miércoles, 19 de mayo de 2010
A UN MILLON DE AÑOS LUZ DE CASA (al planeador de Cerati)
lunes, 17 de mayo de 2010
EL HACEDOR Y SU CREATURA (Relato Verídico)
Empecé una breve introducción citando a Hemigway, porque lo recordé en el acto, en la entrevista que le hiciera George Plimptom del Paris Review, y luego comenté algo sobre la ficción con un amable espectador con una traza de actor de teatro. Lo interesante del asunto, es que al comenzar con el conversatorio, inmediatamente empezó el debate. Yo me reía porque no sabía que hacer, si eso estaba en los planes o no, y mi amiga a punto de ser cumpleañera debatía con toda propiedad con el caballero, que hasta se había levantado de su asiento y había ido hasta donde ella estaba. Javier me miraba sin comprender, y yo me reía. Mariano, a la par mía observaba, y Juracán esperaba terminar su discurso. Creo que tomé el micrófono y dije que íbamos a dar un tiempo para el debate, que íbamos a seguir con el programa. Juracán terminó hablando de la ficción con buenos resultados. En mi turno comenté algunos escritores relacionados con las mentiras de alto calibre y leí un pequeño texto. Pero a punto de terminar, el caballero, famoso ya por sus debates, me intentó interrumpir, y creo que yo fui muy lejos con mi respuesta, celosamente le dije que iba a terminar con la lectura. Oí un grito al fondo. Era mi amiga gritando mi nombre, inevitablemente me quede sin saber que hacer, si disculparme o seguir. El hombre caminó a la barra y compró una cajetilla de Rubios y salió a fumar. Mariano terminó con un texto que leyó sobre el tema en cuestión. La literatura como una mentira que nos acerca a la verdad. Yo realmente me sentí incomodo y furioso por no saber completamente que sucedia. El hombre regresó; por supuesto, se acercó a nuestra mesa y me calculó veinte años y a todos en conjunto nos invito a seguir adelante. Yo sólo me preguntaba, porque no me paso a mi eso antes, tantas oportunidades que había tenido, y me paso esa noche con un tema que me gustaba tanto.
jueves, 13 de mayo de 2010
MINI MAX (HOMENAJE A LA MADRE-&-PADRE)
Después de dos semanas en casa, cada sábado por la mañana me apliqué a enseñarle trucos de circo. Recuerdo que ya le era familiar y compartíamos buenos tiempos y mi comida. Así que el gato fue engordando y yo adelgazando un poco. Luego de la escuela, lo llamaba con un nombre bastante raro que ahora ya no recuerdo. Una tarde, bajó, amarillo con sus ojos marinos y mi mamá lo odio. Mi papá como siempre se había desaparecido. Una mañana me desperté con mi gato en la cama tan doméstico que lo invité a la par mía. Un mal movimiento debió inquietarlo y me mordió. Es lo único que tengo y que me hace recordar a mi gato. Porque una semana después, mi mamá lo regaló a los vecinos, unos señores cobaneros que lo recibieron felices porque era un gato hermoso ya, que además sabia trucos de circo y obedecer a ese nombre del que ya no quiero ni acordarme. Luego mi mamá me invento que los señores cobaneros se lo habían robado. Luego que se había comido su comida. Luego que yo le daba mi leche y que estaba ya muy flaco. Luego que odiaba al gato cada vez que lo miraba. Hasta que me confesó que estaba celosa porque yo ya no hacia otra cosa que pasar tiempo con el animal.
miércoles, 12 de mayo de 2010
SIN TITULO (EXPOSICION DEL DIA SABADO 15 EN COMALAPA)
La Devaluación
Acuarela/papel
Medidas: 48 x 37 cms
Año: 2000
Este 15 de mayo se estará inaugurando la exposición SIN TITULO, con la participación de artistas plásticos como Hemelindo Mux Yool que expone su obra La Devaluación, que aparece en la foto. Además de Helen Ascolí, Edgar Calel, Benbenuto Chavajay, Bonifacio Maxia, Petronilo Miza, Paula Nicho, Fernando y Ángel Poyón y Manuel Pichiya. La exposición será en Comalapa, Chimaltenango en la 0 ave. 4-92 zona 1, a las 18:00 horas. La exposición sólo estará abierta el sábado 15 y el domingo 16 de mayo. Entrada libre.
lunes, 10 de mayo de 2010
FRAGMENTO DE UN FRAGMENTO (ESPEJO ROTO)
Fragmento IX
Siete años, piensa. Siete años pensando que no estaba en la tierra sino en su cuerpo virgen todavía. Siete años de placer como si fueran amantes. Escondiéndose de todos. Inventando itinerarios donde no los conociera nadie. Los últimos dos años habían sido más como amigos. Ya había pasado el primer fuego azul, sólo quedaba el rescoldo de unas brazas calientes y rojas. Se conocían tan bien que a veces no se hablan delante de la gente porque ya sabían lo que se estaban diciendo. Pero el tiempo seguía pasando tan veloz que cuando se daban cuenta, empezaban a dudar del alejamiento. Luna era de porcelana con unos ojos tan negros como si de dentro le naciera la noche. Siete años. Lo pensaba en su cama, semidormido, con la sabana en la cara. Sentía un temblor de cuerpo, el pulso raro y el miedo de que al abrir los ojos siguiera nublado su cuarto. Se había alejado de ella porque había adivinado demasiado tarde sus mentiras. No estaba enferma de nada, Luna era una buena actriz, que por demostrar que ha ella nadie la dejaba, actuando se hubiera muerto de verdad. Ahora pensaba que ella le enviaba efluvios mortíferos para que se terminara quedando para siempre muerto en aquella cama, en aquel cuarto de hotel, en medio de la ciudad más violenta, lejos de todo, como si fuera vegetal para no tener familia, como si fuera un reptil, un simple gusano. Recordaba todo desde el medio sueño, desde la última pesadilla, y hacía un esfuerzo tan grande para mantenerse vivo, que podía dejar de respirar involuntariamente. Pensó en algo tan abstracto como el suicidio. Pero pronto se dio cuanta que no era lo más elegante, sólo un impulso para vivir a pesar del daño. El cielo que recordaba de niño era azul, el cielo de grande era gris. Pero le dominaba el miedo y la tristeza. Dos sentimientos que podrían crecer tan dentro que no se podrían desenraizar nunca. Tengo que terminar con esto. Tengo que volver a ser el de hace siete años dijo, pero no pudo levantarse. Se quedo haciéndose el dormido, aunque no hubiera nadie. Sentía que había un observador presente, uno tan perpetuo y juiciosos que le daría vergüenza darle la cara. Un observador de si mismo, que siempre había estado esperando ese momento para verlo derrotado.
Picto—grafías
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