El año electoral ha empezado junto con el año del conejo, no es ninguna promoción publicitaria o partidaria, y aunque les de risa, también ha empezado a popularizarse el color rojo sangre. La violencia que esta viviendo Guatemala la puedo resumir en una anécdota triste. Una noche me encaminé, luego de leer un libro de Monterroso, a la tienda de la esquina de casa. Es una tienda como algunas, pintada completamente con el logo de Coca-Cola, y me acerqué a la ventanilla de malla metálica, con estructura de metal, como una jaula para estar seguro de que estas preso. Mientras pedía un Venado y algo para mezclar, vi la televisión que mantienen encendida por la noche. Unos niños lloraban y en sus palabras entrecortadas contaban que estaban jugando futbol, cuando, desde un Tuc-tuc, un tipo pasó disparando con ametralladora dejando a muchos heridos. Entrevistaron a los niños y niñas bañados en llanto puro. Uno sólo se puede imaginar el dolor de parto de las madres solas de estas colonias, ante esta violencia irracional que además, como un ready made vuelve al mismo tiempo al televisor y a los receptores en el motor que alimenta a esa bestia transparente y oscura del crimen.
Los noticieros ya no tienen respeto por los muertos, los publican desnudos, descuartizados y con sus propios gestos naturales del horror y el espectador, en este caso yo, o usted, terminamos siendo victimas y cómplices de esta maquinaria hiperrealista del estado.
La muerte ya no es novedad. Estamos viviendo ahora mismo el futuro que de niños mirábamos en las películas de Rambo o Madmax. Hace poco, el dueño de la empresa donde trabajo, me enseñó, así con toda tranquilidad, su nueva arma 9mm. con un poco de pena por él, le comenté cuantas veces se había disparado un arma al estar enseñándola. El me dijo fríamente que era por si alguien se metía a su terreno en carretera al Salvador; hasta nos reímos, porque para variar le conté una anécdota de cuando una mujer de un oficial (cuyo nombre no me acuerdo ahora mismo), disparó en su casa para asustar a un asaltante y terminó matándolo; al llevarlo, ayudada por su vecina, a tirarlo a un sitio baldío, vio las luces de un carro que imaginó de la policía y se escondieron, al salir, luego de esperar un momento tras la arboleda, vieron con susto que el carro les había traspasado otro difunto.
Yo pienso en el futuro, en los niños, en nosotros. Hemos llegado a tolerar esto en silencio, como si no pudiéramos abrir los brazos y respirar un poco de valor para pelear con huevos u ovarios, si no una patria o una nación, un terreno centroamericano limpio de maldad y con seres ocupados en cosas de éste o de otro mundo, pero que nos acerquen un poco más a la humana y feliz forma de sobrevivir esta vida linda donde todavía salen arcoíris a través de las nubes más grises.
Creo que el artista que murió esta semana ya no es un caso aislado, la violencia se esta infiltrando en el tejido cultural, hubieron tiempos de paz breve, pero esto ya es una alerta para la comunidad, tan golpeada en sus ligamentos más vulnerables y breves, y precisos donde podría encontrar una luz. Perdón por estas imágenes tan cursis.
2 comentarios:
Buena reflexión hermano, es cierto lo que decis y es lamentable, tenemos que resistir con las uñas y los dientes, porque pareciera que el mundo se está yendo a la chingada con toda su mala vibra. Los arcoiris nos recordarán que cada segundo que estamos vivos en esta jungla es un verdadero regalo.
Una semana antes había sentido ese sensación de miedo, a tal punto de ya no querer salir. Me asombré a mi mismo buscando biografías de asesinos en serie y entonces me di cuenta que las peliculas de Hollywood a penas presentan el horror que viven con placer algunos seres humanos destruidos por la vuelta de tuerca más agónica de esta sociedad. Eduar Fish, fue el hombre que me dio la imagen de los tiempos futuros. Saludos Marre, hasta entonces.
Publicar un comentario