viernes, 14 de diciembre de 2012
martes, 11 de diciembre de 2012
BOHEMIA MARAVILLOSA
Me imagino que todavía te comes las uñas, no te gusta
cocinar y gastas en los supermercados cosas que después no sabes por qué las
compraste. Me imagino que Paulo Coehlo todavía esta en tu mesa de noche. Me
imagino que compras cosas para la casa, esas cosas que a la larga van siendo
parte de la decoración. Me imagino que seguís siendo insegura, pero habrás
aprendido a disimular mucho mejor. Me imagino que seguís hablando dormida y
usas un vestido de algodón en vez de un camisón. Me imagino también que te seguís
sintiendo vulnerable ante los hombres inteligentes y libres. Creo que tal vez,
todavía buscas la justicia social, tal vez un poco de verdadera lucha en los
ojos de las demás mujeres y niños. Me imagino que te siguen gustando los choco
bananos del mercado, el pan y conversar tranquilamente después de toda la
jornada. Me imagino que el que esté ahora a tu lado debe ser una gran persona
pues tu también los escoges para eso. No siempre imagino que estas sola y
pensando, leyendo algún libro de sociología, quizás algún poema suelto en ese
libro viejo que habías olvidado. No me imagino que estés sola y triste, sino
radiante y sonriente, lograda, empuñando un racimo de cabellos tuyos frente al
espejo. Me imagino que ya no saltas sobre la cama, y los pies han dejado de
olerte. Te cepillas normalmente aunque ahora si ya usas hilo y tienes
una pasta de dientes de tres colores. Quizás sé que ahora mismo estas planeando
irte de viaje, a Tuxtla, a donde dijiste que ibas a llevar a tu mamá para que
viera de noche como se agita el mundo en ese parque zoológico extraterrestre.
Talvez hoy por la noche, hagas un poco de te. Tal vez hoy por la tarde querrás
tomar un lápiz y dibujar una escena erótica con algunos trazos sueltos. Sos
mujer y también te gusta el riesgo. Te salís de la hoja. Seguís leyendo el periódico
solo los sábados por la mañana, Nuestro Diario. Has dejado todo atrás, has
comprado unas botas negras y vas de nuevo a la calle. Tras la puerta unos niños
te consideran tan loca que te quieren como sos. Te gusta el café con cremora y darle abrazos a todo el mundo, ser bella. Me imagino que seguis oyendo esa vieja trova de Silvio, la cerveza fría y esos cigarritos a escondidas de todos. Me imagino tantas cosas, tu ropa sobre todo, tu voz delgada como una linea de humo de cigarro, el tequila y la Lila Downs en la frente. Solo que no sé hasta que punto estás, parececiera que el camino te ha llevado tan lejos que solo veo tu reflejo. Pero recuerdo las largas conversaciones, los arcoiris, el cometa gigantesco que vimos, el fin del mundo en cada una de todas nuestras lineas de las manos.
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Foto: Darren Aronofsky / Black Swan
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Foto: Darren Aronofsky / Black Swan
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Piromanía: El corazón de la mente
No se debería hablar de que el corazón está en el pecho, sino al fondo de la mente. Esto lo digo por el recuerdo de aquella conversación sobre mis poemas más fogosos y que llevaban una clave subversiva contra el odio. Es mejor quemarse que seguir imaginando la llama.
Desde niño me gusto el fuego. Era natural que un chico de seis años empezara a jugar con él, con una ascendencia Dragón en el calendario oriental y una descendencia Kan en el calendario Maya. Anotando de que en uno era de elemento fuego y en el otro, serpiente emplumada.
Una tarde, si no se dan cuenta, podría haber quemado la casa. Digo que era natural porque mi relación con el fuego empezó desde antes de nacer, desde antes de mi propio ser, el fuego fue el que se abrió camino a través de mi padre y mi madre; fue el fuego el que guió el esperma y fundió las células, fue el fuego el que me hizo en una sola llama doble.
