jueves, 1 de junio de 2023

LA MEMORIA DE LAS FLORES: ÁNGEL SOLANO

La memoria de las flores: Ángel Solano Siempre que uno ignore por lo menos un poco el cliché de entrar a una galería, que uno inocente y sincero entre a cada una de esas ventanas sangrantes, llamadas por Ángel Solano: La memoria de las flores, podrá ver sin mayores prejuicios un trazo con gruesas pinceladas, inmerso el delirio existencia de atrevidos movimientos de un ritmo sísmico. Hay un grunge en cada ventana a otro mundo donde suena el alternativo percusiamente de una forma genuina de acercarse a esa pulpa de la rosa, al corazón convulsionando de nosotros los retratados en esa ciudad caótica que nos convierte en tres trazos y un número. Llegamos con retraso. La sala en Casa Noj estaba visiblemente poblada. Todos los cuadros guardaban silencio hasta que algo sucedió, no sucede siempre, mis preferidos cuadros son los de Velázquez y Goya, desdeño a Demien Hirst, pero recordé un dibujo muy singular de mi sobrino José Pablo, que me envió desde la capital, para ser exactos desde la salita del departamento de mi hermana, y crujió la puerta, se abrió ¿o abrí?, la ventana. Entonces oímos las voces trenzadas de la ciudad gris clara, el dulce bombo verde y amarillo, la estridencia rosa de la batería, los dorsos color carne, el azul sucio de la nube que ya nos dice un adiós, y se tropieza con un ocre manchado de pardo muro. En fin, el cuadro se hizo para adelante y pude entrar a gozar de la fauna y flora de la memoria de las flores apremiantes y ruinosas del artista. No existe el tiempo, solo los relojes, hay más vida que tiempo. Lester Oliveros.

miércoles, 8 de marzo de 2023

Mi hermana Silvia

Nosotros somos los cuatro hijos de doña Carlota Ramírez. Ella sola luchando, no contra el Mundo, sino contra su propia familia, hermanos y una madre que con solo verla le recordaba la culpa de no haberse casado. Ella sola sin importarle la política internacional, ni la cultura universal, porque no le quedó tiempo para un libro. Eran los años 70s. Ella en lugar de estar gozando de los Beatles, Eagle o Chicago, ya empezaba a tronarse los dedos a diario. Antes de eso, ya había jugado ser mamá, cuidando a los hijos de una hermana, y al último vástago de su madre. Esto me lo contó ella, con ese coraje que lleva como una armadura, y es ella la que les agradece a todos, las ofensas, duros golpes y lecciones de su señora madre, que la hicieron fuerte (dice). Los cuatro oíamos estas historias, ya no recuerdo en que momento; mi madre suele ser nostálgica pero no al extremo, supongo que las contaba para un cumpleaños. Mis hermanas, una de ellas difunta a sus veintitrés. La otra, licenciada en enfermería, oyeron estas historias sin darles tanta importancia, creo que se evitaron la herida. Salieron adelante y lograron superarse, una directo a la gloria, la otra en el Ministerio de Salud, donde dirige al personal bajo su cargo. Mamá, mi hermano menor, y por supuesto el Doctor Carlos Sun, nuestro tío, vivimos su graduación en el CUM y oímos estas estrofas: Vita nostra brevis est, breve finietur. Venit mors velociter, rapit nos atrociter, nemini parcetur. Fue la segunda en la familia en tener una licenciatura y lo logró, ya con dos de mis sobrinos, un esposo que padece de afonía, (pero yo estoy seguro que es reservado), y esas eternas horas de trabajo en un Centro de Salud. La última vez que la llamé fue para celebrar la navidad junto a sus hijos, mi hermano y mi madre, que ahora, luego de ver crecer y cuidar a mis sobrinos, espera que llegué la hora de respirar con libertad.

domingo, 4 de diciembre de 2022

El deporte más hermoso del mundo

Del deporte no estoy ni cerca, pero por acá no me he perdido ni un partido. Hace cuatro años estaba en Panajachel y mirábamos el mundial en cualquier cevichería a la orilla de la calle Santader. Hoy la pandemia a caldeado a la afición simulada y delirante que gritaba gol de Australia sin saber en que continente del mundo quedaba aquello. Yo por mi lado sigo teniendo fe en Croacia porque hace cuatro años, aunque le voy a Francia por intereses literarios, hubiera querido que un país desconocido ganara definitivamente para abrirle paso a una nueva teoría, la que ahora se da: los africanos van muy cerca de sepultar a todos esos favoritos y aburridos equipitos que ya llevan muchas copas; y por supuesto Japón que nos dejó asombrados de su empuje y ambición fuera de serie. Por acá lo veo desde una farmacia o en una ferretería. De pie los 90 minutos y fracciones. No hay cantinas en Alta Verapaz, mucho menos sport-bar. Extraño el lago un poco, pero más que todo porque allá si habían croatas que se comunicaban con señas, pero al menos se les veía sufrir hasta el final.

