martes, 8 de diciembre de 2009

CASANDRA Y NACHO CRENDE (...Y SU VIAJE COMPLICE POR LOS SUELOS MAGOS DE LATINOAMERICA)




La lectura de poesía fue en la memorable cueva El Olvido, un bar detenido en el tiempo, con pósters de Pedro Infante, Daniela Romo, Cantinflas, una rockola de donde nace la voz de Roberto Carlos, y una televisión con una película de picaresca mexicana que nadie mira. Es viernes por la noche. Entre los invitados, hay dos jóvenes que parecen más europeos que argentinos. Viven una visión propia, que empezó meses atrás cuando decidieron que iban a viajar por toda Latinoamérica, sin portar ningún artificio de la tecnología, con dos mochilas, varios de sus libros publicados en su propia editorial y un gusto por la aventura del Autostop.
Le pregunto a Casandra si puedo empezar con la entrevista.
- Esperemos a Nacho –dice con su acento del sur.
Nacho llegó con una sonrisa que sobresale de su tupida barba castaña. Se siente cómodo en una silla y veo a los dos tan juntos como si fueran uno solo, como si uno no existiera sin el otro. Me lo confirman sus libros, que van enseñándome, donde veo los dibujos espontáneos de Casandra y la poesía de esa simbiosis tan rara en un mundo disgregado. El libro se llama Historia en Fábula de un Caballo Violeta (a veces alado), y me dejan hojearlo mientras me van contando el por qué de los caballos diferentes a cada verso, del juego de los recortes de palabras, de la forma del libro acordeón, y me gusta encontrar en ellos tanta sencillez.
Cuando uno conoce a Nacho Crende y a Casandra Lavalle (que son sus nombres en la vida real), puede que uno los confunda a primera vista con una pareja Hippie. Pero al hablar con ellos uno queda atrapado irremediablemente en su universo, que no es una suerte de complicada trama filosófica, sino una fiesta de la ingenuidad lúdica que los conecta al otro mundo con el regocijo de la niñez. Son como dos niños grandes, creyentes de seres imaginarios y gracias a la correspondencia magnética con la conviven diariamente pueden organizar todos los días un mundo donde la imaginación es sobreviviente. Me cuenta Nacho, que los cuentos surgieron por el hábito que tiene de contarle a Casandra un cuento todas las noches.
- Todas las noches le contas un cuento nuevo –le pregunto, sorprendido.
- Si –me responde –así fue como nació también La No Tan Trágica Historia Trágica de Don Señor Trágico Corazón, porque siempre empiezo contándole un cuento y ella se duerme (y quizás lo sueña), y yo me quedo pensando que el cuento puede ser escrito para que ella lea la continuación al otro día, y sepa el desenlace.
- Luego yo hago los dibujos con la referencia de lo que imaginó en el cuento –me dice Casandra –, siempre lo hablamos, y luego unimos los dibujos al texto.
- Si, creo que nuestros poemas tienen muchas formas de ser leídos –me confiesa Nacho –, creo que cualquier poema hay que conocerlo primero para saber como leerlo. Tratamos de dejar al lector la interpretación final.
- Me gusta lo que dijiste al final, hay poetas que uno relee como Cortazar, que hay que conocer sus trucos. ¿Será como un teléfono descompuesto, de una gran historia que va tejiéndose entre ustedes? –les pregunto.
- Si, pero es un teléfono descompuesto que sólo funciona si el teléfono esta realmente descompuesto –me corrige Nacho.
Nos reímos. Manuel Tzoc me pide otro vaso de vino. Veo a Casandra haciendo un cigarrillo Drums. Oigo la voz de los poetas leyendo ávidamente. Vuelvo a los dibujos de los libros y noto que hay una diversidad de dibujos escondidos en la multitud de formas.
- A veces yo mismo, luego de haber visto por algún tiempo los dibujos de ella, encuentro algo que no había visto antes –me dice Nacho.
- Y ¿cuántos años tienen?
- Ella tiene ahora 24 y yo tengo 26. Salimos con 25 y con 23, ella cumple años en Julio y yo en Marzo.
Casandra lleva puesto un pantalón con orquídeas violetas estampadas en lo negro de esa tela de algodón, una diadema con florecillas de naranjo y una sonrisa calida. Nacho lleva un pantalón Amarillo, unas sandalias donde se advierte la intención de una tijera, el paso del tiempo, algunas manchas de pintura y, la comodidad indudable de caminar como que uno anduviera descalzo…, también lleva puesta una camisa gris y un chaleco negro y me habla de cómo su vida cambió antes del viaje.
- Yo era de Tango, vino y cigarritos, solitario por ahí, y la vida para mi cambió con ella –me dice –, ahora vemos hacia atrás, y no lo creo, somos dos, ella y yo, y los dos comemos, nos vestimos, dormimos y nos narcotizamos, con ésta editorial y los libros; vengo de una familia pseudo-burguesa que para ellos la literatura era vivir flasheando, como decimos allá; yo sabía de amigos que no les iba bien porque salían con un libro nada más, pero nosotros cambiamos eso por una editorial, haciendo libros para chicos no tan chicos y para grandes no tan grandes, es un sueño sabes. Vamos por países conociendo su cultura, probando frutos nuevos para nosotros, sabes que en Argentina no hay bananas, ni papayas. A veces aprendemos a cocinar las comidas de los países a donde llegamos y nos quedamos por unos meses.
- Ustedes son como una comparación del universo –le digo, en mi emoción –porque oí los poemas de ella y suenan como más ingenuos, y los tuyos son como más elaborados en la calle y en la búsqueda del conocimiento, son entre los dos un balance, contrarios que se atraen.
- Puede ser… –me responde.
Finalmente, me dicen que piensan visitar San Cristóbal de las Casas en México y quedarse por unos meses. Me revelan que en ningún país de Latinoamérica los han robado ni han abusado de ellos, sino al contrario de lo que pregonan los telenoticieros, la gente siempre los ha recibido muy bien. Me cuentan, que tan sólo en Panamá, un oficial prepotente se le dio la gana dejarlos esperando por unos días en una isla de Kunas donde nadie hablaba español, y, sólo por ser argentinos. Al finaliza sus poemas, Nacho y Casandra reciben aplausos por su poesía, y quizás, más que todo por el valor de pregonar al mundo que aún el amor puede hacer milagros.

