Muy pocas personas han leído el Diccionario. Ésa es la
verdad de ese libro. Yo creo que se convertirá con el tiempo en una especie de
rareza marginal en la literatura nacional; no un libro parteaguas, sino muy
sencillamente una especie de curiosidad para paladares extraños, y está bien
que así sea. Por demás, me agrada saber que muchos de sus pocos lectores son
lectores inteligentes.
Maurice Echeverría, a través de Facebook.
Una de las
novelas más desproporcionadas, ambiciosas y, curiosamente, mal comentada que he
leído, es la novela Diccionario
Esotérico de Maurice Echeverría Melville. Me remite a una entrevista que le
hicieran hace mucho tiempo a Julio Cortazar, en la que con todo y su natal
timidez, cuenta que a los nueve años escribió una novela en la que todos
mueren. Eso me ha recordado la trama de la novela de Maurice, en la que efectivamente
todos los personajes van muriendo como si se tratara de una película de bajo
presupuesto, en la que hay que matar a los actores inmediatamente para bajar
los costos.
Fuera de ese comentario, que
es más una broma, debo decir que me emocioné mucho con esa patada, que es el
comienzo de una novela que atenta por primera vez a un grito universal.
Humildemente, debo decir que en un momento pensé, esta novela no es de un
guatemalteco, o es de un guatemalteco cosmopolita, o es de un extranjero que ha
vivido mucho tiempo en Guatemala, y así, llegue a sentir envidia y a comentar
que ojala la novela no me decepcionara en adelante pues el comienzo realmente
valía un final parecido.
La novela es alucinante y
alucinatoria. Concreta cada detalle. Veo que el personaje, Daniel, es un
megalómano preciso, frió y sin embargo espiritual, como si Maurice estuviera
creando un súper-latino, en la misma sintonía que Nietzche fundo a su Superhombre.
De alguna forma, el tema principal, el adoctrinamiento principal, no es un odio
implícito contra la religión, sino una protesta contra la moral. Y en este
sentido logra unos vuelos hermosos el libro, porque, además de estar escrita
con una prosa un tanto reiterante (que en un sentido, también es el tono del
personaje), es bastante honesta en cuanto a no utilizar imágenes de relleno,
parece ser una novela muy bien corregida.
Me gusto mucho encontrar ciertas
analogías con La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa, el Señor de las
moscas de William Holding, y de forma concreta el mundo de Kafka en esas
escenas en las que aparece una gigante oruga que termina por brotarle una
vagina. También, el tono depresivo lo observé parecido a Amok o el loco de Malasia, de Stefan Zweig,
esos largos monólogos que rociados por tecnicismos paganos elaborados, nombres
de libros de ocultismo, que derivan en una atmósfera oscura. El libro realmente
tiene una carga oscura, quiero decir que en el fondo, es un manual para
iniciados. Yo lo asimilé inmediatamente por haber jugado a la alquimia en alguna
infancia remota en la que creí realmente que podría doblar una cuchara con una
sinapsis explosiva. Creí que podría levitar, caminar sobre el agua, hacer que
los demás hicieran lo que yo decía como en el libro Demian de Herman Hesse, ser
un Sinclair poderosísimo que de alguna forma se escondiera de la opresión a
fuerza de magia.
En el fondo, todo esto, me
resultó una gran invención de la imaginación. No existe la magia más que en las
palabras. En el lenguaje.
Todo el ritual evangélico, del que yo también provengo, y del que
solo agradezco el gusto por la buena literatura, la excelente corrección de
Cipriano Valera y Casiodoro de Reina de la Biblia, y luego queda, solo un gran largo corredor de dogmas y
supersticiones.
El libro de Maurice es
emocionante; razón, técnica y malabares mentales de un tal Daniel/Maurice, culminan en
un cuadro abstracto que denuncia, finalmente, la maldad de todos.
Diccionario Esotérico
Maurice Echeverría Melville
Año 2006
Grupo Editorial Norma
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Datos curiosos:
Eduardo juarez, la lee cada año. Lo terminé de leer hoy, día en que hay un juicio historico contra Rios Montt. Claudia Armas, cuenta que la foto de contraportada fue tomada en un apto de la zona 9,
Guate-mala 23 de
Enero del año 2012