lunes, 11 de enero de 2010

DOS FIESTAS DE FIN DE AÑO (DIARIO PERSONAL)




24 de Diciembre2009:

Tengo que confesar a fin de cuentas que yo tuve una infancia feliz. Creo que me di cuenta de esto el 24 de diciembre al querer una navidad sin nadie. En el alma tenía unos deseos enormes de sentarme en mi cama con una botella de ron y beber hasta que me dieran ganas de llamar alguna amiga y saludarla desde mi cueva, sin ningún motivo de por medio que el oír tras el auricular la vida familiar a lo lejos, luego seguir bebiendo hasta caer completamente borracho sobre mi almohada sin ningún ánimo de soñar, sin ninguna voluntad, seguro de que no oiría los cuetes ni los brindis, ni los abrazos, ni los besos, ni las oraciones, ni el sonido de la gente reunida en una mesa dispuesta para la cena fábula de las doce de la noche. Así, fue. Por primera vez en mi vida tuve el valor de pasar una navidad conmigo y al mismo tiempo sin mí. Cualquiera puede acusarme de egoísta, no los culparé nunca, pero fue mi deseo y muchos regalos inmateriales vendrán por ese conjuro.
La verdad es que soy muy sociable. Había comprado dos botellas: una de ron, y una de sidra. La de sidra la pasé a dejar a la galería Ultravioleta, porque pensaba despertar a las dos de la mañana y llegar a celebrar la vida con los amigos en la Navidavison. Pero no me despertó nada. A las cinco de la mañana abrí los ojos y pude sentir la quietud de ese día, la soledad de las calles, la completa vacuidad de la madrugada del 25 de diciembre. Caminé por la sexta pensando en la posibilidad de que ya todo hubiera pasado; sintiendo una sed y una nostalgia de las voces y el gentío cotidiano de esa avenida babilónica y hasta el final pude oír, al acercarme a la esquina, el sonido familiar de la fiesta. Ya adentro encontré mi botella hasta el fondo de una hielera que rebalsaba latas de cerveza. Vi el salón con varios amigos tirados sobre cojines y la música a todo volumen. Dos parejas bailaban como si acabaran de llegar. Muchos estaban sentados en la saliente grandiosa donde hablaban ya de los estragos divertidos de la noche. Un amigo, completamente ebrio repetía, sin darse cuenta, la misma frase una y otra vez y su compañero reía con esa risa natural en las personas desveladas en una fiesta hasta la madrugada. No pude mantenerme en pie mucho tiempo y también fui de los que alistó sus cojines árabes y se plantó a dormir un poco. Ahí fue cuando recordé la casa de mi abuela y las fiestas navideñas en las que llegaban todos mis tíos con sus familias en multitud. Las uvas y las manzanas como un adorno en la mitad de la mesa y, la espera sagrada y pagana, para la cena de la media noche. Los cohetes, las ametralladoras de a cincuenta metros que compraba un tío, los volcancitos, los canchinflines convictos con los que uno terminaba quemando el estreno. Me levanté, agarre mi botella de vino espumoso y salí a caminar, sin despedirme de nadie.


31 de Diciembre2009:


12:20am
Ahí estábamos con mi hermano Fermín, en una tienda en la avenida de las Américas, bajándonos del carro luego de haber hablado con mi papá y contarle que estábamos en el puerto de San José. Su novia se volteó, luego de ver las luces pirotécnicas y oír a lo lejos unos cuantos cohetillos, y me dio un abrazo deseándome feliz año. Abracé a mi hermano y le desee lo mismo, extrañado y riéndome de estar a esa hora exactamente en una Liquor Store donde hacía cinco años pasamos con unos amigos a comprar lo mismo. Un buen amigo de mi hermano pedía una botella en la reja, desde donde se miraban brillar las lucecitas.

11:00pm
Estábamos en una colonia de Boca del Monte. Su novia nos invito a unos vasos de vino mientras les daba el abrazo a sus padres. Los que nunca pude ver porque estarían preparando todo para la cena, como los preparativos que hacían en casa de mi abuela para esa fecha. Al llegar pude saludar a un compañero de la iglesita de la zona cinco a donde nos llevaban de pequeños; tenía por lo menos diez años de no verlo, había crecido y engordado tanto que parecía un señor mayor que yo. Pudimos compartir una cerveza con los vecinos de Florentina, que era el nombre de la novia de mi hermano. Luego paso eso que a veces uno ve en otros y sabe que a uno le ha pasado antes de alguna forma. Nos subimos al carro y fuimos a buscar a Luciano, un amigo de mi hermano, mientras terminaban, dentro del carro, una discusión sobre las contrariedades de las familias.

