lunes, 28 de julio de 2008



Las Ofensivas
Anónimas de Raúl.







La felicidad general de un pueblo
descansa en la independencia individual
de sus habitantes.
José Martí

Ahora mismo mientras escribo esta sensilla nota, y a los diecisiete días de la toma de posesión de Raúl como nuevo presidente de Cuba, hay en el mundo una nueva duda: ¿Quién es Raúl Castro?
Raúl Castro estuvo casado con Vilma Espin, combatiente y protagonista de todo el movimiento de liberación. Se enamoraron entre los sobresaltos de la guerra. Ella, una chica muy comprometida con todo con lo que Raúl estaba comprometido, aparece en muchas fotografías al lado de Raúl, Fidel y del Che Guevara. Raúl Castro siempre fue un hombre de batalla, un guerrillero sin sueldo y con una conciencia rigurosa para juzgar las injusticias. Menos glamoroso que su hermano ha combatido en todas las avanzadas de la revolución con su eterno traje verde olivo y su gorra de comandante. Esto es algo que lo caracteriza hasta en sus hábitos más personales. Pues vivía tan metido en los oficios secretos de la revolución que sólo los más especializados sabían quién era realmente y conocían sus brillantes aportaciones en el conjunto de la revolución. Es un personaje que va hacer eco en la política mundial puesto que, según muchos estudiosos del proceso cubano, Raúl es de carácter fuerte y decidido.
También afirman que es una forma del gobierno cubano para entrar en una nueva propuesta mucho más práctica que ideológica, aunque Raúl sigue consultando en todo a Fidel, y Fidel no hace más que escribir, tratando de aprender la disciplina de su hermano, con la que permaneció oculto tras su sombra por más de cincuenta años.
Va a ser difícil, pues Fidel heredó de su madre el carácter de líder y su imagen e influencia ha permeado a todo el que lo rodea y aún más allá de las fronteras. Acabo de leer una nota muy reveladora que describe a la madre de los Castro, como una española sin miedo cabalgando en las plantaciones de su marido, armada con un fusil americano Winchester.
La revolución cubana ha sido mal interpretada, pero en la lucha de contrarios es necesaria, aún con sus miserias. Cada hombre y cada mujer bajo el régimen cubano son un estandarte en llamas que arde más allá de las filosofías de izquierda o derecha, son el puente a otro ser humano que se renueva con la dialéctica del futuro. En Guatemala, como en todo lugar del mundo hay veces que quisiéramos ser parte de esa historia.



Guatemala 11/03/08

miércoles, 23 de julio de 2008

VIENDO LLOVER EN LA UNIVERSIDAD











No siempre lloverá...
The Crow, la película.


Caían las lluvias y se hundían en el suelo como pequeñas flechas. Los árboles cambiaban sutilmente de color en gradaciones festivas. La carrera del agua hacia los cauces mayores, la chica del paraguas saltándolos, tan sola y triste como un velo flotando por la carretera, la lluvia mojando los techos, los jardines urbanos. Estoy sentado atrás del edificio de Trabajo Social, viendo llover, acción que es un arte en si mismo, porque no estoy acostumbrado a la contemplación. Veo el parqueo vació, es sábado, los eucaliptos y pinos aguardan como estatuas, como senos naturales, y ahora cae cada gota del cielo en su lugar preciso, azar y destino llena la tierra y abre cauces como arterias por donde corre la sangre del planeta. Unos esperan, como yo que deje de llover, y presencian conmigo uno de los milagros cotidianos mas sublimes del año, otros corren como defendiéndose del invierno que lo humedece todo sensualmente, comprendemos su poder invulnerable a nuestra contemplación. Una pareja se besa sin pudor bajo la lluvia –del cielo a la piel no hay distancia –ellos lo saben sin comprenderlo, piensan en los hoteles cerrados y sus personajes subversivos, en la vida que corre bajo la misma vida pero con diferente vestimenta, en los que visitan la funeraria, y en los que nacen, y veo sus caritas llorosas en sus primeros segundos de vida, este es el mundo, piensan, sienten, dolor o placer, es la vida impredecible.
Sigue lloviendo. Un viejo de boina, intenta cruzar la calle bajo el velo de agua –que valiente pienso –ahora que no me baño de lluvia como cuando tenía diez o doce y nos gustaba tanto jugar fútbol en la cuadra sin asfalto, miraba que mi abuela o mi madre a llamarme, desde una ventanita de la puerta o abriendo la puerta mínima, brevemente, y ninguno hacia caso a eso, seguíamos corriendo pateando el balón a las porterías improvisadas con piedras. Se formaban ríos turbios de lodo y mirábamos como los gatos saltaban como panteras en los bordes de los techos, y pobres perros se refugiaban en los espacios de los portones. Sentimos una luz limpia, tibia, viviente. Un paisaje de sombrillas desfila por el boulevard, dos compañeras hablan del comienzo de clases, y un gitano recostado en un muro las desnuda con la mirada. Nunca dejo de llover.

Guatemala 12/07/08

lunes, 21 de julio de 2008

In Memoriam Mocosita.



Guatemala 20/08/07 Boletín.


La Mocosita falleció después de compartir la gracia poética de pasear su gran moco y corpulencia delante de más de tres generaciones de guatemaltecos. Era maravilloso ver aquella bestia caminar por todo aquel recinto resguardado, y su mirada llena de ternura que uno confundía con hambre, y ahí estábamos aventándole pop corn, o maní, y hasta ahora me entero que lo que ella reclamaba era el asombro de los niños. Hubo una época mágica en la que no cobraban la entrada al zoológico y podíamos ir todos los fines de semana. Mi madre era muy delgada entonces y nosotros muy pequeños, y entonces los elefantes eran gigantescos monstruos inofensivos, y las panteras, osos y leones estaban acostumbrados a dormir todo el día en sus habitaciones de rejas. Creo que uno de niño siempre soñó con tener una mascota así de colosal, como Mowgli, en la fantástica historia de Kipling. Este bestiario tierno y golosinoso es la memoria de esta abuela paquidermo que su merito supremo fue ser así de grande y haber muerto sin emitir una queja, una sola palabra de reclamo contra sus captores.

Diario Paranoico: Signos de fuego de Ronald Flores

Diario Paranoico: Signos de fuego de Ronald Flores

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...