lunes, 15 de agosto de 2011
SUPERHEROES V
miércoles, 10 de agosto de 2011
A WENDY C. UNOS MESES DESPUES...
lunes, 8 de agosto de 2011
SUPERHEROES IV
miércoles, 27 de julio de 2011
SUPERHEROES II
lunes, 25 de julio de 2011
SUPERHEROES I
1973 y 1986, Hanna-Barbera
jueves, 5 de mayo de 2011
DIA 0 /CUENTA LARGA /1ER CAPITULO
(Continuara...)
miércoles, 19 de enero de 2011
EL MESIAS
Los árboles se llevaban toda la flora y la fauna, hasta que uno de estos monos, quizás el más evolucionado, fraguó la recolección de algunas semillas y las plantó en un corral y cuido su germinación y desarrollo, como si estuviera protegiendo ganado.
Así fue como de tanta persecución los árboles que caminaban se fueron muriendo, emboscados o escondidos en lugares donde sus raíces extraían muy pocos minerales. En cambio el bosque cautivo creció hasta que dio semillas y pudieron sembrar más árboles atrofiados que no aprendieron nunca a caminar, porque además, nunca imaginaron que eso fuera posible.
Hay una leyenda en los bosques húmedos, que sólo las aves cuentan de rama en rama. El advenimiento de un árbol caminante que liberará a todos los demás y esto alegra a los bosques y preocupa mucho a los leñadores.
Fotografía: http://www.indoor-bonsai-tree.com
sábado, 18 de diciembre de 2010
DOS SIX PACK
- Qué tal.
- Qué tal.
- Hay frio verdad.
- Si, hay frio.
- No tenes hambre.
- No, no tengo.
- (silencio)
- Ya viene navidad, verdad.
- Si ya viene navidad…
- (silencio largo)
1-
· Un grupo de jóvenes de una hermandad cristiana desde hace unos años preparan un poco de ropa, juguetes y zapatos que recolectan entre todos. Les gusta llevar un poco de amor a unos niños del área rural. Van y entregan los regalos, ropa y hacen una pequeña refacción. Entre risa y risa se despiden y regresan en su carro, extenuados, pero como también en parte de la tradición pasar a un buen restaurante, beber unas cervezas y salir algo mareados sintiéndose muy bien espiritualmente… así lo hacen.
2-
· Una niña se guardó un buen paquete de canchinflines en su bolsa del pantalón, un amiguito le prendió fuego a una estrellita y se acercó a su amiguita y le encendió los canchinflines sin darse cuenta. La niña tiene quemaduras de segundo y tercer grado, tuvieron que quitarle el pantalón con pinzas.
3-
· Una familia dividida piensa en lo bien que lo estuviera pasando de ser una familia solidaria. Pedazos de esta familia están regados por Norteamérica, Europa y Sudamérica, y uno de los familiares de esta gran familia piensa que parecen pedazos de un cuerpo descuartizado.
4-
· Un señor ha olvidado que tiene familia. Ha vivido en la calle por más de seis meses. Se ha dedicado absolutamente a vagar por un par de cuadras y a dormir en la calle, muy cerca de la cantina El Pinito. No sabe nada de nadie, ni sabe que hoy es navidad.
5-
· Jóvenes universitarios celebran un convivio. Están felices porque cerraron cursos en la universidad. Parece que ya hacen planes para abrir una oficina de abogados. No saben que esa noche terminaran prensados contra un árbol y un tráiler en la carretera al puerto de San José.
6-
· Un escritor exitoso sostiene un revolver contra la sien antes de las doce. Esta exiliado.
7-
· Un árbol de 11, 000,000 de dólares se ha puesto en exhibición en un hotel de Abu Dhabi en los Emiratos Árabes Unidos, tiene 13 metros y 131 ornamentos de oro, piedras preciosas como diamantes y zafiros.
8-
· En una región de Estados Unidos, Seattle, hay una pareja de migrantes latinoamericanos. Se dan el abrazo a las doce con un tamal hecho en casa como en los tiempos bíblicos cuando vivían en Guatemala. Eva Monroy siente el golpe de la nostalgia y se sienta un rato en su amplia sala mientras Mario Cifuentes le prepara un Martini. También el esta llorando.
9-
· Un grupo de parranderos indómitos ha empezado el Guadalupe-Reyes, uno de ellos, con nombre inspirado en Baco, llega a fin de año con una resaca de todos los demonios. No hay nada para beber. En un exceso de locura agarra el frasco de perfume de uno de sus room-mate y se lo empina y le sabe bien. Por la noche uno de los invitados a la fiesta advierte con horror que uno de los presentes se tiro un pedo con olor, con olor a Polo Sport.
10-
· Un joven actor ahora mismo enfrenta una cadena perpetua por haber acuchillado a su ex –novia. Piensa en ella constantemente. En su carrera de actor desperdiciada en decir mentiras en la corte. Piensa que nada vale tanto ahora como el recuerdo constante de esa escena en Virgen a los 40.
11-
· Una ladrona del Guarda esta muy feliz. Luego de haber salido de la cárcel de mujeres en Febrero ha hecho una buena suma de dinero. Piensa poner una venta de tortillas de harina a la par de una iglesia de la Reformita.
12-
lunes, 6 de diciembre de 2010
LAS MARIMBAS DEL INFIERNO DE JULIO H. C. UNA PELICULA HIPERREAL
Las Marimbas del Infierno
de Julio Hernández Cordón
Una película
hiperreal.
Detrás de la pantalla blanca donde se proyecta la ficción está el nido que engendró la trama. Frente a la pantalla, la gente se distrae, piensa, se olvida. Eso es lo que pasa normalmente en todos los cines. Pero así no es el cine de Julio Hernández Cordón, realizador también de Gasolina y según me voy enterando ahora, también de unos cuentos publicados por la extinta y sagrada editorial X.
Vi las marimbas del Infierno el día de la inauguración de Manifestarte. El cielo era una mancha de tinta negra y muchos niños estaban como en trance por los instrumentos y baile de Sotzil. Tomé un vaso de vino de caja y entonces entendí el misterio de esa pantalla blanca caza-sueños. El ambiente se cargó con ese primer segmento de don Alfonso llorando sobre su marimba a raíz de una pérdida. Mi compañera me dijo “si el llora yo lloro”, tenía razón porque la escena era conmovedora. Ya todos sabemos, que por lo que más queremos no damos sólo la vida, sino también lo que no imaginamos; además no podíamos desentrañar si era ficción o una realidad documentada.
Como espectador de algunas películas de culto y otras tantas de Hollywood, puedo comentar algunos detalles de su obra, en este caso de Marimbas del Infierno, que si bien llega a distraer y hacer reír al espectador, en la mayoría de los casos lo confronta de una forma personal con su identidad, con la imagen de una realidad distorsionada, y de esa realidad que esta del otro lado de la pantalla blanca en el momento mismo de estar viendo la película. La pantalla entonces es espejo y vidrio transparente donde la mosca busca escapar, golpe tras golpe.
