lunes, 11 de enero de 2010

DOS FIESTAS DE FIN DE AÑO (DIARIO PERSONAL)




24 de Diciembre2009:

Tengo que confesar a fin de cuentas que yo tuve una infancia feliz. Creo que me di cuenta de esto el 24 de diciembre al querer una navidad sin nadie. En el alma tenía unos deseos enormes de sentarme en mi cama con una botella de ron y beber hasta que me dieran ganas de llamar alguna amiga y saludarla desde mi cueva, sin ningún motivo de por medio que el oír tras el auricular la vida familiar a lo lejos, luego seguir bebiendo hasta caer completamente borracho sobre mi almohada sin ningún ánimo de soñar, sin ninguna voluntad, seguro de que no oiría los cuetes ni los brindis, ni los abrazos, ni los besos, ni las oraciones, ni el sonido de la gente reunida en una mesa dispuesta para la cena fábula de las doce de la noche. Así, fue. Por primera vez en mi vida tuve el valor de pasar una navidad conmigo y al mismo tiempo sin mí. Cualquiera puede acusarme de egoísta, no los culparé nunca, pero fue mi deseo y muchos regalos inmateriales vendrán por ese conjuro.
La verdad es que soy muy sociable. Había comprado dos botellas: una de ron, y una de sidra. La de sidra la pasé a dejar a la galería Ultravioleta, porque pensaba despertar a las dos de la mañana y llegar a celebrar la vida con los amigos en la Navidavison. Pero no me despertó nada. A las cinco de la mañana abrí los ojos y pude sentir la quietud de ese día, la soledad de las calles, la completa vacuidad de la madrugada del 25 de diciembre. Caminé por la sexta pensando en la posibilidad de que ya todo hubiera pasado; sintiendo una sed y una nostalgia de las voces y el gentío cotidiano de esa avenida babilónica y hasta el final pude oír, al acercarme a la esquina, el sonido familiar de la fiesta. Ya adentro encontré mi botella hasta el fondo de una hielera que rebalsaba latas de cerveza. Vi el salón con varios amigos tirados sobre cojines y la música a todo volumen. Dos parejas bailaban como si acabaran de llegar. Muchos estaban sentados en la saliente grandiosa donde hablaban ya de los estragos divertidos de la noche. Un amigo, completamente ebrio repetía, sin darse cuenta, la misma frase una y otra vez y su compañero reía con esa risa natural en las personas desveladas en una fiesta hasta la madrugada. No pude mantenerme en pie mucho tiempo y también fui de los que alistó sus cojines árabes y se plantó a dormir un poco. Ahí fue cuando recordé la casa de mi abuela y las fiestas navideñas en las que llegaban todos mis tíos con sus familias en multitud. Las uvas y las manzanas como un adorno en la mitad de la mesa y, la espera sagrada y pagana, para la cena de la media noche. Los cohetes, las ametralladoras de a cincuenta metros que compraba un tío, los volcancitos, los canchinflines convictos con los que uno terminaba quemando el estreno. Me levanté, agarre mi botella de vino espumoso y salí a caminar, sin despedirme de nadie.


31 de Diciembre2009:


12:20am
Ahí estábamos con mi hermano Fermín, en una tienda en la avenida de las Américas, bajándonos del carro luego de haber hablado con mi papá y contarle que estábamos en el puerto de San José. Su novia se volteó, luego de ver las luces pirotécnicas y oír a lo lejos unos cuantos cohetillos, y me dio un abrazo deseándome feliz año. Abracé a mi hermano y le desee lo mismo, extrañado y riéndome de estar a esa hora exactamente en una Liquor Store donde hacía cinco años pasamos con unos amigos a comprar lo mismo. Un buen amigo de mi hermano pedía una botella en la reja, desde donde se miraban brillar las lucecitas.

11:00pm
Estábamos en una colonia de Boca del Monte. Su novia nos invito a unos vasos de vino mientras les daba el abrazo a sus padres. Los que nunca pude ver porque estarían preparando todo para la cena, como los preparativos que hacían en casa de mi abuela para esa fecha. Al llegar pude saludar a un compañero de la iglesita de la zona cinco a donde nos llevaban de pequeños; tenía por lo menos diez años de no verlo, había crecido y engordado tanto que parecía un señor mayor que yo. Pudimos compartir una cerveza con los vecinos de Florentina, que era el nombre de la novia de mi hermano. Luego paso eso que a veces uno ve en otros y sabe que a uno le ha pasado antes de alguna forma. Nos subimos al carro y fuimos a buscar a Luciano, un amigo de mi hermano, mientras terminaban, dentro del carro, una discusión sobre las contrariedades de las familias.

1:00am
A la una de la mañana estábamos compartiendo en la casa de una vecina de Florentina. La cena de año nuevo fue un accidente cósmico que nos preparó el universo. Nos compartieron pavo y un arroz con una suerte de condimentos y quesos que hasta entonces yo no sabía que se podían mezclar. Dalila, la hija de doña Perla, había cocinado. Les dije que era la única Dalila que hubiera podido matar a Sansón sin cortarle el pelo, porque era alta y rubia y con un caracter de lider. Pero ante todo, eran unas vecinas con tanto sentido del humor que no sentimos el tiempo. Florentina y Fermín estaban sentados en la misma silla, que ya es un síntoma del amor, como el de compartirse la comida del mismo plato y tratar de bañarse juntos. Doña Perla me confió sobre su alcoholismo y de los años que lleva sin probar un trago. Todo esto mientras nosotros nos servíamos ron con seven up, y Luciano intentaba abrir la botella de Whisky que llevaba hasta en su caja.
- Esta botella la sirvo yo mañana -dijo doña Perla- tengo unas gallinas ahí, y estan invitados mañana al almuerzo.
Luciano intentó decir algo, pero no pudo más que reirse con Fermín.

10:00pm
Fermín es hermano mío por parte de papá; se ha vuelto a la casa de su nueva novia, que viene conociendo desde hace tres meses, desde que dejo a su mujer. No me quiero meter a comentar su vida, sólo lo hago por la estructura que le estoy dando a esta crónica de fin de año. Parecen una pareja que lleva más tiempo. A pesar de las contrariedades son felices. Se entienden, a pesar de este tiempo un poco absurdo en el que detrás del paisaje familiar de la foto de la sala se cuecen los más terribles fantasmas del desamor. No hay nada más valioso que la honestidad, y en cuanto eso se pueda salvar de una relación de años, se ha ganado una batalla intentando parecer ante los demás un derrotado. Pero la ilusion dura lo que dura el dolor, y si el amor es del bueno, con el tiempo todos les agradeceran su valentía.

