martes, 14 de julio de 2009

MAS SOBRE ALUCINACIONES URBANAS


A veces pienso que la vida da algunas oportunidades, que las veo pasar sin pestañear, mientras me tomo un trago.

Charles Bukowski


Es increíble como dejé de tener amigos. Recuerdo que eran cientos, quizás miles y todos eran amigos míos. Uno de los mejores amigos que he tenido era actor y había ganado un premio grande por hacer reír a una muchedumbre estudiantil. Otro de ellos, me lo recordó hoy mismo Pablo Bromo (con eso de que le gustan los vueltegatos). A Darío le gustaban mucho los vueltegatos, tanto, que los hacía siempre para impresionar a alguna buena chica que le gustaba. Siempre le funcionó, hasta decía que era una valentía hacer vueltegatos como niño en un mundo en guerra/ eso era lúdico. Los otros novecientos noventa y ocho amigos eran los típicos parranderos que uno conoce tras unas copas de más y luego no reconoce en la calle, y tan sólo podemos seguir el juego saludando con una mirada de consternación para no parecer desmemorizados. (Lo que hace el guaro mucha). Pero talvez fue por eso que dejé de tener amigos; porque olvidé visitar la zona viva, los bares, los cafés, y ahora que regreso de nuevo, veo que esos bares y cafés han cerrado y tan sólo queda la cursi nostalgia de una época extraña cuando nos juntábamos en el Géminis a volvernos sabios a fuerza de lúpulo.

Si describo una sola noche nadie me va a creer, es ciencia ficción, surrealismo, imaginarme tan ebrio que me tiré frente a Tre Fratelli para llamar la atención y decirles a todos que votaran por Jonh Kerry, como si estuviera en los Estados Unidos/ besar a una desconocida preciosa y luego saber que era la hija de una embajadora/ subirse a las mesas de la Caseta de don Robert y pedir otra de Doors o Soda Estereo/ tratar de traspasar vidrios y lograrlo sin quebrarlos/ retar al mundo y a los policías de la esquina y luego salir corriendo/ subirse a la Torre del Reformador con una botella de ron/ apedrear el condominio de la famosa novia sin miedo a los guaruras con el Guicho y el Pedro Pablo/ quedarse tirado bajo las gradas del suntuoso edificio/ amanecer recostado en una banqueta/ ser excomulgado de la familia por loco/ todo esto por la pandilla de amigos, por los miles de amigos del mundo que gritan por la amistad todos los viernes; por eso dejé de beber y frecuentar los lugares del exceso, por eso perdí mis amistades. Ahora estoy más solo que nunca y no sé que fue de todos. De vez en cuando miro las fotos de los conciertos/ otras veces oigo que gritan mi nombre por la calle o veo que saludan, pero es a otro. Y lo extraño es que sigo conociendo gente pero ya sé que no van a ser nunca como los primeros mil amigos que conocí de madrugada, inconciente.

