A vos
mí consentida de la calle.
Tu que no escribes ahora, que no te
detienes por las palabras esmeriladas, sino que dices todo con sandeces y como
te nace, que es entonces la mejor forma de palabra bien dicha. Recuerda que yo estoy
al acecho de eso mismo: el desaprender, que es casi como olvidar las aulas por
la calle. Y mi madre ya me desconoce y me reprende. A tu lado, pude graduar
todo lo que antes creí que era correcto o sincero.
Hola. ¿Cómo estás? Que de buen humor
hayas despertado. La felicidad es parte de este viaje por separado. Porque tú y
yo vamos paralelos, y lo que nos une es mucho y tan poco. Juntos vamos, pero
por separado. Es parte de esta magia tuya, guardarte del primero hasta el
último secreto.
Como que no fuera cierto que marchamos
jugando desde el primer día. Tu palabra bipolar, yo neurótico y paranoico (que
casi son lo mismo). Vos te vas por la derecha cuando yo quiero por la
izquierda. Y no es política de maniáticos, ya en la biblia era normal que
existieran desajustes. Guerritas de poder y gloria.
Nos despedimos con un beso traidor por
la mañana. No sabemos nada de nosotros en esta soledad de madrugada. Dormimos
como amigos, uno de cada lado, espalda con espalda; de pronto que te volteas y
ordenas un beso y sexo, como quien pide un café
Latte.
No nos volvemos a ver hasta la tarde.
Pero además, al despedirnos, casi nunca nos volvemos a ver, para ver a si vamos
a extrañarnos.
No cerramos los ojos juntos y a la hora.
Yo me desvelo viendo Natural bornkiller´s.
Vos roncando amenizas la cama con
quimeras.
Ya pasó el amor.
Ya voló en mil pedazos la pureza.
Solo quedó entre los dos, rugiendo, el
desvelo de pasión trasnochada y loca, con lo que sea sexual.
El orgasmo y el placer de coger por el
mal truco de jugarnos la vuelta.
A mí me conviene en parte ese desorden
mental. Lo sé llevar sin enfermarme. No soy celoso. Ya amé de verdad y esa
época fue eterna hasta su muerte. No me molesta pasar el tiempo solo, que tener
a alguien como lobo, solo comer cuando el hambre arrecia y se degenera la gula.
Fui así todo el tiempo con todas esas.
Dulces mortales ardientes. Yo les decía:
te
voy a decir un poema
tu
eres el poema
tú
lo dices cuando pronuncia tu mirada
el
sí del día
tusos
las letras y su significado
te
mueves como la palabra de boca en boca
tu
eres el poema
desnuda
me conmueves
y
me quitas
palabra
por palabra
el
ego de creer
que
yo te escribo
¿Qué pensaran ellas entre recuerdos de
esos años?
Que fui loco, tonto y enfermo, o que
simplemente no fui y muchas gracias al olvido un aplauso. Algo de eso habrá o
de lo otro más fuerte, indecible. Esa sabiduría que se conoce de uno mismo y es
prohibido decirla.
Pero regresando a lo dicho.
Con vos ya sabemos: nos hemos dicho
tanto en insultos que nos hemos enemistado para siempre y sin darnos cuenta. No
lo sabemos del todo, ni eso, ni desde donde se arrastra esa culebra de sangre
sobre el suelo.
Estamos armados de cuchillos y cuetes.
Y las cicatrices abiertas nos han matado
ya.
Traspasados.
Heridos de muerte, no lo sabemos
aparente o cierto.
Jugamos a no saberlo, a ignorar si
sabemos o no sabemos leer y escribir nuestra propia vida de fantasmas.
Nos hacemos, además, los locos y
actuamos tan bien para un Oscar. Nos engañamos a nosotros mismos y, a lo otro
de nosotros y los demás se dan cuenta. Y se preguntan lo que nosotros
debiéramos.
¿Para qué?
Para no estar solos, para no verse
desamparados, para no amar, para seguir odiando.
Los dos somos voraces y cenamos juntos
como sagaces, pero no nos saciamos.
Estamos partidos a la mitad y la comida
se nos cae por todos lados.
Nadie nos puede ayudar en esta desunión
mística.
Para mejores canciones, solo nos nutre
la envidia
-el error-
Los dos momentos sospechosos son:
cuando te vas.
¿A dónde vas?
5:30
7:30
11:30
6:00 a.m.
Cuando regresas, llegas.
¿De dónde caes, cuál es el royo de
nuestro abandono?
Pero me lo merezco a medias.
Yo busqué esta redención.
Y parece que todo está yendo de
maravilla.
Pero no es tan fácil.
Es divertido, es erótico, hay un engaño
tácito y me siento sin tanta culpa.
La más exquisita lívido.
Mas. Seguimos estando juntos a pesar de
tu plexo solar desubicado y a destiempo.
La locura no es excusa.
Yo mismo he sido víctima de mi razón
delirante. Verdad. Mentira. Tautologías tales como tu lengua en mí, cuando la
bajada se vuelve subida enloquecedora.
Sexo.
Sexo.
Y algo de ruego y caricias.
El mejor viento de cambio de Escorpions.
Tu silbo de boa constrictora.
Y el juego primero de besarnos con otros
fines, mientras dejamos al amor en su sala de espera, pensando que entre los
dos solo hay uno o dos momentos importantes en todos esos mil doscientos
días.
Estamos jugando a no querernos para
matarnos juntos.
Hasta luego.
Beso hipócrita.
Vuelve, dice ella.
Luego vete.
Vuelve a mentirme a los ojos.
Regresa a mentir con tu boca a los ojos.
Las auroras boreales eran idénticas en
los dos polos.
Por el magnetismo y la vida secreta del
orden.