sábado, 13 de marzo de 2010

DE LA MALA SUERTE/ ENSAYO AL MARTES 16 DE MARZO




Podría bailar entre chayes hasta sangrar/ oír a los Beattles un viernes por la mañana/ emborracharme hasta echarme tierra en la cabeza/ ver algunos murales con verdadera convicción/ acercarme hasta mi victima para oírle el ultimo latido/ llegar descalzo hasta mi victima y olerle el aroma de su sangre/ puedo volver a través del universo/ leer un libro de algún poeta postmoderno imaginado los tiempos de la Conquista/ ella me dice: sólo quiero que me ayudes a olvidarlo y yo presiento que también me iré de la misma forma/ suelo pensar en el vacio y en la nada/ hoy vi el mural dedicado a Rogelia las carpas de cerveza gallo promocionando a Oliverio el puente hacia el olvido más cínico del mundo/ y tu te queres ir a Japón con todos tus amigos oyendo Janis Joplin/ es hermosa la forma en que nos vamos transformando en otros/ la tecnología verbal y ese ruido del Ping Ball/ mis ideas son como esa bolita rebotando hasta ganar puntos siderales/ las palabras entonces se rebelan y golpean como hace un cuarto de hora en que pensaba otra vez en el vacio como poema final.


II

Podría pasar bajo escaleras rompiendo espejos/ podría blasfemar contra los gatos negros mientras los ojos como diamantes difuminados fueran perfectas linternas/ sabría en que momento de las doce en punto salen los muertos transparentados/ tiraría al cielo las cucharas y los tenedores, los cuchillos/ para luego sumergirlos en las pilas antiguas donde mi familia rezaría sin cesar por pura culpa/ culpa tras culpa tras culpa/ robar/ pedir/ robar/ el cielo de los pobres/ la redención azul de las calles rojas/ podría señalar los arcoíris y abrir los ojos de los muertos/ podría y sé que lo haría/ fumar descalzo sobre las tumbas riendo/ saldría bajo la lluvia sin paraguas a poner barquitos en los ríos dorados/ me gustaría sin embargo leerle poemas eróticos a todas las recepcionistas del mundo por sus teléfonos/ amarrarme nudos en los zapatos cuando pase el afilador y escupir al cielo escupir al cielo escupir al cielo...


III
Voy a señalar el arcoíris o la punta de la nariz de un Cristo, voy a cortar las nubes con mis dedos y te llegaré a rogar con los brazos leprosos, voy a conjurar el miedo escribiendo palabras en la arena de una calle, para hacerte volver de madrugada con el sonido lentísimo de las estrellas huyendo, caminando en un solo pie, escribiendo con una sola mano con tinta y papel, dibujando en pedazos de cartón portadas de la Santa Muerte, y me dormiré soñando que despierto y me veo dormido, me veo muerto, me veo perdido, me veo solo, me veo bajo un cielo falso cuadricula, me veo sobre una cama con dos ponchos de lana, me veo con los ojos cerrados y lámpara encendida, me veo con el radio en una sintonía fantástica, me veo celeste a la par de un cuadro de Picasso impreso en vinil, me veo en medio de una habitación intima y perpetua, me veo a oscuras y despierto sufriendo la belleza de la memoria, me veo pintando con oleos mi ventana y crear una estrella amarilla y un árbol quetzal, recitando poemas de Caeiro y sonriendo sólo hasta crear heterónimos de mi mismo con quienes platico sobre el presente, siempre en tiempo presente, siempre en tiempo presente, siempre en tiempo presente…


IV
Un gato negro ronronea a mis espaldas mientras tomo un poco de sal y doy tres saltos hacia adelante, el gato se transforma en superstición, rostros innumerables metidos en un circulo son la imagen del mundo, nacido bajo un mal signo, tras un terremoto, y con unas ganas barbarás de incendiar el mundo a los cinco años, se me atraviesa una pelirroja y despierta en mi un sueño prostíbulo donde lo único que falta es la luz, avanzo a ciegas hacia su danza felina en un viernes trece embriagante y resuelve ser solo un desierto tatuado en una toalla que se desprende del techo, y aparece Jay Hawkins cantando I put a spell on you, y sólo trato de ser feliz, mientras llega la madrugada y acaricio mi pata de conejo.
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Fotografia: Irma Serrano (La Tigresa)
Se dice que hizo un pacto con el diablo, vivia en palacio de rojo y dorado, y además sacrificaba animales en su teatro y se bebia la sangre.

jueves, 11 de marzo de 2010

LECTURA DE LAS FLORES DE DENISE PHE FUNCHAL


A Denise Phé Funchal la conocí en el festival Manifestarte. Es cordial y tiene unos ojos aconejados hermosos. Parece tan juvenil que es difícil pensar, que ya haya publicado una novela. Leí Las Flores en una semana. Al principio es una lectura difícil pues se impone cierta restricción de estilo y eso es bueno. Escribir es fácil, volar es difícil. Y en su vuelo imaginario Denise plantea a unos personajes sin rostro, y va dibujando a sus héroes cotidianos surgidos de la reverente atmosfera de los conventos y las iglesias y el olor a corozo. Las Flores es eso, un aroma a lilas que va entre líneas. Me llamó mucho la atención ese estilo refinado en donde se puede encontrar pensamientos (porque eso es lo que son) en latín, en francés, y en italiano. Y el tono disciplinado que impone escribir sin diálogos. Como digo, es interesante notar el preciosismo femenino, el detalle en los nombres de ciertas telas y trajes, la forma en la que se va contando la historia de la Nena. Es la historia principalmente de Madre y Maldiva, de un señor obeso al quien nunca describe completamente, más que por sus rosadas carnes en las fantasías y asociaciones libres de Madre, que es quien sufre las consecuencias de dar en matrimonio a su hija a un hombre indeseable, pero de buena familia. Los capítulos son cortos y retoman la acción inmediatamente. Hay símbolos, como las mariposas, las flores, el casamiento y la misma muerte de la Nena.
El día que F&G le anuncio, por medio de correo electrónico a Denise que iban a publicar su novela, era el cumpleaños de su madre ya fallecida. Fue el 21 Noviembre del año 2007. Y comparto la emoción, ya a unos años y meses de distancia de ese evento de milagro y destino.

