Para aprender a volar el superhéroe primero debe darse cuenta por si mismo quién es realmente por dentro. Algunos al saberlo experimentan una sensación dolorosa e ingenuamente seguirán llamándose superhéroes a pesar de no serlo en el fondo. Puede que tengan el porte, la capa y además la máscara. Pero algunos se dejan cegar por los resplandores y así logran perder la proximidad con los seres humanos normales; algo por lo demás bastante curioso en los verdaderos superdotados. Pues en el fondo saben, los verdaderos superhéroes, que todos podemos volar.
El superhéroe no sabe quién es realmente hasta que por accidente, se desprenden de su mano telas de araña, se comunica con otros por medio del pensamiento en la brutal actividad eléctrica de las neuronas del aire; mira a través de las paredes, y así como por revelación casual, urbana y casi solitariamente, se da cuenta de su mejor talento, de lo que podrá hacer mejor en la vida, de su regalo olímpico. Hay el caso de un superhéroe que aparecía y desaparecía y no lo notó hasta que los demás se lo dijeron. Otros que hacen experimentos con la realidad, y el tiempo lo vuelven espacio y el espacio tiempo, así logran escribir con estrellas constelaciones de verbos flotantes. Están también los que no se dan cuenta que pueden amar hasta que caminan sobre el agua o le dan vista a los ciegos del cyberespacio, o hacen otros milagros a la vista de todos, por amor, sin vergüenza ni dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario