martes, 8 de mayo de 2018

CINCO ANILLOS DE PODER/ Silvia Manrique



 «No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad,
y esa búsqueda es la que nos hace libres».
Carlos Fuentes



    
Escribí dos veces esta semblanza y las dos veces las perdí. Papeles. Hoy intento la tercera.Y como todos ya sabrán, la tercera es…
Empecé por el principio, aunque les parezca divertido.
No hay otra forma de leer, aunque de adolescente, esa época en la que uno quiere pasarse de listo, leía el final desde el inicio. Ahora trato de ser honesto y procuro empezar sin alucines. El libro me acompañó a mis reuniones, entre ellas, la presentación del primer Fanzine de Eny Roland[i], en la que la diversidad era espumosa, densa y ornamental, pero entre todos, alguien me preguntó sobre el libro:
- ¿Vos y ese libron?
- Es de una amiga. Hasta ahora sé que habla de despertares, magia y vivencias.
-Cómo así vos. ¿Y es guatemalteca?
- Sí.
- No puedo creer que puedan editar un libro así aquí, y que sea de una mujer… –formuló inseguro.
- Es posible, incluso que la autora haya ganado Miss Guatemala en 1988 –le dije y agregué –este año leí también un libro de Mirna Torres Rivas[ii] del mismo grosor.
Se quedó pensando un rato, hojeo el libro y señaló que la impresión no podía ser en otro lugar que en Estados Unidos.
Mientras tanto el libro iba recorriendo su propio mundo, y como es algo autobiográfico en su mayor parte, el centro eran los pensamientos de una hembra buscando la redención, el amor y la futura libertad, contra toda limitación, abusando de la suerte con un olfato canino y una fatídica intuición de caminante. 
Un libro es una voz y un canto, un mensaje interior que recurre a memoria y evocaciones, este libro además recrea un ambiente de viaje en el que la sobreviviente de mil aventuras es una Sherezade experta en el sibarítico mundo de las tecnologías del arte de contar. La magia es arte y antes de arte fue ritual de iniciación, danza, poesía y, todo para amistar los desvaríes humanos en algo tolerable. 
Cinco anillos de poder en una mano, cuyos dedos son nombramientos de vidas nómadas que cambian de orden en diferente cuerpo: mártir, puta, bruja, santa y virgen. Silvia Manrique representa en el libro esos cinco arquetipos, esos penta-disfrases que son necesarios para ese teatro que es la vida. Si pudiera imaginarme la curiosidad de Silvia: el momento en que se dijo “deseo vivir, persigo investigar, necesito descubrir, anhelo ser, quiero lograrlo, he de lograrlo”, y entonces uno investiga su vida y se da cuenta que es una mujer muy hiperactiva, emprendedora, una inconforme serena pero pujante, que le habla a la Vida y le exige su momento.
Cuando conocí a Silvia me atrajo la forma coloquial de encubrir su vitalidad, que al mismo tiempo la revela con desmesura: yembé[iii] en mano, es una chiquilla entre unas botas con un atuendo casual, recuerdo, una presencia arrebatadora que me entrego su journal de voyage et héritage féminin[iv] con una broma de pícara al verme allí parado, esperándola solo, en una calle frente al Palacio Nacional. 
En verdad intenta creer a cada momento y, se lee en su libro la caída irrefrenable de confiar en los seres humanos. Cada uno de los personajes, personas, presencias, que evoca son un sueño de sí misma descubriéndose. Hay personajes enternecedores como la chica que descubre por medio del Yoga y la meditación trascendental, el gozo del amor compartido, el lado sexual y puro entre dos. En contraste con los iniciados de un campamento, a los que el fanatismo ciega y la expulsan del sitio, momento aquel inolvidable en la noche en la que descubre una pieza del basto rompecabezas que es la esencia de la vida.  Amigos y países se confunden en una amalgama de memories[v]. Fechas y lugares, y todo desde la piel y el gusto, que no puede ser por gusto.
El libro de un tamaño intimidante a lo best seller, pero se lee bien con un té y alcanzando acompañar a una mujer, una fémina que recrea su propio video-juego textual y va pasando pantallas hasta llegar a la recompensa. Si uno es hombre: encuentra sabiduría para complementar; si se es mujer verán un complot encantador.
Recuerdo que cuando era pequeño –dije  en la presentación –yo creí que podía doblar una cuchara solo con el poder de la mente, pero no, nunca la logré doblar. En cambio al escribirlo, no solo la doble sino que la volví florero de corales metálicos. Así es, creo, Silvia Manrique con sus Cinco Anillos de poder en sus 678 páginas.

Lester Oliveros R.



[i] Eny Roland Hernández (Ciudad de Guatemala, 1981) trabaja en fotografía profesional desde el 2009.
[ii]  (Ciudad de Guatemala, 21 de julio de 1929) es una maestra y periodista guatemalteca, y amiga personal del Che Guevara.
[iii] Tambor, instrumento musical de piel de cabra.
[iv] Fr. Diario de viaje y herencia femenina.
[v] Eng. Memorias.

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