Julio H. Cordón ha dicho en algunas oportunidades que su gran pasión es contar historias. Veo que sus historias son tan hiperrealistas que no son toleradas por muchos. La otra vez, en el aniversario del Centro Histórico, mientras terminaba un cortometraje de Julio Hernández vi a un muchacho entre los asistentes reclamarle la falta de veracidad en el lenguaje de la película Gasolina, a lo que Julio respondió con una anécdota muy violenta de cuando vino por primera vez a Guatemala y del lenguaje que escuchó y sirvió como material para su película. En cambio por otros es comentada como una de las grandes revelaciones fílmicas, además de haber sido premiada en el Festival de San Sebastián.
Básicamente la historia de Marimbas del Infierno es guiada por un elemento principal, que no son directamente los personajes sino la música, que forma una trilogía moderna: marimba, metal y Hip-Hop. El ensamble entre la marimba y el rock and roll y además la voz que se acopla pasivamente con el Hip Hop es una monstruosa mezcla de estilos-tiempos y formas de ser, que desembocan irremediablemente en la genialidad. Es difícil ser original en estos tiempos y algunos se atreven a decir que ya no existe nada original. Creo que las marimbas del infierno tiene una lectura de la realidad guatemalteca muy original. Es una película artesanal hecha con elementos básicos como la misma realidad guatemalteca: una realidad hecha con añadiduras, cortes y parches, una realidad collage.
La sinopsis superficial esta basada en la extorsión que sufre don Alfonso, que más que un sencillo marimbista, es un artista que no podría vivir sin tocar su instrumento. La situación se agrava cuando, luego de “esconder a su familia”, tiene que ir a esconder su marimba. Es triste ver como la llevan de un lugar a otro en plena calle. Es conmovedor verlo en su lucha diaria de preservar su patrimonio ante el desamparo y la violencia.
El Chiquilín aparece con un pasado violento que se refleja, como en Gasolina, en el lenguaje. El Blacko es un blackShirt decadente y un personaje con muchas referencias, es médico y además practica la religión judeo-cristiana (que además tiene una fuerte influencia israelí), en contra posición con su pasado satánico y rocanrolero que además logra ser el aglutinante en esa fusión del otro mundo, que es unir la marimba con el metal pesado. El chiquilín logra darle la vuelta de tuerca a la trama. Por cierto que esa escena donde aparece China Godoy en el edificio del Bar Central, me parece interesante, junto con la escena en la que terminan brincando sobre la cama, donde uno puede imaginar que en el cuarto de al lado se escandalizaron un poco por la idea que da el ruido del catre. Tiene muchos momentos de risa, como esa escena en que el Chiquilín busca a un tal Javier Playeras, y cuando Payeras le dice que para presentarse con el alto mando cultural tiene que ponerse un traje, que por cierto, no ha devuelto aún en la vida real.
Las Marimbas del Infierno es una película que se sale del molde con todo lo hecho en Guatemala, la realidad, la hiperrealidad guatemalteca, no puede ser otra cosa que una ficción cierta y, valga la retórica: hasta verídica.
Lester OliverosGuatemala, la Reformita, 2/11/2010
sábado, 28 de agosto de 2010
REKASHAISOM
Aquel día viernes, tras una larga fiesta que se prolongó hasta la madrugada, estaba totalmente desvelado, y esperaba llegar de vuelta a Panajachel lo antes posible. Me lavé la cara con agua fría y me sentí aún entre dormido y despierto. Había dormido suficiente después del almuerzo y por eso llegué tarde al muelle de Santiago Atitlán, pensando que a bordo de la lancha podría al fin descansar. Mientras me acercaba, llegaban a la orilla tres cayucos cargados de tejido y pescados con una cuerda de nylon entre la boca y las agallas y parecía un espectáculo para fotografiar.
Un grupo de mujeres tzutuhiles se reunieron a vernos partir, con sus hijos a la espalda, amarrados con perrajes de colores. Serios, pacíficos, inmóviles, el grupo de hombres con la cabeza amarrada con su`ts, también nos miraban, aunque con expresión distinta. No parpadeaban.
No quería dormirme precisamente ahora, entre tan sublime escenario. Intenté abarcar el lago con la mirada para retenerlo en un futuro en que mi alma necesitase de un recuerdo tan maravilloso como aquel. Metí la mano en el agua intentando recordar la agradable sensación del frío y retrasar el sueño. Un tímido rayo de sol escapó momentáneamente de entre las nubes inflamadas, que parecían cerrarse con violencia por el viento que soplaba. El rumor agradable del lago se convertía por momentos en un amenazador e incesante ruido de golpes que chocaban contra la lanchita. Las olas movían el bote con violencia mientras los pasajeros se acomodaban aún en sus puestos para afianzarse entre el vaivén. Algunas mujeres parecían asustadas, y parecían disimular muy bien frente a todos. El conductor subió a bordo con ayuda de una muleta. Tenía una cicatriz desde la frente hasta el pómulo. Era un muchacho moreno con una mirada huraña.
– ¡Suba, que nos vamos! ¡Salimos para Panajachel ya! –gritó con impaciencia a un hombre que dudaba si subir o no, mientras miraba la irregular superficie del lago.
La mujer sentada frente a mí, me sonrió amablemente. Tenía una mirada azul, profunda y graciosa. Llevaba la cabeza cubierta por esos pañuelos de hilo que vendían en todas partes a los turistas y parecía estar tan asustada como yo del movimiento de la barca. Me sonrió de nuevo con embarazo y comprendí que no hablaba español. El viento le desordenaba el cabello todo el tiempo. Se acomodó el pañuelo, apretándolo con temor, mientras respondía las incesantes preguntas de su pequeña hija, que jugaba por cualquier resquicio de la pequeña lancha. La saludé en ingles y entablé conversación con ella, que me agradeció con más sonrisas. Se llamaba Elisa Bonfoid y viajaba con su padre, Francis, su hija Marie y su esposo (un tal Marck, que parecía molesto con todo y llevaba muy ajustado el chaleco salvavidas). Elisa me habló del viaje que habían hecho a Chichicastenango y a Tikál. Le gusto mucho que escribiera en un periódico Español sobre lugares turísticos de Centro América.
– Hey mom, look at me! –Dijo Marie, de pie en el borde de la lancha.
– Be carefull, Marie! –Le advirtió el abuelo.
– Enough baby! Come here. –La llamó Elisa.
Una religiosa que iba a la par de la niña, ayudo a sentarla y la turista le dio las gracias.
– Se puede caer si sigue jugando en la orilla de la lancha. ¿De donde son ustedes? –Le preguntó en un inglés mal pronunciado.
– Somos de Estados Unidos –respondió ella en español.
La niña, Marie, era rubia, y sus preciosos ojos eran los ojos de su madre. Todos los pasajeros la miraban tan encantados, que trató de agradecer el atento auditorio poniéndose en pie y robando al sol un destello dorado que hizo su pelo brillar como el borde en una antorcha encendida. Llevaba un vestido de flores amarillas cuyas puntas movía en un gracioso baile, feliz de concentrar la atención de los pasajeros, que se distraían con alivio del movimiento peligroso del bote.