Acontecimiento prodigioso en Xela.

La vaca pastaba tranquilamente amarrada a un árbolito, de tanto en tanto nos miraba como nos tirábamos dando vueltas-de-gato en esas hondonadas de una grama fina. Llamamos a todos, pedimos a gritos un vaso de leche pero no había nadie encargado. Así que se me ocurrió ordeñarla. Al principio la vaca intentó cornearme. Buscaba a alguien conocido con sus grandes ojos negros como tumbas. Hasta que cedió, cuando entendí que solo tenía que rozar sus ubres con las yemas de los dedos, para que nos permitiera exprimirlas sin que se alterara. Acariciarlas con cariño y así logramos un vaso de leche tibia que nos sirvió de mezclador. La Quetzalteca es necesaria a esas alturas y nos tomamos los suficientes para que ella se subiera a un bus en busca del hospedaje y yo me quedara caminando con rumbo a Salcajá. Según mis cálculos alcohólicos iba a llegar caminando, pero no. Calculo que a las once de la noche el helado viento me corrigió los cálculos, pero ya no había solución fácil. Busqué refugió y como buen scout sabía que enrollándome en un nylon podía calentar mi cuerpo, pero no fue así a estas alturas, ya que el vapor se helaba tan rápido que estaba exponiéndome a sufrir demasiado hasta la hipotermia. Me puse tan mal, que debí delirar, ya que oí que una voz me dijo, desde dentro de mí que buscara una puerta. Allí estaba la puerta, que yo creí que era de un sanitario, pero no. Era la puerta de una casa. Todo fue muy extraño, ahora que lo escribo no lo puedo creer. Entré y vi una sala de una casa de clase media, es decir, allí sobre la mesa estaban las llaves de un auto, los sofás como nuevos, la televisión plasma, e increíblemente, sobre un mueble estaba esa botella verde de Buchanan´s de Luxe a la mitad. Dudé de todo, de entrar y sentarme, de saludar, de tomar un trago, pero en el ambiente había esa certeza de que si había alguien allí quería descansar sin ser molestado. Y sí, me senté en el sofá y a boca de jarro me tome dos tragos de aquel whisky. Me calentó el estómago. Me sentí mejor por un momento aunque no me calentaba el cuerpo entero y mis pies ya estaban congelados. No sé, pero puedo asegurar que esa misma voz que me habló afuera, la oí de nuevo muy quedo diciéndome que subiera las gradas y que buscara un cuarto. Y eso hice. Pero les puedo asegurar que era tal mi angustia por el frio aquel de Quetzaltenango, que subí sin pensarlo dos veces, a pesar de que en otras circunstancias ni siquiera hubiera podido entrar sin el permiso del dueño. Allí, al abrir la puerta, había una cama, un poncho afelpado, y todo estaba a media luz. Me descalce, y me enrollé como animalito mojado y me dormí profundamente, ni siquiera me incomodó, lo que ahora puedo imaginar cómo eventos posibles, todos lógicos, de que el dueño fuera a ese cuarto y encontrara a un desconocido, y naturalmente lo confundiera con un ladrón. El miedo que hubiera sufrido si hubiera sido una mujer. Y evidentemente yo no hubiera podido justificar muy fácil mi abuso. Pensé después, y hoy, mucho después, en todas esas posibilidades, y me asustan. Pero no hubo nadie, ni siquiera al otro día, que salí muy quedo, pensando en que decirle al que fuera el propietario de aquella casa. Estaba todo igual, vacío, y logre ver sobre una silla una gran bolsa llena de cajas de celulares nuevos. No toque nada. Estaba tan agradecido, quizá con Dios, a falta de seres humanos.

domingo, 27 de noviembre de 2022

C8H10N4O2 & C₁₀H₁₄N₂

Enfermos del mundo civilizado locos del espacio artificial 3D soñadores cosmonautas de la red drogadictos y especiales con otras capacidades cuerpos que las moscas atrapan hoy que el fuego se consumió en demoras voy cayendo en extravíos de nostalgia pintoresca y de futuristas contradicciones post-modernas relativas me voy a un solo departamento conceptual que canta sobre una musa de piel nicotina y muere con un cigarro encendido en un parnaso de chencas delirantes.