Lester Oliveros
Viernes 4 de Diciembre, 2009.

Todos los libros de Alacarga Editorial: Enriquito y su Nada de Sueños; Historia en Fabula de un Caballo Violeta ( A Veces Alado); La No Tan Trágica Historia Trágica de Don Señor Trágico Corazón, las Parte-Citas Fragmentadas, la poesía en un Estrellario, estrelladamente estrellado y los cuentos de Anzuelo para Sueños.
Fotografía cortesía de Maria José Sanchinelli

lunes, 7 de diciembre de 2009

COLECTIVO ULTRAVIOLETA/PROGRESO


Las exposiciones de UltraVioleta son lo máximo hasta ahora. Estuve en la presentación de fotografía a la par del cine Lux y me encantaron las horchatas con Quezalteca, las fotos de Byron Mármol y atómica música de unos extraterrestres vestidos con púas de estrellas muertas.
Ahora en el Centro Español, fue más sobrio. Progreso. Vino tinto. Un texto monumental en el se indaga en una realidad por medio de la luz, el tiempo, y la perspectiva desde una cámara fotográfica sostenida por un sujeto. Flash!. Ahí está la devastación de la industria, y al final, un cementerio sin memorias ni un solo vestigio del saqueo. Contaminación visual. En una sala hay un profeta luciferino que predice el presente. TRANSA/AVANZA. Las luces se activan alternativamente y los focos proyectan un mensaje. Al lado un Aleph. Un agujero por donde todos nos detenemos a ver el mundo.





