1973 y 1986, Hanna-Barbera
El Superhéroe vive en la ciudad como si no hiciera nada más que cubrirse de todo cuanto pueda delatarlo. Se instala en el lugar más inverosímil, no se deja impresionar por las minifaldas de las secretarias, que lo ven a lo lejos, escribiendo concentrado la próxima aventura. El superhéroe es cauto y jamás se da por enterado de lo que dicen de él, simplemente va por café o té y prepara su bebida en el más absoluto silencio, es por demás que el jefe lo trate de enfadar, el superhéroe es tierno y sereno y nada más baja el rostro en una actitud completamente oriental. Después de todo el superhéroe conoce su poder, sabe hasta donde podría tirarle los dientes al jefe o hacer delirar a la secretaria esa que lo mira desde ese escritorio con sus ojos halcones, aún así se contiene y bebe el primer sorbo de su café, para después escribir en seguida una historia de amor y poder en la que prevalesca la justicia.
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