martes, 24 de julio de 2012

TEXTOS DISPERSOS/ AÑO 98 AL 2003


Etoile-


Y si volvieran tus temores
algún día y te abrazaran frente
A alguien que te ama,
Estarías en tinieblas de por vida
Si volvieras ese día hacia la sombras.

            Y dejarías tras de ti
Un cuadro ensangrentado
Donde cante la soledad a media voz…

Entonces cerrarías ya las puertas
Volvería día a día a la memoria
Hablarías de naufragios
Y de flores
Besarías el viento hasta matarlo
Llevarías en las manos unas dagas
Pasarías lentamente por la calle
Te perderías sola
Comerías a escondidas y sin ganas
Serias la princesa de otros hombres,
Tu cuerpo aun envuelto entre la noche
Llamaría sin descanso entre las puertas.

Quedara para siempre en las calle y
En los rostros
 el espanto de una noche sin estrellas.






A los dueños del mundo-

Que es lo que ves alma mía,
Ves algo a través del tiempo y la nostalgia
Detrás del hastió y la demencia…

Ese hombre que ya no ama
Ni lo aman,
Ni lo odian, ni lo extrañan.
Quizás secretamente desea la muerte o vivir
En otra parte…
¡Ah, maldito instante de tu miserable presencia!
Ya no espera a nadie bajo la lluvia
Ya ni recuerda sus amores,
Va como cargando un cielo de bronce
Y cuando sonríe parece un monstruo.

Su mujer parece sola,
Ya ni lo ve
Ya ni lo entiende
Duermen juntos pero ya no se sueñan…

Ah, miserable, la soledad esta llamando a tu
Alma y no te dejara esta noche, serás llevado a las tinieblas
Y soportaras en silencio bajo un palacio,
Estas en los brazos de un dios demente,
Lloras sin lágrimas en los ojos, Ho miserable,
Y lloraras al fin cada una de tus afrentas
Ho, valiente, desdichado.


 Corales y formas.

Poseido por todos los elementos,
voy trazando estas palabras
para decirte que tu lo eres todo,
que en ningun idioma se dice ni se piensa
como en este que te escribo.
Eres todo,
todo,
la multitud, y la soledad,
lo que el alma más gigante llama,
y su llamado es de suspiro y lejanía.

Amo al poeta solitario
que gime mientras crea,
al pintor alucinado con trabajos y destierros,
amo al músico y su trova,
al silencio que lo nombra,
pero sol y sombra me separa
de la muerte de ese martir de Cuba y  de Bolivia.

Pero sigo cantando esa canción en las calles
y en las plazas.

Te amo a voz mujer de labios y pezones,
de cielo y de montaña,
y busco completarme en los estragos de este tiempo.
Amo la poeta volante y
el viento que sopla y enaltece
y a mis amigos de verdad,
entre ellos estan
algunos vivos
que ya murieron a fuerza de escribir
sus indolentes travesuras.

                                              
Reflejo transparente-

 Todos soñamos sueños que no recordamos,
Abrazamos deseos secretos que solo revela
La noche y el vino,
Creemos, a veces, que nunca saldrá el sol
Sentimos que ha muerto una luz.

Volvemos a lugares que nos recuerdan la vida,
Y caminamos como fantasmas
Como pedazos de tierra y huesos
Seguimos con todo en la espalda,
Con la pena y los regalos,
Deshilándonos contra el viento en
Cada edad del mundo
Ignorando por suerte
Todo lo que la muerte recoge por las mañanas
Además de nuestras rosas marchitas
Todo lo que ella misma olvida de nosotros
Y todo lo que nosotros buscamos en ella.




No Supimos tu Nombre-


Solo la poesía es clarividente.
Pablo Neruda.


Y te sentí tan lejana,
Mas allá de mi alma
Y estabas en silencio como una estrella al limite del sol,
Tan callada como una lejana montaña.
Y fui en busca de ti a todas las regiones,
Y aun allá donde reina la soledad.