Ahora que recuerdo esos poemas tan intensos y sé que pronto verán la luz de más ojos. Creo que sigo respirando y avivándole conforme todo se disipa o cambia. Somos llamas, somos pequeñas fogatas andantes, algún día abriremos los ojos y recuperaremos la oscura presencia, el recuerdo primero de una oscuridad perpetua. Mientras tanto, ardemos juntos.
Léster Giovanni Oliveros/cielo pixel.
Desde niño me gusto el fuego. Era natural que un chico de seis años empezara a jugar con él, con una ascendencia Dragón en el calendario oriental y una descendencia Kan en el calendario Maya. Anotando de que en uno era de elemento fuego y en el otro, serpiente emplumada.
Una tarde, si no se dan cuenta, podría haber quemado la casa. Digo que era natural porque mi relación con el fuego empezó desde antes de nacer, desde antes de mi propio ser, el fuego fue el que se abrió camino a través de mi padre y mi madre; fue el fuego el que guió el esperma y fundió las células, fue el fuego el que me hizo en una sola llama doble.
Ahora que recuerdo esos poemas tan intensos y sé que pronto verán la luz de más ojos. Creo que sigo respirando y avivándole conforme todo se disipa o cambia. Somos llamas, somos pequeñas fogatas andantes, algún día abriremos los ojos y recuperaremos la oscura presencia, el recuerdo primero de una oscuridad perpetua. Mientras tanto, ardemos juntos.
Léster Giovanni Oliveros/cielo pixel.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
EL GRAN HOTEL
Después de 150 años, en pleno siglo XXI, El Gran Hotel se levanta en la 9na. Calle y 8va. Avenida esquina. Sigue siendo ese elegante inmueble que imaginara de una forma tan vivida el propietario alemán don Enrique Richtter. Aun en está época que hace culto a lo breve y desechable, muchos visitantes se admiran de que por dentro aún se conserven en buen estado los frescos del artista Roberto Ossaye. Murales de 1881, fotografías que se han rescatado afanosamente de periódicos antiguos, textos, monedas, rostros que marcaron una época gloriosa que aun es recordada por abuelos con los ojos brillantes de magia y romance, el mismo gusto de haber participado en esas expediciones por el interior de Guatemala y regresar en tren y luego subirse a un carruaje de caballos lustrosos, todo un cuadro impresionista que Camille Pizarro habría pintado con sus brillos más precisos.
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El Hotel San Carlos, El Gran Hotel, fue un punto de glamour y reunión de lo más selecto, no solo de Guatemala sino de varios lugares del mundo. Cantinflas hizo presencia imborrable. Otros huéspedes como María Félix, Pedro Infante, Libertad Lamarque, o el trío los Panchos. De la sociedad guatemalteca el celebre Carlos Mérida era asiduo junto a actores de teatro, músicos y arquitectos con un gusto refinado. Las fiestas eran de gala y toda la fortuna del instante se dispersaba a manos llenas, era una sociedad, en aquel entonces asimilando lo mejor de Europa. El mismo Gran Hotel conservaba matices franceses y por dentro una arquitectura sobria y de buen gusto.
Del lado del café, está el ingreso al salón Oro, donde han estado grupos nacionales y extranjeros. El segundo nivel, bautizado como la Suite, es un área que se solicita para recepciones y eventos culturales. Desde la Suite se puede apreciar muy bien el salón Oro en sus noches de conciertos o presentaciones. El Gran Hotel es un lugar místico, exótico, histórico, tanto adjetivo no puede aún captar todo el contenido. Dicen que espantan, que se mueven las botellas, que chocan las copas, toda la Historia se subleva de repente, y no se asuste si una sombra lúdica le sirve un cóctel.
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El Hotel San Carlos, El Gran Hotel, fue un punto de glamour y reunión de lo más selecto, no solo de Guatemala sino de varios lugares del mundo. Cantinflas hizo presencia imborrable. Otros huéspedes como María Félix, Pedro Infante, Libertad Lamarque, o el trío los Panchos. De la sociedad guatemalteca el celebre Carlos Mérida era asiduo junto a actores de teatro, músicos y arquitectos con un gusto refinado. Las fiestas eran de gala y toda la fortuna del instante se dispersaba a manos llenas, era una sociedad, en aquel entonces asimilando lo mejor de Europa. El mismo Gran Hotel conservaba matices franceses y por dentro una arquitectura sobria y de buen gusto.