sábado, 17 de septiembre de 2022

XeladeLuto

Ayer: Hace años, no sé si 14, da miedo el tiempo a lo lejos, me invitaron a la feria de Quetzaltenango. Era a campo abierto, sin embargo la entrada era como de dos metros de largo y la gente se agolpaba para entrar. Recuerdo que entre tronchado y luego aventado. Ahora: Llegamos muy temprano al concierto, llovía tupido y moderado, pero yo padezco de sinusitis y me desesperé cuando me imaginé aquel escenario más noche y nosotros solo con nylón. Estábamos empapados a las seis de la tarde. Solo pude saludar a Marvin, que es un valiente promotor de estas vocaciones interestelares. Está bien ir a ver a la mara de Bohemia, pero luego con agonías para intentar respirar, me dio ñañaras. Así que fuimos a buscar ropa seca a las pacas de la terminal. Cerrado todo. Mi compañera no dejó de hacer berrinches infantiles porque según ella creía que podía saludar a los de Viernes Verde entre ese mundo espantoso que alguna vez fue mi refugio. Me sentí adulto por primera vez, pero mi salud es primero, contando con que no habíamos reservado un hospedaje. Así que nos fuimos. Dormimos con sobresaltos ya que la música, bombas y bandas se oyeron hasta las tres de la mañana y todavía siguieron espantando hasta las diez de la mañana. Al otro día la noticia. No lo creía, parecía una conspiración de la Gallo para no dar más royo. Unos decían que se habían caído unas tarimas, otros que habían sido envenenados, otros hablaban de balazos, otros que por el slaming, hasta yo me inventé que por un rayo. Hasta que un bar tender nos contó que entró un chavo pálido a pedirle un trago, que le contó que un su cuate lo había salvado y que tuvo que jalarlo con tanta fuerza que el sintió que se le rompían las piernas. Mi conclusión fue que todos querían, al contrario de mi primera vez en Xelafer, salir primero que todos, ese fue y es el desastre. Triste para los familiares. Que descansen en paz los afectados. Cómo dormirán los organizadores y autoridades que no previeron el colapso, ese hábito nacional. Y los que pasaron encima qué sentirán?

sábado, 13 de agosto de 2022

NACHOS A LA ABRIL (Emilia Ramírez)

- Historia secreta de la receta. Fue esa vez que me levanté a las seis de la mañana del invierno más duro de 1980, con tan solo Q0.05 centavos en mi mano. En esa época todavía no las encontrábamos en el suelo para ignorarlas por completo. Afuera de la colonia estaba nublado, húmedo, y caía una brisa que no pasaba nunca en aquella casa de alquileres de la zona 5 en la colonia Abril (que hiciera famosa el no menos conocido Padre Chemita). Ya tenía, bajo mi sola responsabilidad, a cuatro hijos. A pesar de todo, me sentía la mujer más dichosa. Esa mañana los vi dormidos descansando tranquilos; luego de mis oraciones, me las ingenié para hacerles el desayuno. Vi las tortillas, algunos tomates, las cebollas, y un cabo de mantequilla. ¿Qué se puede hacer con ello? Y pensé, o tal vez sentí, que aquello eran los ingredientes para un plato de nachos cortados en triángulos y con el crocante ideal para que todos compartiéramos, pero en especial mi hija Claudia que tenía unos dientes duros, blancos y bellos para la tarea. Les cuento entonces la preparación: Primero el baño regular, confíe que saldrá todo bien en el día entero, póngase guapa, no hay nada mejor que una mujer luchona y bonita. Luego haga eso que llaman los profesionales de la cocina llaman la mise en place, que consiste en ordenar los ingredientes para no olvidar nada, ¡claro que estoy exagerando! Es sencillo, las tortillas, se cortan en cuatro cortes rectos para dejar 8 triángulos, puede cortar cuatro tortillas de una. ¡Me olvidé de decir queridos lectores!, que antes hay que poner al fuego una sartén grande al fuego (en aquel tiempo tenía una estufita de gas kerosene que tenía que cuidar que no ahumara mucho, moviendo una llave como la de la regadera pero mucho más pequeña). De inmediato ponga todos los triángulos a freír por 10 minutos o dependiendo hasta que los bordes estén dorados por completo hasta ese color quemado, pero no carbonizado. Bromeo. Ya entonces tendrá cortados los tomates de dos formas que prefiera, o en cubitos finos, o en rodajas, según el gusto, yo recomiendo que prueben de las dos formas. Agréguelos a la sartén y mézclelos junto con el único condimento que se da para esta receta particular: la sal. Pero si es posible pimienta o algún otro, pues bienvenido. Hasta este sencillo paso van como 20 minutos. Déjelos cocinar hasta que los tomates se cocinen. Aunque a veces al dente saben muy bien, cuestión de gustos. La idea es experimentar, que así fue como empecé con esto. Lo importante, y debiera subrayarlo, es que no los tape porque se ponen aguados como pañuelos sin gracia. Para terminar con mis recuerdos de aquellos tiempos graciosos, recuerdo bien que los vapores aromáticos despertaron, no solo a mis hijos, sino además a una vecina muy comunicativa y curiosa y vaya a saber que más, que se acercó a ver y me pidió la receta (como si fuera algo tan complicado), me halago mucho, pero no pude evitar una risita en mis adentros. (Si quiere, puede maridarlo con un buen café de olla, por supuesto). Ingredientes: - 10 tortillas (frías) - 5 tomates - 2 cebollas - Aceite o mantequilla. Por cierto, no gasté los Q0.05 centavos. Emilia Carlota Ramírez mayo 9 2022

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...