En realidad, luego de leer Las Flores uno siente que la historia no ha terminado. El desenlace, la muerte de la Nena en el nudo conflicto de todo lo que se ha ido gestando en las calles y en la casa para el casamiento, pasa tan rápido que es como aquellos finales aparentes en las obras de Beethoven. Todo es subjetivo en arte y en literatura más. Mi opinión total es que es una novela maravillosa que conjuga la visión de una mujer y la imaginación juvenil de una precoz creadora de ficción.


PINBOL POETICO
COLECTIVO

Denise Phé Funchal
Edna Sandoval
Leonel Juracan
Lester Oliveros
Mariano Cantoral
Manuel Tzoc

16/ marzo/ año 2010.
Gran Hotel
9na.Calle 7-64 zona 1
7:00pm.

lunes, 8 de marzo de 2010

ACORDEMONOS PUES...




Mi versión particular de un libro que no he leido más que de boca de amigos. Entre ellos que ya van sumandose. Javier Payeras quien abre puertas y ventanas de un universo temporal de su vida privada. Pablo bromo que viaja en la memoria a rescatar su propio tiempo perdido y recuperado ahora en esta nota. No se me escapa tampoco Gabriel Arana que repite humanamente el me acuerdo de todos nosotros una generación que apenas esta volviendo a ver su propia arquitectura personal. Y un insignificante homenaje a la imaginación de Georges Perec que nos visita de otro mundo donde quizás lo recuerdan con esa cara de loco.
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1- Me acuerdo de mi mamá y mi papá besándose a oscuras parados frente a mi cuna.
2- Me acuerdo del patio de la casa de la abuela, lleno de flores y mucho sol.
3- Me acuerdo del blanco mazapán de Amatitlán y de como me gustaba.
4- Me acuerdo del sabor del azúcar en cubitos.
5- Me acuerdo del sol a los 4 años.
6- Me acuerdo de la calle a los cuatro años.
7- Me acuerdo de un amigo de apellido Rubios.
8- Me acuerdo del rumor de la lluvia en torrentadas arrancando tierra en un rio ancho y turbio.
9- Me recuerdo, al atardecer, poniendo barquitos de papel en un rio propio en la puerta de la calle.
10- Me acuerdo de los aviones que pasaban ahuyentando a los zopilotes.
11- Me acuerdo de las ruedas de acero en el asfalto, del repartidor de periódicos y su sonido de granizada metálica.
12- Me acuerdo del sol a los seis años.
13- Me acuerdo de la primera vez que vi el mar.
14- Me acuerdo de un sólo consejo de mi abuela y mis ojos maravillados cuando me enseño por fin a escribir el dos.
15- Me acuerdo del amigo de mi abuela que me daba un quetzal por oírme reír a carcajadas.
16- Me acuerdo del sol a los 7 años.
17- Me acuerdo cuando fuimos todos a Santiago Atitlán y entramos a un gran hotel en construcción. De regreso me recuerdo que la camioneta se averió y me recuerdo escribiendo un dictado de un amigo de mi abuela en el que escribía por primera vez CACA. (todos se rieron, por supuesto)
18- Me acuerdo de la iglesia del Padre Chemita y a sus santos dormidos en vitrinas llenas de billetes viejos.
19- Me acuerdo de Miguel, Francisco, Otto y Vinicio, Edgar, y al hijo de don Fabián armando una pelota de calcetines para jugar un partido de base- ball.
20- Me acuerdo de los Scouts y de la vez que me partí un diente a la mitad.
21- Me acuerdo de las piedras que poníamos como porterías y los zapatos rotos al final de las chamuscas.
22- Me acuerdo de la soledad de las cinco de la tarde en la casa de mi abuela mientras exploraba bajo las piedras del jardín.
23- Me acuerdo de un tío que me dejaba ver televisión después de leer un capitulo de la Biblia.
24- Me acuerdo de Jimmy Swaggart y al mismo tío ponerle volumen bajo la luz del medio día.
25- Me acuerdo también de Mazinger Z, Calabozos y Dragones, Ultraman y El príncipe y el Dinosaurio.
26- Me acuerdo de una caricatura que se llamaba Cobra y salían mujeres desnudas con tatuajes en la espalda.
27- Me acuerdo de la pequeña biblioteca de mi tío Carlos, de Flavio Herrera, Rodriguez Macal y José Milla que leí desde los diez años.
28- Me acuerdo cuando descubrí a Victor Hugo y leí cuatro veces Los Miserables en una edición de dos tomos azules que me prestaba un amigo.
29- Me acuerdo que en ocasiones ponía en el toca discos Balada para Adelina de Richard Clayderman.
30- Me acuerdo de un robot rojo que me regalaron para navidad que tenía una espada plateada.
31- Me acuerdo de la primera vez que tire un trompo.
32- Me acuerdo de los yoyos con luz y de cómo se iban destrozando en lo que llegaba la madrugada del 25 de diciembre.
33- Me acuerdo de la vez que me subí a una silla para alcanzar una botellita de vino.
34- Me acuerdo de las noches a los 9 años.
35- Me acuerdo de mi madre llevándonos por la calle como si fuéramos al monte Horeb.
36- Me acuerdo del programa Campiña y a Chalio.
37- Me acuerdo de la música de Rigo Tobar que cantaba mi mamá.
38- Me acuerdo de las fiestas en casa de la abuela donde invitaban a todos sus amigos.
39- Me acuerdo de Siempre en domingo y a todos diciendo “aún hay más”.
40- Me acuerdo de los chicles Bazuca que traían historietas.
41- Me acuerdo de los chocolates Popeye.
42- Me acuerdo de una tarde en la que mi padre me regaló Corazón de Edmundo D´amicis. Fue el primer libro en el que descubrí otros mundos.
43- Me acuerdo que también me presentaba a todas las señoritas que atendía las tienditas de tolerancia donde se ponía contento con unos litros.
44- Me acuerdo de la escuelita amarilla a los 10 años y el parquecito detrás de la iglesia donde se juntaban a fumar marihuana los ladrones de la colonia.
45- Me acuerdo de la primera vez que me asaltaron en una camioneta 103.
46- Me acuerdo de MC Hammer y su forma de bailar U can´t touch this y a Tecnotronic.