La madre miraba a lo lejos el muelle de Santiago, y casi escondidas, allá en lo pardo del horizonte, la fila de mujeres tzutuhiles esperaba que terminara de oscurecerse el cielo.
– ¿En cuánto tiempo llegamos abuelita? –Preguntó un niño.
– Espero que pronto. Esta lancha se mueve mucho –respondió la señora de cuerpo abundante.
– ¿Puede el lago voltear la lancha? –preguntó el niño.
– Si la voltea, ya no vamos a llegar a Solola –dijo ella, con naturalidad, asustando a su nieto y provocando la risa general.
– ¿Pero vamos a llegar pronto?
– Sí, ya te lo dije –respondió la señora.
A lo lejos, en la orilla del volcán, las casitas de Santiago se iban difuminando contra las rocas grandes que formaban las montañas y sus tonos terrosos. Quería abarcarlo todo en mi memoria, pero los detalles eran infinitos. Como si fuera a pintar un cuadro, pensé en recordar las montañas que bordeaban el lago, partidas en cuadros de verdes diferentes, el gran volcán Santiaguito, azul contra la tarde manchada de amarillos dulces y verdes difuminados como al pastel, el lago agitado cambiando de luz, la gente del bote hablando en silencio, resueltos por brochazos rápidos. El ruido del moto y la espuma con un hiperrealismo ardoroso.
– Look that, pretty bird! –Señaló la niña.
– Oh, yes, honey! –Dijo Elisa.
– Es el pato Poc –respondió una señora –tienen suerte porque se ha extinguido.
– It’s a duck of Atitlán… ¡Is so funny! –Tradujo la extranjera a su hija.
Un grupo de patos volaba a ras del lago. El sol se hundía por un costado del volcán, cansado, como si se fuera derritiendo en sus lomos. Pensé en los viajes en barco por el Atlántico, que no parecen tener la magia de una lanchita sobre un lago íntimo como el Atitlán.
– ¿Do you know Aldous Huxley? –Preguntó Mark a su esposa.
– Yes. Is an English writer –respondió la mujer, sin mirarle a la cara – why?
– Because he described this lake as the most beautiful place in the world –dijo él. Ella pareció no escucharle.
– Watching the landscape… ¿Don’t you feel the sensation we have lost something here?
– I don’t know, what you mean.
– Don’t you miss something like a bit of heart? –dijo ella.
Al oír aquella conversación personal, sentí una repentina opresión en el pecho, como si hubiese recibido un disparo que me hubiera traspasado. Era imposible no escucharlos hablar y traté de ocuparme en cubrirme de la brisa.
– What do you mean? –Preguntó él.
– Nothing, never mind Mark –concluyó Elisa.
La señora miraba con especial desencanto hacía el lago. Le sonreía a todos cordialmente. Llevaba una vestidura maya bordada a mano, pero sus facciones eran mestizas.
– ¿Parece que se nubló? –dijo.
– Si –le respondí –esta atardeciendo muy de prisa.
– A estas horas nunca es bueno cruzar el lago –me dijo, viéndome acomodar mi mochila para descansar mi cabeza.
– No sé –le respondí –es la primera vez que lo hago.
– Yo no puedo faltar a mi casa –me confió –pero pienso que el lago esta muy revuelto.
– ¿Usted vive en Panajachel? –Pregunté.
– No, yo vivo en Solola.
El pequeño me miraba con curiosidad.
– Éste está asustado por el xocomil –me susurró, señalando con sus ojos al niño.
– He oído muchas historias sobre eso ¿qué es?
– Mire, piensan que es una historia sin fundamento, pero todos los que vivimos por acá, sabemos que es cierto –me dijo con seriedad –muchos pescadores que osaron faenar por la tarde, ya no volvieron; sus mujeres los buscaban por todos lados, pero nada, hasta que descubrieron que era el xocomil, mucha gente se ahogó, por un mal viento que se arremolinaba en medio del lago y se tragaba lo que fuera, desde siempre, muchas mujeres le rezaban a los dueños de las nubes, el cielo y el viento, para que los devolviera, pero debajo del lago, los ahogados y sus espíritus esperan la noche para que no se vean sus sombras al sol, jalando los botes al fondo –me respondió.
– Y... ¿será cierto? –le pregunté con verdadera curiosidad.
– Pregúntele al patojo del bote. Perdió su pierna en la hélice de una lancha y por poco se mata. Eso lo sabe todo el mundo.
El muchacho tenía amputada la pierna a la altura de la rodilla y el pantalón le colgaba del muñón. Se volvió con agilidad, como si supiera que hablábamos de él.
Rodeado completamente de montañas y volcanes, lejos, se veían las hermosas casitas de los residentes. Más arriba, casi sobre las montañas, unas mansiones agarradas entre las rocas, hechas de cristal y madera, donde no se veía a nada más que árboles y flores. Parecía que los que vivían allá llevaban una vida perfecta rodeados para siempre de la belleza natura.
Recordé, como un ensueño, el viaje por los pueblitos alrededor del lago, cuando fui invitado al llegar a Santiago Atitlán por unos colegas periodistas. Sin darme cuenta cerré los ojos y acomodé la cabeza sobre la mochila. Imaginé la celebración. Tendría lugar en la casa de una familia atiteca que se dedicaba al cultivo de café. El motivo fue el cumpleaños de la Señora, que cumplía cien años de edad al otro día. Rememoré aquella conversación como si la estuviera viviendo.
– ¿Cien años? –. Le pregunté al colega.
– Si, no lo dudes, se le ve la experiencia, se ríe de todo.
– ¿Cómo en los tiempos bíblicos? –pregunté intrigado.
– Tendrías una gran historia si te contara su vida.
– Su vida no la podría contar en una tarde, en cambio la formula para vivir tanto si –dije.
Me vi llegando por la mañana y subir una gradas de granito cubiertas de hojas masticadas por los pasos. Las hijas de la señora me recibieron en la puerta. Eran ya unas mujeres maduras y resignadas a no casarse, como me enteré después. Me invitaron a entrar y frente a mí, en la tenue luz de la habitación, una mujer anciana, recostada sobre enormes almohadas de seda, me esperaba. Me contaron que no oía muy bien por causa de un rayo que cayó en su patio. Era amable con los invitados, y parecía que uno de mis compañeros le había anticipado mi visita y me recibió con tanta familiaridad que parecía que me conocía de años. A la primera pregunta que le hice, supe que iba ser interesante, porque me respondió de manera tan lúcida y agradable, que me dejo sin una duda de que era todo un personaje local.
Su esposo había muerto en alta mar. Me contó que luego de haber levantado todo el negocio del café, una tarde se fue sin despedirse y le dejo firmados todos los papeles legales, y una nota de que regresaría en tres años. Nunca regresó. Así que la mujer se había vuelto con los años la mujer más rica del pueblo. Pero lo que más me llamo la atención fue que a sus cien años, tenía buena memoria, contaba chistes, cantaba canciones rancheras y se reía como una pequeña pícara cuando decía malas palabras. Supe que sus padres llegaron de Madrid poco después de la invasión, pero no me dijo en qué fecha, ni me supo decir cuándo había llegado a Atitlán sus ancestros, pero me quedó muy claro que en aquella tierra logró una vida singular. Sus tres hijas se ocupaban de todo en la casa. Eran ellas quienes la vestían y conservaban la tienda y la casa limpia, la cual era grande, con un basto terreno desde donde se podía ver el lago. Los cuartos eran amplios y de sus paredes colgaban fotos de santos y vírgenes.