Y te busque mas que nada en mi mismo,
En mis sueños, la muerte,
Y encontré tantas mujeres idénticas que se llevaban
Hasta mis velas, caminando por corredores recónditos,
Con todo y sus bellos cuerpos de mármol
Con todo y sus enormes corazones de plata
Que mostraban en las fiestas,
Si, si, si, así, se iban,
Con sus ojos de egipcias, con sus caderas de ónice y sus
Pechos de jaspe,
sus piernas tatuadas de nombres y pequeños cupidos
Diciendo esas viejas palabras de amor que ya no
Usaba nadie.

Pero tu no eras así, como ellas,
Eras nueva como el misterio, como la palabra
Que descombra lo cotidiano.

Apareciste acá como cualquiera que me pregunta
La hora a plena calle
Con tus mismas manos tiernas,
Y tú grito fulgurante,
Tus pies descalzos
Tu cuerpo secreto como divino,
Toda tú envuelta en versos,
Volviste a mí en el poema.



La calle-

         Cuando ya todos han pasado sobre ti
Y el solo cruce de las sombras te fragmenta a cuchilladas,
El ultimo en quedarse en la avenida soy yo, que no me resigno
A pasar y que el tiempo se me valla de las manos;
Y recuerdo los momentos que ya solo llevo entre mis manos
Como rosas disecadas entre cuadernos,
Ese tiempo presente que va en el corazón como un abrazo
Como un vació en el pecho donde el fuego
Quema diariamente donde tu voz danza
Aun sin conocerme y mi
Calor se aleja y desciende a un rincón junto a tu pecho.




Su Dolor-


         Y nos volvimos amantes
Y desde entonces yo te cuento que te
Sueño.

Y visitas por las noches este cuarto
Y me abrazas con nostalgia en el silencio
Y con caricias que hasta sienten las cosas que no viven,
Y se mueven esas cosas y me espantan
Cuando olvido que eres tu sobre mi almohada.

         Una vez te vi dormida
Antes que yo, fue una vez que no vine hasta muy tarde,
Y trate la manera de quererte
Recordando la textura de tu carne.

Y podría llegar a comprender
Que eras tú desde tu casa,
Que no había puertas ni otras llaves,
Y al tratar de besarte: como en un sueño
Yo te vi en tu cama tratando de alcanzarme.



                  I


Ecos, ecos, ecos,
Van y vienen
Y se repiten una y otra vez
Junto a ti
Cerca de tu alma.
¿Qué dirán ellos solos cuando tu
ya te hayas ido)

                  II


A veces cuando creo que no
Hay nada en la nada,
Nace un nuevo imperio: la
Catarsis de lo interno.

                  III


A veces todo es demasiado fácil,
Obvio y estrictamente predecible,
Como si uno viera la misma película siete veces.


 

Outsider-



         Te pierdes en el vino
 rostro entenebrecido…
Lo ves tus ojos también se pierden como libélulas en un rio
Pero la lluvia siempre nos hizo soñar,
Lo ves, no solo el silencio te trae soledades.
Hay una mujer llena de joyas,
Brillantes perlas sobre el corazón frió,
Una esmeralda en el mismo dedo insensible,
La prisa por el tiempo presente y
Su mordida profunda…
Lo ves, están todos tan lejanos y allí se va todo
Este simulacro del espacio que murmura nunca en mí
Conciencia, o en mi alma, entre mi sangre,
Y yo solo puedo leer… apenas lo que me dicen,
Y  difícilmente lo logro transcribir.

 

Un recuerdo-

... y él dijo “dios es un empleado negro que trapea pisos en un edificio de Harlem”
y añadió... “lo que no sabe, es que es Dios”


Cuando le ponías atención
A mis miradas
Te urgías simplemente inexplorada
Te huías inexistente simplemente.

Cuando le ponías atención  a mi
Voz
Viajabas junto ella entre la noche,
Te hundías vagabunda en las cavernas,
Salías como un ave de ventanas.

Ahora nace canción
Abro mi voz
¡Tiro miradas!
Y tu en otra almohada acariciada
Y yo entre el murmullo de mis voces
Haciendo algo como nuevo
Jugando a ser como si no soy
Divagando con la noche y mi dolor.

¡Digo tu nombre de mujer.
Y nada,
simplemente ya no te oigo en el corredor,
Ya no te veo,
Ya no te siento ni lejana!

 

Elegía I-


Agotadas están mis palabras
Al verte de pronto en esas puertas
Agotadas ya sin llanto
Muertas sobre mi, pesadas.