Del lado del café, está el ingreso al salón Oro, donde han estado grupos nacionales y extranjeros. El segundo nivel, bautizado como la Suite, es un área que se solicita para recepciones y eventos culturales. Desde la Suite se puede apreciar muy bien el salón Oro en sus noches de conciertos o presentaciones. El Gran Hotel es un lugar místico, exótico, histórico, tanto adjetivo no puede aún captar todo el contenido. Dicen que espantan, que se mueven las botellas, que chocan las copas, toda la Historia se subleva de repente, y no se asuste si una sombra lúdica le sirve un cóctel.
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miércoles, 21 de noviembre de 2012
FÚNEBRE Y CARNAVALESCO VERSIÓN MAGNA TERRA
De una película como Irreversible y la estética de Sin City, de las bibliotecas dormidas para el mundo y los grandes documentales de Discovery Chanell, de las aparatosas guerras y grandes ideologías, delas infernales imágenes de Dante y las sacrosantas piernas de la Virgen de la Piedad que ya vale su peso en oro y en diamantes, de las antiguas legiones de hombres felices despellejando a su adversario hasta las hermosas tetas en los lienzos de Boticelli, de las microscópicas niñas que piden una ficha de a cinco centavos en el Amate a los gigantescos automóviles donde transportan papel moneda, de los podridos tugurios, de los insanos mundos que recoge el hambre, de los precipicios de la razón ante la justicia y la vigilancia y la hermosa letra en todos los papeles españoles donde se ejecuta una sentencia, de los culpables a los inocentes, de los festivos saturnales de los hombres de negocios del evangelio completo hasta las susurrantes plagas de hombres sucios que mendigan droga en cualquier esquina, de ellos nace, de ellos supura, de ellos brinca en plomo el calor breve de las armas de fuego y blancas, de las armas rojas y brillantes, sin filo, con fuerza, las sangres que se mesclan con el aire y se oxidan y vuelven el sol negro, desde esas infinitas manifestaciones del delirio, de las soledades extremas en intramuros donde solo se cuelan las palabras más duras, de esas que nace el rencor perpetuo, la última cena, el vaso de cerveza con ron, el vaso, la copa llena de una sidra, extramuros el rumor del humo de las camionetas, las enormes banquetas que se adelgazan con la noche, los zapatos gastados, la baba estirada al límite de los labios resecos por el alcohol del pozo, los puntos, varios puntos de donde emana el olor a canavis y piedra, piedra tras piedra quemándose, puro tras puro convirtiéndose en ceniza y más allá la honda cadencia del grito de una mujer que muere, los balazos para empezar el día, desde la cara de aburrimiento, hasta el terror del tedio, el miedo en los ojos abiertos hasta el ciego comenzar del sueño, no somos, no estamos, no existimos, la infinita invisibilidad, no somos, no tenemos un nombre, no tenemos un pasado ni un futuro, todo es un invento, pero desde todo eso nacen los versos, se mueve la mano, se ensangra el pensamiento.
He aquí de nuevo un libro fúnebre, pero carnavalesco. Leonel Juracán, su autor. No hay más que decir, todo lo demás ensancha el vacío.
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Fotografía de Dahmane
lunes, 19 de noviembre de 2012
ACTORES PERFECTOS
Te veo jugar con la luz. Estás vestida con tus mejores palabras. La contemplación es la más fina forma de adorar a una mujer. El arte es eso, un perderse infinitamente en los detalles. Por eso ahora mis ojos se nutren de la más exquisita forma de inanición. Estoy en tu huerto rebosante de colores. Perfectamente atento a tus lentos movimientos que se colapsan con una luz que deserta por la tarde.
