Para Adán, el paraíso era donde estaba Eva.
Mark Twain
Siempre me he preguntado qué hay más allá de lo que vemos. Desde un plano filosófico hay pocas explicaciones y todas aburridas; en cuanto a la literatura hay millones de referencias. El universo es una probeta de posibilidades. Los poetas son los únicos astronautas que hay llegado lejos y quizás habrá uno que viaje a la velocidad de la luz a estas alturas. Pero no todo está dicho. Resumiendo todos los conocimientos humanos somos unos ignorantes de todo. Las preguntas básicas se repiten en la mente de los niños. Los adolescentes aprenden sin asombro sobre la gravedad y el magnetismo. Los universitarios desesperadamente buscan tener un trabajo y asegurarse la vida sin poner mucha atención en los átomos o en las nuevas teorías que explican el funcionamiento del cosmos. Solo los científicos más apasionados buscan sin cesar algo que en el fondo no comprenden muy bien. Al igual que el poeta están a la deriva en cientos de posibilidades todas nuevas y diferentes cuando entran en el plano de las abstracciones matemáticas para llegar a las respuestas definitorias. El escritor reinventa cuando ya ha rebasado todas las posibilidades del error. El hombre y la mujer particularmente, en su burbuja de hidrogeno y oxigeno, cierran los ojos y descubren todo eso sin explicación en un orgasmo. Las teorías son elegantes, pero solo el buen sexo logra integrar la gravedad y el electromagnetismo en una cama de un hotel. Solo resta pasar eso a ecuaciones numéricas, pero resultaría aburrido.
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