miércoles, 21 de octubre de 2009

NOCHE DE HIP HOP EN BELLAS ARTES/MC*



Hay un cuadro de Klee que me encanta sobre mi librera. Un acorde de Soda Estereo que se difumina en sus colores. Una foto de Basquiat que huele a monte. Todo eso en mi escritorio mientras recuerdo a estos poetas urbanos cantando sus lyrics con una hermandad genuina. Fue ayer en el Teatro de Bellas artes. Fue ahí, luego de escuchar a Mejía Godoy, luego de comer buñuelos en Santo Domingo, luego de ponerme una chumpa de inmigrante y salir por esas puertas de madera, y buscar en Gardenias un espacio para oír poesía. En Gardenias se había clausurado el evento por contrariedades entre los organizadores. En la Plaza me encontré con un grupo de compañeros. Es curioso que siempre nos encontremos y, me contaron sobre el evento de Hip Hop en el teatro de Bellas Artes. Estaba José Chamale, cantautor; Juan Carlos, fotógrafo oficial del colectivo S.O.P.A.; Tito, un vecino; Eckerman, joven lector y músico; Rolando Orantes, guitarrista y, Chepe, amigo poeta que viaja en bicicleta. Caminamos por la Sexta Avenida y me di cuenta del respeto que tienen los automovilista por los peatones y los ciclistas, me pude dar cuenta, sorprendido, del gran respeto que tienen los ciclistas por los de a pie. Comentábamos con Juan Carlos y me decía que sólo pasa en la Sexta Avenida, en otras calles han aventado a muchos.
Al voltear por la Avenida Centroamérica vimos el maral, rostros conocidos y desconocidos, amigos fraternales y solidarios compartiendo el vino y los abrazos. Estaban todos. Tantos amigos que sólo la enumeración me valdría una lista infinita. Yo no iba a entrar porque pensaba regresar a casa y empezar de nuevo la corrección y lectura de mis trabajos atrasados, pero, Alan Vásquez (alias el demonio), me convenció. Al entrar le di las gracias por haberme insistido. El proyector de VJSine mostraba, en todo el escenario criptografías estampadas sobre los telones rojos y mándalas lumínicos con una potencia que inducía al baile. Se escuchó la entrada del primer Rapero con mucho talento. Muchos bailaban. Otros estaban sentados en las butacas. Frente a mi estaba un grupo de bellas valquirias bailando con unas niñas. Adelante estaba la poeta Rosa Chávez muy bella, vestida con una blusa tejida de un corte regio. Luego me despedí de todos, caminé por cada una de las calles acompañado de la memoria de cada uno de los sonidos que conocí. Llegó la hora de sentarme y empezar esta nota, pero antes quisiera decirles que los poemas de Whitman y Vallejo también son rap.
Fotografía: Kunti Shaw
Autora: Lunatika Lu León/

lunes, 19 de octubre de 2009

UNA AMIGA MUY BREVE Y ALGO SOBRE LAS JAULAS




Una amiga muy breve me dijo que le gustaban los animalejos que vivían en mis textos. Era una amiga muy bella, como todo lo bello, siempre fue breve. No la he vuelto a ver. Mis animales siguen evolucionando dentro de mí y como Blattas Orientalis recorren mi cuerpo con patas de serpientes voladoras y cara de piojos chinches, ahí están extrañando a esa mujer que los descubrió bellos. Las personas breves aparecen en mis textos con mayor luz y sombra, son creadas con colores versátiles que pueden llegar a ser verdaderas obras de arte, pero breve, un arte mortal y peligroso. Si pudiera contar algo verdadero, diría que estuve parado delante de una jaula que es una puerta de un Cafetín neón, en el preciso momento en el que un hombre tomaba su arma y le apuntaba entre los ojos a un amigo, el golpe del martillo contra el cielo bala, no hubieron muertos por fortuna. Pero parece que mis apariciones en este espacio están afectando a mucha gente. Creo que fui el causante de que despidieran a alguien de esa jaula. También fue interesante la música ultra moderna de esos dos tipos con vestiduras geométricas y las fotos de Byron Mármol, y lo original que me supieron los tragos de Indita con horchata, más bien como una piñata para grandes, viendo la calle de la sexta avenida trepado en la cornisa de esa casa a unos metros del cine Lux. Pero extraño algo de mi amiga tan breve, quizás que nunca pude verla sobrio. Las Blattas Orientalis cada vez se me aparecen más y más en mis cuentos, saben de alguna forma interdimencional, que yo soy como una de ellas. Imaginario como una Periplaneta Americana.