- ¿Por qué no se han casado sus hijas? –Le pregunté al final.
- Ellas dicen que no, pero… ¡Si usted viera…! Meten a los hombres por debajo de las puertas –no me atreví a preguntarle si aquello era cierto, pues las hijas parecían tolerar las frases de su madre con gracia.
Aquella noche la vistieron con sus mejores ropas y la sentaron en una gran mesa que habían llenado de flores en la sala principal de la casa. Llegaron invitados de muchos lugares. Estaba como una niña feliz, mirando a todos, llena de alegría, y aunque a menudo se le dificultaba el hablar, su expresión lo decía todo. Una sola mujer lideraba la cocina, era una joven morena con unos ojos de egipcia y un escote atrevido; me miró pasar para el fondo de la casa y me dijo con dulzura “joven, allí espantan, tenga cuidado”. Sin embargo caminé hacia el patio abierto de la casa, en cuyo cielo podía ver todas las estrellas boreales. Orión se alzaba construido de luces. (Los mayas creían que cada hombre nace con un nahual, o animal protector. Me habían dicho que mi nahual era la serpiente. Me parecía una creencia similar a la cosmogonía china, en la que mi signo era el dragón, que es también una serpiente con plumas. Así, ensimismado por los vapores del alcohol, empecé a crear vínculos de una civilización a otra, tratando de solucionar las simetrías, aunque al final de la noche me pareció que perdía el tiempo).
Escuche un grito que me despertó al instante. Salí de mi ensueño y pude ver a la hija de la extranjera hundiéndose en el lago. Esto me devolvió a la realidad. La mujer se tiro al lago sin pensarlo. ¡Fue tan inesperado…! ¡Y se podía ver un enorme y sobrecogedor remolino en medio del lago! Todos sentimos temor de inmediato. La sensación de que algo grave iba a suceder me sobrecogió.
– ¡El xocomil! –Gritó la señora a la par mía.
– ¿Puede hacer regresar el bote? –Le pregunté al conductor.
– ¡No puedo acercarme tanto! ¡Podría hundir la lancha! –Me respondió.
La mujer lograba salir y al momento volvía a hundirse. El vestido de flores de la niña, Marie, ya no se veía por ningún lado. Me quite los zapatos y la camisa.
- ¡Si entra al lago ahora ya no podrá regresar! Me agarró la señora.
- ¡Alguien tiene que hacer algo…! ¡La mujer se ahogará!
Me arrojé al lago. Me sumergí en el agua fría y nadé hacia donde había visto a la mujer. Estaba braceando sin apenas fuerzas contra la fortísima corriente y sólo pude ver sus ojos angustiados en un momento que el agua pareció retirarse. Buscaba a su hija a ciegas. Exigiendo un esfuerzo más a mis exhaustos brazos, la agarré y logramos salir a la superficie. Ella me gritó que no regresaría al bote sin su hija.
- ¡El lago es oscuro y tiene muchas corrientes! –Le grité, pero la comprendía demasiado bien y no pude seguir reteniéndola.
Se sumergió de nuevo. Nos habíamos alejado de la lancha. Esperé que volviera a salir del agua para avisarle que estaban llamándonos, pero no volvió a salir. Nadé con dificultad, deseando con todas mis fuerzas que saliera del agua delante de mí. Pero no hubo milagro. La adrenalina me recorría mientras me debatía, si continuar braceando bajo el agua o, acudir a la seguridad del bote mientras aún podía. Las fuerzas decidieron por mí. Desesperado, golpeé las olas inútilmente con mis brazos agarrotados, pensando que iba a morir. Cuando estaba a punto de rendirme, una fuerza tiró de mí hacia arriba. Era el cojo, que, tumbado sobre el bote y a punto de hacerlo zozobrar, había sacado medio cuerpo fuera para asirme. A duras penas logramos subir de nuevo.
– Where is my daughter? –Me gritó Francis, agarrando mi pecho mientras yo aún boqueaba en busca de aire.
– El lago esta furioso. Le respondí en voz baja. No encontré más respuesta que esa.
– Shit! This is terrible! –Gritó Mark, rabioso, golpeando la embarcación con su puño hasta sangrar.
Ambos parecían debatirse entre el miedo y el deseo de arrojarse al mar por ellas, por mucho tiempo que hubiese pasado, pero los tripulantes les agarraron, abrazándose a ellos entre sollozos agitados.
La lancha era como de papel, ante el remolino. Francis y Mark aún esperaban que aparecieran, pero por más que el muchacho alumbrara con su linterna, no había rastros de nadie. Me pregunté si la luz no atraería las almas de los difuntos, pero no me atrevía a comentarlo en voz alta.
Les dije que podían regresar con las autoridades en un barco con medios, para empezar una búsqueda, mientras hubiese esperanza, pero nadie lo creía ya.
Todos los que íbamos en el bote sentimos pena por los turistas. Pero el conductor atemorizado por la hora y la fuerza del remolino, y aliviado porque el motorcillo consiguió alejarnos de él, temió que pasara algo peor.
– Voy a volver con ustedes, luego de avisar a la policía –les dijo –les aseguro que ellos no tardaran en acompañarnos.
Se le veía preocupado, frotándose el muñón con insistencia, como si sintiera la cercanía de su otra mitad. La religiosa seguía en oración, con un rosario en la mano. Una mujer lloraba sin parar, y el hombre que la acompañaba, la abrazaba sin poder decirle nada. Después de un tiempo que a todos nos pareció una eternidad, empezamos a ver las luces del pueblo de Panajachel y toda la gente sintió alivio, aunque todos callaron.
– Hay ángeles buenos y malos en el lago. Me susurró la señora, con cuidado de que su voz no llegara a los abatidos turistas.
– ¿Qué quiere decir?
– Que hay espíritus ahí.
– ¿Usted cree? –Dije con el corazón en un puño, intentando no traslucir mi pánico.
– Usted no sabe, pero hay ahogados muy antiguos ahí –me dijo –y siempre están ahogando gente. Es… como si tuvieran hambre. ¿No ha sentido usted deseos de ahogarse? ¿de unirse a ellos? ¿No lo sintió cuando se lanzó al lago? ¿No los oyó?
No podía creer que esto estuviese pasando en mi interior, pero al cabo de un momento y un fugaz examen de conciencia, mi razón se vino abajo.
– Si… Por un momento –respondí.
– Ya ve… Si usted va al mar, ahí pasa lo mismo.
– Tiene razón.
Recordé la fila de tzutuhiles viéndonos partir. ¿Sería su mirada una advertencia? Vimos los muelles de madera vieja, sencillos y prehistóricos. Un grupo de jóvenes encendía una fogata en la playa. El rumor del lago era perpetuo, como si llamara a alguien perdido. Los turistas esperaron al conductor del autobús que les esperaba y subieron corriendo en busca de ayuda de las autoridades.