47- Me acuerdo de Sinead O´connor cantando Nothing Compares, y el romance de una noche con una supuesta prima en no sé que grado consanguíneo.
48- Me acuerdo de una madrugada formado en el instituto Adolfo V. Hall y a un chico que le rompí la nariz en filas.
49- Me acuerdo de la poesía oscura de beber por primera vez.
50- Me acuerdo de la turbulencia de los once años.
51- Me acuerdo de un hombre que cruzó de una torre a otra del Geminis 10, caminando sobre una cuerda y sólo con la ayuda de una vara.
52- Me acuerdo del primer concierto de Bohemia y que llevaba sin darme cuenta una chumpa negra de los New Kids On the Block.
53- Me acuerdo de la primera vez que fumé marihuana en la casa del Unicornio y que nos pusimos a leer koanes.
54- Me acuerdo del Informe Pelicano con Julia Roberts que la vimos con un cuate en el cine las Américas, donde también vi Un Mundo Perfecto interpretado por Kevin Costner.
55- Me acuerdo de Simón Pedroza prestándome el Never Mind de Nirvana allá por el 92.
56- Me acuerdo de los malos poemas que escribía tan bien y con mucha confianza.
57- Me acuerdo de la incógnita de Dream World de Julio Calvo y su amigo Avendaño con una barba de abuelo y los ojos más turbios que nunca.
58- Me acuerdo del mejor café con leche que he probado en mi vida en el Café Oro oyendo Mazzy Star sentado a la mesa con Omar y Giovanni Pinzón hablando de cosas geniales.
59- Me acuerdo de la primera vez que me emborraché y desperté de pronto en los brazos de una brasileña que me llevo, días después a la vuelta de su casa en la cañada en su carrito blanco y se desnudo para mí.
60- Me acuerdo del cometa Halley a los diez años y el rumor que dejó cuando se alejó su cola brillante.
61- Me acuerdo del Darío queriendo romper los vidrios de la caseta.
62- Me acuerdo de Javier Payeras saliendo entre las sillas de el fondo de cultura económica con un monologo tan ininteligible para mi, en la entrega del libro de Julio Calvo, que diez años después todavía le pregunté que qué quiso decir al citar a Macdonalds a la par del Espíritu Santo. (aunque a estas alturas es una buena broma ya)
63- Me acuerdo de los Heroes del Silencio en la Plaza de toros y el lodo hasta las rodillas.
64- Me acuerdo de mi hermana Claudia bebiéndose mi botella de vino una noche de fin de año en Panajachel.
65- Me acuerdo de los amaneceres en Panajachel y el sol de las tres de la tarde en que me tiré a una lancha llena de coreanos y no les entendía nada.
66- Me acuerdo de una chica que conocí en el Burger King y se hizo mi novia en una noche mientras hablábamos, alternativamente, del Salmo 91 y de Herman Hesse.
67- Me acuerdo de la primera agencia de publicidad en al que trabajé sin haber cumplido los 17 años y que las secretarias llegaban a preguntarme cómo se redactaba una carta y yo les inventaba frases.
68- Me acuerdo del parque San Sebastián y el bautizo que nos hicieron la vez que llegamos con el Rafa.
69- Me acuerdo de toda una noche jalando cocaína y hablando de nuestra vida con aquel cuate que le llamábamos El Abuelo y cantaba muy bien New York de Frank Sinatra.
70- Me acuerdo de una mañana que amaneció lloviendo ceniza.
71- Me acuerdo de la primera vez que vi como mataban a alguien a una cuadra de distancia.
72- Me acuerdo de una chica que tenía un delfín en la cintura, por la espalda y, la cola, se le veía salir del pantalón.
73- Me acuerdo del sol a los veinte años.
74- Me acuerdo que empuje a mi madre a recibir a Portillo en un puente en la zona 5 a unas horas de que ganara las elecciones.
75- Me acuerdo de los tamales de mi abuela.
76- Me acuerdo de la primera vez que oí Black de Pearl Jam
77- Me acuerdo de la muerte de mi abuela, de su tumba grande y de sus hijos peleados.
78- Me acuerdo de Quincy´s y las hamburguesas napolitanas.
79- Me acuerdo de un amigo pasando entre toda la gente con una botella de vino unas horas antes de la firma de la paz.
80- Me acuerdo de una mujer que vi meterse en la boca doce puros y fumarlos al mismo tiempo conjurando el amor de una mujer.
81- Me acuerdo que nunca he apostado en serio por dinero.
82- Me acuerdo de un cuartito de hotel en antigua que costaba 50 quetzales la noche.
83- Me acuerdo de una vez que vi pasar a Vinicio Cerezo en un Mercedez beige.
84- Me acuerdo de la mañana que me llevaron a conocer el basurero de la zona 3 y me pareció algo realmente surrealista.
85- Me acuerdo de los pirujos con frijoles que nos daban en la Casa del Niño No.4 y que jamás volví a saborear.
86- Me acuerdo de los medios días hablando con mi padre, después de tanto alejamiento.
87- Me acuerdo que con Ludwin, un amigo de sexto grado, quisimos hacer pólvora con elementos tan básicos como el azufre de una cueva, aluminio de una mesa vieja y oxido de unas baterías.
88- Me acuerdo que yo creía firmemente en que algún día iba a volar o a mover cosas con la mente.
89- Me acuerdo que creía que tenía telepatía y podía decirle cosas a mi novia mientras estaba dormida.
90- Me acuerdo que era un chico tan malo que chantajeaba a un amigo que todavía me lo recuerda y además es mi amigo.
91- Me acuerdo que maté un gato por saber si de verdad siempre caían en cuatro patas.
92- Me acuerdo que me gustaba desarmar todo.
93- Me acuerdo que me gustaba jugar ajedrez.
94- Me acuerdo que una amiga se acordaba de mi cuando sonaba en la radio Peces e Iguanas.
95- Me acuerdo de Jackas en MTV las mañanas de los domingos.
96- Me acuerdo de un programa de radio en el que decían que el sueño no existe.
97- Me acuerdo de los matones de la clase y de que jugaban cincos todavía.
98- Me acuerdo de Paris era una Fiesta, de Hemingway.
99- Me acuerdo de mi mismo mirando al vacio, ebrio, sostenido de un puente.
100- Me acuerdo todavía ahora...


