Pocos son entre los hombres los que llegan a la otra orilla;
la mayor parte corre de arriba a abajo en estas playas.
Buda-2010 año del Tigre.
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Esos días finales del año los recuerdo como si me hubieran abierto una jaula. Sin horarios. Sin responsabilidades, pude terminar de corregir y de escribir algunos trabajos pendientes. Me levantaba tarde y a las nueve de la mañana salía con una bolsa donde llevaba mi viejo abrigo, Agua Quieta de Rodrigo Rey Rosa, una libreta de apuntes y muchos lápices y marcadores para ir escribiendo una historia en cada calle o esquina. Me sentía como esos gatos sobre los tejados cuando caminaba por las orillas de las banquetas camino al Parque Central para bajar por la sexta avenida y doce calle hasta el barrio Gerona. Me daba tanto gusto ver de nuevo esas calles en las que había caminado como una sombra en los noventas y volví casi guiado por el instinto a la casa donde había conocido el amor y al mismo lugar donde lo había perdido por mi falta de luz. Me encontré con los rieles del tren y la imagen borrándose de los andenes y bodegones que adornaron y sirvieron en una época para abastecer de productos los trenes lentos por los que la gente tardaba más de medio día en llegar al puerto. Me recordé de Alejandra y una mañana en la que comimos con gusto pollo frito de esas carretas proscritas.
Era un felino rondando mi zona, marcándola, inventándome la forma de hacerme permanente, y quizás intentando un poco la inmortalidad gatuna.
2 comentarios:
La permanencia en esas calles es dificil, pero también necesaria.
Hubiera sido muy grata su visita por este barrio yo estoy del lado del Tuerto Saludos.
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