Siempre se llega el tiempo de pagar nuestras deudas de juego. Esas deudas canceladas en algún lugar de la mente, terminan gestando la más burda trampa de amor y espontáneamente terminamos asistiendo al teatro de las buenas costumbres o al gracioso encuentro, cuando todo es abolido, por el tiempo que pasó como agua bajo todos los puentes. Heráclito sigue asombrándome con esa básica teoría de que el tiempo es arte. Hablando de todo un poco, pude ver la calle esta mañana en la colonia La Reformita. Señores salían, aún con cobertores, con pan y chiles rellenos, un perro sale corriendo de una casa y se detiene espantado ante la luz de un nuevo día, se rasca el lomo contra un árbol, huele el trasero de otro chucho que ha llegado a saludar, se olfatean mutuamente con naturalidad, luego cada uno por su lado. Uno de los perros lo conozco muy bien, es un perro indeciso, si esta en su casa quiere salir a la calle y si esta en la calle quiere entrar a la casa, pero se va a la otra esquina en busca de más aventuras.
Los fantasmas existen, creo que yo soy uno de ellos. Uno se puede volver un fantasma con facilidad, bueno, no le voy a dar la receta porque seria algo dado a susceptibilidades, o extraños malos entendidos. Lo cierto de todo es que ayer espanté a una persona y la verdad, me divertí mucho tratando de encontrar la respuesta de cómo me fui volviendo tan extraño, volátil.
fotografía: http://faithfool.files.wordpress.com
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