domingo, 4 de diciembre de 2022

El deporte más hermoso del mundo

Del deporte no estoy ni cerca, pero por acá no me he perdido ni un partido. Hace cuatro años estaba en Panajachel y mirábamos el mundial en cualquier cevichería a la orilla de la calle Santader. Hoy la pandemia a caldeado a la afición simulada y delirante que gritaba gol de Australia sin saber en que continente del mundo quedaba aquello. Yo por mi lado sigo teniendo fe en Croacia porque hace cuatro años, aunque le voy a Francia por intereses literarios, hubiera querido que un país desconocido ganara definitivamente para abrirle paso a una nueva teoría, la que ahora se da: los africanos van muy cerca de sepultar a todos esos favoritos y aburridos equipitos que ya llevan muchas copas; y por supuesto Japón que nos dejó asombrados de su empuje y ambición fuera de serie. Por acá lo veo desde una farmacia o en una ferretería. De pie los 90 minutos y fracciones. No hay cantinas en Alta Verapaz, mucho menos sport-bar. Extraño el lago un poco, pero más que todo porque allá si habían croatas que se comunicaban con señas, pero al menos se les veía sufrir hasta el final.

Acontecimiento prodigioso en Xela.

La vaca pastaba tranquilamente amarrada a un árbolito, de tanto en tanto nos miraba como nos tirábamos dando vueltas-de-gato en esas hondonadas de una grama fina. Llamamos a todos, pedimos a gritos un vaso de leche pero no había nadie encargado. Así que se me ocurrió ordeñarla. Al principio la vaca intentó cornearme. Buscaba a alguien conocido con sus grandes ojos negros como tumbas. Hasta que cedió, cuando entendí que solo tenía que rozar sus ubres con las yemas de los dedos, para que nos permitiera exprimirlas sin que se alterara. Acariciarlas con cariño y así logramos un vaso de leche tibia que nos sirvió de mezclador. La Quetzalteca es necesaria a esas alturas y nos tomamos los suficientes para que ella se subiera a un bus en busca del hospedaje y yo me quedara caminando con rumbo a Salcajá. Según mis cálculos alcohólicos iba a llegar caminando, pero no. Calculo que a las once de la noche el helado viento me corrigió los cálculos, pero ya no había solución fácil. Busqué refugió y como buen scout sabía que enrollándome en un nylon podía calentar mi cuerpo, pero no fue así a estas alturas, ya que el vapor se helaba tan rápido que estaba exponiéndome a sufrir demasiado hasta la hipotermia. Me puse tan mal, que debí delirar, ya que oí que una voz me dijo, desde dentro de mí que buscara una puerta. Allí estaba la puerta, que yo creí que era de un sanitario, pero no. Era la puerta de una casa. Todo fue muy extraño, ahora que lo escribo no lo puedo creer. Entré y vi una sala de una casa de clase media, es decir, allí sobre la mesa estaban las llaves de un auto, los sofás como nuevos, la televisión plasma, e increíblemente, sobre un mueble estaba esa botella verde de Buchanan´s de Luxe a la mitad. Dudé de todo, de entrar y sentarme, de saludar, de tomar un trago, pero en el ambiente había esa certeza de que si había alguien allí quería descansar sin ser molestado. Y sí, me senté en el sofá y a boca de jarro me tome dos tragos de aquel whisky. Me calentó el estómago. Me sentí mejor por un momento aunque no me calentaba el cuerpo entero y mis pies ya estaban congelados. No sé, pero puedo asegurar que esa misma voz que me habló afuera, la oí de nuevo muy quedo diciéndome que subiera las gradas y que buscara un cuarto. Y eso hice. Pero les puedo asegurar que era tal mi angustia por el frio aquel de Quetzaltenango, que subí sin pensarlo dos veces, a pesar de que en otras circunstancias ni siquiera hubiera podido entrar sin el permiso del dueño. Allí, al abrir la puerta, había una cama, un poncho afelpado, y todo estaba a media luz. Me descalce, y me enrollé como animalito mojado y me dormí profundamente, ni siquiera me incomodó, lo que ahora puedo imaginar cómo eventos posibles, todos lógicos, de que el dueño fuera a ese cuarto y encontrara a un desconocido, y naturalmente lo confundiera con un ladrón. El miedo que hubiera sufrido si hubiera sido una mujer. Y evidentemente yo no hubiera podido justificar muy fácil mi abuso. Pensé después, y hoy, mucho después, en todas esas posibilidades, y me asustan. Pero no hubo nadie, ni siquiera al otro día, que salí muy quedo, pensando en que decirle al que fuera el propietario de aquella casa. Estaba todo igual, vacío, y logre ver sobre una silla una gran bolsa llena de cajas de celulares nuevos. No toque nada. Estaba tan agradecido, quizá con Dios, a falta de seres humanos.