1:00am
A la una de la mañana estábamos compartiendo en la casa de una vecina de Florentina. La cena de año nuevo fue un accidente cósmico que nos preparó el universo. Nos compartieron pavo y un arroz con una suerte de condimentos y quesos que hasta entonces yo no sabía que se podían mezclar. Dalila, la hija de doña Perla, había cocinado. Les dije que era la única Dalila que hubiera podido matar a Sansón sin cortarle el pelo, porque era alta y rubia y con un caracter de lider. Pero ante todo, eran unas vecinas con tanto sentido del humor que no sentimos el tiempo. Florentina y Fermín estaban sentados en la misma silla, que ya es un síntoma del amor, como el de compartirse la comida del mismo plato y tratar de bañarse juntos. Doña Perla me confió sobre su alcoholismo y de los años que lleva sin probar un trago. Todo esto mientras nosotros nos servíamos ron con seven up, y Luciano intentaba abrir la botella de Whisky que llevaba hasta en su caja.
- Esta botella la sirvo yo mañana -dijo doña Perla- tengo unas gallinas ahí, y estan invitados mañana al almuerzo.
Luciano intentó decir algo, pero no pudo más que reirse con Fermín.

10:00pm
Fermín es hermano mío por parte de papá; se ha vuelto a la casa de su nueva novia, que viene conociendo desde hace tres meses, desde que dejo a su mujer. No me quiero meter a comentar su vida, sólo lo hago por la estructura que le estoy dando a esta crónica de fin de año. Parecen una pareja que lleva más tiempo. A pesar de las contrariedades son felices. Se entienden, a pesar de este tiempo un poco absurdo en el que detrás del paisaje familiar de la foto de la sala se cuecen los más terribles fantasmas del desamor. No hay nada más valioso que la honestidad, y en cuanto eso se pueda salvar de una relación de años, se ha ganado una batalla intentando parecer ante los demás un derrotado. Pero la ilusion dura lo que dura el dolor, y si el amor es del bueno, con el tiempo todos les agradeceran su valentía.

4:30am
Salimos de la casa de Dalila. Nos despedimos de su mamá que para ese momento ya se miraba con sueño. Tambíen de una señora muy sonriente que le celebraba las palabrotas a Luciano al calor de las copas; también de un señor que nunca se extendía porque estaba seguramente recordando otras fiestas, de Dalila que trataba de contar sus viajes y todos hablábamos al mismo tiempo, de mi que trataba de decir un poema de Neruda y se me olvido tratando de hacer uno mío, del año viejo, en suma, celebración fúnebre de una temporada en crisis en toda latinoamerica.

6:00pm
Antes de terminar esta crónica:
Estuve parado frente al Super24 de las Américas esperando a mi hermano. Unos policías, que pasaban se me quedaron viendo, y yo no tuve la diplomacia de voltearles la mirada. Así que llegaron y me arrebataron mi bolsón. Mientras registraban tratando de encontrar quién sabe qué. Yo les decía que eso era prohibido, que sólo deberían haberme pedido mis papeles. Dámelos pues, dijo el policía. Trate de buscarlos en el bolsón que aún tenía el segundo policía y reaccionó violentamente. Yo les expliqué que los tenía en el bolsón. El primer policía era moreno y se miraba muy cansado y alterado, el segundo le seguía todo su drama. Saqué mi cédula y la vieron con desgana y se fueron diciéndome que si me volvían a ver allí mal parado que me las iba a ver con ellos. Yo les logré gritar que no podían hacer eso. Me volvieron a ver los dos con un rencor amargo. Cuando estaban como a unos veinte metros oí que me hablaban y era un sujeto que había visto todo y me decía que los policías eran una mierda. Supé que era venezolano y me prestó su propio teléfono para llamar a Fermín. A los quince minutos estaba allí. Me presentó a Florentina que se le veía feliz de verlo feliz a el. Así empezó la noche.
0:00am
01/01/2010
http://www.youtube.com/watch?v=tKbBiR89KSo

fotografía: Byron Marmol
Edna Sandoval y yo en la exposición de los trabajos de Naufus.

sábado, 9 de enero de 2010

FALSO POEMA



Alguna gente no enloquece nunca.
Qué vida verdaderamente horrible deben tener.