Tu rostro que se yergue como una rosa
Es un remedo hacia la dicha,
Una palabra sin textura
Un signo del otro lado
Donde salen hombres de blanco y con antorchas
Donde las calles son de oro
Y de cristal...
A esas calles van mis palabras agotadas
Ya están a la puerta, resignadas a morir.




Elegía II-


Amor, que nunca yo te lea
Un verso de Rimbaud...
Esos versos tan sencillos
Que llenan de aflicción,
Unas letras que se juntan en medio
De la peor burla.

Amor, perdido estoy en esta duda
En esta luz tan pequeñita,
En una voz como de bruma
Que agita con sus manos una luna.


Faunos...-



Y estaremos de pie
Hasta el ultimo crepúsculo.

Te tomare de la mano y tu
Me tocaras completo
Cuando ya estemos muertos,
Cuando seamos,
Como dijeron otros,
Como digo ahora,
Y quizás, como a veces,
Dices también tu:
solo
Fauna.

Y me amarraras los brazos
Con tus suaves besos
Y te comeré la boca
Como dulces frutos,
Y solos, haremos lo que siempre
Hacemos,
Cuando estamos solos.

 

Ruptura-                                              


...el espanto secreto
 que brota de la carne...
                                                                                                                             Stéphane Mallarmé



Y pensar
que con nosotros nace la muerte.

Sentir a veces que llega la hora
el segundo instante de entregarnos todo
y volar sin tregua,
armados del bagaje terreno
a otros nombres cercanos e innombrables.

Volver a la inocencia
o al esfuerzo de un vida.
Sabiendo que olvidar es la nostalgia,
entregándonos con todo o casi nada,
solos con las manos y las ansias

¿Niños?
¡Otra vez niños junto al padre,
sedientos insaciables
de otro amor
que nos desangre!

¿A qué llegamos a temerle?
A la muerte que nos miente,
a la muerte que es la vida,
a ese espanto que nos llama
al final de la vigilia.




Espirales interminables-uno-


Hermano mis manos
A las tuyas,
con un amor extranjero
y mío.
Y siento batir mil veces mi destino
En el fuego de una llama clandestina.

(Algo arde desde dentro
que se agita y convulsiona,
no es un ansia solitaria
es el mar que llena dentro).

...Y me perdía
solitario,
sin saber que entre las piedras
habitan y se funden los amores subterráneos
que hace ricos a los pobres
y a los ricos vuelve necios...
amores que hace santos a los locos
y a los mansos vuelve bellos.

Frente una espada estoy
de frente
a la muerte llevo dentro.


En San Felipe-     

Allá en San Felipe
nace de los suelos una virgen Iglesia
como una niña muy humilde,
descalza como luna de barro.
Nace sin esfuerzo como un milagro.

Cuentan todos su memoria, sus colores inocentes,
Va naciendo de las montañas
Va haciéndose a si misma.

Por dentro huele a cielo,
A milagro clandestino.
Rostros depurados de martirio,
Con la gloria sin corona, sin sandalias ni brocados,
La vi como es allá en los cielos, imagino,
la verdad tan inocente desterrada en este pueblo.

Allá en san Felipe,
ven
Los güipiles tan sencillos,
los descalzos pies humanos,
Las manos levantadas en armonioso velo,
a cristo crucificado
que a perdonado mil pecados,
un cristo latigueado en Jerusalén, que acá,
anda descalzo
viendo las montañas y las gentes.
Lejos de los anchos tomos de teología
que parecen carrozas fúnebres,
Aquí el dios desnudo
hasta en la misma cruz
Se siente dueño.

Allá en San Felipe
nace de los suelos una virgen Iglesia
como una niña muy humilde,
descalza como luna de barro.
Nace sin esfuerzo como un milagro.


Edulcorado-


Si fuera solo de decir frases bonitas
El silencio seria tan cristalino.

Si fuera tan lleno el mundo de nostalgia por lo ajeno.
Pero al día no mata,
Siempre el prójimo es el enemigo.

Duele decir lo cierto
Porque detrás esta la muerte,
Filosa como un cuchillo,
Hambrienta como langosta.