jueves, 15 de octubre de 2009

PROSA RECORTADA/LECTURA HOY EN BAR EX-CENTRICO


Lo desconocido de tí
Eso que te hace vivir
Sólo por estas noches asesinas
Te van volviendo a la ternura de una luna
Escrita en la fuente central
Rodeada de azules plazas malditas


Gitanos éramos en aquellos tiempos
Ilusionados con las calles cortadas
Olvidamos la infancia con las calles cortadas de mi madre que
Vivía y gozaba por las calles hierro donde la lluvia nos volvía victimas
Alucinadas de un gran milagro llamado por mil nombres vida
No había salida
No había una entrada más velada que tu cuerpo partido
Imaginado por un sólo Rey al final del tablero

Orada la piedra los amarillos rayos faroles
Lentos con su cuchillo de espantos sigilosos
Imaginando gotas rojas como pastillas de sangre
Velando a la par del llanto
Enamorado de las puertas de hierro
Rompiendo en cristales líquidos la
Obertura final de los refugiados en las banquetas
Solitarias donde no alienta la esperanza


Rayando las paredes aprendí a escribir
Amando a los insectos entendí del mundo
Mirando lo más desnudo de la vida me perdí para encontrarme
Iluminado y dormido, soñado por otros
Rumiando las mismas calles me fui para siempre en éste
Encantado cuento de una Sherezade moderna que me enciende la TV cada noche
Zoologicamente me acostumbro a las jaulas abiertas de esta city.

miércoles, 14 de octubre de 2009

EL MONJE/BREVE RESEÑA


*El día de ayer, mientras iba caminando por los almacenes de Árabes, oí por la radio que el ciudadano español que salto a la fama por haberse proclamado el autor del apagón del domingo, en toda la capital, y es también conocido por todos como El Monje fue expulsado del país. Nunca lo vi en persona, lo único que sé sobre el es la existencia de este video por YouTube en el que se ve la paciencia y el sentido del humor que despliega para curar a borrachitos infectados en algún lugar del Trébol. Además de eso vi su fotografía en los periódicos y en la red. Me enteré también que tenía once ingresos al país y que había dejado una carrera de exitoso empresario por una tarea humanitaria que financiaba mientras asesoraba otras Ong´s. Un caso de locura, dicen los diarios.
Ese día lunes yo escuche desde mi cuarto, bajo la oscuridad y sobre mi almohada, la vida gitana de nuestros propios hermanos perdidos en otra oscuridad más brillante. Si la voz del pueblo es la voz de Dios, yo oí a Dios toda la noche.

Por la tarde de ayer, Armando Lusquiños, regresaba a tierras ibericas en una carabela con alas.