Comprender la locura es abiertamente tirarse al borde. No todas pueden. Los que tratan fracasan. Ana-crónica. Ella no logra solventar el tiempo y no le salen las cuentas. Las bocas bailan de los arboles y solo puede cantar de nuevo esa presencia de canción que arrebata de las nubes. Ahora hasta parezco un británico, ya tengo editor, dice su pareja. Es un chico listo, pero no tanto. Ella una chica linda, pero no tanto. Los dos perdidos, en una locura suculenta de sensaciones sin variaciones peligrosas. Son como los actores de una película famosa. Se sienten felices por las noches.
La braza baila en al fondo del beso, una bocanada de un bribón como yo, un boleto de un bolero boreal que nace. Ella duerme. El despierta. Ella despierta, el sueña. Sueña saborear el sexo del siglo, el mejor de todos, mejor que la sidra.
Comprender la locura es abiertamente tirarse al borde. No todas pueden. Los que tratan fracasan. Ana-crónica. Ella no logra solventar el tiempo y no le salen las cuentas. Las bocas bailan de los arboles y solo puede cantar de nuevo esa presencia de canción que arrebata de las nubes. Ahora hasta parezco un británico, ya tengo editor, dice su pareja. Es un chico listo, pero no tanto. Ella una chica linda, pero no tanto. Los dos perdidos, en una locura suculenta de sensaciones sin variaciones peligrosas. Son como los actores de una película famosa. Se sienten felices por las noches.
La braza baila en al fondo del beso, una bocanada de un bribón como yo, un boleto de un bolero boreal que nace. Ella duerme. El despierta. Ella despierta, el sueña. Sueña saborear el sexo del siglo, el mejor de todos, mejor que la sidra.
lunes, 12 de noviembre de 2012
LIKES
L'essentiel est invisible pour les yeux.
A Athanasios Vrionis le gusta esto.
Olga Contreras no siempre...
Lester Oliveros no es simple, querras decir, explícate...
Olga Contreras quise decir lo que escribí: no siempre (lo esencial es invisible a los ojos). La frase es bonita pero generaliza.
Lester Oliveros dame un ejemplo.
Olga Contreras Damelo vos, es tu muro, no el mío =)
Lester Oliveros Bueno, mi hermana está muerta, sin embargo esta en todas partes. Cuando Saint Exupery escribió eso, sabía por lo menos que Dios es Fibonacci, un copo de nieve sostiene al mundo, la materia oscura, el boson de Higgs, qué más, la Teoria de Cuerdas, algo incomprobable, vos por ejemplo sin tu ejemplo.
Lester Oliveros 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21
Lester Oliveros arriba la respuesta sencilla.
Olga Contreras gracias maestro por iluminarme(nos) con tu sabiduría
Lester Oliveros Como decimos en el Gran Hotel, la gracia es toda tuya. Abrazo la incongruencia, por favor leete el manifiesto surrealista.
Lester Oliveros Y si, no siempre. Feliz.
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Explicación de la canción: la grabación fue hecha en el Hipódromo del Sur, esa noche, era la primera vez que mi hermana Claudia María Oliveros iba a un concierto.
martes, 6 de noviembre de 2012
YO DUERMO EN SU CAMA
Siempre nos peleamos de niños. Ella era la que me miraba con fastidio desde sus años detenidos de colegio, yo en ese tiempo andaba con una rabia de chucho de la calle, rabia por cualquiera y contra todos y la casa era tan pequeña que se mezclaba todo. Pero al fin, ella era mi hermana menor, dos o tres años menor que yo, dos o tres años más pura que yo, y además, supo de matemática lo que yo jamás iba llegar a saber por leer sin descanso esa poesía de los que comen papel y café con leche. Ahora mismo escucho el disco de Ricardo Arjona, ese que por azares y desfavores irónicos, para mi mala suerte se llama Vivo, y donde de seguro estarán condensados los gritos de euforia de Claudia y de toda una generación desencantada de un país de idiotas.