4:30am
Salimos de la casa de Dalila. Nos despedimos de su mamá que para ese momento ya se miraba con sueño. Tambíen de una señora muy sonriente que le celebraba las palabrotas a Luciano al calor de las copas; también de un señor que nunca se extendía porque estaba seguramente recordando otras fiestas, de Dalila que trataba de contar sus viajes y todos hablábamos al mismo tiempo, de mi que trataba de decir un poema de Neruda y se me olvido tratando de hacer uno mío, del año viejo, en suma, celebración fúnebre de una temporada en crisis en toda latinoamerica.

6:00pm
Antes de terminar esta crónica:
Estuve parado frente al Super24 de las Américas esperando a mi hermano. Unos policías, que pasaban se me quedaron viendo, y yo no tuve la diplomacia de voltearles la mirada. Así que llegaron y me arrebataron mi bolsón. Mientras registraban tratando de encontrar quién sabe qué. Yo les decía que eso era prohibido, que sólo deberían haberme pedido mis papeles. Dámelos pues, dijo el policía. Trate de buscarlos en el bolsón que aún tenía el segundo policía y reaccionó violentamente. Yo les expliqué que los tenía en el bolsón. El primer policía era moreno y se miraba muy cansado y alterado, el segundo le seguía todo su drama. Saqué mi cédula y la vieron con desgana y se fueron diciéndome que si me volvían a ver allí mal parado que me las iba a ver con ellos. Yo les logré gritar que no podían hacer eso. Me volvieron a ver los dos con un rencor amargo. Cuando estaban como a unos veinte metros oí que me hablaban y era un sujeto que había visto todo y me decía que los policías eran una mierda. Supé que era venezolano y me prestó su propio teléfono para llamar a Fermín. A los quince minutos estaba allí. Me presentó a Florentina que se le veía feliz de verlo feliz a el. Así empezó la noche.
0:00am
01/01/2010
http://www.youtube.com/watch?v=tKbBiR89KSo

fotografía: Byron Marmol
Edna Sandoval y yo en la exposición de los trabajos de Naufus.

sábado, 9 de enero de 2010

FALSO POEMA



Alguna gente no enloquece nunca.
Qué vida verdaderamente horrible deben tener.

C.Bukowski


...aca de nuevo, frente al monitor
buscando la palabra que olvide al nacer
rodeado de usuarios ocupados en youtube
/triste/
como siempre después de la fiesta
a punto de perder el trabajo
-como siempre-
olvidado por otros
recordado al menos por una
que se sabe todas las canciones pop
a las cuatro de la tarde en un café internet
sin nada que hacer
sin nada que perder
sin nada
sin nadie
/vacio/
existencia sin propósito
absurda
para un vendedor de momentos
que se confieza muerto...

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miércoles, 6 de enero de 2010

CAMINARES POR LA ZONA 1/CLUB DE FANS DEL DIABLO (II)


A Wingston Gonzalez, futuro obispo del mal.

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El Perseguidor, Julio Cortázar

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El Parque Central, a las seis de la mañana es un lugar irreal. El Palacio Nacional parece un fantasma de piedra igual que la Catedral con su sombra de alas blancas y negras que bajan a buscar maicillos al suelo de la plaza. La fuente quieta, a medio llenar, aguarda a que despierten sus amigos los indigentes que duermen en los arriates. Se levantan como a las siete cuando la primera luz del sol atraviesa los altos muros de la Catedral. Van saliendo como en bandadas, lentamente, estirándose, caminan a la fuente y se lavan la cara, ríen, bromean, hablan de la noche, cosas que pasan o se oyen a lo lejos, disparos, se secan la cara con el mismo suéter sucio, se peinan con los dedos, encienden una chenca guardada desde el día anterior, la comparten, se sientan al sol. Los fotógrafos llegan temprano. Algunos plantan una carpa con paisajes caribes o selváticos. Las muchachas acarrean caballitos y leones de felpa, sábanas de colores, adornos para que la foto se vea más real. Algunas recorren el parque vendiendo atol, chuchitos o panes dulces en carritos simples de madera con rodos de acero.
Yo saqué El Perseguidor y leí esa escena en la que Bruno habla de Johnny como si fuera un dios mendigo en busca del tiempo perdido en los metros de Paris. Como en un juego de Pinball, recordé el estante de donde bajamos, junto con una amiga, esa edición de bolsillo, y -pin- que recuerdo como hace tiempo regalaba cada ejemplar que compraba para que mis amigos, (mis amigos de aquel entonces), leyeran algo tan grande de un latinoamericano que vivió en Francia y fue de los mejores escritores, y -pin- que recuerdo el cuarto donde vivo y su aliento húmedo a madera apolillada y su oscuridad sempiterna aunque está en el último piso y aunque los rayos del sol se cuelan libremente por los trechos de la puerta y los traslapes de la madera. Me da gusto la forma en que Cortázar se va extendiendo en esa atmosfera parisina y nos regala fragmentos de tiempo que podríamos tocar con las manos de no ser por los dedos torpes, uno lo sabe, como los dedos se van enredando en las letras impresas y no puede uno abrir la puerta de la que Johnny habla con tanta rabia. -Pin-, recuerdo a mi amiga, -pin- una mañana de domingo en la Primavera, los sonidos de los carros por la quinta calle y la soledad inmensa de los corredores de la zona dos, la Sinagoga con los amigos del Club de Fans del Diablo, y todos los recuerdos gratos en cuanto libro he leído.

martes, 5 de enero de 2010

CAMINARES POR LA ZONA 1/AÑO FELINO ( I )


Pocos son entre los hombres los que llegan a la otra orilla;

la mayor parte corre de arriba a abajo en estas playas.

Buda-2010 año del Tigre.

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Esos días finales del año los recuerdo como si me hubieran abierto una jaula. Sin horarios. Sin responsabilidades, pude terminar de corregir y de escribir algunos trabajos pendientes. Me levantaba tarde y a las nueve de la mañana salía con una bolsa donde llevaba mi viejo abrigo, Agua Quieta de Rodrigo Rey Rosa, una libreta de apuntes y muchos lápices y marcadores para ir escribiendo una historia en cada calle o esquina. Me sentía como esos gatos sobre los tejados cuando caminaba por las orillas de las banquetas camino al Parque Central para bajar por la sexta avenida y doce calle hasta el barrio Gerona. Me daba tanto gusto ver de nuevo esas calles en las que había caminado como una sombra en los noventas y volví casi guiado por el instinto a la casa donde había conocido el amor y al mismo lugar donde lo había perdido por mi falta de luz. Me encontré con los rieles del tren y la imagen borrándose de los andenes y bodegones que adornaron y sirvieron en una época para abastecer de productos los trenes lentos por los que la gente tardaba más de medio día en llegar al puerto. Me recordé de Alejandra y una mañana en la que comimos con gusto pollo frito de esas carretas proscritas.