- Y vos que viste.
- Yo vi un hormiguero, un hámster corriendo en una rueda, y a los del Congreso peleando con vasos de agua entre sus curules.
- Vos, yo vi un anuncio de cómo adelgazar y a un tipo le crecía la panza y luego se adelgazaba, también el mar.
- Es una representación del cuento de Borges, El Aleph –le digo.

En la otra sala, un circulo de fuego proyectado. Da mucho calor al sólo sentirlo en las pupilas.

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Artistas: Máximo González, Rodrigo Pereda, Andrea Mármol, Lourdes de la Riva y Caito Sánchez.

-foto: “Myra Hindley”, una de la obras de Andrea Mármol, de la serie “Asesinas seriales”.

viernes, 4 de diciembre de 2009

OLEO DE MUJER SOBRE FLORES /LEVES ANOTACIONES SOBRE PINTURA

Ana Patricia ya tiene un rostro.
Una mujer con sombrero,
como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndome al centro del miedoy yo,
que no soy bueno, me puse a llorar.
Pero entonces lloraba por mí,
y ahora lloro por verla morir.
Silvio Rodriguez, Oleo de Mujer con Sombrero.

Mi gusto por la pintura empezo por el año de 1993. Llevaba un diario de sueños desde que leí a Freud y en algunos textos pegaba la foto de una obra de arte. Estaba aprendiendo a ver las cosas con otros ojos, me gustaba descubrir nuevos mundos. Dalí fue uno de mis primeros amores. Sus imagenes surrealistas fueron en otro tiempo mensajes cifrados que se me abrían como sellos místicos y podía resolver mis dudas viendo La Girafa en Llamas o El Gran Masturbador. En una epoca de fin de año precisamente, me iba todas las tardes, desde la 35 avenida de la zona 5, hasta la biblioteca del IGA. Era un lugar maravilloso, íntimo, con olor a libros y el ambiente era iluminado por una luz natural que entraba mesuradamente mientras yo miraba los catálogos completos de la pintura de Joan Miró, Jean Dean y Edward Hopper. Me fascinó su mundo. Puede que mucho de lo que escriba lleve sus manchas azules y rojas, sus imagenes regadas de un mundo impreciso y perfecto. Tuve la gran suerte de encontrar a Picasso y leer sobre su vida. Saber de sus conquistas y darme cuenta de su talento natural para sorprender a la gente con trucos de mago y una sabia observación que por sobre todas las cosas buscaba el otro lado de la verdad. Picasso esta también en mucho de lo que escribo. Creo que nunca estuve tan cerca de la magia como cuendo me abstraía en las contemplaciones infinitas desde Willem de Kooning y Jackson Pollock, las pinturas de Andy Worhol y la belleza caótica de Basquiat. Me fascinaba encontrar en colores la vida y con distorciones cómicas como en el caso de Kandinsky, y formales deconstrucciones en Rothko. Me gustaba observar lo que no entendía en un principio y darme cuenta como mi espiritu lo decodificaba y soñaba con las respuestas de un arte Mondrian tan exquisito como pueda ser la nada llena de una nueva significación humana. A proposito, de visiones de excesos, me gustó Gauguin y Van Gogh.
Pero llegar a Chagall fue por una canción de Silvio Rodriguez. Ahi estaba el libro entero de este pintor frances de descendencia Rusa. Sus mujeres y hombres volando sobre floreros colmados de las más exquisitas flores. Me gusto su mundo inventado. Su pais intimo que me ofrecía un aroma natural de paraiso y ternura. Creo que muchas de las cosas que les he dicho a mis amigas en la cama viene de las imagenes que vi ese fin de año.