La apariencia que esta en lo dicho,
Cuando brilla en los ojos, el tiempo se va.
No hay nostalgia tan infinita
Como la de aquel que sabe lo que
Jamás dirá.
Te dijo que no,
que no quería oír los poemas hacia ella. Colgó su brazo de cobre.

Cada palabra que me dices
Se queda en el alma.
De verdad me lo dices.




MakeStars!-
Te he mostrado a veces una noche,
Un quedo bosquejo de inocencia,
A veces soy la humedad en una cueva,
Y tus palabras se quedan contigo solas,
Pero te rescato cuando pasan  muchas voces
Y volvemos como dos y de la mano,
Somos muchos en la cama, somos
Tantos que nos abrazamos hasta el borde,
Yo te amo,
Y no busco otro sentimiento mas profundo
Que el de tus manos,
Y son tan largas y delgadas como pintadas de
Blanco,
Tus piernas son también delgadas, llevan dentro
Pasos lentos y sigilosos que buscan en el suelo su camino.

Te he mostrado a veces la mañana.
Vas de mi mano como en un barco, a bordo, con nosotros,
Va la muerte
Que nos muestra su sonrisa destapada,
Sus huesos al aire y una
Altivez desmesurada.
Reímos de la muerte, y vemos el mar... tu mar, imaginas el cielo hasta
Tocarlo...
¡Quien te detendrá al medio día!
El mar nos lleva a casas y ventanas, lleva el viento voces amigas,
Retorna la memoria un día que llueve,
Nos atamos mutuamente hasta inmovilizarnos,
Nos tapa la boca un destino impertinente,
Yo no digo mas que lo que siento y es lo suficiente.
Amo tu cabello negro, tus brillantes ojos que me ciegan,
El valor de ir conmigo en este barco, que se agita con la fuerza de lo hondo,
Un ser que convulsiona desde dentro, lleva coronas y dominios,
Lleva otros seres devorados, ahogados, injuriados, embrujados,
Salen sus rostros de las olas
Y sonríen como muertos, tan felices de morir o haber muerto,
Tan contentos de no ir entre los barcos.

Te he mostrado mi cadáver,
Mi dolor
Mi felicidad... una dulzura pasajera
Un cometa que dibuja una línea que se borra.
Tenemos suerte allá en la penumbra,
Violines
Tarros colmados de felicidad
Nosotros dos haciendo un alma más
Juntando chispas para crear una estrella
Haciendo un nido de espinas y de plumas
Para poner un día nuestra vida
En las manos de un Dios que le de forma.

Sub-BohemiaUrbana-

“ ...la cama revuelta estaba,
después de una hora de acción,
y luego en la sala el televisor que no cuenta
historias de amor...”


Y sonreíste siempre enloqueciendo,
Tirando de un lado a otro como un toro.
Viendo rostros trémulos de pornografía,
Viendo tanta vida escondida entre sus máscaras.
Llegaste al fin cargada de símbolos
Llegaste con la canción,
Con el himno sacro y un nueva filosofía,
Para los niños agotados,
Para los continentes adormecidos.


Su baile.
Su mujer hermosa de vientre dulce,
Sus ojos viendo siempre
Incansable
donde acababa el siglo.

II

“... la sangre ya no ha vuelto a correr
por los caudales que se esconden en mi piel...”


Perdidos nos encontramos
Sentados y pensativos
Ungidos con los noventas.

Ellos se casaron tan pronto,
Ellos ahora no se conocen,
Niños.
Ay aquellos niños.
El viajo a Madrid,
Ella se fue a la india,
Los une un par de recuerdos:
Sentados juntos viendo dibujos en la mesa,
Ebrios,
Todos siendo silencio,
Ebrios,
Todos siendo canción.
Volverán como lo predijeron,
Volverán todos al escenario.