martes, 2 de marzo de 2010

TECOLOTE RAMIREZ AMAYA VIENDO EL PAJARO SOBREVIVIENTE



Conocer al maestro Arnoldo Ramírez Amaya fue una revelación. El artista, el ser humano, el grandioso solitario armado de una pluma, tinta y una hoja de papel.
En esta ocasión me lo presentó, ya formalmente, mi gran amigo Dorian Lima. Quedamos de juntarnos en el restaurante La Mezquita. Llegó con una camisa verde, sonriente, acompañado de su nueva familia. Me pareció interesante la forma en la que pidió su almuerzo. Optó por pedir un consomé y unos espárragos con crema para picar. No sin antes, ordenar una michelada, con dos onzas de tequila. Lo que más resalta de su figura es su cabeza brillante y una mirada como que bailara sobre los objetos observados. Recordé los ojos de sus dibujos. Son los ojos de sí mismo. Toda su pintura se basa en la libertad del trazo y en un encuentro consigo mismo. El Tecolote, como lo llaman sus amigos más cercanos, ya tiene una leyenda tras de sí.
Unos comensales lo saludan desde una mesa en el centro, y sin problemas, se levanta y va a devolverles el saludo. Supe que dos de sus hijos viven en Suiza. Supe que vivió en Francia, y cumplió treinta años en Paris.
Es un verdadero personaje muy conocido por sus excesos, por su talento, por la forma extravagante de una vida con mucho de todo. No es un secreto para nadie luego de que publicaran El Pájaro Sobreviviente. El misterio verdadero radica en sus dibujos. Y esto es lo que me interesa narrarles. Llegamos a su casa. Al encender las luces nos dejo hurgar entre sus dibujos. En la sala había un murciélago que me sorprendió tratando de encontrarle el principio de su propio enredo, líneas de tinta continuas y manchones involuntarios para entregarnos un Jabalí iracundo batiéndose en la noche y contra la noche de una hoja de papel. El busto de una paloma de monte bellamente enmarcada. Un lujo de composiciones.
Tomábamos un buen vino español, sardina con tomate, cebolla picada y unas tortillas con queso derretido al estilo nicaragüense. El maestro se miraba feliz en su casa. Nos contó de los años viviendo en hoteles, y, que gracias a su mujer, ahora puede sentirse más a gusto en una casa propia. Dorian, amigo de de esos años de hoteles y conga, recuerda todo al verlo por la televisión. Mi busqueda de la persona de Ramírez Amaya fue por una entrevista en la que el contaba que García Márquez lo visitaba en la montaña, luego por el libro que le prologó Sobre la Libertad, el Dictador y sus Perros Fieles. La suerte grande de haber viajado por Costa Rica, Inglaterra, Paris y México y llevar consigo unicamente la buena estrella de haber vivido la luz y las tinieblas para dibujar una zoología lírica e imposible de pasar por alto.
Vimos el documental de su vida. El Pajaro Sobreviviente o la Inmortalidad del Tecolote. No me quiero extender mucho ahora. Esto, es solamente el comienzo de una semblanza de un personaje insólito, que sin embargo, se le salieron las lágrimas al oise él mismo en el documental, hablando de como su madre le había enseñado a dibujar en el suelo con palitos.

Fotografia: diario la Hora.

El Pajaro Sobreviviente en YouTube.com.

TERREMOTO EN CHILE/ COLABORACION DE JUAN PABLO MENESES


Ahora debería estar en Buenos Aires. Después de unos días de paso por Santiago, la tarde del sábado 27 de febrero despegaba mi avión hacia Argentina. Sin embargo, a esa hora el Aeropuerto Internacional de Santiago ya estaba en el suelo. Las noticias no dejaban –no dejan, hasta ahora- de mostrar derrumbes y muertos y heridos y se informaba de la clausura de los vuelos hacia el extranjero. Sigo en Santiago, y el terremoto cada vez se ve peor. La habitación 514 del hotel donde me hospedaba comenzó a sacudirse lentamente. Cuando tu cama se mueve en mitad de la noche, te despiertas sobresaltado. Te asustas, mientras la intensidad del terremoto aumenta cada vez. Primero se caen las lámparas de la mesa de luz, luego los vasos, y en seguida comienzan a sonar las alarmas de los autos estacionados en la calle. Pasan los segundos y el movimiento no cesa, crece. Crece, y con ello la sonajera vidrios y derrumbes y los primeros gritos. Crece, y la estructura del edifico cruje como una escalera de madera. Crece, y te sientas a los pies de la cama sin saber si arrancar por la salida de emergencia o esperar que todo pase. Crece, y ahora se corta la luz y esto es grave. Piensas que en cualquier momento se cae el techo, piensas que si esto se derrumba costará que te encuentren, piensas que hay millones pasando por lo mismo y piensas -porque en Chile tenemos cultura de terremoto- que hay gente aún peor: la que vive en el epicentro. Crecí escuchando expresiones como placas tectónicas, corteza terrestre, escala de Richter, escala de Mercalli, falla geológica. Sin embargo, la más importante siempre fue el epicentro: ahí donde todo lo que habías sentido, se había vivido mucho peor. El último terremoto grande que viví fue el de Santiago en 1985. Sin embargo, el del ahora, el de la habitación 514 en un hotel de Providencia, fue el más violento de todos. Los estadísticos dicen que se encaramó al quinto más duro de la historia, y supera por mucho la fiereza del último en Haití. La tierra se movía sin piedad, y eso que muchos imploraban “¡que se termine, por favor!”. Cuando por fin paró, cuando el baile forzado se detuvo, uno sabía que no estabamos frente a una simple sacudida. En el lobby del hotel, a oscuras y con todos los pasajeros en la calle, tenpian encendida una radio a pilas. Ahí escuché por primera vez: El epicentro está en la región del Biobío. Si el epicentro estaba a 500 kilómetros al sur, y aquí se había movido de esta manera, medio país estaba en el suelo. Han pasado los días. Buena parte del Chile entra Santiago y Concepción tiene daños. Como si no bastara el sismo, después del terremoto el mar se entró profundo, volviendo a salir en olas gigantes que se comieron varios pueblos costeros de la región del Maule. Al día siguiente, después del terremoto y el maremoto, comenzaron los saqueos. Los militares salieron a las calles en distintas ciudades. Llegó el toque de queda y, como todos los toques de queda, uno sabe cuando llega pero nunca cuando se va. La ayuda falta, y los pobres la claman por medio de micrófonos multicolores que se multiplican alrededor de los lamentos. La televisión muestra turbas que entran a los supermercados por leche y por comida, pero también por lavadoras y televisores plasmas. El debate se centra en si se roba por necesidad o por delincuencia. Se habla de recuperar el orden perdido. Se implora ir al rescate inmediato de esos pequeños pueblos costeros que todavía no reciben ayuda. Chile se sigue sacudiendo. Los supermercados aparecen como el gran botín. Los militares patrullan las casas comerciales. Palabras como "saqueo", "pillaje" y "delincuentes" se mezclan con "damnificados", "abandonados" y "pobres". El terremoto no para, y seguirá por muchos días. Si un terremoto de esta magnitud solamente fuera ese par de minutos donde piensas lo peor, donde llegas a creer que terminarás tus días atrapado en un hotel derrumbado, no sería tan duro. Pero ya han pasado varias noches, y las noticias son cada vez peores. La televisión siempre tiene nuevas imágenes de violencia, la radio no deja de dar nombres de desaparecidos y en Internet transmiten la desgracia y las miserias humanas con gráficos interactivos. El aeropuerto sigue cerrado, y con ello mi regreso a la Argentina. Alguna vez deberé agradecer que la tragedia la pasé aquí, cerca de mi familia y amigos, escuchando a mis sobrinos como relatan el primer gran temblor de sus vidas. Agradecer de que pude presenciar, en directo, cómo un terremoto se transforma en una gran zamarreada. Es una sacudida que nos despierta. Aunque ahora que despertamos, muchos están asustados: a nadie le está gustando ver lo que esconde una sociedad adormecida.
CRONICAS ARGENTINAS ACA