martes, 1 de diciembre de 2009

PRIMERO DE DICIEMBRE EN CAMA


Hoy te encontré cubierta con una gruesa colcha afelpada con un dibujo salvaje de un tigre adormilado. En tu pequeña habitación estaba tu padre sentado a los pies de la cama tomándote la presión, tan pensativo que no oyó mi saludo. Tú me respondiste por él, sin ánimo, cansada y profundamente hastiada de lo mismo. Sentí nostalgia e impotencia, y eran sentimientos que en aquella habitación tan pequeña me ahogaban. Tu sobrino jugaba con un carrito de plástico, indiferente a tu drama diario, como yo a veces para no soltar el llanto. Recordé, al ver tu extenuada sonrisa los primeros besos que nos dábamos como locos en las casas de tus amigos. Cada vez que lo recordamos nos reímos siempre, con picardía, con un desenfado muy humano y podíamos sentirnos completos, tomados de las manos, tratando de besarnos como antes.
Muchas veces trate de ser valiente y conversábamos sobre tus complicaciones, y cada vez terminaba sintiéndome ignorante de todo, porque había que vivirlo nena, no era sólo un cuento de esos que yo escribía desde mi máquina con algún lujo burgués, quizás tabaco o café, o algunas veces una copa de vino tinto. No, no era eso, era algo diario con lo que tu debías lidiar, y saber, muchas veces, en realidad tomar al toro de la intolerancia y saborear tu condición con animo de boxeadora que esta a punto de perder la vida entre las cuerdas. Es una lucha real, tu lo sabes, contra la muerte, contra ti misma y contra los demás, y debes sobrevivir, porque por una razón estas respirando en los tiempos libres que te da la vida, y luego el golpe de la campana y se levanta el retador a cualquier hora, y es un peso completo que ya ha botado a todos. Estas en el rin, sólo te falta un asalto, siempre el último, y tú ya has ganado todos, pero el último es el que requiere calma, una paciencia de santo y que ya has practicado en otras ocasiones de la vida, sólo basta tener fe.
Te aconsejaron bajar a comer, y mientras yo siento un hambre de perro de la calle, voz haces tus mismas caras de disgusto y desprecio. Yo no sé que decirte, en realidad comer debería ser tan natural como respirar y no se debería obligar a nadie a respirar a menos que la persona quiera morir asfixiada por si misma; pero tu bajas resignada, pero sin animo, sin hambre de comida, y con unos deseos internos de bienestar total, que sólo puede ser un reflejo del subconsciente.
Sueño que tu vives en otra ciudad, en esa ciudad imaginaria tu ves y no tienes ni diabetes, ni presión alta y además eres feliz. Te lo comento y pensamos en el paraíso, en ese lugar sagrado donde no habrán hambrientos porque no existirá el hambre y donde no habrán ciegos, ni cojos, ni cansados, ni hombres con disnea o afecciones cardiacas, ni reumatismo, ni dolores repentinos, ni lepra, porque no habrá muerte ni enfermedad. Por alguna razón siento ganas de irme, pero ya es muy tarde, así que me quedo oyendo contigo la última película de la noche.