Era un felino rondando mi zona, marcándola, inventándome la forma de hacerme permanente, y quizás intentando un poco la inmortalidad gatuna.

lunes, 4 de enero de 2010

REVISTA AMALGAMAS ERRANTES/ R.R.


Amalgamas Errantes:
Uno agradece cuando le abren las puertas, uno sabe que esos recuerdos los va llevar por toda la vida. Más allá de los margenes del mundo para mi el cielo sigue siendo un disco eterno, apenas coincido con los nuevos conceptos imaginarios, por mis limitaciones espaciales, pero qué va, Rafael no esta en España, ahora está en Guatemala y desde aquí nace su ingenio.
Estos son algunos de los versos humanos que conforman esa plataforma poética:
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Pueden ver la publicación en Amalgamas Errantes de este texto:

miércoles, 30 de diciembre de 2009

PROPOSITOS MAGICOS PARA EL DOS MIL DIEZ (2010)


Me olvidaré de la aritmética del calendario en la pared y borraré de mi mente los minutos, los segundos y las horas matemáticas. Miraré al fondo de lo infinito para encontrarme con algún hermoso dibujo troglodita. Trataré de ser un árbol, una gaviota, una roca con líneas blancas, intentaré ser el agua. Voy a ejercitar el ejemplo del ave. Seré más que transparente, sin bordes ni reflejos, dejare por un lado la presencia de mí. Ejercitaré el privilegio de las nubes. Armaré ciudades esféricas que floten por algún parque central. Me adiestraré en el vaivén prismático de los mares migratorios. Veré a los recién llegados de algún viaje y les haré dibujos con algún cordel imaginario. Dibujaremos con los ojos cerrados garabatos infantiles para colgar en las más suntuosas galerías de la zona. Vagaré por la sexta avenida viendo a los poetas vender cinchos y zapatos, a los malabaristas intercambiando aretes de plata, a los carpinteros de la palabra haciendo suertes a las nueve y media, y meteré mi cabeza rodando a las iglesias, para sentirme en paz con las otras partes de mi cuerpo (porque me gustó el San Judas Tadeo de la Merced con su grupo de oradores multiplicándose en la entrada). Iré al mercado central y bajaré las gradas sucias hasta sentir el olor a incienso de las vendedoras místicas de perrajes típicos y sabanas bordadas de a miles de quetzales. Miraré con orgullo la clarividencia de las vendedoras de verduras. Caminaré, casi distante, de los mercaderes de candelas y los rostros estilizados de los santos, reyes y los mendigos canonizados por el Vaticano. Me olvidaré de ti, para soñarte por las tardes. Saldré vestido de traje de gala a sentarme a la plaza frente a la fuente del maestro Galeotti, recordando a Joaquín Orellana y su bella música flotante. Me dormiré mañana y pasado mañana soñando con tus tatuajes y tratando de volver a verte sentada en aquella banqueta, jugando a darme de comer en la boca, tratando de hacerme feliz a través de tus manos. Caminaré hacia el Gran Hotel recordando, siempre recordando, me iré al Ex –Céntrico buscando retornar y siempre volver a verte caminando en círculos mientras yo filmo tus locuras o te tomo una foto frente al edificio de Telgua. Iremos más allá y nos perderemos cada uno por la doce calle hasta encontrarnos en la diez y siete, tomarnos de la mano, y meternos a un hotel barato a fumar un poco de la vida nocturna de la gente privilegiada con el amor. Talvez me permitiré, en esta temporada de año nuevo, regalarte una estrella fugaz que nunca pasara de nuevo mientras vivamos, que no será estrella sino cometa, un cometa Halley sólo para vos imaginado.

sábado, 26 de diciembre de 2009

BREVES ANOTACIONES DE FIN DE AÑO/ POESIA TERRENAL


La tarea que se proponen los poetas da risa. La poesía es una gran broma cierta. Pero que alguien haya por lo menos intentado un buen poema es un buen chiste. Los poemas que he leído hasta ahora son todos unos trozos fragmentados de otra cosa que nada tiene que ver con la poesía. No hablo ahora de los buenos trozos que he leído, hablo de los volcanes de letra impresa que no dicen nada para nadie. Eso me da risa, porque sé que en el fondo esa nada es la que hace que la verdadera poesía sea válida aunque no se sepa el idioma materno en el que fueron escritas esas líneas. Por ejemplo Kipling. Por ejemplo, Pessoa. Por ejemplo, Martí, y esos no eran poetas, eran narradores de una realidad alterna insufrible. Después de esta revelación yo no quise ser poeta. Pero ser poeta es un oficio que tampoco se busca. Es un llamado como diría ese señor gordo que era pastor de la iglesia donde asistí desde niño. Los llamados a escribir poesía mueren trágicamente. Según he leído, Gerard de Nerval, ahorcado en una esquina de Paris. Romanticismo más que intolerable. Neruda, como Papa. Modernismo interesante. Rubén Darío, no sé como moriría don Rubén Darío. Lo que sé es que anoche leyendo Ortega y Gasset encontré una alabanza a tan misteriosos personaje. Pero otros han sido pose y también, por qué no, tienen su merito. Me gusta por ejemplo exaltar los defectos de otros porque sé que estaré presto a caer en ellos y hasta revolcarme en sus ideales. Así soy. No soy poeta, talvez soy un poco como tantos han dicho de mi, un adulador experimentado, quizás, no quiero decir esto, pero en el fondo creo que ese fantasma que se llama poesía es tan solo un montón de ficciones sutiles y muy bien dibujadas por el primer hombre que dijo algo con elegancia. No hablo ni siquiera de Oscar, el divino Wilde. Hablo de un personaje muy bien escondido por la Historia. Creo que esa historia que siempre nos contaron sobre el origen de la poesía es inventada. Simplemente no creo en ella. Creo que la historia debió ser otra. Un sin fin de casualidades. Usted dirá, más adelante, un sin fin de líneas cartesianas. Lo digo así, porque usted es matemático. Algunos poetas se creen que son poetas de verdad y logran escribir algunos enredos que podrían ser creíbles momentáneamente, es más, a veces, hasta logran convencerme por unos minutos, y otros hasta me conmueven, pero luego me doy cuenta, cuando los releo a los meses que se han secado. Eran rosas momentáneas, por decir una frase romántica. Pero algunos mantienen su rigidez original y entonces se vuelven peores, esas son a secas, rosas del plástico mas vulgar. La poesía, ya lo oí por ahí, es algo que aburre contar. Tratar de contar un poema es tedioso y hasta se puede meter uno en problemas por eso. No vale la pena. Pero a estas alturas, quien soy yo para juzgar a nadie. Soy acaso un académico. No. Me meto a decir estas cosas así porque he leído algunos buenos trozos de poemas. Me gusta mucho leer un poema sin nombre y que me abra un panorama. Eso es un milagro. Hoy por ejemplo amanecí con un recuerdo absolutamente dichoso, la primera vez que leí algo de Huidobro. Las mujeres que están ahí guardadas son de oro. Me gusta esa sensualidad mística, qué se yo, quizás este cometiendo un gran sacrilegio. Pero por hoy quiero desahogarme, tratar de hilvanar este gran desvarió y luego tirarlo a la basura que es a donde han ido a parar todas mis grandes ideas que de grande sólo tenían la g. Si, yo también me creo, muy secretamente alguien que puede escribir por lo menos un buen poema. Pero de poesía no sé nada. Solo voy juntando fragmentos de no sé que. Pienso a veces que mientras más incoherentes, más revolucionarios, más transgresores, innovación. Eso sé. Inventarme versos con rostros de amantes. Pero no soy realmente tan bueno. Hay mejores que yo en eso de tratar de ser artista. A veces los envidio porque se ven como artistas y yo permanezco como una persona a la que le falta el valor de decirle a todo el mundo que yo también escribo, y creo, que a veces hasta pienso que podría ser mejor que esos aparentes poetas. Lo creo porque los noto muy seguros. Y lo creo porque dudo de mí. Recuerdo cuando leí algo sobre Miguel, ese poeta que odiaba a los indios y con los que hizo tanta fama, Asturias. Me pareció un poeta fascinante. Pero luego de dos años, y tras la lectura de los Malditos y Joyce, lo vi como un buen artista del disfraz. Era lógico. El aprendió de todos. Creo que para ser artista también hace falta volverse otro, y talvez por hoy quiero ser yo mismo.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