Amiga-


 Te recuerdas de esa tarde, cuando tu   
rostro, tu mirada y tu piel, sintieron que algo había pasado con el amor. Sentiste que era un instante que llegaba, y que a pesar de la soledad, podías estirar en tu memoria. Llevabas una rosa blanca en la mano y me dijiste que sus espinas eran tus razones. Me volviste tan sereno con tus palabras que no sentí dolor al verte sangrar. A él le dijiste que lo amabas y el viento se llevo tu sentimientos pues el no te veía. Estaba tan lejos de ti. Yo te acababa de ver y tenía unos deseos grandes de que tu sueño se hiciera realidad, pero el viento era frió y las calles estaban tan solas y limpias, que aun dentro de cada casa parecía que se escondía el miedo. Nada de lo que hiciste tenía esperanza, y tu rostro se transfiguro como una máscara dejándonos esa sensación de que tu gesto se volvía el nuestro, de que tu impotencia ante la nada era nuestra propia culpa... pero todo paso.
Le dejaste la rosa en un sobre y le dejaste tu corazón de fuego, 
sin ninguna gota de sangre, toda la habías regado ya frente a su casa.

viernes, 20 de julio de 2012

MAKESTARS!

MAKESTARS!
Y te sentí tan lejana, mas allá de mi alma y estabas en silencio como una estrella al límite del sol, tan callada como una lejana montaña. y fui en busca de tí a todas las regiones, y aún allá donde reina la soledad. Y te busque más que nada en mí mismo, en mis sueños, la muerte, y encontré tantas mujeres idénticas que se llevaban hasta mis velas, caminando por corredores recónditos, con todo y sus bellos cuerpos de mármol con todo y sus enormes corazones de plata que mostraban en las fiestas, así, se iban, con sus ojos de egipcias, con sus caderas de ónice y sus pechos de jaspe, sus piernas tatuadas de nombres y pequeños cupidos diciendo esas viejas palabras de amor que ya no usaba nadie. Pero tu no eras así, como ellas, eras nueva como el misterio, como la palabra que descombra lo cotidiano. Apareciste acá como cualquiera que me pregunta la hora a plena calle con tus mismas manos tiernas, y tú grito fulgurante, tus pies descalzos tu cuerpo secreto como divino, toda tú envuelta en versos, volviste a mí en el poema.

sábado, 14 de julio de 2012

POESÍA ERóTICA



 
Con un amor que nace
nace cada vez
el primer amor
y el primer amante.
Con un amor que muere,
muere, cada vez, el amor
y todos los amantes.
Con cada nuevo amor
tercamente renacemos
para ¡tercamente! morir
en goce y tortura eternos.
Luz Mendez de la Vega, Karma

Es de noche, entré seguido del viento frío de finales de invierno. El Gran Hotel y su Suite era el escenario para la presentación de un libro del poeta Manuel Tzoc. Era la primera vez que veía a varios amigos, luego de un exilio placentero por la bucólica tierra de Ciudad Vieja. Esa noche nos volvimos a besar con Macorina que andaba en una onda de pastillas y delirios, feliz y a la vez actuando un significado de la palabra en versos que se le salían sin darse cuenta de su boca experimentada en silencios largos y fuentes revueltas de lava y lúpulo. Si, era momento de verla tal cual, soñando con una máquina de reproducir latidos, sus propios impulsos de sangre proyectados al máximo volumen en una habitación cualquiera, donde hubiera una exposición de arte. A Macorina le apasiona la pasión, es como un feroz salmón que va siempre contra la corriente… incluso a mi me motivó a jugar con su lengua. Era como vivir una pesadilla iluminada, un sincope inverosímil en el que fuera poderosamente movido. Incluso fui yo mismo el que le dije, a esa mujer mayor, con ese cuerpo suyo y dulcemente sumergido en ese montón de años sobre la tierra, que la idea era escaparnos juntos. Me pagó el hotel de esas camas insulsas donde uno se imagina de todo. Terminamos jugando a matarnos dulcemente, primero jugando con caramelos de menta, uno al otro ejercitando esas palabras al vacío en el espacio en que la lengua trasgrede y salva los minutos como si fuera flotando el alma en estáticos golpes eléctricos en todo el cuerpo hecho de rayo. Pero luego de moverme a ese momento final, es decir, antes de todo, un amigo novelista, quizás el único en Guatemala en haber hablando de Nirvana y The Cure en un par de relatos, me dijo que hacía unas horas había muerto Luz Méndez de la Vega. Me entristecí inmediatamente con la imagen de esa mujer en los pasillos de la fortuna, era una mujer mítica. Curiosamente esa misma noche Manuel Tzoc, letra por letra presento su libro Gay (o), una valiente propuesta alterna a la poesía, suma erótica, multiplicación de percepciones. Macorina me quedó en la piel hasta una noche siguiente. El amor era entonces tan versátil que cualquier intensidad superior rozaría con el más puro canibalismo.

