta.
5 limones.
Preparación:
Se pica en fragmentos finos la cebolla y el tomate, como base. Se dejan marinando los camarones en jugo de limón por espacio de quince a veinte minutos. Luego se vierte la salsa inglesa y la kétchup junto con el tomate y la cebolla. Enseguida se descabezan los camarones y se pelan, luego de pasarlas por tres minutos de agua hirviendo. Ya los camarones en el tazón de la preparada base, se abren las conchas una por una y se vierte el jugo de la concha sobre la base, se les extrae el molusco interior y se mezcla. Luego se corta el filete en pequeños cuadros y se agregan. En seguida se deben exprimir los jugos de la cabeza del camarón sobre el extracto de limón. Todo eso se adereza con una pizca de sal y se sazona con un poco mas de limón y salsa Worcestershire. El jugo V8 se vierte al final según el gusto. 

miércoles, 15 de agosto de 2018

-ROCK-OLA MADMAX-



A quien interese.
Te haces daño.
¡Daño te haces?
¿Qué daño?
¿El más tierno dolor?
Creer que no existe el amor.
¿Y acaso existe?
La ilusión lo imagina erótico.
El alma lo crea cierto.
El espíritu tuyo lo proyecta exacto.
La tierra.
El polvo.
Y el cielo.
El agua/la saliva/ o el sudor.
El aire/ la respiración de una luna.
Dándolo están ahora mismo.
Cuando lo desvirtúa la traición
volcanes de cartas de amor arden en llamaradas.
Rock-olas llenas de dolor aúllan
que solo monedas son.
Canción sobre canción ceniza solo es.
Shakespeare y Dante guerreando en
un bus extraurbano
siempre alertas del chófer de ese tren de almas
que todo al final
carcajada macabra abraza.

lunes, 18 de junio de 2018

DE BALAS, DE BOLOS Y DE BOLAS/ MAX ARAUJO






de balas, de bolos y de bolas
Max Araujo

En una pequeña entrevista en su oficina, me contó de Pontoise, lugar que logra fijar en un cuento suyo que se intitula El retorno a casa. El libro íntegro me lo leo en las pausas de una revisión de texto. Uno a dos días y me logra absorber su franqueza auténtica y aguda creatividad para interpolar una imaginación desbocada, sin modificaciones efectistas. Reviso mis notas y encuentro una reproducción de bolsillo de Ladera del Hermitage, Pontoise, de Camille Pizarro. Pero además en el relato se habla del aquelarre impresionista que eran esos muchachos sensibles a la luz, que ahora descansan en sus obras, refugiadas  allá en la casona magnánima y dócil, que es el museo de Daubigny.
El libro completo tiene cuentos propios y narraciones ajenas en apariencia, ya que es la old school literaria de recontar lo leído, oído e imaginado; y además con cariño, acercarse a los amigos desde la poesía. Solo así se puede inmortalizar una postal de viaje o una lectura precisa tomada de algún diario. Max lo hace desde su memoria que recrea y condensa. Y agradecido lo afirmo, ya que con tan poco tiempo, las historias parecen hechas como ventanitas de un bus atestado, desde donde se puede dar un  fresco respiro.
Para muestra el relato que describí vagamente al principio, en el que el personaje llega a Auvers-sur-Oise, va al museo y llega al cementerio, solo para comprobar (como sufriendo un síndrome de Cotard), que la losa al lado de Theodorus es la suya propia, y que todo ese juego de apodos era una certeza de sí mismo. Él es Vincent Van Gogh el suicida, así que se encamina como un viento divino a volar en mil migas.
Otro de los relatos que me gustaría ilustrar es La vida es una tómbola, que aunque lleva un título tan popular, lo introduce a uno por una ventanita, a la historia completa (en solo dos páginas), de un hombre que convive con su nieto, producto de una metida de pata de su niña (por la que tuvo que ir a la cárcel, luego de acertarle dos balazos al susodicho, que obligaba a malograr el nacimiento, del que sería alivio y gozo, en la última etapa de su existencia. Un cuento lacrimógeno, pero no tanto como Las cosas son como son y no como uno quiere que sean.
La narración Lo que el agua se llevó fue traducida al francés y publicada en Lettres d'Amérique latine. Al contrario de su aura de jurista de corbata en sus historias hay una bohemia feroz, fortalecida por un lenguaje sin tanto giro. Aún recuerdo la inauguración de Filgua 2016, cuando me endosó una invitación a la embajada de México para, supuestamente, hacerle una entrevista al invitado de honor, un tal Paco Ignacio Taibo II, que nunca llegó y, todo se resolvió fácil con una comilona de chimichangas y vinos tintos sin cuartel, con Maurice Echeverría circulando por allí con un nuevo premio de poesía. 
de balas, de bolos y de bolas es el último libro de cuentos de un gran aliado de las letras y cófrade en las tertulias del arte y la vida. Floreció, publicado en el año 2014 por la Editorial Nueva Narrativa. Lleva una fotografía en la contraportada de Vania Vargas. El diseño de portada de Martín Díaz y una dedicatoria a Francisco Morales Santos y a Carolina Escobar Sarti.