BREVE HISTORIA DEL NIÑO JESUS


κα λέγει ατησος· α λώπεκες φωλεος χουσιν κα τ πετειν το ορανο κατασκηνώσεις, δ υς τονθρώπου οκ χει πο τν κεφαλν κλίν.*
Jesús
Jesús nació en un pesebre en Belén. Según cuenta la Biblia en los primeros capítulos del libro de Mateo, quien inaugura el Nuevo Testamento con la genealogía desde Abraham hasta José. Esa noche, también dicen que se les apareció un ángel a unos pastores, y una trashumante caravana de magos reyes y astrónomos llegaron hasta el pesebre guiados por una estrella. Muchos han querido adivinar estos acontecimientos y han dicho que la estrella era un cometa, un OVNI, una estela boreal, un ángel. El discípulo de Jesús, treinta y cuatro años después nos relata que era una estrella, pero no sabemos cual era su fuente de información. Imaginamos que Jesús pudo contarles estas cosas transmitidas, quizás por María y José sobre los acontecimientos extraordinarios de su nacimiento. Pero es evidente, en los evangelios, el carácter humano de Cristo a pesar de los milagros sin explicación. Uno de sus primeros prodigios fue convertir el agua en vino. También multiplicó los panes y los peces. Comía en los banquetes a los que era invitado por gente rica y bebía de su vino con una alegría que perturbaba las costumbres de los estudiosos de la Tora. La vida de Jesús siempre fue contradictoria para los fariseos que se codeaban con los más tiranos de los romanos. Al sólo verlo se turbaban. Según J.J. Benítez en su Best Seller El Caballo de Troya, Jesús media casi los dos metros de alto. Me gusta la referencia, a sabiendas que es ficción, porque también me lo imagino así por su linaje de una de las más aristocráticas familias judías. Pero me gusta más imaginarme a Jesús conversando con las prostitutas y haciendo Rock and Roll en el mar de Galilea. Jesús siempre decía cosas basadas en el universo y en leyes inmutables, habló del dar, de el menor esfuerzo, de la vida eterna. Nadie sabe donde aprendió esto, o si fue producto de una gran revelación. Facundo Cabral, dice que fueron los maestros esenios del Mar Muerto, en donde años después fueron encontrados unos royos en los que estaban escritos múchas referencias a Jesús y datos sobre su vida secreta que no aparecían luego en los evangelios publicados por la iglesia.
Lo cierto es que ahí estaba Jesús haciendo milagros por todas las ciudades de un Israel sitiado por los romanos. En un tiempo de suprema esclavitud hablando de libertad y de reinos transestelares, resucitando muertos y devolviéndole la vista a cuanto ciego se le acercaba. En algunos pasajes se nota que tenía un carácter fuerte, que con sólo hablar podía molestar a muchos, y sus discípulos lo oían hablar parábolas sin saber de que hablaba realmente. Eran doce hombres, pastores, pescadores, un recaudador de impuestos y un soplon e informante que creía en Jesús como el nuevo liberador de su pueblo que iba a motivar una revolución violenta contra el imperio Romano.
En sus últimos días de vida, estaba más que iluminado. Hablaba de un sitio a donde los discipulos no podían ir aún. Habló de que el pan era su cuerpo y que el vino era su sangre, habló de que el hijo del hombre debía pasar por una traición y que sería llevado cautivo y luego asesinado, pero que era necesario para que se cumplieran las escrituras. Imagino a estos hombres consternados a la par de este rock star de la antigüedad, que movía multitudes y hacía que se calmara el viento y las aguas del mar con solo oir su voz.
Perseguido, incomprendido, lúcido. Nacido en un pesebre en Belén, una de las ciudades más pequeñas y perdidas, no comprendería nunca que su cara se reprodujera en playeras, posters, oleos y películas por dos siglos después de su muerte, que se comerciará con las creencias y que se fuera creando, bajo los mármoles y el oro del Vaticano una religión tan errada y corrompida por estos nuevos discipulos. Imposible creer que todavía leen el milagro de Casiodoro de Reina y Cipriano Valera todos los domingos en los Megatemplos del mundo.
Tan extraños son los sucesos, de una historia tan bella, que es imposible creer que en el futuro se siga celebrando la navidad de una forma tan enferma.
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*Y Jesús le dijo: Las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste su cabeza.
Fotografía: Corazon Ardiente, Jam Montoya

