viernes, 11 de octubre de 2013

EFECTOS DEL DESVELO


efectos del desvelo

te perdí, 
esa historia era larga
pero la resumí una noche
en un suspiro

entonces abracé 
mi obra
la obra que hacía con mis manos
y de tanto amoldar palabras
ellas se revelaron
y al brillar me vi haciéndome
de sonidos

meridiano boca vocal
que repetías consonante

un cenicero sigue siendo la mejor palabra
para decir insomnio,
matando memorias a cada sorbo
que el agua se desperdicia a gotas
que el cielo se demora
que el cuerpo se va con la mano
hasta tocar otros bordes
otras almohadas

cerrar los ojos y abrirlos en otro mundo
es el viaje breve de la noche al día

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Corazón Exiliado

Dónde andas
cuales son ahora tus huellas...
por el valle
se oye la queja
y no cobran vuelo
los latidos esféricos
del alma de toda nubesol.

Por eso te presiento
por tu lejanía
por tu aullido
por la doble herida de hielo.

Corazón, solo eras antes
una parte de este cuerpo
caja con gato
maullido de un fantasma felino
algo como un nombre extraño
que no pronuncio,
y luego la migración
lejos de esta casa de venas
resonancia pura que envejece,
sos ese tamborcito que me guiaba al
país del llanto
con menos carga que ahora.

Así fue, no lo duden
mujeres que llaman
no hay señal.

Nos vemos en el chat querido corazoncillo.
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sábado, 5 de octubre de 2013

40R/ CUARENTA ERRE




Por el amor y nada más que por el, hay hasta fantasmas.




 El hombre se subió al bus como todos y como todos empezó a saludar. Pero este en particular tenía un halo didáctico. Se paró frente a todos, con su playera relavada, con su tez morena, con sus golpes en la cara, con sus golpes que no vimos, a enseñarle a la gente como hacer una flor con una lata de cerveza ICE.
La verdad hay cosas que sorprenden de la gente, en este momento yo estaba ya muy interesado por cierta filosofía callejera y, como suele ser la poesía callejera, esta no era menos ruda, directa o verdadera. Dijo que el encontraba tiradas las latas, si, como esta, dijo, que la encontré en un basurero, como mi vida, mi vida estaba en un basurero, dijo.

Una señora se acomodó en su asiento y le aconsejó a su nieto que hiciera silencio. Pues entonces el hombre siguió cortando la lata y dando punto por punto la explicación sencilla para hacer una artesanía con eso que para otros era una lata tirada, si, sin más valor que cinco o diez centavos, dijo, como mi vida, dijo, si, esto señores lo aprendí en la cárcel, me lo enseñó de paso un amigo mexicano, pero fíjense bien, tenemos todo para darnos cuenta de cómo actuar bien, no es necesario que lleguemos tan bajo, yo por lo menos, trataba de ganar dinero como fuera, miren hasta le lavaba los platos a otros reos, cinco quetzales por mes; y bien, luego de recortar las dos tapas, vamos a recortar los bordes del material y vamos a hacer esto para no cortarnos, ustedes saben, me dicen mirá quise hacerlo pero en el momento de cortar las tiras de un centímetro para los tallos de la flor que gran cortada me hice, mirá... me enseñan, bueno, les quiero decir que esto se logra con práctica, como la buena vida, como el ser uno bueno, hay que perseverar ejercitando el bien hasta que se vuelva fácil, pero no es difícil, como con esto, solo se requiere voluntad y la voluntad nace señoras y señores, del sacrificio y de darnos cuenta que es más fácil por difícil hacer el bien, dijo.
Las dos flores estaban ya en el florero hecho de las dos contra tapas. Empezó entonces a hablar de su mujer, de que cuando él estuvo en la cárcel estuvieron a punto de separarse. Sacó una flor de verdad y dijo, así de vulnerables somos, podemos estar hoy y mañana ya no estar, volvernos poco a poco algo que muere, pero por eso siempre cargo una flor para mostrar, no como estas, dijo, que son eternas, podrán durar más de doscientos años si usted quiere, como nuestra alma, por dentro, por medio de la experiencia, nos volvemos de acero, dijo. Pues bien amigos, yo solo vengo a saludarlos, si quieren ayudarme con un quetzal, cinco o veinticinco centavos, muy agradecido, por este lado les muestro algunos trabajitos ya terminados, esta jarrita hecha con todo mi corazón, mire, y con flores, además usted puede llegar con la novia y decirle, mira mi amor, hasta que esta flor se marchite te voy a dejar de amar (a estas alturas ya todos se ríen de buena gana).

Las seis pequeñas obras de arte las vendió en los primeros asientos a cinco quetzales. Hasta dijo que el domingo estaba en la sexta, que buscaran a un trompudito, negrito de pelo crispinudo y la gente alegre, quizás hasta inspirada. 

El hombre se bajo del bus, como todos, como todos se bajó.
 

miércoles, 2 de octubre de 2013

OBJETO VOLADOR NO IDENTIFICADO


De repente me siento vacío.
Pero vacío para siempre es triste.
Es un paréntesis sin fin que aparenta ser cárcel.
Pero yo no lo sé.

Entonces las palabras se me enredan en la lengua
y el pobre corazón padece sed
pierde peso
así es como me siento entonces
flotar sobre la ciudad como un globo blanco
tan lejano
pero tan microscópico
pero tan irrelevante
que pienso que nadie ve
que pienso que nadie ve que soy un ovni.