C.Bukowski


...aca de nuevo, frente al monitor
buscando la palabra que olvide al nacer
rodeado de usuarios ocupados en youtube
/triste/
como siempre después de la fiesta
a punto de perder el trabajo
-como siempre-
olvidado por otros
recordado al menos por una
que se sabe todas las canciones pop
a las cuatro de la tarde en un café internet
sin nada que hacer
sin nada que perder
sin nada
sin nadie
/vacio/
existencia sin propósito
absurda
para un vendedor de momentos
que se confieza muerto...

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miércoles, 6 de enero de 2010

CAMINARES POR LA ZONA 1/CLUB DE FANS DEL DIABLO (II)


A Wingston Gonzalez, futuro obispo del mal.

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El Perseguidor, Julio Cortázar

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El Parque Central, a las seis de la mañana es un lugar irreal. El Palacio Nacional parece un fantasma de piedra igual que la Catedral con su sombra de alas blancas y negras que bajan a buscar maicillos al suelo de la plaza. La fuente quieta, a medio llenar, aguarda a que despierten sus amigos los indigentes que duermen en los arriates. Se levantan como a las siete cuando la primera luz del sol atraviesa los altos muros de la Catedral. Van saliendo como en bandadas, lentamente, estirándose, caminan a la fuente y se lavan la cara, ríen, bromean, hablan de la noche, cosas que pasan o se oyen a lo lejos, disparos, se secan la cara con el mismo suéter sucio, se peinan con los dedos, encienden una chenca guardada desde el día anterior, la comparten, se sientan al sol. Los fotógrafos llegan temprano. Algunos plantan una carpa con paisajes caribes o selváticos. Las muchachas acarrean caballitos y leones de felpa, sábanas de colores, adornos para que la foto se vea más real. Algunas recorren el parque vendiendo atol, chuchitos o panes dulces en carritos simples de madera con rodos de acero.
Yo saqué El Perseguidor y leí esa escena en la que Bruno habla de Johnny como si fuera un dios mendigo en busca del tiempo perdido en los metros de Paris. Como en un juego de Pinball, recordé el estante de donde bajamos, junto con una amiga, esa edición de bolsillo, y -pin- que recuerdo como hace tiempo regalaba cada ejemplar que compraba para que mis amigos, (mis amigos de aquel entonces), leyeran algo tan grande de un latinoamericano que vivió en Francia y fue de los mejores escritores, y -pin- que recuerdo el cuarto donde vivo y su aliento húmedo a madera apolillada y su oscuridad sempiterna aunque está en el último piso y aunque los rayos del sol se cuelan libremente por los trechos de la puerta y los traslapes de la madera. Me da gusto la forma en que Cortázar se va extendiendo en esa atmosfera parisina y nos regala fragmentos de tiempo que podríamos tocar con las manos de no ser por los dedos torpes, uno lo sabe, como los dedos se van enredando en las letras impresas y no puede uno abrir la puerta de la que Johnny habla con tanta rabia. -Pin-, recuerdo a mi amiga, -pin- una mañana de domingo en la Primavera, los sonidos de los carros por la quinta calle y la soledad inmensa de los corredores de la zona dos, la Sinagoga con los amigos del Club de Fans del Diablo, y todos los recuerdos gratos en cuanto libro he leído.

martes, 5 de enero de 2010

CAMINARES POR LA ZONA 1/AÑO FELINO ( I )


Pocos son entre los hombres los que llegan a la otra orilla;

la mayor parte corre de arriba a abajo en estas playas.

Buda-2010 año del Tigre.

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Esos días finales del año los recuerdo como si me hubieran abierto una jaula. Sin horarios. Sin responsabilidades, pude terminar de corregir y de escribir algunos trabajos pendientes. Me levantaba tarde y a las nueve de la mañana salía con una bolsa donde llevaba mi viejo abrigo, Agua Quieta de Rodrigo Rey Rosa, una libreta de apuntes y muchos lápices y marcadores para ir escribiendo una historia en cada calle o esquina. Me sentía como esos gatos sobre los tejados cuando caminaba por las orillas de las banquetas camino al Parque Central para bajar por la sexta avenida y doce calle hasta el barrio Gerona. Me daba tanto gusto ver de nuevo esas calles en las que había caminado como una sombra en los noventas y volví casi guiado por el instinto a la casa donde había conocido el amor y al mismo lugar donde lo había perdido por mi falta de luz. Me encontré con los rieles del tren y la imagen borrándose de los andenes y bodegones que adornaron y sirvieron en una época para abastecer de productos los trenes lentos por los que la gente tardaba más de medio día en llegar al puerto. Me recordé de Alejandra y una mañana en la que comimos con gusto pollo frito de esas carretas proscritas.