sábado, 11 de julio de 2009

COOL WATER ESSENCE/VERY LIBERAL


La conocí por una broma que a cualquiera hubiera disgustado y hasta pudiese pensar en algo desagradable. Era algo tan absurdo que tenía que reírse. Nos habíamos visto por más de dos horas de una mesa a otra. Me había dado cuenta que estaba con sus amigos y ella jugaba con una cajetilla de Marlboros y que luego dio forma de hombre y se la puso en el escote y me sonrió. Era una morena alta, de un color canela, ojos aconejados y el pelo largo; llevaba puesto un vestido negro que le tallaba en la cintura y unas pulseras de plata que la hacían ver tahitiana como en los cuadros de Gaugin. Me fascino, tanto, que yo siendo tímido, busqué la forma desesperadamente de hablarle; nunca había sentido con tanta fuerza un solo deseo.
Cuando ella me sonrió, caminé tras ella y la esperé en la puerta del cuarto de baño. Al salir, me vio allí parado, temblando de ansiedad y le dije que era linda, una lindura, preciosa. Le tomé del rostro y sentí su perfume. Ella me tomó las manos tiernamente y me preguntó, con un guiño, que si era cierto lo que le decía, y le dije que si, extasiado. Me dejó su teléfono y nos vimos una tarde en una tienda de la zona Viva. No olvido que llegó con un impermeable amarillo y en sandalias. Nos tomamos un litro de cerveza y platicamos. Yo le había escrito un poema. Era un poema de dos caras en una sola hoja. Hablaba de la cajetilla de cigarros, su escote, los ojos le brillaron y me dijo que si podía ir a su casa. Recuerdo que le dije que si, sin saber donde vivía, y le dije que si, sin saber si vivía con alguien o qué pretendía. Cruzamos las calles de la zona diez en dirección al hospital Herrera Gerandi y su perfume era devastador. Compramos algo más de cerveza y llegamos a una casa mal cuidada de dos niveles en la más quieta colonia. Subimos al segundo piso por unas graditas tupidas de líquenes y marcas de lluvia. El apartamento era amplio, tenía una cama grande sobre una alfombra persa, una mesa de noche en la que estaba su fotografía, una computadora en una esquina y bajo la ventana un sofá rojo. Atrás estaba su ducha y el sanitario, y un gran sitio demolido, donde la dueña quería extender y remodelar.
Nos bebimos un vaso de cerveza y pude verla. Llevaba una falda con motivos caribeños y sandalias, una blusa de algodón teñido y unos sencillos aretes de corteza de coco. Nos besamos acariciándonos. Le toqué los pechos y salto a un lado de la cama y me dijo que en la primera cita no.
Esa noche pagué un taxi y me llevé su perfume. Era un día lunes y me perdí imaginándola.
Mi trabajo era diseñar. Trabajaba a unas cuantas cuadras de casa de Iveth. Ella me contó que estudiaba medicina en la Universidad Francisco Marroquín, pero nunca me hubiera imaginado la forma en la que estudiaba. Era muy disciplinada, tanto que no dormía y por eso el haberme conocido era para ella un break, como luego me dijo.
Ese fin de semana fue lo mejor que le pueda pasar a alguien. Fuimos a su casa y nos besamos por fin, sobre la cama. Me pidió que me quedara toda la noche. Yo le quite la ropa, pero ella no dejó que siguiera aunque estaba sudando y tenía el corazón a mil. Me dijo “yo soy de un pueblo que se llama Melchor, en Peten”, y era la pura verdad, la gente de costa lleva un sol adentro. En el cuarto de Iveth había un calor especial, y en ocasiones debía poner el ventilador para no sofocarse con su propio calor. En esa ocasión la besé toda y le intente quitar el calzoncito de encajes con la lengua pero no se dejaba, era como si lo pensara mucho. Ella me pedía que mejor después. Un mes duro nuestro amor, y fue intenso. Al otro día si le quité el calzoncito y le hice sexo oral oyendo Disco Eterno de Soda Estereo. Estábamos un poco tomados y yo derramé cerveza en su ombligo y le dije que ahora si iba a tomar en la copa que merecía todo hombre. Cuando la desnude por completo salió de ella un olor a hormiga, no sé describirlo de otra forma, es un olor dulce pero selvático, un olor a pueblo secreto como ella dijo, un olor a pequeña ciudad y a gente lejana, era ella la mujer que al otro día se me montó y me dio un beso. Hacíamos el amor de madrugada y luego saltaba a sus libros a estudiar. Me decía que no me levantara que siguiera durmiendo, me daba comida en la boca y le gustaba rasurarme la cabeza.
Pero la perdí por macho. La engañé, porque pensé que ella me engañaba cada vez que regresaba a Peten los fines de semana, pero estaba equivocado, ella me quería, lo supe porque al despedirse vi que le dolía decirme adios.
Luego vendría todo lo demás por lo que una pareja termina y se olvida. Pero en el mes apresurado en el que vivimos nuestro affair, todo fue placer. No olvido una noche que fumamos marihuana y luego hicimos el amor como reyes, y al final, en el silencio, ella empezó a contarme todos sus miedos, y eran tantos. Recuerdo una tarde de sábado que fuimos al mejor restaurante y no nos dio la gana comer en la mesa y nos fuimos a las gradas con nuestras bandejas, ella iba descalza saltando entre los charcos de luz y yo abrazado a su cintura como un naufrago. Un señor me llamó a su mesa y me felicitó por andar con una mujer más alta que yo.
Recordé muchísimo los cuadros de Gaugin en toda nuestra relación, y por alguna razón ella sabía eso y muchas veces se desnudaba sólo para que la viera y la memorizara. No sé que pueda haber más allá del placer completo, talvez la muerte, u otra vida mejor, yo creo que viví con esa mujer una temporada en el cielo.


Guatemala 6/06/09
Lester Oliveros Ramírez.