Me duele algo y no se dónde.

Me siento a llorar
y no encuentro el lugar de las lágrimas.
No tengo más que pensar en Dios
en el Cristo niño
un Jesús magnificado
que siendo un sujeto era verbo
que siendo Verbo andaba siendo sustantivo
que siendo una persona singular llegó a ser plural
en ese predicado pienso
vaya a saber en que más
cuando voy hecho un hombre
con cara de papel bond
de tanto miedo.

Tal vez,
resuelvo simple como si fuera fácil
que ya me cansé de tanto proponerte mentiras
que no quieres volver verdades

lunes, 23 de septiembre de 2013

SEPTIEMBRE (9)



Todo me da vueltas y tengo nausea. Otra mañana de amanecer buscando otra cantina. Nos asomó la madrugada bajando la 9na. Calle, una cuadra debajo de donde compré un libro de Borges que debió ser El libro de los Seres imaginarios; y ahí estamos con un cantante de rock, aporreando la puerta del bar con puños y patadas. Oímos una voz débil que sale del fondo, entre la música de Rata Blanca, que nos dice que ya va cerrar. Son las cuatro y media de la mañana y las calles están desiertas. Una o dos siluetas muy pequeñas se ven a lo lejos. Una luz azul nos encuentra riéndonos, de seguro de cualquier cosa y empieza a hacer frío en esa banqueta frente al local que aún no cierra, pero no nos abren. Una alemana se levanta luego de que la luz se ha vuelto amarilla y las cosas se hacen todas reales y decide irse a la cama. 
Nosotros somos de esa generación a los que las leyes nos parecen de juguete. Sabemos que ningún gobierno ha sido sincero, ni siquiera consciente. En nuestra sin razón lo sabemos y hemos logrado romper o al menos ir quebrando eso que llamamos “sistema”. Pero también sabemos y lo sabemos muy hasta el fondo que nos gustaría romper con todo eso, pero de otra forma, porque ahí adentro, de mí por lo menos todo esto justifica a medias mi comportamiento. Detesto los semáforos en rojo. Una noche me encabrone tanto que salí con un bate de base bol a romper semáforos. Unos amigos rompían el vidrio de esas paradas de bus. Todo se quiebra, todo es vulnerable, eso que parece eterno es en realidad custodiado fuertemente por nuestro miedo a trascender. Somos la quinta esencia del ahora. Recordé los bares abiertos después de las horas normales, llenos de gente normal y desesperada, oficinistas histéricos que sin saberlo firmaban su acta de independencia aunque sea por un segundo. 
Estamos en septiembre, pero yo soy un dependiente inn de cualquier substancia, un contracultural. A nosotros no nos interesa el “Estado”, la “Nación”, menos la “Patria”, sabemos que ha habido gobiernos que han vendido tres cuartas partes del suelo que se nos parte sin darnos cuenta. Y la verdad, estamos muy enojados.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Turismo doméstico



Hace ya, ahora lo recuerdo, precisamente esta mañana, unos quince años, le dije a mi viejita que me iba de la casa. Fue algo espontaneo generado en contra de la sobreprotección y a favor de vivir una vida independiente. Iba de la mano, de seguro, con varias llamadas de atención por un estilo de vida un tanto desviado de los horarios normales en casa.

Mi mamá lloró, pero la tranquilice mostrándole que iba a vivir cerca de mi trabajo y conoció el lugar. Tenía muy pocas cosas y de ahora en adelante, debía cocinar, lavar mi ropa y, una de las obligaciones más duras de mi vida, administrar equitativamente (razonablemente dicen otras versiones), el dinero que ganaba. De eso, como digo ya pasaron varios años. Esos primeros años era una experiencia que tenía que ver con mis lecturas, la universidad, la piscina, mis estudios de francés y, principalmente, la escritura, reescritura y aprendizaje del arte de contar bien una historia. Muy alegre me pasaba horas y días leyendo.

Mi habitación, para mi suerte, quedaba en una calle donde los fines de semana, cuando no salía con mi novia, siempre había un choque. Era uno tras otro. A veces me encontraba viendo televisión cuando oíamos, todos en esa casa de cuatro niveles, el estruendo de la debacle. Yo, que ocupaba el cuarto piso, solo tenía que levantarme con calma y ver desde la terraza como esta gente iba resolviendo sus conflictos, casi siempre, imagino que por el golpe, bajaban muy molestos, casi siempre, imagino que ebrios. A veces ese trámite duraba toda la madrugada.

Mis vecinos con el tiempo ya no subieron a ver los accidentes. Yo soy un curioso decadente, así que siempre iba a ver y logré determinar el grado de emoción de las dos partes y si aquello podría servirme para una buena historia. Nunca resulto, hasta que vi Crash de Sodenberg y entendí el contenido erótico de cada accidente de transito.

Hoy que aparecen en primera página dos ex jefes de la policía condenados cada uno a cuarenta años de prisión, culpables de la desaparición de un líder estudiantil, creo que mi turismo doméstico, mi bohemia personal, mi gusto por el vino y la pintura, la buena conversación, todo lo que he aprendido sosteniendo una copa y pareciendo un niño malcriado, ha sido, después de todo, una primavera que se ha ido extendiendo con suma calma, quizás, gracias a un alma o conciencia anterior que se hastió de tanta conmoción. Claro que eso no tenía en nada que ver con un accidente.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...