lunes, 21 de diciembre de 2009

CINE VACIO /A BRITTANY MURPHY



El universo de
tu mano diciendo adiós,
al corazón del espectador
-son las interrogantes de una trama
que termina con un sueño actuado
en el suspenso siempre falso de un cine vacio-

viernes, 18 de diciembre de 2009

ALGUNOS EVENTOS EN LOS QUE PARTICIPE EN 2009


· Lectura con S.O.PA.
Uno de los primeros que me tendió la mano para dejarme participar de lecturas colectivas fue Simón Pedroza con su colectivo S.O.P.A. Me llena de orgullo decir que no lo conozco de ahora, sino de hace mucho tiempo, cuando solíamos tomar refill´s de café en los MaCdonalds de la zona 4 hasta las 11 de la noche hablando de cosas que ya no me acuerdo. Pero ahora, luego de 8 años, encuentro a este amigo, que ya es otro, con un instinto poético puntual y al mismo tiempo con el ánimo resuelto para la aventura diaria de la vida. Con este grupo de amigos, algunos compañeros de la facultad de Humanidades, conocí como se pierde el miedo palabra a palabra frente a un receptor incendiándose/.

· Obscena
Esta lectura es una de las que más me ha cambiado la vida. Fue un evento conducido por Libros Mínimos de Julio Serrano y con la participación de Roberto Alonso Trillo (un magistral violinista español), Carmen Lucia Alvarado, Luis Méndez Salinas, Pablo Bromo, y yo, en una simbiosis de voces que se cruzaban y se superponían con un violín de fondo. Para Edna Sandoval fue un evento bizarro, para otros fue una de los recitales en los que simplemente la gente se dejo llevar. Trudy Mercadal, escribió en su blog que era la primera vez que un público realmente permanecía en silencio. Y eso si es extraño, como dice Edna. Yo recuerdo que pensé desde el principio escuchar la poesía de cada uno, por lo menos la voz de Carmen me pareció madura y certera, la voz lúcida de Pablo resonó en aquel espacio y alternativamente la voz incisiva de Julio empezó de nueva cuenta el ciclo, luego Luis hasta salvar la noche. Siempre había querido leer con aquellos en el Ex-Centrico, que son realmente escritores con una trayectoria y trabajos que los respaldan. Creo que tuve mucha suerte. Ese día desde en la mañana me sucedieron eventos increíbles que en algún texto futuro transcribiré.
· Bloguicidio
Unas noches después de nuestras lecturas en el Bar Central nos fue fácil reunirnos alrededor de un litro de cerveza con Mariano Cantoral. Luego, en un acto espontaneo, pedí al Chino, amigo del Gran Hotel, que nos diera un día para presentar nuestra poesía en el ambiente. Nos dijeron que si y nos calendarizaron en el mes de Noviembre. Imaginé un eslogan, una frase que conceptualizara nuestros trabajos. Pensé que podríamos leer textos de nuestros blogs y entregar una imagen de Ciber-Poesia. Se llamó como se llamó, pero no me imaginaba aún el concepto que trazaría. Fue una analogía del universo y el ciberespacio, una plataforma donde existen estrellas muertas que han viajado en su luz desde la formación del internet, agujeros negros perdidos en los bytes y megabytes, mínimas explosiones de quantums en textos o fotografías que van expandiéndose y alejándose del primer bing bang, y los blogs y paginas web serían algo así como una gran novela escrita por millones de usuarios, por medio de correos electrónicos y comentarios en foros. Sé que le debo mucho a un gran amigo quien es el que me dio una de las primeras claves sobre la telepatía final de la literatura.
Fascinante la lectura, en la cual pude darme cuenta el efecto interesantísimo de enviar mensajes por el ciberespacio y esperar al otro día si habían llegado a su destino.
· Tonibelle Che
Yo realmente estaba tan ebrio que no sabía lo que hacía. Estaba actuando con una de las más sorprendentes actrices que interactúan con el público. Tonibelle, en esta función en el Gran Hotel armaba un Teatro Suicida, en el que según me contó Manuel Tzoc, yo hice el papel del novio que no la corresponde con su amor. Yo sólo recuerdo que empecé a bailar con ella y luego le contestaba algo en francés oyendo una canción de Edith Piaf. Lo cierto es que al otro día me sentía muy bien.
· Divino Kitch
De los Eventos del Gran Hotel, este es el que más me ha dejado consternado. Divino Kitch fue un éxito y una noche de recuerdos y bebidas. Los amigos que nos atendieron nos recomendaron una radioactiva mezcla en copas de Martini que nació en su bar con el nombre de El triste. Todo mundo probo El triste y las mujeres se veían hermosas cantando a voz en cuello canciones de Amanda Miguel, Jeaneth, Pimpinela y muchas más de un repertorio que nunca amenazo con terminar. También de acá salimos más alegres que tristes a un after party en casa de uno de los insurrectos de la ley seca.
· Lectura en el Olvido
La lectura en el olvido fue un desastre para mi porque no leí con ánimo. Brillaron unos amigos Argentinos muy interesantes a los que terminé haciendo una entrevista. Para mí que fue una noche extraña, y cuando yo digo eso es por algo. Conocí a una chica Italiana que parecía norteamericana y pude tomar nota de sus gustos etílicos, aún estaba probando el Venado, la Quetzalteca y cada una de las cervezas que venden en este país. Leí un texto sobre una aventura en el restaurante chino La Estrella. Un antro más que Kitch en la 17 calle, a donde se dirigen muchos amigos a cantar canciones que le romperían el corazón a un bufalo.
· Lectura en VII Festival Manifestarte
La lectura en Manifestarte era algo que esperaba. Lilo Euler era parte de los que organizaban y se me pasó darle mi correo para la invitación formal. En fin. Fue un domingo con un cielo celeste puro. Llegué al Cerrito del Carmen, como si estuviera mi nombre en los volantes, a las 10 de la mañana. Ahí desayuné y pude ver como daban los últimos retoques al escenario donde iban a leer literatura.
Una noche antes fue la inauguración formal y pude ver con asombro el grupo de teatro Charada. Estaba tan impresionante la función que yo prometí volverlos a ver en donde fuera. Es asombroso lo que hacen con las manos y las rodillas al crear personajes vivientes que nos entretienen de una forma tan única. En la inauguración hablaron de cómo las marcas más conocidas hicieron, luego de siente años de desinterés, su aparición y de cómo habían rechazado su invasión. Pude ver a algunos amigos de otra época mientras veíamos Algunas Dimensiones del maestrísimo Efraín Recinos, que por cierto, estaba muy bien sentado hasta adelante a la par de dos bellas conquistas.
Pero el día domingo estaba sólo, en plena mañana, comiendo panes con pate y un vaso de vino tinto. Podía sentir la plenitud del aire. Pude leer, luego de recorrer las galerías al aire libre y conversar con mi ex maestra de francés, Laura Benítez y una joven princesa que no era de este mundo. Leí, de último, unos textos sobre el erotismo y la tragedia que gustaron de una forma que no me explico. Pude oír por fin la voz de Denise Phe Funchal, y su temática buscando la cofia familiar y las dendritas de las inhóspitas mademoiselles; pude almorzar con Leonel Juracán y su sobrino y seguir picando tostadas con ceviche en plena lectura en una dinámica de fraternal irresponsabilidad de la vida real.