sábado, 28 de noviembre de 2009

ALIMENTO PARA EL OLVIDO


Ni mi muy bien ganada reputación como historiador y tremendo entusiasta de seres imaginarios, podía llegar a imaginar aquella presencia de ese ser demoníaco o celeste, y por lo tanto sólo puedo describirlo sencillamente como un ser legendario, corpulento y desnudo por completo, resoplando de ira contra un árbol en el Jardín Botánico. Era portentoso y no estaba asustado más que por el miedo de vernos diferentes a él. Los ojos bien abiertos adquirían severidad y conocimiento y por ellos podríamos decir que estaba pensando; no así por sus facciones animales que lo separaban completamente al lado de las bestias. Su rostro, de una bestialidad purificada, se dilataba contra la sombra de los eucaliptos del Jardín. Precisamente lo vi cuando bebía en una poza y uno de los niños que habían llegado para que yo les mostrara el lugar, lo señalo con emoción. Saltó como un animal de un lugar a otro y se quedo a lo lejos de la escena. Por eso nos dimos cuenta, nosotros los mayores, que no era un disfraz como había dicho el niño, pero a ellos los sedujo de inmediato la curiosidad.
Ayudado por los padres de familia que habían ido para aquella ocasión, fuimos inventando una buena razón para sacarlos del recinto. Los niños hacían lo imposible por verlo y alguno comenzó la persecución. Fue imposible detener a dos o tres niños que se soltaron del brazo de sus padres y corrieron en dirección al Minotauro. Fue fatal. En menos de tres cornadas ya había matado a uno de los niños, y los otros dos regresaron corriendo, huyendo de la bestia.
El horror se apoderó de los mayores y el llanto salto de todos los niños. Todos salieron corriendo por diferentes direcciones buscando a sus padres y los padres buscando a sus hijos. Algunos en la confusión, tomaban a hijos que no eran de ellos, y había niños que se tiraban a los brazos del primero que los encontraba. Yo me quede de pie viendo al Minotauro bufar con rabia mientras caminaba en dirección a los tres niños muertos. La sangre le escurría de los cuernos y por detrás parecía un demonio rojo. Tomó los tres cuerpecitos y los comenzó a observar tirado entre los árboles. Tenía ojos de ternura aun cuando miraba la sangre de los infantes.
El director de la escuela me vio allí parado y me llamó desde lejos, al otro lado de la baranda. Yo lo vi angustiado y pensé que ya había hecho lo que tenía que hacer como autoridad responsable.
Me senté ahí mismo en un árbol de corteza amarilla, y lo pude ver detenidamente. No me pregunté en ningún momento de donde había salido, creo, que era suficientemente real a los ojos para producir asombro y pánico. Lo importante era que estaba allí y, yo jamás había creído que fuera posible que una bestia mitológica fuera posible. Quizás un Unicornio, pero un Minotauro de ningún modo. Él era un ser condenado a vagar en un laberinto y matar a quien irrumpiera o fuera condenado, tenía que buscarlo por los estrechos callejones y luego matarlo a cornadas o azotes, para luego comerlo por necesidad. Teseo jamás salió del laberinto, pensé, o quizás salió a contar una mentira; como buen lector había notado en la historia cierta arrogancia en el héroe, y valiéndose de un truco tan inaudito, si era posible que la bestia también siguiera la seña. Cuantos textos hay sobre la historia y sobre otras más antiguas que debido a una interpretación falsa cambian plenamente de sentido.
Las pezuñas de sus pies raspaban la tierra y se encaminaban a la poza. Metió la cabeza al agua como lo hace una vaca y la sacudió. Su pelambre ocre se hizo más castaña. Tuve temor de que se enfrentara contra mí. Me miró fijamente y se quedo quieto, como una estatua. Era como si su mirada nos diera la capacidad de ver a través. Me frote los ojos y tuve miedo verdadero, fui corriendo hasta la salida y me salieron al paso dos hombres uniformados con rifles al hombro.
– ¡Allá esta! –Gritaron todos.
– ¡No, no lo maten! –Dije ante todos-. No saben lo que es... ¡Es un minotauro!
Tres disparos acallaron mis palabras. El animal tendido en el suelo, se sostenía el pecho con sus tremendas manos. Luchaba contra la muerte viéndonos a todos sin consuelo. Por fin calló y abruptamente hundió el hocico en el lodo. Trato de levantarse tres veces más y, se oyeron otros tres disparos.
– ¡Ya esta! –Dijo uno de los hombres, dándole vuelta al cuerpo con las dos manos.
La tarde caía como siempre he recordado que caía en mi infancia, llena de luz amarilla y esperanzadora, fugaz. Esperaba junto al Director la llegada de los forenses y otras autoridades responsables. El grupo de niños había dejado todo miedo y rodeaban el cadáver del Minotauro muerto. Lo miraban con curiosidad sin saber aún que era.


2003

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...