Era un felino rondando mi zona, marcándola, inventándome la forma de hacerme permanente, y quizás intentando un poco la inmortalidad gatuna.

lunes, 4 de enero de 2010

REVISTA AMALGAMAS ERRANTES/ R.R.


Amalgamas Errantes:
Uno agradece cuando le abren las puertas, uno sabe que esos recuerdos los va llevar por toda la vida. Más allá de los margenes del mundo para mi el cielo sigue siendo un disco eterno, apenas coincido con los nuevos conceptos imaginarios, por mis limitaciones espaciales, pero qué va, Rafael no esta en España, ahora está en Guatemala y desde aquí nace su ingenio.
Estos son algunos de los versos humanos que conforman esa plataforma poética:
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Pueden ver la publicación en Amalgamas Errantes de este texto:

miércoles, 30 de diciembre de 2009

PROPOSITOS MAGICOS PARA EL DOS MIL DIEZ (2010)


Me olvidaré de la aritmética del calendario en la pared y borraré de mi mente los minutos, los segundos y las horas matemáticas. Miraré al fondo de lo infinito para encontrarme con algún hermoso dibujo troglodita. Trataré de ser un árbol, una gaviota, una roca con líneas blancas, intentaré ser el agua. Voy a ejercitar el ejemplo del ave. Seré más que transparente, sin bordes ni reflejos, dejare por un lado la presencia de mí. Ejercitaré el privilegio de las nubes. Armaré ciudades esféricas que floten por algún parque central. Me adiestraré en el vaivén prismático de los mares migratorios. Veré a los recién llegados de algún viaje y les haré dibujos con algún cordel imaginario. Dibujaremos con los ojos cerrados garabatos infantiles para colgar en las más suntuosas galerías de la zona. Vagaré por la sexta avenida viendo a los poetas vender cinchos y zapatos, a los malabaristas intercambiando aretes de plata, a los carpinteros de la palabra haciendo suertes a las nueve y media, y meteré mi cabeza rodando a las iglesias, para sentirme en paz con las otras partes de mi cuerpo (porque me gustó el San Judas Tadeo de la Merced con su grupo de oradores multiplicándose en la entrada). Iré al mercado central y bajaré las gradas sucias hasta sentir el olor a incienso de las vendedoras místicas de perrajes típicos y sabanas bordadas de a miles de quetzales. Miraré con orgullo la clarividencia de las vendedoras de verduras. Caminaré, casi distante, de los mercaderes de candelas y los rostros estilizados de los santos, reyes y los mendigos canonizados por el Vaticano. Me olvidaré de ti, para soñarte por las tardes. Saldré vestido de traje de gala a sentarme a la plaza frente a la fuente del maestro Galeotti, recordando a Joaquín Orellana y su bella música flotante. Me dormiré mañana y pasado mañana soñando con tus tatuajes y tratando de volver a verte sentada en aquella banqueta, jugando a darme de comer en la boca, tratando de hacerme feliz a través de tus manos. Caminaré hacia el Gran Hotel recordando, siempre recordando, me iré al Ex –Céntrico buscando retornar y siempre volver a verte caminando en círculos mientras yo filmo tus locuras o te tomo una foto frente al edificio de Telgua. Iremos más allá y nos perderemos cada uno por la doce calle hasta encontrarnos en la diez y siete, tomarnos de la mano, y meternos a un hotel barato a fumar un poco de la vida nocturna de la gente privilegiada con el amor. Talvez me permitiré, en esta temporada de año nuevo, regalarte una estrella fugaz que nunca pasara de nuevo mientras vivamos, que no será estrella sino cometa, un cometa Halley sólo para vos imaginado.