· Lectura en 100 puertas
El Convivio Poético que organizamos con Manuel Tzoc, Lilo Euler y Mariano Cantoral fue una de las ideas más locas de Diciembre. En realidad para mi fue como un ensayo de cómo organizar una actividad. Primero que todo, la Tía fue muy amable en darnos el espacio del segundo salón. Luego vino el amplificador de Mariano, el micrófono que presto Gran Hotel a través de Manuel Tzoc y, Lilo se convirtió en un segundo en el fotógrafo asignado, pues sacó de su bolso una súper cámara que captó los instantes con una resolución fiel a las texturas sonoras y el vibrar atómico.
Javier puso una botella entera de un buen vino en el centro de la mesa. El micrófono no nos hizo falta, aunque con la lectura del primer capítulo de la novela en ciernes de Juracán si hubiera sido necesario. Todo fue una broma, una gran broma para juntarnos a celebrar el año 2009 y no dejarlo pasar en vano.

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Imagen: Marlov Barrios

jueves, 17 de diciembre de 2009

EJERCICIO No.3



Cuantas veces han de robarnos la razón los sueños, por la llama y el desvelo, por tus labios andrógenos de niña silvestre, por tus sellos en los pechos y en los orificios dulces de tu tierna corteza sensible/ te hablan al oído las manos viejas, te hablan al oído las bocas secas, te hablan al oído los sueños piratas, te buscan, te hablan al oído los cristales rotos/ ahora mismo abres tus labios como pétalos dorados, ahora mismo abres tu rostro como puertas entornadas, ahora mismo abres tus piernas como ríos nacen mares, ahora mismo con los látigos de la lengua, ahora mismo con los sábados sagrados de la fiesta nueva, ahora mismo con las rodillas laceradas/ cuantas veces, niños somos, cuantas veces solos estamos, cuentas las palabras y parecen movedizas, pero cuantas veces repetimos los mismo errores, cuántas, por la vida y por la muerte, repetimos las mismas llagas/ por esta casa juro que soy transparente, por esta casa juro que no soy hijo de la mala suerte, por esta casa vivo ahora frente a tus atrios enfermos de venas grietas, por esta casa me desnudo y completo los ciclos de mi visión, por esta casa te prometo hoy/ por esta casa me llamo con este nombre que tu pronuncias, por esta casa te hago mía ahora y para siempre, por esta casa y por esta tierra grito bajo las piedras, y lamo el miedo, por esta casa y por tus manos líneas, por tus pies de mármol y tus intimas cuevas pardas, por tus brazos barcos y por tus ojos satélites, por tus manos, y por tus ojos, por esta casa por esta tierra, bajo las palabras, sobre el cielo, por ella y por vos, por las dos, por todas, por mí/ ahora mismo te entierro en mi pecho, te poseo lejana, ahora mismo te busco y te encierro, ahora mismo te beso y te encuentro sin violencia, ahora te abarco y te quito la blusa violeta, ahora mismo te quito las medias amarillas, te hago de color blanco mientras me pareces una niña subida en una estrella, te puedo llevar y traer con la imaginación del viento, con la destreza del mar, y tú te vienes// después de todo esta la nada, mi sirena, después de todo esta la nada, mi albatros rosado, después de todo esta la nada, mi delfín turquesa, después de todo esta la nada, mi hembra inocente, después de todo esta la nada, mi cielo desnuda, después de todo esta la nada, horizonte vertical y oscuro, después de todo esta la nada, estrella madura con semillas luceros, después de todo esta la nada/ su cabello, como negras raíces, su cabello, como silenciosas cofias sin dientes, su cabello, como cuchillas sin sangre, su cabello , como lentos crepúsculos rugiendo anarquía, su cabello, como Ángeles caídos, su cabello, como luciferes flotantes, sus cabellos, como mástiles al revés de la playa, su cabello, infinito como lo negro del cielo, su cabello, multitudinario como forestales cometas invisibles/ voy a fluir hacia los lados como un delta, voy a seguir tus ordenes, voy a dejarme ir, voy a saltar, voy a caminar con los ojos perdidos, voy a estirar mi mano hasta tocar el cielo, voy a caminar sin estirar el viento, voy a verte caer en la cama y gemir solita, nena, mi amor, te viento siento te calmo mar, soy como una pequeña pregunta infinita y grito mis respuestas erróneas, pero te amo con un silencio proscrito desde esta cárcel de piel y huesos, voy a caminar sólo para tí, sólo por que tú me mueves, voy repitiendo tus palabras en un dictado monólogo sin pensar en los posibles encuentros con el destino, te voy a pintar una nueva constelación con fugaces mundos alrededor de tu vagina, te voy a llevar en el pensamiento, horizontal, despierta, salvaje, con tu cajita de música y tus rosados sueños de princesa, te voy a liberar dentro, y vas a ser para mi como un regalo diario, horaria, calendarizada en cada poro hasta el fin de los números ciertos, es que te quiero infinita, es que te voy a llevar a donde empezó el camino, este sendero, y ahí, en ese lugar cero, voy a terminar sacándome las penas minerales y los resentimientos líquidos y lunares, y voy a vestirme de fiesta para llevarte por los confines eróticos de este celeste mundo infinitesimal donde las palabras sobran y comienza el mundo//

Lester Oliveros
Lectura 100Puertas.
Arte outsider: Ian Pyper

miércoles, 16 de diciembre de 2009

EJERCICIOS PARA VIVIR (9AM)


I


…las nueve de la mañana y los latidos ruedan por el asfalto frio, son las nueve y los niños despiertan con las rosas arrancadas del sueño y monedas de oro blanco en las pupilas invictas como un pago diario, nueve horas después de la media noche, nueve eslabones encadenados que los celadores cuentan con una misteriosa calma antes de dormir templados por la madrugada/ pasan los camiones amarillos, las motos azules, los automóviles del año, los vagabundos temblando de hambre, las princesas con lentes Gucci, y los matones mirando al cielo con la cruz soldada en la pistola...