viernes, 26 de febrero de 2010

ESTUARDO GRAMAJO TATO /MAS ALLA DEL MAR DE NUBES





El alpinista es quién conduce su cuerpo allá dónde un día sus ojos lo soñaron.
Gaston Rébuffat


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A uno de mis tíos siempre le dio curiosidad ese tipo que a medio día andaba vestido con un jaquet de militar que le llegaba a los tobillos, el pelo revuelto y una cuadrilla de bohemios románticos salvajes. “Ese tipo esta loco, viene gritando desde la esquina”, decía una de mis tias que acababa de llegar de los Estados Unidos. Era Estuardo Gramajo, mejor conocido como Tato. Yo recuerdo cuando se pasaron a vivir a la casa de color verde aqua, en la 35 avenida. Yo estaba en el primer año del Adolfo V. Hall. Poco después, gracias al cielo, el sueño de mi papá se vino abajo, nunca pudo pagarme el instituto, y me quedé a la deriva a medio año. No sé si el Tato me invitó o si me invitó un amigo, lo cierto es que llegué un sábado a la escuela Estados Unidos a ver en que consistía ese royo Scout. Tato era el Jefe de Tropa. Paré en la patrulla Halcones, que lideraba una canchita de ojos claros. Luego supe que se llama Roxana. Era el único hombre en una patrulla de unas cinco o seis mujeres. Luego también me daría cuenta que Roxana sufría de desmayos, creo, producidos por la insolación. Aunque nunca fue tan grave, recuerdo que en algunas ocasiones tenía que hacerme cargo del banderín. Fue así como terminé haciendo mi propia patrulla: la Toros. Banderín rojo con un toro tipo los Bulls de Chicago.
El bueno del Tato sabía que yo había estado en el Hall. Así que para mí el trato fue diferente desde el primer día. Divertido. Los juegos Scout son juegos donde se pone de manifiesto la astucia y se vencen los miedos. Yo era tan malo en los juegos de fuerza o habilidad que me dio en llamar, simplemente: el araña. ¡Vaya apodo! Tenía un árbol. In my Tree, como la canción de Pearl Jam, que no lograba subir nunca. Era literalmente un tormento para mi aquello. El día que lo logré subir, el Estuardo hasta me tomó una foto.

Era un líder bastante intuitivo. A veces, hasta rozaba con la intuición zodiacal que sólo les es dada a ciertas mujeres. No había juego que no fuera probado antes por él. Ahí le perdí el miedo a la muerte, conocí lo que se siente cuando a uno se le parte a la mitad un diente, y supe lo intolerable que es pasar dos noche sin dormir en el campo.


También, ahí conocí a Francisco Soto, Luis Morales, Carlos, Hellen, el Minchito; en fin, una fila de cuates que nos poníamos a prueba todos los sabados en esos tugurios de la zona 16, la Laguna Verde, y el bosque de Cayalá. Me han contado que todo eso ya fue arrasado.
Una noche acompañé a una gran amiga a la casa de unos sus amigos de alguna familia pudiente La casa tenía unos acabados finísimos y una vista maravillosa. Al salir leí “Altos de Cayalá”. Me asusté y me dio nostalgia al mismo tiempo. Estaba en una casa construida en el mismo bosque donde yo jugaba a ser libre.
Pero esta nota es sobre Estuardo Gramajo, quien acaba de subir el Aconcagua el pico más alto de América y del mundo, afuera de Asia. Debió ser una noticia en Guatemala. No he visto los reportes. Lo cierto es que es mi amigo es un gran tipo que su única pasión es llegar arriba, más arriba del mar de nubes.