domingo, 27 de noviembre de 2022

C8H10N4O2 & C₁₀H₁₄N₂

Enfermos del mundo civilizado locos del espacio artificial 3D soñadores cosmonautas de la red drogadictos y especiales con otras capacidades cuerpos que las moscas atrapan hoy que el fuego se consumió en demoras voy cayendo en extravíos de nostalgia pintoresca y de futuristas contradicciones post-modernas relativas me voy a un solo departamento conceptual que canta sobre una musa de piel nicotina y muere con un cigarro encendido en un parnaso de chencas delirantes.

sábado, 17 de septiembre de 2022

XeladeLuto

Ayer: Hace años, no sé si 14, da miedo el tiempo a lo lejos, me invitaron a la feria de Quetzaltenango. Era a campo abierto, sin embargo la entrada era como de dos metros de largo y la gente se agolpaba para entrar. Recuerdo que entre tronchado y luego aventado. Ahora: Llegamos muy temprano al concierto, llovía tupido y moderado, pero yo padezco de sinusitis y me desesperé cuando me imaginé aquel escenario más noche y nosotros solo con nylón. Estábamos empapados a las seis de la tarde. Solo pude saludar a Marvin, que es un valiente promotor de estas vocaciones interestelares. Está bien ir a ver a la mara de Bohemia, pero luego con agonías para intentar respirar, me dio ñañaras. Así que fuimos a buscar ropa seca a las pacas de la terminal. Cerrado todo. Mi compañera no dejó de hacer berrinches infantiles porque según ella creía que podía saludar a los de Viernes Verde entre ese mundo espantoso que alguna vez fue mi refugio. Me sentí adulto por primera vez, pero mi salud es primero, contando con que no habíamos reservado un hospedaje. Así que nos fuimos. Dormimos con sobresaltos ya que la música, bombas y bandas se oyeron hasta las tres de la mañana y todavía siguieron espantando hasta las diez de la mañana. Al otro día la noticia. No lo creía, parecía una conspiración de la Gallo para no dar más royo. Unos decían que se habían caído unas tarimas, otros que habían sido envenenados, otros hablaban de balazos, otros que por el slaming, hasta yo me inventé que por un rayo. Hasta que un bar tender nos contó que entró un chavo pálido a pedirle un trago, que le contó que un su cuate lo había salvado y que tuvo que jalarlo con tanta fuerza que el sintió que se le rompían las piernas. Mi conclusión fue que todos querían, al contrario de mi primera vez en Xelafer, salir primero que todos, ese fue y es el desastre. Triste para los familiares. Que descansen en paz los afectados. Cómo dormirán los organizadores y autoridades que no previeron el colapso, ese hábito nacional. Y los que pasaron encima qué sentirán?

sábado, 13 de agosto de 2022

NACHOS A LA ABRIL (Emilia Ramírez)