– Really, thank you my friend –me dijeron los dos turistas con apretón de manos.
– Good luck, and hope –les respondí.
Una pareja de enamorados se besaba en otro muelle. Me quede escuchando el lago, poniendo atención a sus palabras e intentando traducir lo que querían decirme para que nunca se me olvidara, pero las voces eran tan fugaces que solo oía las risas jóvenes en la playa.
lunes, 16 de agosto de 2010
FALSA MUERTE
- Ando buscando a una persona –dijo ella. Caminaba sobre la grama de un extenso camposanto.
El hombre era un vendedor. Le pidió los nombres y apellidos del difunto. Caminó unos pasos y luego giró haciendo una señal con su mano derecha. Vimos la lápida. El vendedor de traje azul nos extendió inmediatamente, luego de algunas preguntas de rigor, un plan de servicios funerarios. Lo vi irse caminando, sorteando los restos enterrados directamente en la tierra, adornados con flores de plástico que limitaban perfectamente el rectángulo de su propiedad. Había diferentes decoraciones que parecían hechas por niños ayudados por gente mayor. En conjunto el camposanto era una exhibición de manualidades y, sólo se percibía la vida a lo largo del cementerio por los restos coloridos de una infinidad de materiales. Me acosté en la grama recién cortada. Ella limpiaba con agua las lápidas. Me miró. Cortó con destreza los tallos de las flores y decoró el sitio. Yo miraba al cielo blanco de nubes ásperas tendido sin pensar nada. Pensaba en el fondo en algo absoluto para concebir la muerte. Me sentí de pronto en el lugar de mi entierro, pero fue momentáneo. Ahora estaba lúcido, con algunos años extra, oliendo a Shampoo y sintiendo todo todavía con la maravilla del descubrimiento. La muerte era falsa entonces. Estaba más vivo que nunca. Entonces me dijo:
- Estas flores son muy caras.
- Habría que ir a comprarlas al Cementerio General.
- Es caro morirse.
Al salir del cementerio vimos un letrero que decía:
PROHIBIDO APRENDER A MANEJAR AQUÍ
Es muy raro. A la par del cementerio había un parque de diversiones grandísimo y los gritos y risas, los ruidos más ardientes de la felicidad eran la música que adornaba las flores recien compradas
miércoles, 4 de agosto de 2010
CONTRACANTO/ IVAN OSORIO (I)
bañando los torsos,
nuestro coraje y locura
esparcidos en la arena.
Contracanto
Me regalaron una brújula para mi cumpleaños. La brújula es parte de un planetario que llevaba una bombilla. Con las luces apagadas en mi cuarto se pueden ver muchísimas constelaciones. Boreales y Australes. Ante tanto punto referencial del cielo y de la tierra, leo Contracanto. Es un libro que evoca, desde los antiguos mapas de ruta, primeros intentos de formar ciudades y banderas, hasta remontarse a los clásicos griegos y latinos en una faena marítima interior donde las imágenes de la historia se vuelven al presente con un rostro total. La diagramación del libro es la estética de los primeros intentos por dibujar el mundo. Me gusto mucho la portada y la contraportada. Iván Cruz Osorio es el autor de este anti-canto. Lo conocí en el bar el Olvido y tuvimos una grata conversación con puntos de vista similares sobre los poetas de su tierra. Ivan es mexicano. Me regaló su libro en medio de cervezas luego de la lectura. Lo firmó y dibujó una América de su puño y letra.
Uso lentes oscuros para leer la nueva poesía latinoamericana, algunos tienen tal magnitud que podrían dejarnos ciegos. Así es Contracanto. Iván logró poner títulos próceres de nombres de hombres ilustres que conocimos en los años básicos de nuestra vida para llegar a esa América didáctica: Simón Bolívar, Andrés Bello, Manuela Sáenz, José de San Martin, y otros que fueron reconocidos por su tarea independiente. A más de eso la poética de Iván Osorio es una limpia construcción moderna de verbos refinados de una redacción precisa.
Atalaya y Corifeo. Contracantos que terminan en el amor a una patria ideal, esa que a estas alturas del poema es todo y todos somos. El poema es una serpiente de versos que tragan y vomitan lo antiguo y lo nuevo; alcanza a Europa en su canto y lo vuelve peligrosamente nuestro. Contracanto es una brújula. Ahora ya puedo saber donde esta mi tierra.
jueves, 15 de julio de 2010
TODO MONSIVAIS EN EL BAR EL OLVIDO
- Tú te vistes muy hermosa.
- No sabes lo que estas viendo Benjamin –le advertí.
- Qué es –pregunto el.
- Ella es un poema corpóreo –le dije, viendo a la mujer –, cada vez que habla sus ojos se iluminan, tiene el talento de borrar la luna con una sola mano, y suele devolver al cielo estrellas que teje con sus deditos –terminé sonriéndole.
- Pero estás enamorado de ella –me dijo sorprendido.
- Cómo no estarlo si es mi novia –le dije, viendo a Norma quieta, hermosa y segura, con su güipil celeste bordado en Chiapas.
- Ya que sos cronista –me dijo mostrándome el pecho –hay hablas de esto y de mi cumpleaños.
- Es un trato.
Terminamos la noche hablando de Carlos Monsivais y su feliz muerte de sabio gracioso, y al final se nos apareció en una de las esquinas del Olvido.
martes, 22 de junio de 2010
EJERCICIOS DE LA MEMORIA
Cuando llegué por primera vez al campus del Instituto Adolfo V. Hall Central, que recuerdo de una forma muy difusa, me fijé en la fachada de sus oficinas al estilo norteamericano del oeste. Dos altos pinos donde colgaba una gruesa cuerda que meses después comprobé su dificultad al subir brazada a brazada hasta besar el nudo sujeto a un tubo de metal sostenido de las ramas más altas. El patio principal comunicaba a otro, donde recuerdo una caseta donde vendían sodas, galletas y panes con jamón, y desde ahí se apreciaban las aulas de los nuevos, como nos llamaban a los de primer ingreso. Al fondo, detrás de los baños y la peluquería estaba el polígono. Era un área igual a un campo de futbol completamente de terracería en la que para algunos eventos, o talleres de tiro, se llenaba de cascabillos. Pero además era, y fue por unos fines de semana, uno de los teatros más terribles de entrenamiento o castigo. Algunas tardes, según el ánimo del sargento de batallón, nos enfilaban a todos los nuevos, divididos por aulas, para entretenerse en vernos a mas de 400 aspirantes a cadetes subir y bajar sincronizados a la orden de ¡a tierra! y ¡firmes!. En la primera media hora los que tenían menos condición física iban descompasando. En una hora, los desacompasados terminaban en un grupo aparte comandados por algún cabo dragon que les daba un trato especial, gritándoles “puta mucha, yo que ustedes mañana ya no vengo” “y por qué quieren sufrir pues… ahorita mismo estarían disfrutando de una su coca cola en su casita viendo tele”, luego, siempre era al más sofocado, el que estaba ya con los ojos desentonados y que ya no podía seguir, le ordenaban pararse en un hormiguero, lo veían retorcerse con todas las hormigas trepándole por las botas y anclarse en sus piernas por montones hasta que el muchacho terminaba pidiendo perdón, clemencia, llorando por su mamá.