II


...venimos del otro mundo desnudos y desde el primer momento olemos en la tierra el perfume amargo, el grito perpetuo, la dulce sangre en las abejas metálicas, el dolor que llega con los abrazos y los besos, el fuego que te consume que es el tiempo lleno de agujas, el animo enamorado de los abuelos muertos, árboles hechos frutos como en una historia repetida/ tu, la otra del otro lado, del lado del espejo que es la vida reflejada, vas olvidando la muerte con cada resplandor, ahora yo, acá sin tiempo y con una corona de gusanos/ y tras las flores, la sonrisa franca en la oscuridad sin nombre del olvido, bajo los mármoles pálidos, las moscas gemas y el silencio pacifico donde los líquidos se vuelven polvo/ no tengo nada que decir cuando habla el paisaje de las nueve de la mañana, con sus vendedores de periódicos amarillos, con los mismos empleados recorriendo por ultima vez de nuevo el recorrido diario hacia lo mismo de todos los días, retorica para decir complicadamente una relojería de siglos…


9:00am

lunes, 14 de diciembre de 2009

LLAMAMIENTO (COMIENZO DE UNA NOVELA) I


Abril es el mes más cruel;
engendra lilas de la tierra muerta,
mezcla memorias y anhelos,
remueve raíces perezosas con
lluvias primaverales.

T.S. Eliot.


Al entrar, sentí las paredes heladas y húmedas como si la casa se fuera hundiendo como un barco. De costado, en su cama, al fondo de la habitación, de espaldas a todos lo vi. Estaba como un bulto enrollado en sábanas. Pude sentir la estancia pesada por los últimos visitantes que esperaban que muriera en cualquier momento, puesto que el sentimiento era de resignación general.
- ¿Papá, me escucha? –le preguntó una muchacha –aquí esta su hija Carmen –dijo, y me sonrió.
Mi madre estaba sentada sin emoción, como si estuviera esperando en un consultorio. Una señora se levantó y me dio un lugar. La joven me miró con sencillez y me pareció muy agradable, porque me vio sin ningún deseo de hacerme parecer culpable. Se acerco a mí con una emoción sincera.
- Así que usted es mi hermana –me dijo.
- ¿Cuál es tu nombre? –le pregunté.
- Ana Lucía Ramírez –me dijo, y luego me preguntó –. ¿Quiere café?
- No gracias.
- ¿Agua?
- Si, agua si.
En seguida regresó con un vaso. Parecía desvelada, y su semblante pálido me dio una profunda compasión. Me preguntó sobre mi vida hasta que se quedó pensativa viendo hacía la cama.
- ¿Desde cuándo enfermó? –le pregunté.
- Bebía mucho –me respondió – y bebía para enfermarse.
Vi hacía la cama. Parecía dormir profundamente. Después de sesenta y cinco años allí estaba, a punto de morir. No se me olvidaba aquella tarde, no podía dejar de pensar en lo humillada que debió sentirse mi hermana, y lo ofendida que me había sentido yo misma, al oír sus palabras duras, afiladas e infectadas de odio. Había pasado toda mi vida tratando de olvidar aquel agravio, y también tratando de comprenderlo, tratando de perdonarlo, pero era inútil, porque algo dentro de mí ardía por levantarlo de su mismo lecho de muerte y golpearlo con el mismo calibre con el que me había maltratado. Pero ahora podía verlo derrotado. Escondido en ese colchón hundido, rendido ante los años y por las horas, que a momentos, eran para él y sólo para él, como un pesado lastre que lo empujaban en los abismos intangibles de la muerte.
Los que estaban ahí eran muchos de los amigos que habían conocido de cerca; algunos bebedores, compañeros de cantina, malos maridos. Eran gente humilde y permanecían callados con el sombrero sobre las piernas. Pero me conocían, o por lo menos habían oído de la hija ingrata que no quería llegar a despedirse de su padre. Eso era lo que ellos creían, pero la historia cierta era muy distinta, y no era yo quien debía contárselas. Por su silencio podía oír como los gatos pasaban sobre las láminas, como lentamente se me hacía perceptible el olor a metafen y creolina. Las paredes eran de adobe y se miraban los bloques desnudos a penas disimulados por los calendarios y las fotos de la familia. El mismo había excavado los cimientos, y había puesto adobe sobre abobe hasta entramar la casa por dentro y por fuera a su gusto. Tenía seis hijos, pero sólo Lucia se acercó a saludarme. Los demás miraban el suelo, pensativos, disimulando la misma incomodidad que todos sentíamos; de vez en cuando uno de los varones me miraba y trataba de ocultar el malestar que le causaba. Los varones se parecían a la madre y las mujeres tenían los rasgos del padre, aunque los modales de los varones eran sin duda, una copia fiel de nuestro progenitor. Porque también era mi padre. Mi hermana me decía “perdónelo Carmen, perdónelo, el no se va a morir si usted no le da su perdón”, y luego añadía “esta agonizando”.
Era tan reciente el dolor que yo no hubiera llegado nunca si no me hubiera conmovido Eva, su mujer, su segunda esposa. Llegó hasta mi cama y me habló con franqueza. Me dijo que uno no conoce el corazón de los demás, y sobre las penas que otros llevan; me habló que el perdón era una medicina. “El se va a morir, pero nosotros nos quedamos sufriendo”, me dijo cuando salió. Pero no me convencieron sus palabras, que a fin de cuentas eran las mismas repetidas por todos, sino el sentimiento secreto de amor que trataba de ocultar por mi papá. Y ahora, cuando la vi me pareció la misma, con sus manos tan blancas que se le marcaban las venas, y sus ojos tristes, y la misma ropa de hacía dos días.
- ¿Qué hora es? –le pregunté a Lucia, que seguía callada.
- Ya son las diez de la noche –me dijo.
Yo seguía pensando, tratando de ordenar una vida completa. Mi mamá se había vuelto a casar también. Y hasta mis hermanas, las hijas de su segundo matrimonio, me urgían que lo perdonara. ¿Cómo podía perdonarlo si ni siquiera podía verlo? Pero eso fue antes, antes que me diera cuenta que también tenía sus ojos y su pelo, y quizás su mismo corazón, puesto que mi abuela me decía que era igualita a mi tata, era igualita a él por la mirada huraña, y una rebeldía congénita que hasta mi madre detestaba. Pero me parecía irreal verlo ahí a punto de irse para siempre, aún cuando era tangible. No tenía ni un recuerdo amable. Lo había visto antes con repulsión, y ahora, ya viejo, no me parecía que aquel hombre fuera el mismo que años atrás me despreciara con tanta saña como si, verdadera y terriblemente, le hubiésemos amargado la existencia con el simple hecho de estar vivas. Pero me parecía absurdo que después de tantos años yo siguiera acumulado todo aquello como si fuera una herida emponzoñada, mientras mi hermana hasta lo amaba, aunque no le hubiera regalado ni un par de zapatos en su vida. Nada me había dado. Tan sólo un recuerdo que ahora mismo era tan intenso que me sofocaba.
- ¿Puedes enseñarme donde está el baño? –le pedí a Lucia.
Me llevó de la mano por un grupo de jaulas donde dormían gallinas y palomas. Sentí alivio al orinar. Era un baño con paredes estrechas y una puerta de madera por la que cualquiera podía abrir desde afuera, así que podía ver el cielo abierto mientras orinaba. Me quede viéndolo por más tiempo. No quería regresar. Mi mente estaba confusa, no podía pensar claramente y experimentaba una opresión en el pecho, y me faltaba el aire. Salí del baño y me quedé un rato respirando el aire tibio de la noche de abril. Miré mis zapatos negros, las calcetas blancas, el vestido azul de paletones y la blusa de niña que detestaba, pero que a mi madre le parecía adecuada.
- Tienen bastantes animales –dije al sentir el silencio.
- Mi papá y sus ideas, un día le dio por construir una jaula para gallinas, no sé de donde sacó unas palomas, y se le ocurrió construirles una jaula, ahora son muchas más, la otra noche vino con unos patos y así se mantiene, trae animales y era el único que los mataba y se los comía sin corazón, yo me encariñaba con ellos.
- ¿Oí que tiene un gallo?
- Si, pero hace tiempo que empezó a botar las plumas y se ve que esta malo.
- La bisabuela tenía un loro que se desplumo cuando ella murió… como si hiciera luto –le respondí.
Oímos unos pasos.
- Carmencita, su mamá ya se va –dijo Eva.
- Yo quisiera quedarme, si ustedes me lo permiten –pregunté.
- Hablaremos con su mamá –respondió Eva.
Mamá no dijo nada, se adelantó al automóvil y me dejó atrás. Uno de los hermanos de Lucia me saludó y se despidió a la vez, lo mismo hicieron los demás.
- ¿Están cansados? –le pregunté.
- Talvez, yo no me he entendido nunca con ellos, de mi mamá es la única que últimamente me he preocupado, me parece que si papá se muere ella se va a morir también.
- Estuve a punto de no venir, pero tu mamá me convenció –le dije sintiendo amargo el paladar.
- Mis hermanos se acuerdan de ti pero ahora están afectados por la pena –dijo ella como disculpándolos –nos recordamos muy bien de todos.
- La sangre es la sangre, verdad.
- Eso es cierto, mírate tú, ayer no querías saber nada de nadie y hoy hasta te has quedado –dijo ella.
- Para mi vale la sinceridad porque los golpes de la vida llegan por la mentira.
- Hay cosas que no decimos nunca, y quizás con un poco de valor uno llega a contar un poquito de lo que tiene guardado –dijo, con los ojos húmedos.
- Si nos oyera hablar mi madre diría que estamos delirando –dije.
- Quitándole el trabajo a Dios para dárselo al diablo –dijo lucia, riéndose pese a las lágrimas.
Pude oír sus palabras sinceras. Pero ahora, en el silencio de la media noche me sobrecogió la conciencia. ¿Perdonarlo? Pero si él era el culpable, no yo. ¿Debía pelear contra mis rencores y arrancarlos de raíz, y dónde dejaba todo el tiempo de dolor, el hambre y el desprecio? Me quede viendo el bulto envuelto en las sábanas y no pude sentir compasión. Parecía que estábamos velando un cadáver porque el hombre ya no se movía, y ni siquiera parecía respirar. Lo observé en cuanto nos quedamos calladas las dos, y de pronto no oí más que dos respiraciones, precisas y flotantes, y la preeminencia de algo quieto, pesado, como un objeto material.
- Anoche estuvo hablando solo, murmurando, ninguno pudimos entender lo que decía –dijo de pronto.
- Quiero hablarle, decirle que estoy aquí y decirle que lo perdono –dije como si presintiera un final.
- Si es de corazón debes hacerlo –me dijo ella.
Entonces tuve el valor de pedirle que saliera. Me dio un apretón de manos y salió diciéndome que me iba a buscar un suéter.