Pueden visitar su blog aca.

lunes, 22 de febrero de 2010

MALADES IMAGINAIRES


Dentro de la tierra, raíces muertas y vivas van creciendo ciegamente. Dentro de lo oscuro de la tierra: entraña de abismos, surgen huesos y calaveras blancas. Insectos en multitud van blanqueándolos. Dentro de los huesos sin alma sin vestigio de nombre o forma, se teje el misterio de cada grano de polvo. Al aire las almas suspiran, corren, vagan revelándose en la expansión celeste de los cielos y el mundo. Mi respiración exhala cadáveres y espíritus, almas y sombras trémulas. Las amorfas formas de la realidad son simulacros terrestres. Las almas palpan cuerpos vivos sin sentir su tibieza. Los rostros de doncellas vírgenes se apertrechan en los cuartos oscuros oyendo el rechinar de muebles. Las transpiraciones de los amantes enloquecen a los muertos. Las doncellas celestiales observan sin pudores el ardor de las caricias; los amantes se presienten solos, plenamente desnudos y solos en la oscuridad universal. Sus olores tibios agitan los cuerpos efímeros de las doncellas muertas. Se dicen palabras de amor y deseo en un intrincado lenguaje ininteligible, sin razón se buscan entre el laberinto de sus propias manos y bocas. Besan piel y aire, besan cuerpos celestes y terrenales en un ahogo infinito hasta las bastas regiones del ensueño. Dentro de los cuerpos corre sangre y vino. Multitudes de pensamientos buscando su espacio, removiendo sentimientos. Cargan con las penas y con los amores, con la vida y con la muerte que opera lentamente. En plena oscuridad se vierten licores y corren hieles. Se desea en las noches como en los días, se sienten dolores y sensaciones cercanas de una forma insufrible. Se vive sintiendo el paso del tiempo en los días rápidos. Ya es de noche/ ya es de día. Corren los torrentes de agua más allá de las montañas, mientras el hombre suda su trabajo, anhela y pierde la razón de la vida. Se corren noticias de carros bomba, mientras se oye al mismo tiempo de las mansiones en Malibu, suntuosas hasta el hastió. Se ven rostros empolvados en Afganistán y luego se oye de unos muertos en un bus urbano en Madrid. Se cambia de canal y aparece el cuerpo de una joven mostrando la colección de verano Dolce&Gabanna. Diamantes y perlas van en los cuerpos delgados y pálidos. Bronceados desnudos de mujeres brasileñas o irlandesas, bellas y dulces mujeres modelando metales y telas escogidas. Cabellos rubios y largos, rostros de nereidas y cuerpos igualmente mitológicos. El oro brilla y la plata reluce, hay esplendor más abajo del mundo, bajo la tierra preñada de luz, abajo de las raíces y calaveras, donde todo arde sin prisa, donde hay un horno inconcebible donde arde todo a fuego lento.
2003
*Pintura de Antoni Tápies

miércoles, 17 de febrero de 2010

CIELOS FALSOS (II)


En realidad me sentía en ambiente. Nunca me había sentido tan en ambiente en un lugar que ni conocía. Si, era el mas joven. Uno de los que se levantó a contar su testimonio me dijo que se acordaba del día que había llegado por primera vez. Me dijo (porque en realidad me hablan directamente), que había llegado borracho y con cinco centavos en la bolsa del pantalón. Otro que subió me dijo que había llegado con una cruda tan maldita que se había marchado a la media hora. Otro, caminó lentamente, mientras sus amigos le aplaudían animándolo a dar su mejor testimonio. Sentí como que los más viejos se ofendían que alguien tan joven llegara a alcohólicos anónimos. Pero uno de los mayores también dijo que ahí no están suplicándole a nadie que se quede. Era el más desgarbado. Empezó a contar sobre algunos de sus compañeros que dejaban de chupar una semana, y la otra semana se la colocaban. Una semana se curaban y la otra seguían. Así vivían hasta que se morían. “Si, es que esto del chupe sólo tiene dos caminos: la locura o la muerte; no hay de otra, a mi me gustaría… pero en serio te lo digo..., y mira, alegrar, contentar a un alcohólico es fácil, pero ojalá sólo un traguito se tomara… si yo, pero de veras…, si pudiera ponerme una gran soca por un mes y el otro mes para curarme, unas tres veces por año, y que en el trabajo me dieran permiso, yo lo hacia, no hubiera tenido necesidad de venir aquí”, me dijo, riéndose. “Ahora, si vos tenes una manera, de tomarte un trago y convivir sanamente y regresar a tu casa y llegar al trabajo contento, sano y con voluntad, ándate y luego nos venís a contar de tu triunfo…, pero de veras, te lo digo, honestamente seria muy difícil que te creyéramos”, me dijo, riéndose más fuerte que antes. Alguien pasó con un canastito pidiendo una colaboración y entonces fue cuando pensé que me había hecho una idea demasiado grandiosa de un centro como aquel. Al fin y al cabo sólo era una iglesia sin santos.

Al final de la cesión oraron un padre nuestro. Me despedí de los que me parecieron buenos cuentistas. Uno de tantos, el mas mal hablado y franco, me dijo riendo sinceramente:
-Ya no vengas si queres, por lo menos nos hiciste recordar a todos la primera vez que entramos por esa puerta.

martes, 16 de febrero de 2010

CIELOS FALSOS (I)

Ayer entré por fin a un grupo de Alcohólicos Anónimos. Tantos chistes que había escuchado sobre eso. La cortina era de color verde. Metí la cabeza y pregunté si podía pasar. Fue un momento interesante porque se me quedaron viendo por un instante que pudo volverse eterno. Una de las señoras que estaba sentada en medio de todos me invitó a pasar. Luego otro señor se volteó y me saludó amablemente. Un señor, como de sesenta años, compartía sus experiencias desde un estrado donde estaban grabadas en letras brillantes las dos A. El hombre relataba, pausadamente, su experiencia con el alcoholismo. Era canoso y moreno. Al terminar, un hombre, quizás el más distinguido de todos, dio lectura a la tercera tradición. “Si hay alguien entre nosotros que tenga problemas con el alcohol, póngase de pie o simplemente levante la mano”, dijo. A mi no me costo trabajo levantar la mano. Todos aplaudieron y el turno de hablar le tocó precisamente a la mujer mayor que me saludará al principio. Era bajita. Me dio la bienvenida y se extendió describiendo la felicidad que sentía ahora que ya no bebía. Pero me pareció bastante afectada por la melancolía. Le di las gracias en voz alta por la bienvenida. El hombre que estaba sentado en el escritorio al fondo anotaba algo en un papel. Pudo ser mi nombre en algún orden alfabético. Luego subió un joven de playera blanca. Mal hablado, pero franco. Me sirvieron café. Una joven morena paso con un canastito de pan. Luego me di cuenta que todos eran mal hablados pero absolutamente sinceros. Uno de todos era retórico. Habló de las infinitas posibilidades con las que un alcohólico se excusa ante el mundo. Dijo que yo era muy joven y no podía precisar si fuera alcohólico o no. Otro que paso era un orador nato. Y tenía una cualidad especial: sabía hacer reír a la gente. “Al alcohólico no le gusta ni mierda, que los patojos como gritan, que la mujer no los cuida, puta, pero en la cantina, risa y risa”. Decía todo esto con el mayor de los descaros, dándome la bienvenida a cada rato y mirándome con un desdén interesante, mientras hablaba de su mal caracter y de los sintomas cotidianos del borracho. Habló, al final de su grandioso discurso, de sus borracheras de meses, que había pedido dinero en la calle aprendiendo a temblar para despertar la compasión de las señoras que iban al mercado, habló de que dormía en carros abandonados y despertaba a plena calle, todo esto, desde que le dijo a su mujer, una tarde, que iba por cigarros.