Efectivamente algunos ya no regresaban. Otros éramos masoquistas. Nos dieron el birrete un 3 de Marzo del año 1991. Mi número de antigüedad era 199, estaba en la mitad de todos los 400, que habían sido seleccionados de casi 3000 muchachos que habían llegado de colegios de renombre y escuelitas marginales como la mía. Muchos con papas coroneles o, toda una casta de tíos tenientes o primos traumados desde los siete años con el sueño de la Escuela Politécnica. ¿Qué hacia yo ahí? Inmediatamente pensé en sobrevivir a los castigos, era necesario sobrevivir a como diera lugar entre todo un batallón de muchachos de segundo año con la consigna de vengarse con los nuevos de lo que a ellos les hicieron los de tercero cuarto y quinto. Sobreviví los primeros meses. En el aula, pequeño ecosistema, coexistía una paradoja: estaba el número uno de la promoción, un tal Martínez Martínez y el último de la promoción, el famoso Vásquez, que una vez le escribió en un papel a un Sargento “que tenía dientes de tractor”, y por él nos llevaron al polígono a sudar lodo. Me divertía mucho este Vásquez, era el único que no se tomaba en serio ser militar; contaba chistes en los tiempos libres y casi que ignoraba al número uno que se perdía entre libros haciendo planas de caligrafía. Al número uno lo adoptó el sargento de batallón, que para su mala o buena suerte, era también el número uno. Así fue como perdió el respeto de todos, además de ganar la reserva de muchos que ya no comentaban nada delante de el.
Llegó el medio año en medio de castigos todos los fines de semana. Llegaba a mi casa tan cansado que si tenía que hacer deberes los ignoraba, cenaba y me dormía tan profundamente como no lo he hecho nunca. Mi carácter cambio al darme cuenta que si podría soportar todo en cuando a castigos físicos pero estaba, desde el principio, carente de disciplina académica para mantenerme al ritmo. Imagino que fue el resultado de una mala planificación por parte del que me había inducido a estudiar ahí, y terminara viendo como mi mamá corría en contra tiempos a pagarme la mensualidad a ultima hora. Me retiré. El día que mi abuela me dijo que si quería seguir ella terminaría pagando la matricula, me dolió algo en el interior que lo rechace dignamente y creo que fue la mejor decisión, porque no sé qué hubiera pensado después al verme en un lugar donde realmente nunca había, ni remotamente querido estar.
Imagino ahora los botones del uniforme de diario lustrados con la pasta Brasso. Las botas lustradas con saliva y algodón con pasta KIWI hasta dejarlos puro charol. Oír a los maniáticos de quinto año, con sus charreteras de bronce con fusiles cruzados, gritar desde el medio del campo “¡aspirante a caballero cadete!” con el sueño de la Escuela Politécnica. Me da risa. Años después comentamos esto mismo con Giovanni Pinzón que también vivió esa pesadilla y nos reíamos sentados bajo un pino gigante en la terraza del Café Oro.
Dos décadas después, agradezco al destino no haber seguido el falso sueño de mi papá. Leyendo La Ciudad y los Perros de Mario Vargas Llosa me sentí de nuevo sobreviviente.
Lester Giovanni Oliveros Ramírez
Junio 2010
El Viernes, 23 de julio de 2010 a las 19:00Lugar:
(Ex) Céntrico. 7ª avenida 12-32, zona 1.
martes, 1 de junio de 2010
HISTOIRE MONSTRE (un livre a objecté)
Le Monstre n'était pas King Kong,
c'était Ann Darrow et son décolleté provocant.
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Creatura belle et symétrique, pas d'appétit en général et parfois avec une faim de la viande bovine au panier hot-dog, même en tant qu'être humain, de mammifères, avec des problèmes de sommeil, volatile, la fascination de l'extrême avec des chats, peut changer d'avis et a fait le patient, que ceux de la même espèce traités comme des intrus, je voudrais aller à des lectures de poésie et de dormir, puis monter sur scène et mains tachées de sang qui veulent répéter une double fonction, sans Par conséquent, comprend très bien les choses délicates dans la vie comme de l'argent, la violence, n'aime pas le refoulé, pour son rôle dans le saut incendie mortel avec un cigare sur le barman et demandez-vous gratuitement et il est revenu son compagnon du moment et ne pas savoir dire non, peut aller dans les classes avec l'art faux et ramasser les boîtes avec une suprême élégance, avant de jeter dans la rue en disant merde, c'est juste que il est grand, sa grâce, peut-être le Ann Darrow dans la main de King Kong, mais peut marcher sans crainte dans les rues avec l'odeur de la violence et à effrayer les soldats du cou, et ses yeux de ma vie, pourrait donner à penser qu'elle parle cinq langues et tue tous les soirs quelqu'un avec un Magnum 47 ou un couteau de table, ou plutôt avec l'ongle ou pointus des chaussures de marque du talon, mais la peur n'est pas si terrible, mais fascinante, suffit de penser à ce moment-là Je viens d'impulsion, il est normal de s'habiller pour aller au magasin pour un cigare, est un monstre terrible, n'oubliez pas, si n'aiment pas être pris pour un pirate lorsque vous soulevez un martini où personne ne sait Où personne ne sait qu'il est peut-être d'autres pleurent et les feuilles comme un enfant, les souvenirs gémissement provenant de la combustion et de la mendicité le pardon d'elle-même contre la voix imaginaires, en essayant de fermer les cercles par des ovales, ou avec un peu de caoutchouc essayer réparer les erreurs spontanées qui ont conduit à sa mémoire où se souvient à peine, même un peu de whisky ça vous rappelle une autre bouteille de pilules vides, et regarder par la fenêtre, hôtel pas cher, en récupérant rapidement avec la lame de ses yeux couper les ailes de ceux qui ont peur des lâches qui ne remettent pas l'autre jour, couper court à l'espoir que de nombreux membres de la famille même sont en elle. d'autres monstres, essayer de la définir dans le futur, mais un monstre de la taille n'a pas besoin de craindre si ce n'est pas la tendresse.
Lester Oliveros Ramírez
Moises Barrios, Vonsechel, André Grible, Pablo Bromo, Angel Poyón, Lea Asoli, Alejandro Marré.
