«No existe la libertad, sino la búsqueda de la
libertad,
y
esa búsqueda es la que nos hace libres».
Carlos
Fuentes
Escribí dos veces esta
semblanza y las dos veces las perdí. Papeles. Hoy intento la tercera.Y como
todos ya sabrán, la tercera es…
Empecé por el principio,
aunque les parezca divertido.
No hay otra forma de leer,
aunque de adolescente, esa época en la que uno quiere pasarse de listo, leía el
final desde el inicio. Ahora trato de ser honesto y procuro empezar sin
alucines. El libro me acompañó a mis reuniones, entre ellas, la presentación
del primer Fanzine de Eny Roland[i],
en la que la diversidad era espumosa, densa y ornamental, pero entre todos,
alguien me preguntó sobre el libro:
- ¿Vos y ese libron?
- Es de una amiga. Hasta ahora sé que habla de
despertares, magia y vivencias.
-Cómo así vos. ¿Y es guatemalteca?
- Sí.
- No puedo creer que puedan editar un libro así
aquí, y que sea de una mujer… –formuló inseguro.
- Es posible, incluso que la autora haya ganado
Miss Guatemala en 1988 –le dije y agregué –este año leí también un libro de
Mirna Torres Rivas[ii] del mismo grosor.
Se quedó pensando un rato,
hojeo el libro y señaló que la impresión no podía ser en otro lugar que en
Estados Unidos.
Mientras tanto el libro iba
recorriendo su propio mundo, y como es algo autobiográfico en su mayor parte,
el centro eran los pensamientos de una hembra buscando la redención, el amor y
la futura libertad, contra toda limitación, abusando de la suerte con un olfato
canino y una fatídica intuición de caminante.
Un libro es una voz y un
canto, un mensaje interior que recurre a memoria y evocaciones, este libro
además recrea un ambiente de viaje en el que la sobreviviente de mil aventuras
es una Sherezade experta en el sibarítico
mundo de las tecnologías del arte de contar. La magia es arte y antes de arte
fue ritual de iniciación, danza, poesía y, todo para amistar los desvaríes
humanos en algo tolerable.
Cinco anillos de poder en una
mano, cuyos dedos son nombramientos de vidas nómadas que cambian de orden en
diferente cuerpo: mártir, puta, bruja, santa y virgen. Silvia Manrique
representa en el libro esos cinco arquetipos, esos penta-disfrases que son necesarios para ese teatro que es la vida.
Si pudiera imaginarme la curiosidad de Silvia: el momento en que se dijo “deseo vivir, persigo investigar, necesito
descubrir, anhelo ser, quiero lograrlo, he de lograrlo”, y entonces uno
investiga su vida y se da cuenta que es una mujer muy hiperactiva,
emprendedora, una inconforme serena pero pujante, que le habla a la Vida y le
exige su momento.
Cuando conocí a Silvia me
atrajo la forma coloquial de encubrir su vitalidad, que al mismo tiempo la
revela con desmesura: yembé[iii]
en mano, es una chiquilla entre unas botas con un atuendo casual, recuerdo, una
presencia arrebatadora que me entrego su journal de voyage et héritage féminin[iv] con una broma de pícara al verme allí parado,
esperándola solo, en una calle frente al Palacio Nacional.
En verdad intenta creer a
cada momento y, se lee en su libro la caída irrefrenable de confiar en los
seres humanos. Cada uno de los personajes, personas, presencias, que evoca son
un sueño de sí misma descubriéndose. Hay personajes enternecedores como la
chica que descubre por medio del Yoga y la meditación trascendental, el gozo
del amor compartido, el lado sexual y puro entre dos. En contraste con los
iniciados de un campamento, a los que el fanatismo ciega y la expulsan del
sitio, momento aquel inolvidable en la noche en la que descubre una pieza del
basto rompecabezas que es la esencia de la vida. Amigos y países se confunden en una amalgama
de memories[v]. Fechas y lugares, y todo desde la piel y el
gusto, que no puede ser por gusto.
El libro de un tamaño intimidante
a lo best seller, pero se lee bien
con un té y alcanzando acompañar a una mujer, una fémina que recrea su propio
video-juego textual y va pasando pantallas hasta llegar a la recompensa. Si uno
es hombre: encuentra sabiduría para complementar; si se es mujer verán un
complot encantador.
Recuerdo que cuando era
pequeño –dije en la presentación –yo
creí que podía doblar una cuchara solo con el poder de la mente, pero no, nunca
la logré doblar. En cambio al escribirlo, no solo la doble sino que la volví florero
de corales metálicos. Así es, creo, Silvia Manrique con sus Cinco Anillos de
poder en sus 678 páginas.
Lester Oliveros R.
[i]
Eny Roland Hernández (Ciudad de Guatemala, 1981) trabaja en fotografía
profesional desde el 2009.
[ii] (Ciudad de Guatemala, 21 de julio de 1929) es
una maestra y periodista guatemalteca, y amiga personal del Che Guevara.
[iii]
Tambor, instrumento musical de piel de cabra.
[iv] Fr. Diario de viaje y herencia femenina.
[v] Eng.
Memorias.
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