La recuerdo esa noche con sus dientes más blancos que la luna mirando a la gente cantar a todo pulmón. A estas alturas sería mucho mejor que yo, quizás auditora, y ya habría sobornado a todos por darle a mi madre una casa con jardín.
No sé que sería de ese conductor que equivocó el camino y giró en otro sentido cuando vio al camión fuera de borda encender las luces últimas de la vida de dos jóvenes, antes de virar en pánico y perderse para siempre entre papeles frente al juzgado.
Mucho tiempo le costó a mi madre, tiempo, coraje y una alma enferma por la religión e inconsciente de todo su valor histórico, para poder vencer el fantasma de la soledad fría y triste de un amor que era más valiente que todo lo que nos parecía fuerte.
Restos de ella: unas fotos riendo, sus diplomas, carnets del IGSS, su tarjeta de crédito, una cédula donde aparecía tan bonita y seria, un largo ticket de un supermercado, una foto en el carro de su novio, una lápida con un Cristo dibujado con cincel, dos fechas desamparadas.
Yo duermo en su cama.
Guatemala (algún día de noviembre del año 2011).
Fotografía, Ana C.
miércoles, 31 de octubre de 2012
SIN MAÑANA, reseña a un libro de PEDRO CHAVAJAY
Ntz´at ta k´a jar q´iijq´ pa ya´ K´in ruk´aan k´a
Ruchoq´aaq´ ja ni ruk´amoonto kamik shachiik. 1
Una lengua muere cuando mueren sus dioses, cuando ya casi nadie cree en ellos. En éste sentido la lengua Tz´utuhil está vigente, Kuk´aan kaan, ja uxulaa´ 2, en la voz interna de Pedro Chavajay, un pensamiento que nace de las horas sagradas, es como una ola de imágenes vibrantes, como el lenguaje encarna en una poética intersticial, una línea de luz imperceptible, fina, que rompe el tiempo en delgados hilos que no registran los relojes.
El libro está dedicado a su madre, Rosa García, y contiene toda la tristeza combativa que también se oye en Soledad Brother, o en Tedio, libros de escritores que emergen de cierta ternura retro, soy yo tus heridas/ soy yo tu última imagen, pareciera ser la revancha de la joven visión clarividente de un joven de San Pedro la Laguna, conocedor de la magia que encarna el tiempo de sus antepasados, en un viaje que comienza a una hora no indicada…
La editorial Vueltegato acertó al publicar el libro de Pedro en dos idiomas (Tz´utuhil y español), para poder ser leído en sus dos versiones y acotar ritmos. Para los que leen no tendrán ningún problema en curiosear en esa lengua donde las vocales se multiplican.
A propósito de los idiomas habla un verso de invasores con diccionario en mano, que, temían que no supiera decir correctamente (sus) palabras. Se prestidigita todo este discurso entre la magia ancestral y cierta mafia Maya, trasgrediendo códigos del lenguaje, y arremete confiado, me creeré el día más astuto…, ja ya´ nub´an k´a ruk´ ayeewaal 3, y presiente el despertar o la cadencia del fuego, los insectos que rompen los grandes imperios, y persigue aún más con el verso, mientras los telenoticieros expanden los errores…
La mistad que logra con el sentimiento de no pertenecer del todo al tiempo y de algún fantasma vintage que lo avienta alucinado a la extraña sabiduría de sus antepasados. Todos los poemas podrían ser invocaciones, todos, ritual que logra transmutar la realidad a un instante que no permuta si no retorna, que no se sale de cause, si no sobrenada en su propia plenitud sin tiempo.
A menos de un mes y días para el final del Baktun 13, Pedro nos inventa un viaje omnipresente, no a un lugar, sino a una conciencia. Los Siux sabían que cada hombre lleva su patria en la mente. El libro termina en el principio y principia en el final, somos en vida solo pausa, cada uno somos el fin del mundo y el comienzo de otro mundo, las tempestades son las únicas cosas que nos unen con otros lugares.
He aquí un reloj sin batería, detenido para siempre en el ahora.
1 Se dejaba ver las olas del lago que cargaban una fuerza brutal...
2…con olores flotando…
3… el agua construye las penas…
Fotografía: Benvenuto Chavajay, arte.