Inauguración miércoles 9 de Junio a las 7.00pm
Exposición del 9 al 30 de junio 2010
Galería de Arte Alianza Francesa
5ª calle 10-55 zona 13, Finca La Aurora (Frente al Museo del Niño)
_Entrada Libre
http://www.alianzafrancesa.org.gt/
jueves, 13 de mayo de 2010
MINI MAX (HOMENAJE A LA MADRE-&-PADRE)
Después de dos semanas en casa, cada sábado por la mañana me apliqué a enseñarle trucos de circo. Recuerdo que ya le era familiar y compartíamos buenos tiempos y mi comida. Así que el gato fue engordando y yo adelgazando un poco. Luego de la escuela, lo llamaba con un nombre bastante raro que ahora ya no recuerdo. Una tarde, bajó, amarillo con sus ojos marinos y mi mamá lo odio. Mi papá como siempre se había desaparecido. Una mañana me desperté con mi gato en la cama tan doméstico que lo invité a la par mía. Un mal movimiento debió inquietarlo y me mordió. Es lo único que tengo y que me hace recordar a mi gato. Porque una semana después, mi mamá lo regaló a los vecinos, unos señores cobaneros que lo recibieron felices porque era un gato hermoso ya, que además sabia trucos de circo y obedecer a ese nombre del que ya no quiero ni acordarme. Luego mi mamá me invento que los señores cobaneros se lo habían robado. Luego que se había comido su comida. Luego que yo le daba mi leche y que estaba ya muy flaco. Luego que odiaba al gato cada vez que lo miraba. Hasta que me confesó que estaba celosa porque yo ya no hacia otra cosa que pasar tiempo con el animal.
jueves, 29 de abril de 2010
DORIAN LIMA EN EL CALLEJON DEL OLVIDO (AMIGOS)
viernes, 23 de abril de 2010
ENTREVISTA A GABRIEL WOLTKE Y SU ART OF FICTION DE VACIOS PARALELOS
"Una foto en blanco y negro al final del libro. La cédula. Datos personales. Foto seguramente para su primera identificación de vecino de la ciudad de Guatemala. Traje, corbata, la seriedad del caso. Gabriel Antonio Padilla Woltke, es el autor de este libro que tengo en la mano, publicado por la editorial Catafixia. El Bar Central es una mina de vidrio, mesas, sillas y el mejor ambiente del centro, según me asegura un asiduo visitante. Por la tarde, se veía gente apresurada pasando sin percatarse de la viva arquitectura congelada en dos épocas, como si fueran puntos paralelos de dos dimensiones frente a frente. Por un lado, las nubes blancas del antiguo edificio de Guatel donde por las noches se refleja el Ex –Céntrico en neón con todo su tiempo presente. Lo veo desde acá.
Me había comunicado con Woltke sólo por Facebook, y me interesó hacerle una entrevista por la publicación de su libro Vacios Paralelos. Woltke es moreno, con unas profundas ojeras en los ojos, que ha logrado gracias a la única forma en la que puede escribir, por computadora y de noche. Le digo, antes de empezar, que la entrevista es más bien una conversación relajada. Estamos sentados acá en una de las salitas fuera del bar, y me da oportunidad para encender un cigarro, mientras planifico las preguntas. No sé nada de Woltke. A lo mucho recuerdo haberlo visto parado en una esquina esperando un bus en la novena avenida. Un saludo rápido en el pasaje. Pero leí el libro. Logra un dialogo entre el tiempo presente y pasado, con realidades alternas y casi a punto de ser tan imprecisas que podría colapsar el futuro. Watchmen es el hilo conductor, con frases del Dr. Manhattan, personaje de la novela gráfica escrita por Alan Moore, dibujada por Dave Gibbons y publicada por DC Comics entre 1986 y 1987 (no es un simple comic, eso se los puedo asegurar). Mientras transcribo estas palabras, veo la película. Las frases del Dr. Manhattan están presentes en idioma ingles y cursiva, quizás abriendo un agujero de gusano a esa cuarta dimensión que podría ser un tiempo vacio y paralelo donde habita un solo vigilante. Uno mismo.
Lo valido como todas las veces, son las tres cuartas partes que sostienen la parte pequeña que miramos del iceberg. Hijo de madre soltera, buscando su voz a través de una familia católica, en una de las ciudades más violentas del mundo, pasando por una posible identificación en una banda de rock, generación de la crisis de la moral y los valores de cabeza, aún así Woltke trabaja un universo personal, a solas, en la invisibilidad; posibles analogías con la serie Alan Moore, la búsqueda personal, “ahora la mitad de lo que soy es lo que escribo”, me dice. Aún no anochece. Un reloj sigue trabajando armónicamente en la catedral, a unas cuadras del bar. Le pregunto sobre su blog y me doy cuenta que Woltke es todo un personaje, un drogo confeso que no se ha drogado nunca. Anoto todo rápidamente mientras me habla."
Lester Oliveros: ¿Cuándo fue la primera vez que tuviste conciencia de que estabas escribiendo poesía?
Gabriel Woltke: Después de leer una entrevista a Wingston González, escribí algo que me pareció mi primer texto, era Batallas bajo tus pies y algunos otros poemas que aparecieron en el primer blog.
LO: ¿Dónde hiciste tu primera lectura?
GW: En la Casa Cervantes, era un Día de la Poesía jajaja, allí conocí a casi toda la mara que me ayudó a moverme en esto, Mills, Méndez Salinas, Payeras…
"Me cuenta brevemente que la literatura, en un principio le parecía aburrida. Aprenderse de memoria a Ruben Dario en la primaria, recitar por algunos puntos en el aula, por obligación, le quitaba completamente la poesía. Gabriel, culpa al sistema educativo. Luego encontró a los hombres X, como les llama: Méndez, Serrano y Pedroza, y revaloró el trabajo literario, todo se desencadeno luego de su graduación. "
LO: ¿Cómo fue que concebiste Vacios Paralelos (Un hombre que no existe)?
GW: Precisamente estaba en Antigua cuando vi Watchmen, me gusto el comic, la novela gráfica, y la onda se fue expandiendo, dándome vueltas en la mente, lo recuerdo bien, que salí al patio a pensar en eso… luego de ver la película, y así nace la idea parcial del libro, esa tarde imaginé la estructura.
LO: Me imagino que te pusiste a escribir algo esa misma noche.
GW: No… pasó más o menos un mes después que escribí una versión concentrada, era un poema de tres páginas.
LO: Tiene frases, o epígrafes en ingles.
GW: Mirá, yo no sé ingles, así que le pedí favor a mi novia que me tradujera las frases que iban a integrar el libro, aunque no domino el idioma sabía que era necesario mantener lo más íntegro posible al Dr. Manhattan.
LO: ¿Cómo se llama tu novia? No le importara salir en la entrevista.
GW: jajaja no hay problema, Monimoni.
LO: Entonces tu novia trabajó con vos el libro, imagino que mantienen un diálogo mientras vas escribiendo.
GW: Si, las referencias a pintura, geometría, la proporción áurea también son crédito de ella.
LO: ¿Y… haces el libro en esa estructura que imaginaste?
GW: Sí casi nada sale improvisado, tenía concebida de antemano la extensión de cada parte del libro y el tema a abordar en cada párrafo, incluso escuchar cierta música al momento de escribir era parte de lo que buscaba lograr …y como de costumbre todo se escribió de noche, no puedo hacerlo por más que quiera de día.
LO: Curioso. Como eso que me contabas antes de tu primer libro, que tuviste que volverlo a escribir cuando tuviste que formatear el disco duro de la computadora.
GW: Si, lo escribí 3 veces, mi computadora tronaba y tronaba al final creo que ayudó en algo tanta reescritura.
LO: ¿Cómo es eso que escribís sólo de noche?