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martes, 10 de julio de 2012

PROFESIONALES DE LA LOCURA/ GABRIEL GARCIA MARQUEZ (I)


Los últimos días ha corrido por las redes sociales la noticia de que Gabriel García Márquez, el escritor de Cien Años de Soledad está sufriendo de demencia senil. Lo dice uno de los diecisiete hermanos del escritor y esto me parece en regla, ya que Mercedes Barcha, su mujer, nunca ha mostrado gusto por las entrevistas o la vida pública en general. A ella, como una costeña genuina, eso de las fotografías le da vértigo. Lo sé, porque después de leer los primeros textos periodísticos de García Márquez en mil novecientos noventa y uno, en un centro comercial de la zona diez, en una venta de libros dentro de un supermercado, no he dejado de seguir a éste grande de la palabra.
Me hizo reír con Cien Años de Soledad, de donde contraje una enfermedad mas fuerte que el sarampión, la curiosidad infinita de saber quien era ese tipo que había escrito un libro tan clarividente. Creo que eso ocurrió porque en casa de mi abuela, donde uno de los tíos mas listos me recomendó que antes de ver caricaturas leyera un capitulo de la biblia. Siempre he dicho que por este tío me empezó el gusto por la lectura, en primer lugar porque me leí los primeros cinco libros de la biblia con un gusto extraño, que vuelvo a releer cada año o por ciertas temporadas, y por haberme dado sin querer el gusto de leer a Charles Dickens y a Flavio Herrera que era hasta donde llegaba su pequeña biblioteca; me hubiera gustado encontrar ahí El Conde de Montecristo de Dumas. Pero sé que fue por el gusto a la Biblia que encontré a Cien Años de Soledad una lectura maravillosa. Siempre digo que en mi caso he leído cuatrocientos años de soledad porque la he leído cuatro veces, y siempre encuentro que se parecen mucho a mi propia familia o a gente cercana que conozco.  Por eso sé que Mercedes y su hijo Rodrigo deben ser los más tristes en este cuento de Gabo, que debe ser mucho más intenso que cualquiera.  
En una de esas mismas notas de prensa que leí en esos años noventa, cuenta de algunas mujeres extraordinarias de su familia que miraban la suerte entre las cenizas del fogón, que miraban números de la fortuna para la lotería en los panes que se doraban en esas mismas cocinas colombianas, que esas mujeres eran las mismas que hablan de noche mientras soñaban que iban en barcos piratas, que esas mujeres eran las mismas como su abuela ciega que no se desvestía nunca delante de un radio de transistores porque no podía entender que la voz del hombre se oyera tan cerca viniendo de un lugar remoto. Como no se iba a volver loco Gabriel García Márquez, después de pasar una vida entera entre los libros y jugando a ser escritor de éxito por pura suerte, porque alguna vez lo dijo “estaba dispuesto a morirme de hambre para serlo”. Pero fue todo lo contrario gracias a la disciplina y el calor de la amistad. Ahora, al enterarme de está noticia no puedo dejar de sentir tristeza. Carlos Fuentes acaba de morir; Monsivais  murió en el 2010 y no puedo dejar de sentir que se están muriendo los genios que estudiaban por placer y lograron poner en el mapa las letras latinoamericanas con tanto brillo, elegancia y lustre poético.
Imagino que el hermano de García Márquez no sabía lo que estaba diciendo. Jaime Bello el director del Instituto del Nuevo Periodismo salió en su auxilio en esta misma semana, diciendo que García Márquez  solo tiene algunos olvidos por la edad. Al paso del tiempo las novelas de Gabo crecen y se entierran en la historia. El domingo pasado vi la película adaptada de su último libro, Memoria de mis Putas Tristes,  y veo con mucho placer que ya están entendiendo su mundo.  El director es Henning Carlsen. Y una actriz que siempre es emocionante ver, es la hija de Charles Chaplin, Geraldine. La película es grandiosa por los diálogos fieles y el actor principal que encarna con respeto, y como dije, actúa como si no existiera el guion, ni el libro, y el fuera el autor. 

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Próximo texto: Manual para morirse de hambre.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...