sábado, 5 de octubre de 2013

40R/ CUARENTA ERRE




Por el amor y nada más que por el, hay hasta fantasmas.




 El hombre se subió al bus como todos y como todos empezó a saludar. Pero este en particular tenía un halo didáctico. Se paró frente a todos, con su playera relavada, con su tez morena, con sus golpes en la cara, con sus golpes que no vimos, a enseñarle a la gente como hacer una flor con una lata de cerveza ICE.
La verdad hay cosas que sorprenden de la gente, en este momento yo estaba ya muy interesado por cierta filosofía callejera y, como suele ser la poesía callejera, esta no era menos ruda, directa o verdadera. Dijo que el encontraba tiradas las latas, si, como esta, dijo, que la encontré en un basurero, como mi vida, mi vida estaba en un basurero, dijo.

Una señora se acomodó en su asiento y le aconsejó a su nieto que hiciera silencio. Pues entonces el hombre siguió cortando la lata y dando punto por punto la explicación sencilla para hacer una artesanía con eso que para otros era una lata tirada, si, sin más valor que cinco o diez centavos, dijo, como mi vida, dijo, si, esto señores lo aprendí en la cárcel, me lo enseñó de paso un amigo mexicano, pero fíjense bien, tenemos todo para darnos cuenta de cómo actuar bien, no es necesario que lleguemos tan bajo, yo por lo menos, trataba de ganar dinero como fuera, miren hasta le lavaba los platos a otros reos, cinco quetzales por mes; y bien, luego de recortar las dos tapas, vamos a recortar los bordes del material y vamos a hacer esto para no cortarnos, ustedes saben, me dicen mirá quise hacerlo pero en el momento de cortar las tiras de un centímetro para los tallos de la flor que gran cortada me hice, mirá... me enseñan, bueno, les quiero decir que esto se logra con práctica, como la buena vida, como el ser uno bueno, hay que perseverar ejercitando el bien hasta que se vuelva fácil, pero no es difícil, como con esto, solo se requiere voluntad y la voluntad nace señoras y señores, del sacrificio y de darnos cuenta que es más fácil por difícil hacer el bien, dijo.
Las dos flores estaban ya en el florero hecho de las dos contra tapas. Empezó entonces a hablar de su mujer, de que cuando él estuvo en la cárcel estuvieron a punto de separarse. Sacó una flor de verdad y dijo, así de vulnerables somos, podemos estar hoy y mañana ya no estar, volvernos poco a poco algo que muere, pero por eso siempre cargo una flor para mostrar, no como estas, dijo, que son eternas, podrán durar más de doscientos años si usted quiere, como nuestra alma, por dentro, por medio de la experiencia, nos volvemos de acero, dijo. Pues bien amigos, yo solo vengo a saludarlos, si quieren ayudarme con un quetzal, cinco o veinticinco centavos, muy agradecido, por este lado les muestro algunos trabajitos ya terminados, esta jarrita hecha con todo mi corazón, mire, y con flores, además usted puede llegar con la novia y decirle, mira mi amor, hasta que esta flor se marchite te voy a dejar de amar (a estas alturas ya todos se ríen de buena gana).

Las seis pequeñas obras de arte las vendió en los primeros asientos a cinco quetzales. Hasta dijo que el domingo estaba en la sexta, que buscaran a un trompudito, negrito de pelo crispinudo y la gente alegre, quizás hasta inspirada. 

El hombre se bajo del bus, como todos, como todos se bajó.
 

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