lunes, 12 de octubre de 2009

HOTEL REALIDAD


Entramos a almorzar a un lugar de lo más humilde, que bien hubiera sido una brasserie francesa en tiempos de calamidad. Pero nos atendieron estupendamente. Pedimos un solo menú. Pollo frito con ensalada de papas con crema y abundante fuente de arroz y, nos dieron dos platos de sopa caliente. Era un caldo de res delicioso que aquella tarde, al final del invierno, nos pareció una magia feliz de los primeros días de octubre. Además nos gusto que el refresco de Rosa de Jamaica lo envasaran en botellas de Coca-Cola para poder organizarlo en el refrigerador. Era un lugar donde habían mujeres mayores almorzando, señores y jóvenes bebiendo octavos de Quezalteca, y era un lugar sórdido y mínimo pero al mismo tiempo agradable. Una señora se acercó hasta mi novia y la saludó con mucha cortesía. Parecía una mujer amable y debía ser cliente del lugar y era la primera vez que nos veía por ahí, porque nos saludo como si nos diera la bienvenida. Un poco después apareció un músico que habíamos conocido un día antes en una cafetería china. Era un señor curtido por el sol, con profundas heridas de desvelo y los años habían sido duros para el, se notaba en su rostro de una forma permanente y se podría uno imaginar que había llevado una vida de infortunios por haber elegido una vocación y un vicio al mismo tiempo. Por un tiempo había compartido con su mujer el gusto por la música, por 1976 eran los esposos Iseppi y se presentaban en las radios a cantar. Me enseñó un carné de la Asociación de teatreros, cantantes y similares, y se veía robusto con la dignidad intacta y parecía un tipo decente. Fue muy amable un día antes en cobrarme las canciones a quetzal, pero además era todo un personaje. Terminamos de comer en el momento en que un hombre se sentó a nuestra mesa y me pidió que le regalara para un trago. Parecía un tipo sin vergüenza por el alcohol y parecía indigno que pidieran con sus manos fuertes y su rostro entero. Pero le dimos unas monedas y, luego terminaron por sacarlo cuando empezó a molestar a unos clientes. Era un lugar intimo y parecía poblado por vecinos que no vivían lejos. El servicio sanitario estaba al subir unas gradas y desde ahí se podía ver la vida humilde que llevaban los dueños. Ese mismo día, a las dos y media de la mañana habíamos asistido a un milagro que sólo pudo venir de un poeta. Una cena improvisada por Simón Pedroza que no parecía una cena improvisada sino un gran banquete de espaguetis con salsa de atún y vegetales rociado con queso parmesano y grandes copas de vino tinto Frontera. Al final de la cena de esa noche Simón llevó un librito negro y sin decirnos el nombre del autor empezó una lectura que nos llevó a saborear con gusto el vino, era un poeta del mismo país del vino tinto, Vicente Huidobro. El tiempo es sólo una fantasía de la imaginación. Por la mañana, antes de entrar a la brasserie, vimos un hotel que se llamaba, contradictoriamente, Hotel Realidad, una pareja salió apresurada tapándose la cara.

BRASIL OLIMPICO POR ALAN MILLS


Colaboración de Alan Mills.
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Me queda claro. Clarísimo: poco sabemos realmente, latinos, apenas entendemos algo de ese espejismo inmenso llamado Brasil. Nos seduce, nos aterra. Y nos salva: hacia allá correremos ahora. Hemos comenzado a refugiarnos en sus embajadas. Ya sabemos que este ornitorrinco tremendo usará el pico para intimidar a los delirantes pirómanos de nuestra historia. Yo aprendí portugués trabajando para una empresa de mercadeo. Y luego llegué a disfrutar esta lengua en toda su dimensión plástica (sí, como si mirásemos los suspiros que forman las palabras por el aire), caminando esas calles adornadas de belleza, o bebiendo cervejinhas en Sao Paulo. A veces también me asusto. Pelé es un monstruo de dos cabezas: por un lado admiramos al niño negro que aprendió a jugar descalzo, pateando cocos desde las favelas hasta ganar varias copas del mundo; por el otro lado nos provoca un espanto singular mirar su cara de androide risueño hasta en las bolsas de comida para perro. Hay una intermitencia dialógica entre una dimensión visible de libertad corporal, alegría e industrialización, con otro mundo perdido, también llamado Brasil, donde pareciera que "bailan sobre cadáveres" y donde los nombres aborígenes son sólo nombres de calles perfectamente asfaltadas. Lo cierto es que hoy por hoy se vive la efervescencia olímpica por el Brasil, es la simpatía mundial, y hay un optimismo desbordado que hasta por momentos quisiera sugerirnos el final del sueño americano, para pasar ahora a construir la humanidad con la forma de un gran carnaval. Y nosotros queremos bailar con ellos, aunque nos miren con esa suspicacia de quien conoce bien los materiales con los que se arma el concreto que resiste a todo incendio. En ningún lugar se vive con tal intensidad la hibridez fronteriza entre los cosmos virtuales y sus efímeras, aunque intensas, chispas de materialidad sensual. En Brasil conocen muy bien la forma de crear proyectos acromegálicos y saben venderlos. Hay una fingida ingenuidad y un pragmatismo que podría sentar un modelo global de vida práctica. Política sin euforias, economía sin complejos: tecnología populista. ¿De verdad están bailando? A veces los brasileños nos piden que incendiemos algo, es verdad, pero finalmente lo interpretan nada más como si aquello fuera una instalación de arte. ¿Les gustará jugar con los pirómanos?, ¿construirán con los restos de nuestro desastre otro espectacular edificio en la Avenida Paulista?
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miércoles, 7 de octubre de 2009