Precius, Depeche Mode.


viernes, 12 de febrero de 2010

CARRERA ESPACIAL Y CUENTA REGRESIVA: CATAFIXIA (intercambio de doble-via)


CARRERA ESPACIAL Y
CUENTA REGRESIVA: CATAFIXIA
(Intercambio de doble vía)



En Guatemala, como había de esperarse en el dos mil diez, se han empeñado a mandar un grupo de personas al espacio, entre ellos están puros poetas. Los conductores- astronautas de esta travesía (o travesura), hacia el espacio son Luis Méndez Salinas y Carmen Lucia Alvarado. Era sólo cuestión de tiempo para que despegara la nave en los cielos americanos y dejara tras de sí un celeste y blanco surco de posibilidades poéticas. Así que abróchense los cinturones, protéjanse los ojos porque la cuenta regresiva a empezado ya. La nave se llama: CATAFIXIA. Es una plataforma multi-despegue que perderá en el espacio literario a cuatro poetas cada mes. Por ahora, dos nacionales: Wingston González y Gabriel Woltke y a dos poetas uruguayos: Alex Piperno y Olga Leiva, quienes están cruzando los dedos en la estación de despegue. Los invitamos a presenciar el conteo final el día 18 de Febrero en el Gran Hotel a las 19:00 horas. Mientras tanto los dejo con unas preguntitas al creador de esta interesante propuesta extraterrestre Luis Méndez Salinas:

1) ¿Cómo se te ocurrió el asunto de la Editorial?

LMS: En octubre del año pasado fui a un festival de poesía en el D.F., y como parte de este rollo se planteó una asamblea general (así con ese término tan sospechoso) para tratar de establecer estrategias (políticas, no literarias) para crear redes de escritores latinoamericanos. Desde el principio me pareció claro que lo que la mara busca no es trabajar por difundir literatura, por cambiar paradigmas cansados en el continente, sino que pretende encontrar espacios cómodos para gestionarse a sí mismos, ni siquiera a su obra. Ahí es donde empieza todo el asunto: traje una idea muy burda de crear un mecanismo que permitiera agilizar el intercambio de poéticas en el continente, fuera de ese discurso mamón y ONeGero que predomina en estas “iniciativas culturales”.

Al regresar, empezamos a trabajar duro en el proyecto junto con Carmen. Así se fue gestando, fue tomando su forma. Pronto empezamos a contactar más gente (Alejandro Marré y Martín Díaz) y así fluyeron las ideas y las colaboraciones. Entonces, llegamos a donde estamos ahora: montamos una alternativa cultural independiente sin fines de lucro que dinamite el adormecido ámbito editorial guatemalteco mediante la publicación de lo más significativo de las escrituras actuales en el continente. Como ya sabés, el proyecto inicial implica la publicación de cuatro títulos mensuales: dos guatemaltecos, dos de otro país. Así, al final del año tendremos 48 obras de trece países distintos. Un panorama de lo que pasa hoy en la poesía latinoamericana.


2) ¿Qué esperas de CATAFIXIA?

LMS:…jajaja, ¿pues qué? Para este año no tenemos tantas expectativas como ganas. Tanto chance no lo deja fantasear tranquilo a uno. Lo que sí sabemos es que el proyecto no se quedará como inicialmente lo planteamos. En un principio pensamos en hacer las 48 publicaciones de este 2010 y ahí nomás. Ahora ya tenemos planes para seguir publicando y diversificando el asunto, hay otras colecciones en puerta y un par de proyectos paralelos que funcionarán como un todo coherente. Si de esperar se trata, “esperamos” dejar un testimonio concreto, palpable, leíble, de lo que se escribe hoy aquí, queremos que esas grandes obras de autores extranjeros que tienen nuestra edad y sufren nuestras mismas penas lleguen a nuestros estantes sin que sea necesario salir y buscar (aunque no encontremos) sus trabajos y, de paso, mostrar en el resto del continente lo que hacemos los chapines. Intercambio de doble vía pues, eso esperamos.

3) ¿Quiénes son los primeros publicados?

LMS: Los primeros cuatro conjurados son Wingston González y Gabriel Woltke, por Guatemala, y Alex Piperno y Olga Leiva, por Uruguay. Ya tenemos una nómina fantástica de gente que va a catafixiarnos sus trabajos, tanto dentro como fuera de Guate. Poco a poco se irán anunciando los confirmados.

4) ¿Cómo han recibido la respuesta del público?

LMS: Fantástica vos, uno cree que los proyectos de este tipo no tendrán ningún eco, pero la cuestión es otra. En realidad, Catafixia no ha empezado oficialmente. La presentación del proyecto y de los primeros libros será el 18 de febrero, y aún así tenemos casi 250 miembros en el facebook, casi 100 lecturas del PDF que posteamos ayer en el blog en menos de 20 horas, en fin, mucha gente se ha enterado del asunto por puros medios electrónicos. Asumo que esto crecerá poquito a poco, pero crecerá. Gente hermosa de un montón de países se ha sumado a la causa, ahora lo que nos falta es encontrar el número mágico de 150 lectores que se suscriban a la editorial mandándonos un mail (catafixia.editorial@gmail.com), para que el proyecto se sostenga solito. La cuestión es que los libros se venderán juntos: cuatro libros por ochenta pesos, o sea, a veinte pesos cada uno. Si movemos esa cantidad de libros autofinanciamos la siguiente tirada, y así.