martes, 12 de junio de 2018

UN POEMA INOCENTE (a)







Sucede que Ernest Hemigway le llamaba leones muertos a sus libros ya terminados. Yo contemplaba mi león moribundo, antes de darle una despedida justa hacía las manos de mi editor. Pero, por justas que sean las palabras, me enamoré de la escritura, y empecé, dos poemas más ya más en broma que en rigor y resultó algo interesante que merece ser contado.
Logré imprimir el poema extenso y me entretuve dos días leyéndoselos solamente a los asiduos al Gran Hotel. Sucede que recibí un poco más que lo que esperaba. Me gustó el ejercicio. Así que dos semanas después estaba listo con dos poemas en broma para leerlos por las calles a quien fuera, y quien tuviera la paciencia de escuchar.
Resultó, que mientras lo leía, le ponía más melodrama y más atención, solo así me di cuenta que la tristeza que le imprimía al final era innecesaria, ya que el poema, lejos de ser una elegía era un melodrama.  He aquí el poema y noten el final:
Poema de las voces.
Dos chicos sentados
en una banca:

-                      El sol se come a tu mamá –le dice él a ella.
La chica piensa “éste está tan nervioso que no sabe qué decir”.
Pero le sigue la corriente:
-                      ¿Por qué?
-                      Porque tu luz es tan grande que la envuelve.
-                      Tú eras única para tu papá –le explica él.
-                      Cómo así –pregunta ella.
-                      Porque él siempre pensó llevarte de la mano, eternamente, para siempre, pero te soltaste.
Y te vi
nos vimos
fue cuando enamorados nos escondimos
debajo de una frazada
una gran sabanota.
Y solo tú sabes cuánto trabajo
Nos costó salir de  allí
sudando.

Éramos uno contra el otro:
tu una carta de tréboles
yo una de diamantes.

Y te dolió que me fuera.
Pero morir es sano
y el único enfermo crónico
tenía que ser mi
destino.
(abre los brazos dramático).

Cuando me di cuenta de tal problema, fue mucho mejor la lectura y en verdad me divertía verlos reír cuando yo levantaba los brazos, trababa los ojos y me hacía el muerto.
El poema habla de un muchacho que primero se hace el tonto, en seguida sorprende a la chica, después logra lo que quiere y luego se hace el muerto para seguir en busca de otra conquista. Aunque el poema lo escribí yo, normalmente en un trance tour de forcé, este era supuestamente sencillo y terminó siendo complicado, ya que me hizo darme cuenta de que un poema siempre esconde algo más.
Del poema extenso  todavía no recibo respuesta, solo puedo decir que una chica me invitó a dos cervezas en La Llorona y luego, en lo que fui al baño, me encontré con una nota que decía un gracias. Halago.
Me había robado el manuscrito completito.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...