miércoles, 31 de mayo de 2017

INFIDENCIA O RECOMENDACION (I)





En las bibliotecas, universos compactos, el silencio no se hace por los que aparentan estudiar, sino por los que duermen: ya sean vivos o muertos, figurativa o literalmente. Tomemos en cuenta, por favor, que existen en esos universos algunos que llevan siglos de sueño; otros, no solo duermen sino que han muerto y, algunos, solo se hacen los dormidos, porque siguen llevándosela de vivos.
En realidad se debería hacer fiesta en las bibliotecas y sus libreras, lejos de parecer fachas imprudentes, lucirían adornos carnavalescos y, tal vez así, las juventudes se emocionarían  con ese oficio que requiere atención concentrada  y mantener la boca cerrada y la mente abierta. Como un dato en suma gracia y confiando de que nadie se dé por aludido, y las autoridades de esa biblioteca no tomen decisiones censurables, me contaron la otra vez,  que en la Universidad del Valle las juventudes han tomado los anaqueles como afrodisiaco y han procreado futuros universitarios entre los confortables libros de botánica y genética.
Hay aún así, en ese cosmos compacto, en esa urbe de sueños y letras, cifras y sabiduría adormecida, algunos que deliberadamente vemos despiertos, de pie, ante la puerta esperando salir a dar un paseo al parque y, olvidarse del olor de la madera en rodajas, que es finalmente, el papel de cada libro.



Foto: todocoleccion.online

lunes, 8 de mayo de 2017

El ring es una página en blanco



Mis puños parecen de luchador
aunque siempre he peleado con lápices de colores
y lapiceros Bic.

Nunca estoy seguro de nada
pero avanzo con rayas y letras.
Siempre solo
pero con una insensata seguridad de mago.
No he descubierto
más que una esquina de mi mismo.
A veces lo logro
a veces lo logran ellas
(las perras negras)
a veces lo logramos todos juntos
ya que mis palabras fueron las tuyas
y mis puntos no son solo mios.

La noche es un mar de cabeza
negro y sin horizontes
-pero sigo peleando por decir-
al menos por intentalo gano
puntos suspensivos. 


 -

Imag. natedsanders.com

viernes, 28 de abril de 2017

Canción que no es.



Para dónde va la Luna.

Esto no es una canción
es el estruendo y agonía
es el testamento del fín
y ella se debana bajo las olas
ebria y perdida.
Ha desperdiciado el regalo.

Mientras escribo
juego a morirme
con una Ice y dos cigarros
con el puñal tras de la espalda
como un bonito souvenir de viaje.

A dónde va la Luna
/si, a dónde irá/
si tu eras mi estrella.
Todo fue maldito.
Todo se ha viciado.
Todo ha errado.
Todo se ha roto.
Rodaste tu y mi cabeza
por el suelo.


-
Anonymous
12" x 16", oil on canvas
Donated by Linda L. Carrubba
May 18, 2008
MOBA #448

martes, 18 de abril de 2017

Juglares del Centro Histórico






Desde hace seis meses y cuatro días vivo en un terreno anacrónico, a unas cuadras del parque Isabel  la Católica. En la esquina de esa casa, se fabrica la ilusión y la magia, aglomerados por las tardes un buen puño de malabaristas,  se afanan en presentar sus destrezas a media calle a un público itinerante que sobrelleva el viaje detrás de los windshields. 
Se relevan o actúan en parejas y logran reunir algunas monedas, de las tres de la tarde a las seis o siete,  que se va el primer grupo a rentar un cuarto a algún hotel cercano; luego regresan más hilarantes a platicar mientras cenan algo liviano, alternándose entre todos para hacer sus juegos con más gracia.
A veces beben, cuando le va bien y, se ven bastante motivados por los dones de Baco, pero no hasta la ceguera, ya que el ejerció logra mantenerlos alerta, mucho más a los extranjeros que terminan relatando sus viajes y la nostalgia por sus manjares natales. A pesar de todo no les preocupa más que existir.
Los conocí de cerca y son bastante solidarios, algunos pocos desconfiados, pero la mayoría se entretiene todo el tiempo en aprender nuevos trucos. Allí se les ve aprender malabares con pelotas, clavas, cuchillos y machetes, fuego y agua; esferas, Ula-ula, y monociclos. Una tarde conocí a una rubiecita esbelta, que equilibraba una pelota en la cabeza, en la boca otra de futbol, girando, sostenida por una cuchara, subida sobre un monociclo mientras hacía malabares de clavas con las dos manos: precisión orquestada y dominio.
Pero no da tanto dinero ese arte antiguo de fluorescencia, que antes se alternaba en las plazas de los pueblos a donde no llegaban grandes circos. Tienen que juntar monedas para comer, pagar un hotel, el precio del transporte de regreso a donde sea su Ítaca personal. Un milagro los mantiene vivos, un impulso del canto y vocación verdadera, la amistad de los pueblos más sencillos, que viajan a pesar de todos los muros invisibles y concretos.
Ahora que llegan las lluvias se dispersan por allí o por allá junto con las aves. Trataran, algunos pocos, de inventarse el sol o tramar un show acuático. Estos juglares modernos pasan por aquí como en las claroscuras películas de Bergman, viendo visiones de gloria a plena intemperie.

Publicado además en La Hora el 21/4/2017
 http://lahora.gt/los-juglares-del-centro-historico/

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...