sábado, 26 de diciembre de 2009

BREVES ANOTACIONES DE FIN DE AÑO/ POESIA TERRENAL


La tarea que se proponen los poetas da risa. La poesía es una gran broma cierta. Pero que alguien haya por lo menos intentado un buen poema es un buen chiste. Los poemas que he leído hasta ahora son todos unos trozos fragmentados de otra cosa que nada tiene que ver con la poesía. No hablo ahora de los buenos trozos que he leído, hablo de los volcanes de letra impresa que no dicen nada para nadie. Eso me da risa, porque sé que en el fondo esa nada es la que hace que la verdadera poesía sea válida aunque no se sepa el idioma materno en el que fueron escritas esas líneas. Por ejemplo Kipling. Por ejemplo, Pessoa. Por ejemplo, Martí, y esos no eran poetas, eran narradores de una realidad alterna insufrible. Después de esta revelación yo no quise ser poeta. Pero ser poeta es un oficio que tampoco se busca. Es un llamado como diría ese señor gordo que era pastor de la iglesia donde asistí desde niño. Los llamados a escribir poesía mueren trágicamente. Según he leído, Gerard de Nerval, ahorcado en una esquina de Paris. Romanticismo más que intolerable. Neruda, como Papa. Modernismo interesante. Rubén Darío, no sé como moriría don Rubén Darío. Lo que sé es que anoche leyendo Ortega y Gasset encontré una alabanza a tan misteriosos personaje. Pero otros han sido pose y también, por qué no, tienen su merito. Me gusta por ejemplo exaltar los defectos de otros porque sé que estaré presto a caer en ellos y hasta revolcarme en sus ideales. Así soy. No soy poeta, talvez soy un poco como tantos han dicho de mi, un adulador experimentado, quizás, no quiero decir esto, pero en el fondo creo que ese fantasma que se llama poesía es tan solo un montón de ficciones sutiles y muy bien dibujadas por el primer hombre que dijo algo con elegancia. No hablo ni siquiera de Oscar, el divino Wilde. Hablo de un personaje muy bien escondido por la Historia. Creo que esa historia que siempre nos contaron sobre el origen de la poesía es inventada. Simplemente no creo en ella. Creo que la historia debió ser otra. Un sin fin de casualidades. Usted dirá, más adelante, un sin fin de líneas cartesianas. Lo digo así, porque usted es matemático. Algunos poetas se creen que son poetas de verdad y logran escribir algunos enredos que podrían ser creíbles momentáneamente, es más, a veces, hasta logran convencerme por unos minutos, y otros hasta me conmueven, pero luego me doy cuenta, cuando los releo a los meses que se han secado. Eran rosas momentáneas, por decir una frase romántica. Pero algunos mantienen su rigidez original y entonces se vuelven peores, esas son a secas, rosas del plástico mas vulgar. La poesía, ya lo oí por ahí, es algo que aburre contar. Tratar de contar un poema es tedioso y hasta se puede meter uno en problemas por eso. No vale la pena. Pero a estas alturas, quien soy yo para juzgar a nadie. Soy acaso un académico. No. Me meto a decir estas cosas así porque he leído algunos buenos trozos de poemas. Me gusta mucho leer un poema sin nombre y que me abra un panorama. Eso es un milagro. Hoy por ejemplo amanecí con un recuerdo absolutamente dichoso, la primera vez que leí algo de Huidobro. Las mujeres que están ahí guardadas son de oro. Me gusta esa sensualidad mística, qué se yo, quizás este cometiendo un gran sacrilegio. Pero por hoy quiero desahogarme, tratar de hilvanar este gran desvarió y luego tirarlo a la basura que es a donde han ido a parar todas mis grandes ideas que de grande sólo tenían la g. Si, yo también me creo, muy secretamente alguien que puede escribir por lo menos un buen poema. Pero de poesía no sé nada. Solo voy juntando fragmentos de no sé que. Pienso a veces que mientras más incoherentes, más revolucionarios, más transgresores, innovación. Eso sé. Inventarme versos con rostros de amantes. Pero no soy realmente tan bueno. Hay mejores que yo en eso de tratar de ser artista. A veces los envidio porque se ven como artistas y yo permanezco como una persona a la que le falta el valor de decirle a todo el mundo que yo también escribo, y creo, que a veces hasta pienso que podría ser mejor que esos aparentes poetas. Lo creo porque los noto muy seguros. Y lo creo porque dudo de mí. Recuerdo cuando leí algo sobre Miguel, ese poeta que odiaba a los indios y con los que hizo tanta fama, Asturias. Me pareció un poeta fascinante. Pero luego de dos años, y tras la lectura de los Malditos y Joyce, lo vi como un buen artista del disfraz. Era lógico. El aprendió de todos. Creo que para ser artista también hace falta volverse otro, y talvez por hoy quiero ser yo mismo.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...