Un error en el viento tras las cortinas del cielo hacen que ahora mismo el perro blanco french poodle se coma otra nube convertida en sirena para terminar de una vez y para siempre con todos los arcanos que las lunas presienten desde las olas y el magnetismo estridente de un semáforo visto desde el mundo. Puede que haya una mujer viendo desde algún lugar ese mismo perro French poodle hecho del azar y la fortuna de pequeños átomos jugando o muriendo sin darnos cuenta, a penas ella ve el perro blanco inflado de vapores para que me lo describa por una famosa red social y celebramos el hallazgo con una risa escrita y un icono nuevo de la fotografía del cielo. Compartimos una fotografía del cielo, pero ahora el perro se nos ha vuelto un dragón enorme y difuso que quisiera volar de verdad pero ahora solo es un león blanco quieto y feliz de estar volviéndose nada más una nube de vuelta. Hay razones y sin razones que giran entorno, brotan confesiones y nos miramos sin siquiera vernos mientras el mundo también se vuelve algo incontrolable y feroz hasta que la violencia de toda la velocidad nos hace caer de nuevo al sueño de que nada se va tan pronto para por lo menos memorizarlo. Ella esta lejos y yo vibrando de fuego entre siete días que no se repetirán ahora ni mañana. Felices los cuatro puntos cardinales, felices las esquinas de este pañuelo que nos abraza, un mundo en cada cabeza y en cada mano la posibilidad de tener la vida escrita desde antes de nacer. El cielo sigue ahí, ahora más azul que nada, sin ni una nube. Tomamos otra foto y ahora sólo se ve un fondo celeste que podría ser el comienzo de algo como un lago. El perro sólo podemos imaginarlo meneando su cola blanca de algodón de azúcar.
Música para escribir
No se sabe donde empieza ni donde termina. Podemos adivinar la calle, el cuarto de hotel, el fondo de un bar. La mañana esa cuando los dos tomados de la mano logramos resolver toda la noche con dos palabras y un montón de risas y caricias. El podría decir que el amor empezó cuando ella se volvió la luna y ella podría decir que el la conquisto cuando le llevó en brazos hasta el final de la playa. Pero el amor podría irse en el mismo instante en que los dos se pusieran a buscarlo. Escribir eso es darse golpes de pecho en los momentos más difíciles de la existencia. Sencillamente siempre veremos a través de espesos espejos cóncavos. Nos mudaremos a otros países y bailaremos con los mejores y las bonitas. Dentro todo es un remolino. Duda, ira, quizás una profunda y nunca esperada tristeza que se mece como si estuviéramos eternamente en medio del mar, el mar, el mar de una caricia que no se ve ni se inventa, solo esta ahí para siempre como si quisiera ser un ancla que nos detenga en un momento, un pliegue de la eternidad, un instante preciso en el que se cuela un rayo de luz que es su mirada y su cuerpo desnudo y vivo como un gran silencio ondulado que nos avienta al pasado. Pero por eso somos humanos, por nuestra capacidad para decirnos mentiras a nosotros mismos y aceptar las más efímeras verdades, así y nada más así se forja el cariño más profundo, la nostalgia en la superficie de los ojos.
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Fotografía Brielle Miel DuFlon
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Fotografía Brielle Miel DuFlon
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