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miércoles, 24 de octubre de 2012
ELOGIO A LA DESPROPORCION
Existe una película de Pedro Almodovar en la que, entre la trama, un hombre diminuto empieza a trepar por el cuerpo de una mujer monumental, la película, que es un poema, se llama Habla con Ella. Es un delirio, un sueño de todo hombre. Algunos poemas de Neruda lo mencionan, está presente en la literatura esa pesadilla de entrar por la boca de una mujer y salir por su vagina. Recientemente pude ver un díptico de Aníbal López en el museo de Arqueología y Etnología, es una muestra de esa vertiente que es nacer y estar en los brazos de una mujer monumental, que es eso que nos avienta contra el deseo de ver en una mujer más que a una madre, a una diosa.
Caminando por la calle me gusto mucho ver a una mujer recostada en el umbral de una puerta. Su cuerpo era voluptuoso y su mirada latina, mediterránea y frutal, era de un desconcertante sentido de la desproporción. Como algunas mujeres que he visto al sur, en esa franja que hemos dado en llamar la Costa, me maravillaron sus abundantes líneas. Su cadera era hermosamente amplia, sus pechos rebosantes de textura y sombra; su mirada era temible pero sonrió cuando le dije que era una mujer de verdad. Al contrario de la clásica mujer guatemalteca, bajita, morena y seria, esta era una madona de Rubens. Entonces recordé esas desproporciones en los cuadros de Botero, en la Venus de Willenford, en todo ese arte Tolteca de cabezas inmensas que eran tan desproporcionadas que terminaban siendo divinidades.
Al contrario del mundo, estas amazonas desproporcionadas, que he visto en burdeles y casas de citas, hay unas que se han ganado un lugar en las portadas de revistas de moda. Son delgadas, pálidas y no parecen ser terrenales, las mujeres terrenales, quizás esas mujeres hermosas y con pechos como magnolias, quizás esas mujeres que rompen con la natural línea de la razón y nos conmueven con su volumen erótico, con su piel de búfalo, con sus piernas de elefante blanco y sagrado, esas mujeres son de la tierra.
No hay nada más delirante que mirar de pronto, por curiosidad o por morbo, esas imágenes pornográficas de mujeres con culos estratosféricos, con pechos que compiten con los balones de básquet ball. Sea degeneración de la mente, desgonce moral o cierta perfección hentai, o una evolución de la raza, como lo han presentado en las revistas de los X-Man, siento que un prodigio que con los años se volverá en una mujer que se ríe a carcajadas sentada en un diván para dos personas, no podría dejar de ser lo más mortal del mundo. Una femme fatal que llevará en sus extremidades los besos de mil hombres.
Lester Oliveros R.
Caminando por la calle me gusto mucho ver a una mujer recostada en el umbral de una puerta. Su cuerpo era voluptuoso y su mirada latina, mediterránea y frutal, era de un desconcertante sentido de la desproporción. Como algunas mujeres que he visto al sur, en esa franja que hemos dado en llamar la Costa, me maravillaron sus abundantes líneas. Su cadera era hermosamente amplia, sus pechos rebosantes de textura y sombra; su mirada era temible pero sonrió cuando le dije que era una mujer de verdad. Al contrario de la clásica mujer guatemalteca, bajita, morena y seria, esta era una madona de Rubens. Entonces recordé esas desproporciones en los cuadros de Botero, en la Venus de Willenford, en todo ese arte Tolteca de cabezas inmensas que eran tan desproporcionadas que terminaban siendo divinidades.
Al contrario del mundo, estas amazonas desproporcionadas, que he visto en burdeles y casas de citas, hay unas que se han ganado un lugar en las portadas de revistas de moda. Son delgadas, pálidas y no parecen ser terrenales, las mujeres terrenales, quizás esas mujeres hermosas y con pechos como magnolias, quizás esas mujeres que rompen con la natural línea de la razón y nos conmueven con su volumen erótico, con su piel de búfalo, con sus piernas de elefante blanco y sagrado, esas mujeres son de la tierra.