GW: Me acostumbre, solo de noche escribo, en casa es el único momento para escribir tranquilo. Cuando no tengo computadora, como ahora, me resulta imposible escribir a mano, mejor me dedico a leer. Además no escribo a diario, escribo por temporadas…, por lo regular termino de leer algún libro y escribo durante un mes, luego dejo de hacerlo por un buen tiempo hasta que se repite el proceso.
LO: ¿Y como fue la estructura final de Vacios Paralelos?
WG: Lo tenía claro, tres partes, de tres páginas tamaño carta, y la última de tres páginas y media.
"Adentro del bar, se empezaba a oír Even Flow de Pearl Jam, entraban clientes conocidos, asiduos bohemios que se iban oyendo más alegres; la noche afuera corrigiendo el tiempo de los relojes, las minúsculas agujas de cientos de engranajes sincronizados, minutos más o menos paralelos, quizás segundo a segundo acercándose a ese flow final donde las máquinas, afuera, imaginaban el caos de la humanidad. Carmen Lucia Alvarado apareció como teletransportada a través de las avenidas “sólo quiero sentarme un rato mucha, sigan”, dijo, después de saludar, y se apertrecho a leer en un sofá. Afuera la noche. "
GW: Mi primer libro lo pensé para escribirlo en doce noches, y el último capítulo, levantarme al amanecer para terminarlo.
LO: ¿En este libro alcance a percibir tu gusto por la nada, que pansas de eso?
GW: A mi mismo me pasa mucho, a veces siento que estoy completamente en otra parte o en ningún lado. Pero la nada como nada no existe, ya es con sólo nombrarla, lo único que podes hacer como individuo es establecer para quien queres existir y para quién no.
LO: ¿Podría servir de algo escribir en este siglo en Guatemala?
GW: La literatura primero te sirve a vos y quizá con eso basta.
LO: ¿Crees en Dios todavía?
GW: No lo perdes nunca, esta ahí ese algo, siempre vas a necesitar de creer en un dios, o fuerza o energía o algo. No creo que exista una religión más barroca que la católica, su simbolismo, los rituales, talvez por haber crecido católico esa es la imagen de dios que aún conservo. Y por decirte algo, dios podría ser, dentro del libro, el Dr. Manhattan.
LO: ¿Qué libro estas leyendo ahora?
GW: Bueno, leo El Placer de Corresponder. Correspondencia variada, de Cardoza, Brañas, Meany y otros embajadores en época de la Revolución.
LO: ¿Cómo miras el ambiente literario en Guatemala?
GW: …como dicen los políticos cuando no quieren meterse en problemas “no entendí su pregunta” (risas), a través de editoriales te vas a dar cuenta de que no estamos tan mal, hablo de los Mínimos de Serrano; de Vueltegato Ediciones de Bromo; Catafixia de Carmen y Luis Méndez Salinas, Ediciones Palo de Hormigo, y otras, soy demasiado nuevo o joven en esto para decirte como estamos en relación al pasado, pero creo vamos en buen camino.
LO: ¿Qué pensas del aburrimiento?
GW: Es necesario.
LO: ¿La rutina?
GW: Te puede absorber.
LO: ¿2012?
GW: …mala la película. (risas)
LO: ¿El Cielo y el Infierno?
WG: …podes confundirlos, lo que para mi es el cielo, para otros podría ser el infierno.
LO: ¿Cómo imaginas un libro tuyo en el futuro?
GW: Dos versiones imagino. La primera son todos mis libros juntos y que cada uno sea un capitulo. La segunda, seria un documento monstruoso que fuera casi imposible de leer.
LO: Como pregunta final, ¿qué pensas, el dinero puede ayudar a un escritor a crear?GW: La única forma en la que creo que el dinero puede ayudar a crear, es en tener la comodidad para realmente quedarse en casa sólo a escribir, aunque ni así. La comodidad tampoco ayuda mucho que digamos, ahora con lo de motivación exterior...sólo que fueras a cazar premios por todos lados, tu prioridad sería ganar y muy difícilmente hacer un buen trabajo.
"Como en un espejo gigante y cóncavo, otro Gabriel Woltke, otro entrevistador, y el Dr. Manhattan observan como todo vuelve al principio a voluntad. Me veo entrando al bar y saludo a Gabriel en una mesa, saludo a Mauro y Andrea, subo corriendo las gradas hacia la galería y todo desaparece. "
0:00:00:00…
Lester Oliveros.
Guatemala 9/04/2010
jueves, 8 de abril de 2010
UN PAIS DE UN SOLO HABITANTE ES LA HABITACION PROPIA
Un país de un solo habitante era el cuarto de Emilio Carlo. Se había vuelto loco. Pero no tan loco como para dejarse morir de hambre. Salía siempre de noche a pedir a la calle monedas y virtudes. Su locura consistía en perderse en la contemplación de fotografías de su novia que había muerto hacia un año en un accidente en automóvil. Recordaba todas las noches el olor de su palabras al oido. Ella sabía que se iba a morir a los veintitrés. Sabía que no pasaría de los veintitrés y sin embargo vivía como si no lo supiera. Le celebraron su cumpleaños veintitrés y Emilio le regaló un ramo de rosas en botón que se fueron abriendo con forme llegaba la media noche. Nunca pudieron casarse. El fin de semana, en un viaje a Antigua, el automóvil fue empujado por una camioneta sin frenos y perdió la vida sin nadie familiar. Una llamada por la madrugada se oyó fatídica. A Emilio le habló el padre, serio, contenido y frio. Al oír la noticia tiró el teléfono al suelo gritando. Nada se pudo hacer después, más que velar hasta el otro día. Esa misma mañana, Emilio ya llevaba los ojos entornados. La madre de Eva Mártir, lo consolaba y pensaba que estaba con esa mirada perdida por el desvelo. Lo llevaron a su casa de huéspedes después del entierro. Llorando se fue a su cuarto sin decirles adiós. Los padres de Eva Mártir se preocuparon cuando supieron que ya no regresó a la universidad y se le miraba bebiendo en cantinas y en muy malas compañías. Pero no hicieron nada. La hija ya estaba descansando y no habría que seguir con la idea de que el muchacho era algo de ellos. A lo mucho le guardaron un buen recuerdo.
Nadie vio cuando en una madrugada vomito sangre. Hablo con una sombra y le confeso su nueva filosofía. Nadie quiso voltearlo a ver y darse cuenta que era ya una sombra de si mismo. Era cuando lo declararon loco los vecinos y los niños. Y salía solo de noche para regresar de madrugada. De noche puedo verla, les decía a los extraños. Puede que fuera cierto que en su delirio conviviera todas las noches con su novia Eva Mártir. Lo que me enteré mucho después fue que había resuelto morir por ella y terminar perdido y verdaderamente loco a los pies de su tumba. Pero no fue así. Se enamoró una madrugada del horizonte y persiguió el final hasta que llego al Distrito Federal en México. Se cambio el nombre y llego a ser rico. Otros, dios los tenga en la gloria, murieron por su ejemplo.
miércoles, 31 de marzo de 2010
SIN NOMBRE NI LUGAR
Picto—grafías
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