5) ¿Cuál es la mecánica de selección y publicación?

LMS: Hasta ahora hemos estado tirando invitaciones individuales. Como te contaba, más o menos tenemos una listita muy preliminar de los nenes, tanto dentro como fuera de Guate, aunque igual estamos recibiendo trabajos de la mara y pues si pasan los criterios editoriales les catafixiamos su libro. El espacio para este proyecto (durante 2010) es muy limitado: 24 autores nacionales y 24 extranjeros, así que estamos tratando de hacer la mejor selección. En realidad no dictamos líneas temáticas, políticas, literarias, raciales, sexuales, homosexuales, ni nada. Si nos llega a las manos algo que nos mueva y nos conmueva, ¿por qué no?


...12, 11, 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0...................................

Lester Oliveros R.
11/02/10

miércoles, 10 de febrero de 2010

GENESIS DE LOS POETAS

Es el principio de la perfección en todo el mundo. Su poder es infinito cuando se ha transformado en tierra.
Alquimista Arabe.


Los poetas, somos santos corrompidos.
Estuvimos en el paraíso, jugábamos con la luz de soles invisibles y renacíamos al despertar de cielos más tersos. No podíamos encontrar la oscuridad ni al cerrar los ojos. Todo era claro allá en el paraíso, tan puro, y nuestros cantos eran dulces alabanzas, suaves silbidos que se volvían cabellos de corceles transparentes. Galopaban sin amarras, desterrados, llevando nuestra voz resplandeciente a otras latitudes, a tierras ignoradas, a pueblos silenciosos donde el silbo era presagio. Cuando nacieron los árboles, cuando crecieron los frutos, creció la llama y el veneno en el centro de la pulpa. Éramos todos iguales, éramos todos iguales, ninguno conocía del otro más que su voz y su lenguaje. Todos poetas, todos hermanos, todos de la misma tierra cantábamos sus secretos, ignorantes del oscuro matiz de los pecados. Pero llegaron con los frutos las estaciones infinitas, y entre ellas una boa enrollada en las raíces. ¡Boa-culebra, boa-culebra! Cantaban ya los pueblos. Mientras los poetas miraban sus inocentes ojos cristalinos, la serpiente repetía la canción en otra lengua. La mujer paseaba su cuerpo desnudo, pechos al viento, rojos pezones, pies dibujados con todos los pinceles de los cielos, dios femenino mitad luz mitad tinieblas. Ojos oscuros, oscuros como noches sin pan, como tiniebla sin faro, mujer, animal extraviado ¡hasta donde conocimos la miseria!, no fue la boa ni la fruta, fue el calor de sus muslos, el olor de sus pechos, el sabor de su lengua, el fuego de su sexo, el silencio sin dioses, eso fue la mujer, la babel de los hombres, confusión y delirio, lamento, gozo. Todos éramos poetas, todos hermanos, todos hechos de la misma tierra, hasta que una mujer junto con sus manos la penumbra y fue serpiente, fruta y Dios expulsado. Si, éramos como dioses, sabiendo el bien y el mal. Los milagros de antes, ahora son herejías; condenados todos a la oscuridad en los siglos de siglos, por la belleza inhumana de una virgen.

sábado, 6 de febrero de 2010

LEYENDO EL CIGARRO


Nada es veneno, todo es veneno: la diferencia está en la dosis.
Paraselso


Provengo de una familia que amaba las supersticiones sobre cualquier ciencia. La ciencia era la superstición. La interpretación de sueños que hacía mi abuela y mi madre resultaban ser mejor que los pronósticos climáticos de la TV. Las cucharas y tenedores, en fin, todos los objetos de la mesa y de la casa estaban a merced del milagro de las predicciones. Incluso el sol y las nubes, el color del cielo, el ritmo del silencio por las tardes de verano. Mi abuela creía en el poder del agua y del fuego, en el sintoma de las tormentas en los corazones de los solitarios. Mi madre en el poder de las velas y el amor, en los eclipses infantiles a las seis de la tarde. Una de mis tías sabía más de cartas y de puros que de telenovelas y había una vecina que estaba completamente tomada por los espíritus de los desaparecidos tras la dictadura. Era médium aunque algunos juraban que era comunista. Los espíritus lo rondaban todo de noche y de día. Inquilinos que salían huyendo hablando de aparecidos sentados a los pies de su cama. Mi madre que miraba sombras negras cruzarse los pasillos a pleno día. Y una de mis hermanas miraba duendecitos parados en el baño, muy quietos, velando las gotas furtivas que caían de la regadera a las diez de la noche. Pero la hora crucial eran las doce. A las doce en punto de la noche salían las celebridades de la pasarela nocturna. El Cadejo negro y blanco. El Sombrerón y la Llorona, la Siguanaba, y, a la que más temía mi madre, la famosa Lechuza. Su grito, era quimérico, entre el llanto de un niño, el maullido feroz de una gata en brama y la solida sordidez de un pájaro del otro mundo. Se roba el alma de los niños, según dicen.
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Planeador-Soda Estereo

jueves, 4 de febrero de 2010

PEQUEÑO POEMA PARA MARIA FERNANDA (3 MESES DE NACIDA)


A mi sobrina, una piedrita en la playa.


María, tus ojos son como flores cósmicas, diminutas y celestes. Me miro en ellas. Te veo sonreír desde un bing bang de tres o cuatro meses de vida. Se me cae algo de adentro como un pesar de siglos. Te sigo viendo y vuelves a reír, algo me dice que me conoce de niño.




De niño también lloraba, corrían mi madre y mi abuela por mí desde las pesadillas del sueño. Desde la almohada de lo invisible a prepar el alivio con hiervas y canciones. A las dos de la mañana jugando a ser madres. A las tres de la mañana oyendo el llanto de uno. Pañales de lágrimas que ahora son risa. Miradas sagradas desde la inocencia y la experiencia de la tristeza y el milagro del pan y el agua. A la madrugada el respiro asombroso de la oscuridad sin nadie. Las sábanas tibias donde se arrulla el mundo, un universo limpio como una hoja de papel sin letras.

Fernandita, yo sé por qué tu risa, la vida la entiendes mejor ahora que lo sabes todo, y no podes decirlo.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...