No hay nada más delirante que mirar de pronto, por curiosidad o por morbo, esas imágenes pornográficas de mujeres con culos estratosféricos, con pechos que compiten con los balones de básquet ball. Sea degeneración de la mente, desgonce moral o cierta perfección hentai, o una evolución de la raza, como lo han presentado en las revistas de los X-Man, siento que un prodigio que con los años se volverá en una mujer que se ríe a carcajadas sentada en un diván para dos personas, no podría dejar de ser lo más mortal del mundo. Una femme fatal que llevará en sus extremidades los besos de mil hombres.
Lester Oliveros R.
jueves, 11 de octubre de 2012
LA OVEJA VERDE
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SOBRE LA INSIGNIFICANCIA DEL ARTE
El arte más grande es el arte franco que entra en el ser como una explosión.
La música por ejemplo es inmediata, el cine es menos inmediato que la música pero
es mucho más difícil captar una obra literaria. Pero el arte sigue siendo
elitista. Algunos cuantos pintan, algunos cuantos escriben, uno o tres hacen
cine, algunos hacen música. Y luego, un pequeño público, un grupúsculo de
críticos detestables, y más abajo en el infiernito ese minúsculo y tenso,
algunos compran ese arte pero no lo contemplan.
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domingo, 30 de septiembre de 2012
CAER O LEVANTARSE
En realidad ahora
pienso y dudo, si fue cierto ese llanto de ella al decirme que ese hijo perdido
pudo haber sido mío. Pero no lo puedo creer. Toda la vida me he salvado de ser
padre con el único recurso fantástico de implorar antes de hacer el amor. Pido que
no sea varón ni hembra sino una idea la que nazca. Las ideas no son tan humanas
hasta que se las deja ir por ahí con padres adoptivos. Las ideas nacen y se les
puede mantener guardada, mas no se les puede prohibir crecer de boca en boca.
Pero no era eso lo que quería hablar sino de ella llorando en la orilla de la
cama. Claro que se había bebido más de tres litros y claro que yo también
estaba drogado, pero sobre todo su llanto que no me lo puedo arrancar del alma.
Me decía como entre quejidos que yo no sentía lo de nuestro hijo. Si, se
atrevió a llamarlo nuestro, después de decirme que había estado con un fotógrafo
australiano que le había tomado fotos desnuda y luego había hecho con ella lo
que se hace con las tunas, le quito todito lo que le sobraba para
probarla dulzura de sus tetas de nena y su hermoso culo de reina. Pero
ahí estaba yo sintiéndome contrariado, porque pena no tenía, tampoco tristeza,
menos culpa, lo que tenía en ese instante era unas ganas de un trago en otra
parte y que pasaran las doce y amaneciera.
Pero ella llorando y yo a verga no éramos una pareja ejemplar, tal vez éramos
ejemplarmente unos idiotas. Por lo pronto me dediqué a calmarla y a buscar
donde tenía más pisto para salir por un litro al putero mas cercano. Se dormía
rápido era lo bueno y a mi que me encantaba platicar con la putas, aprovechaba
para salirme y llegar a unas cuadras a la tienda esa donde vendían comida para
todos y había para beber hasta que el cuerpo aguantara caer o elevarse. Pero
eso era otra cosa, ahora lo que me preocupa es si ese pequeño de verdad era mi
hijo. En realidad no lo he creído nunca pero ya saben ustedes que un hombre
niega hasta sus propios hijos siempre, es el mal del latino. Bueno si fue mío,
murió. Si no fue mío también murió. Pero siempre he creído que desde entonces
nos unía únicamente la lastima y el agradecimiento en pociones infernales. Eso
nos unió, un ángel para un final. Nos unió su llanto que nunca oímos, su tibieza que nunca
sentimos, su arrullo que nunca conocimos, y entonces ahí estábamos los dos,
juntos, maldurmiendo con pesadillas y empujones en una cama donde podría
solamente caber el amor y no nosotros.
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