- Historia secreta de la receta. Fue esa vez que me levanté a las seis de la mañana del invierno más duro de 1980, con tan solo Q0.05 centavos en mi mano. En esa época todavía no las encontrábamos en el suelo para ignorarlas por completo. Afuera de la colonia estaba nublado, húmedo, y caía una brisa que no pasaba nunca en aquella casa de alquileres de la zona 5 en la colonia Abril (que hiciera famosa el no menos conocido Padre Chemita). Ya tenía, bajo mi sola responsabilidad, a cuatro hijos. A pesar de todo, me sentía la mujer más dichosa. Esa mañana los vi dormidos descansando tranquilos; luego de mis oraciones, me las ingenié para hacerles el desayuno. Vi las tortillas, algunos tomates, las cebollas, y un cabo de mantequilla. ¿Qué se puede hacer con ello? Y pensé, o tal vez sentí, que aquello eran los ingredientes para un plato de nachos cortados en triángulos y con el crocante ideal para que todos compartiéramos, pero en especial mi hija Claudia que tenía unos dientes duros, blancos y bellos para la tarea. Les cuento entonces la preparación: Primero el baño regular, confíe que saldrá todo bien en el día entero, póngase guapa, no hay nada mejor que una mujer luchona y bonita. Luego haga eso que llaman los profesionales de la cocina llaman la mise en place, que consiste en ordenar los ingredientes para no olvidar nada, ¡claro que estoy exagerando! Es sencillo, las tortillas, se cortan en cuatro cortes rectos para dejar 8 triángulos, puede cortar cuatro tortillas de una. ¡Me olvidé de decir queridos lectores!, que antes hay que poner al fuego una sartén grande al fuego (en aquel tiempo tenía una estufita de gas kerosene que tenía que cuidar que no ahumara mucho, moviendo una llave como la de la regadera pero mucho más pequeña). De inmediato ponga todos los triángulos a freír por 10 minutos o dependiendo hasta que los bordes estén dorados por completo hasta ese color quemado, pero no carbonizado. Bromeo. Ya entonces tendrá cortados los tomates de dos formas que prefiera, o en cubitos finos, o en rodajas, según el gusto, yo recomiendo que prueben de las dos formas. Agréguelos a la sartén y mézclelos junto con el único condimento que se da para esta receta particular: la sal. Pero si es posible pimienta o algún otro, pues bienvenido. Hasta este sencillo paso van como 20 minutos. Déjelos cocinar hasta que los tomates se cocinen. Aunque a veces al dente saben muy bien, cuestión de gustos. La idea es experimentar, que así fue como empecé con esto. Lo importante, y debiera subrayarlo, es que no los tape porque se ponen aguados como pañuelos sin gracia. Para terminar con mis recuerdos de aquellos tiempos graciosos, recuerdo bien que los vapores aromáticos despertaron, no solo a mis hijos, sino además a una vecina muy comunicativa y curiosa y vaya a saber que más, que se acercó a ver y me pidió la receta (como si fuera algo tan complicado), me halago mucho, pero no pude evitar una risita en mis adentros. (Si quiere, puede maridarlo con un buen café de olla, por supuesto). Ingredientes: - 10 tortillas (frías) - 5 tomates - 2 cebollas - Aceite o mantequilla. Por cierto, no gasté los Q0.05 centavos. Emilia Carlota Ramírez mayo 9 2022

viernes, 10 de junio de 2022

Caravana-Laser

Otro pueblo de Dios vaga por el desierto de Sonora. Dejaron su tienda Jehova Jire su abarrotería atrancada Eben Ezer. Van por el paso sin agua viendo alucinaciones causadas por el hambre En lugar de tirar una vara ahora encuentran palitos que se convierten en lombrices en el estomago y en lugar de abrirse el mar se abren los ríos secos llenos de plantaciones ilícitas que algunos filisteos mexicanos les ponen a la espalda. ¡Oh Canaan del norte! ¡Oh Persia de Nueva York! ¡Oh EEUU de ninguna parte! La zarza ardiendo de un Moisés pollero de un vil coyote traicionero los desvía ya no los llevará más a la tierra donde fluye Coca-Cola y Kentucky Fried Chicken ni leche y miel ni nada solos y perdidos en la ciudad de Los Ángeles verán cara a cara al demonio. Otro pueblo de Dios camina en éxodo por el desierto hacía su tierra prometida ya no por un Dios hebreo sino por la necesidad actual y los anuncios olímpicos. La caravana de 15 mil migrantes guiados por el becerro de oro avanza sin destino. Oliveros /Retalhuleu 10/6/22