Imaginé que Eva estaría limpiando la cocina, haciendo tiempo para entrar a relevarnos. Pensé en acercarme, y tocarlo del hombro, sentiría la sábana fría, más helada que mi mano, me acercaría sin rencores y le daría un beso en la frente, y entonces sentiría su piel tensa, tan fría que me haría verlo detenidamente en su lecho, y sentiría inevitablemente el deseo de cubrirlo muy bien, le diría papá, padre, aquí estoy, soy su hija Carmen, lo perdono, luego repetiría lo mismo con más fuerza queriendo despertarlo y tratando de convencerme, lo movería del hombro, le daría la vuelta y lo vería pálido, inexpresivo, acercaría mi mano a su nariz y no sentiría su aliento, me acercaría a su pecho y no oiría su corazón, retrocedería y lo vería de lejos, quieto y frío como las mismas paredes de esa habitación, diría entonces en voz alta que no, que no podría perdonarlo aunque ya estuviera muerto, entonces me conmocionaría el cantar de un gallo como si fuera amaneciendo o como si estuviese negando de nuevo a Cristo, y me alejaría de pronto al sentirme un poco culpable, un poco cómplice de algo oscuro, indescifrable, y finalmente saldría un grito de algún lado, un llanto, y un abrazo de alguien.

Lucia entró y se tiró sobre él sacudiendo la cama con su llanto. Tardó un momento para que me diera cuenta que Lucia se había quedado a espiarme por una abertura en la puerta. Tras ella, entró Eva, que me abrazó, inconsolable.
- ¡Se murió…, se murió el señor! –le dije, sintiendo el vacío de la media noche, como si el barco se terminara de hundir en la mar de un instante.
- Murió al oír tu voz, cuando llegaste –me dijo con cariño.
-
(2003)

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...