CARLOS SALVADÓ/ AMIGOS


Carlos Salvadó se parece a Melville porque tiene cara de capitán de barco. De esos barcos que cruzaban el atlántico de America a Europa. Mide algo así como dos metros, pero para mi es más alto aún. Se deja la barba blanca y cuando camina, suele apoyarse en un bastón de madera, que parece una rama que el mismo hubiera cortado y barnizado. A las primeras palabras uno sabe, por alguna razón del corazón, que Carlos es noble y claro con lo que dice. La primera vez que pudimos hablar estaba de momento en casa de Simón Pedroza. Me contó, mientras le ofrecía una cerveza, que estaba viviendo muy feliz en San Juan la Laguna, dando clases gratuitas de matemáticas a sus vecinos, y algunos niños. Carlos es matemático y además suele decir, con mucho orgullo, que es un ateo sin problemas de entrar a una iglesia y disfrutar de la fiesta. Le gusta ir a la iglesia evangélica los domingos antes del almuerzo porque le gusta el baile y la alegría espontánea de los creyentes de San Juan. Esto es un rasgo definitivo de éste gran amigo de casi ochenta años, su libre pensamiento, su instantánea sonrisa de joven. Esa tarde en casa del poeta Simon Pedroza, hablamos sobre T.S. Eliot, y entre otras cosas, recordó un poema que se titula The Love Song of J. Alfred Prufrock, y del cual reproduzco un fragmento que el mismo Salvadó nos recitó:
Let us go then, you and I,
When the evening is spread out against the sky
Like a patient etherised upon a table;
Let us go, through certain half-deserted streets,
The muttering retreats
Of restless nights in one-night cheap hotels
And sawdust restaurants with oyster-shells:
Streets that follow like a tedious argument
Of insidious intent
To lead you to an overwhelming question...
Oh, do not ask, "What is it?"
Let us go and make our visit.
Carlos Salvadó no es un norteamericano común. Me contó que, para el tiempo que empezaba la infame guerra contra Vietnam, el no quiso ir y su negativa le costo la nacionalidad norteamericana. Sus razones me confió, mientras caminaba muy despacio por uno de los patios de la casa del poeta Pedroza. Fue un momento difícil, según me dijo explicándome todos los trámites que tuvo que hacer para recobrar su nacionalidad, y me di cuenta de la suerte que tenía de haber conocido a alguien tan valiente. El episodio del poema de T.S. Eliot se quedó imborrable, porque caminábamos por la 1era. Avenida de la zona 1, rumbo a una tienda a beber los primeros aperitivos de Quezalteca, que es una de sus bebidas favoritas. Cenamos todos juntos unos platos generosos de Shapsui y Chao Mein. Luego terminó la noche oyendo a un cantante urbano, maestro de la guitarra, bebiéndose los últimos digestivos en un restaurante chino.
Anoche lo volví a ver en el Parque Central, tan fresco, como si acabara de despertar, desde la última vez que nos despedimos.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...