martes, 10 de mayo de 2022

Sara Sun

Inmediatamente al verla, esa navidad del año pasado, me recordé de una frase importante de William Faulkner (un escritor norteamericano, que debió nacer, más o menos, a unos 3.202,43 km de Seattle), donde reside mi tía Sara Rebeca Sun Guillermos, que dice “La gente no olvida mucho más tiempo que el que recuerda”. Era la navidad del 2021, me nació del corazón pasar la navidad con mi madre, mi hermano menor y mis dos tíos. Casualmente esos dos tíos, son hijos de dos esposos de mi abuela, de dos etapas de su vida que se proyectan bastante bien en ellos dos. En realidad fue una buena idea volver, compartir y preparar una ensalada con uvas y leche condensada que nos quedó de buffet. Regresé a la casa de mi abuela, esa memoria de cuartos de madera percudida, que luego fue demolida para construir una casa formal de block y terrazas, pues luego de cuarenta y cinco años estaba de nuevo en ruinas, con mis dos tíos solteros, pero con mi madre allí, la más sufrida, con el ánimo hasta el techo. Parecía una reminiscencia de la voluntad y carácter de mi abuela, al tratar de obviar la destrucción. Con su espíritu habitual, mi madre estaba jovial y desinteresada en ahondar en nada que fuera desagradable como enfocarse en los errores y vicios o recuerdos ingratos; era navidad, noche de paz, noche de amor, y punto. La cena fue magnifica, pollo asado a la leña, ensalada fresca, rodajas de pan sándwich, Coca-Cola o Sprite, Sangre del crucificado. Esa es mi familia, que yo tampoco quise una perfecta, ni una mujer con un empleo burocrático o con aspiraciones domésticas, así que todo estaba allí en su lugar como en cuadro de Picasso llamado Guernica. Entonces se abrió la comunicación vía internet, Seattle-Guatemala, la familia Fouar también fragmentada en madre e hija, que gracia para el mundo tantos desfases. La vi allí desde el computador, sentada, sonriente en su sofá de su casa, al lado de su hija Michelle, como si fuera una refugiada judía. Hay que anotar, para los que no saben, que digo esto con el justo precio que conlleva salir de un país en llamas, ya que ella siempre fue muy trabajadora, y creyente de resistir con todo amor a la familia, batallar un país sitiado por generales asesinos y locos, democracias débiles, corrupción y revoluciones mediocres, así que al verla tan lejos en el confort de su sala, me alegre mucho verdaderamente por ella y por muchos latinos. He oído testimonios de varios sobrevivientes, de Israel, África, China, Alemania, toda Centroamérica, y Rusia, y nada se compara con la neutralidad norteamericana y su favorable desigualdad étnica entre la comodidad confortable que ofrece este sistema que para bien se ofrece al mundo como la tierra de las oportunidades, de los hombres libres y valientes. Yo soy de otra generación. Nos tocó la firma de la paz y un mamotreto panfletario que se le dio en llamar Los Acuerdos de Paz. Pero soy escritor y eso me abre puertas. Hablo con mi propia voz. Agradezco a Dios que todos mis familiares, aunque segregados o invisibilizados, fueron felices a pesar de todo, y como ese gran porcentaje del mundo que viven sus glorias y sus tragedias y las superan, en un mundo enorme y de rostros y lenguas distintas, nos une la sangre hermana, aunque ahora suene palpitante.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...