Sera, según algunos amigos lectores, como encontrar una novela sin prosa leída a toda velocidad.
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Fotografía: http://literaturauniversalsofiavaz.wikispaces.com
Habíamos quedado con Liliana de vernos en el Palacio Nacional para la presentación de La Isla. Ya antes (me lo recuerda a cada momento que puede con esa risa…), de cómo la dejé plantada en una ocasión para la misma película. Llegamos con un amigo mutuo, con el que hemos ido primero al bar Granada a platicar de Blaise Cendrars y sus viajes reales e imaginarios. Nos encontramos a Liliana frente al palacio, sonriente, con ese traje de San Juan que tanto gusto me da cuando lo luce con una sonrisa, a unos minutos de que caiga la noche. Me parece correcto lo que dicen todos, eso de llevar cédula para entrar al Palacio de la Cultura; pero ya en otras ocasiones he entrado fácil sin mostrar ningún papel. He olvidado mencionar que saludamos a Cesia Godoy en la entrada y le cuento de algunos libros de Cendrars, opina que los viajes imaginarios son generalmente los primeros que uno debería de haber sellado en ese pasaporte alucinante de la mente. Se queda fuera esperando a unos amigos y luego ya no la veo al terminar la función.
Trato de poner en el mostrador todo lo que tengo entre las bolsas, desde cigarrillos quebrados, las llaves de casa y la bicicleta, el billete de un dólar y el encendedor Bic, con el que hacia unas noches encendíamos felices una vela del Café Chocolate. Encuentro a Trudy en la entrada guiando a todos a la sala para presenciar la película. La veo emocionada, juvenil y dinámica, como un átomo, un átomo azul que ha estado trabajando un proyecto personal en los archivos de la policía. Pasamos a la sala en el momento justo que todo se pone en marcha.
He visto tres veces la presentación de esta película–documental de Uli Stelzner y me sigo preguntando porqué nadie en mi propia casa me había contado esta historia. Una cosa si me viene a la memoria, las palabras certeras de mi abuela materna cuando decía que del cielo a la tierra no hay nada oculto. El descubrimiento de estos documentos a punto de ser condenados al olvido y dejar fragmentada una parte del rostro oscuro de una ciudad pequeña pero con un infierno bastante amplio, fue casi un milagro de esos que nadie puede explicar con ciencia. Lo otro que se fue gestando si se rastrea desde el intelecto, la razón que va vislumbrando, uno a uno, los rastros del dolor y la crueldad.
Al final, pude hacerle a Trudy una entrevista breve y simpática sobre este asunto. Alguien me jaló del brazo y me dijo que Uli estaba en la sala, pero hay personajes que es mejor dejar en el misterio.
Lester Oliveros: ¿Cómo es el ambiente “normal” en este archivo de la policía?
Trudy Mercadal: Tranquilo, mara dedicada a lo que hace, amigable.
L.O.: ¿Habrán fantasmas?
T.M.: Mmm, yo no creo en fantasmas vos. Todavía no he conocido uno que no tuviera una explicación más creíble y racional, a que es un fantasma.
L.O.: ¿Una de las anécdotas interesantes de tu proyecto y situación que te llevó a ir directo a este archivo?
T. M.: ¡Ala tantas! Descubrir la valentía y estrategias del G.A.M. para hacer activismo por sus familiares desaparecidos. Muchos murieron después por eso. ¡Que corajudos! Pero mi tema de investigación no tiene que ver con victimas y desaparecidos, sino con la incidencia de países extranjeros en Guate en esos años.
L.O.: ¿Como es tu ánimo antes y después de estar en contacto con estos documentos?
T.M.: Muy compungido. Pero engazada.
L.O.: Viendo a futuro, muy futuro, que podrías adelantar de lo que sería este archivo en 2020
T.M.: Espero que un recurso tanto o más valioso que los Archivos Generales de Centro América. De hecho, ya lo es, tiene documentos que van más atrás de los años 1920. Un gran recurso para ir a hacer investigación histórica, sociología, de todo tipo. ¡Tanta tesis que pudiera salir de allí!
L.O.: ¿Cómo es la gente del archivo?
T.M: Bien buena onda, ayudan mucho. Les llena lo que hacen. En su mayoría, muy jóvenes, así que bien alegres también.
L.O.: ¿Se puede comer, fumar, hablar recio, callar, y cuál es el aspecto de las paredes?
T.M.: Fumar adentro de plano no. Comer y beber si, pero preferiblemente te salís a la cafetería para no andar dejando migas y regazones. Todos tenemos una botella de agua a mano, sin embargo, y por respeto a la gente, concentrándose en investigación, el ambiente es silencioso, como una biblioteca. ¡Las paredes si necesitan unos sus cuadros o algo! Son verdes y desnudas en su mayoría.
L.O.: ¿Hay algo realmente repugnante ahí?
T.M.: No, nada repugnante. Limpísimo.
L.O.: ¿Hay algo espiritual?
T.M.: Me imagino que para la gente que es espiritual tal vez. Yo no lo soy. La mayoría de gente está en sus escritorios trabajando y los investigadores estamos en las compus, leyendo. Eso es todo.
L.O.: ¿Algún chiste que se te haya ocurrido estando en el lugar?
T.M.: Pues hay algunas situaciones tan surreales en las cosas que una lee allí que rayan en lo cómico, pero de aquel humor NEGRO-NEGRO. Ya sabes que los seres humanos, hasta en medio de las más grandes tragedias, buscan lo humorístico. Es una estrategia de supervivencia emocional.
Termino de entrevistar a Trudy Mercadal vía electrónica. Me parece que luego de presenciar situaciones tan divertidas, como un travesti que nos dijo que se había vuelto así por el conflicto armado, ya no hay más por anotar. Recuerdo la lectura del Material Humano, las fotografías de Jean-Marie Simón y tanta fotografía casi desamparada al imaginario en las calles del centro histórico.
Esa noche terminamos cenando en un restaurant que esta camino a casa, llamado Alicante, sirven unas hamburguesas con papas y cerveza en un ambiente alegre; por la risa de los comensales, seguro seguirán ahí hasta las seis de la mañana.
Fotografía: http://www.hrdag.org
Siempre se llega el tiempo de pagar nuestras deudas de juego. Esas deudas canceladas en algún lugar de la mente, terminan gestando la más burda trampa de amor y espontáneamente terminamos asistiendo al teatro de las buenas costumbres o al gracioso encuentro, cuando todo es abolido, por el tiempo que pasó como agua bajo todos los puentes. Heráclito sigue asombrándome con esa básica teoría de que el tiempo es arte. Hablando de todo un poco, pude ver la calle esta mañana en la colonia La Reformita. Señores salían, aún con cobertores, con pan y chiles rellenos, un perro sale corriendo de una casa y se detiene espantado ante la luz de un nuevo día, se rasca el lomo contra un árbol, huele el trasero de otro chucho que ha llegado a saludar, se olfatean mutuamente con naturalidad, luego cada uno por su lado. Uno de los perros lo conozco muy bien, es un perro indeciso, si esta en su casa quiere salir a la calle y si esta en la calle quiere entrar a la casa, pero se va a la otra esquina en busca de más aventuras.
Los fantasmas existen, creo que yo soy uno de ellos. Uno se puede volver un fantasma con facilidad, bueno, no le voy a dar la receta porque seria algo dado a susceptibilidades, o extraños malos entendidos. Lo cierto de todo es que ayer espanté a una persona y la verdad, me divertí mucho tratando de encontrar la respuesta de cómo me fui volviendo tan extraño, volátil.
fotografía: http://faithfool.files.wordpress.com
Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...