miércoles, 8 de julio de 2009

PARAISO ARTIFICIAL



Estábamos muy cansados, habíamos bebido tanto vino una noche antes y el almuerzo había sido regado con cervezas Gallo, y sólo tuvimos fuerzas para llegar al lago, bajar a la playa y quedarnos dormidos por una hora sin ningún temor. Era el día sábado de un fin de semana. Cuando abrí los ojos por el oleaje frió, pude ver el crepúsculo indefinido del sol de Atitlán, ese paisaje monumental donde todo es un elemento del azar y por lo tanto de la belleza. Un grupo de rockeros estaban reunidos alrededor de una botella y un trovador de pelo largo y la mirada perdida cantaba alguna canción de los héroes. Una estrella apareció en el preciso momento que mi mujer se despertó.
- Mira que bonito, una estrella –me dijo.
- Despertó contigo.
- No seas mentiroso, la noche es corta como para empezar mintiendo.
- No es por la noche que vemos las estrellas.
Siempre hablábamos como tontos haciendo el lenguaje casi imposible. Era el amor. Pero esa noche apareció de lleno la caravana de estrellas como aves migratorias. Uno de los trovadores, dijo de pronto haber visto que una estrella se movía. No le respondí nada más a mi mujer. Me quedé oyendo la conversación. Siempre me entretenían las conversaciones ajenas. Una de las mujeres dijo al muchacho que no bromeara, que las estrellas son estáticas. Todos rieron. Pero pasó que yo vi que la estrella realmente se volvía a mover, o mejor dicho, cambiaba de lugar rápidamente. Pero no dije nada, no mencione nada a mi mujer. Seguí viendo la escena. El trovador de pelo largo pasó la guitarra a otro: uno que llevaba la etiqueta de Jack Daniels en la playera. Se levantó y no dejó de decir que la estrella se había movido. Hasta entonces yo también dudaba porque sentía levemente la sensación de la resaca. Pero la estrella empezó a acercarse y todos los del grupo se levantaron lentamente mientras iban viendo como se acercaba una luz como la luz de un avión.

Yo pensé eso, pensé que era un avión que iba a estrellarse contra el lago. Pero luego me di cuenta que no era eso porque la luz, aunque era mayor que Venus, era lenta, y los aviones que se estrellan terminan en un veloz choque. Por alguna razón nadie corrió, sino que se quedaron tapándose la cara de la gran luz que ahora tenía la forma de un verdadero halo cósmico. Fue muy rápido, la sensación es difícil de describir, la certeza de que lo que vimos es aún menos creíble cuando cuento que el halo de luz, como un ojo lumínico se fue hundiendo a medio lago ante nuestros ojos y, los rayos eran tan hermosos que muy bien hubiese estallado una bomba que nadie habría sentido que fuera la muerte, sino un regalo del cielo. El lago se iluminó como una llamarada azul y pudimos ver los peces, algunos enormes, que vagaban sin sobresaltos como volando en el agua iluminada. Fue algo inesperado. Siempre que lo cuento me entristece la cantidad de detalles que se me escaparon porque alguno de los rockeros que estaban antes cerca de nosotros, nos llegó a (según el) a salvar. Ellos habían subido desde hacía mucho, y nosotros éramos los únicos al borde de la playa. El que nos llamaba era el trovador y, me repetía que me subiera, que eso no era nada bueno, y yo no podía desasirme para que me dejara ver como esa luz se sumergía lentamente. Logré ver, al final, como el último rayo de luz se ahogó pacíficamente y las estrellas del cielo aparecieron en una lentitud sumisa y seguíamos viendo la luz bajo el lago.
- Qué pudo ser –le susurre a mi mujer al oído.
- No sé, pero es mejor que nos vayamos.
Al contrario de lo que todos creían corrí a la playa y pude ver aún la luz y el lago como un gran topacio. Al tocar el agua con las manos sentí una rara electricidad y no resistí la tentación.
- Voy a nadar hasta el centro y regreso.
- Si te vas y no regresas te espero en el hotel –me dijo.

Sólo pude volverla a ver y saber que todos esos años juntos no habían sido una perdida de tiempo, ella sabía que iba a hacer. Me tiré al agua y sentí esa rara electricidad en todo el cuerpo. Podía nadar directamente hacía la luz pues el lago seguía iluminado. Pero a los minutos me di cuenta que el aire que aspiré no era suficiente. Subí y seguí nadando. Me había alejado ya lo suficiente como para voltear a ver. Las luces de San Pedro ya no eran radiantes. Seguí nadando y al contrario de lo que cualquiera hubiera pensado, cada vez que me acercaba más al centro me cansaba menos, hasta que entendí el porqué. Un gran remolino terminó por arrástrame hasta el centro. Recuerdo que pasé un momento de agonía porque no podía respirar y por un momento imaginé que jamás volvería. Sentí por último que mi corazón colapsaba. Me sentí muerto por un momento porque no podía respirar y no necesitaba hacerlo, pero vi todo negro y al fondo los rostros sonrientes de Marilyn Monroe, de Kurt Kobain y de Jim Morrison, además pude ver a Michael Jackson otra vez moreno y riéndose de todo su espectáculo terrenal, era como una visión, ahora lo sé, pero era también un secreto del lago tener debajo de sus fronteras a tanto famoso viviendo como en el paraiso. Sentí que me volvía la vida y a lo lejos pude ver a Michael siendo recibido por Elvis Preasley.
Al salir por fin a la playa, mi mujer corrió a recibirme. Muchos estaban alarmados pero irrumpieron con unos acordes de guitarra de sonidos sedantes. No me atreví a revelarles el secreto, al verlos tan emocionados.

lunes, 6 de julio de 2009

BABY BABILON/CRONICA DE UN FIN DE SEMANA







Me gustaría contar muchas cosas de esa noche con Baby Babilón. Resulta que es muy celosa, como esas gatas que no sueltan a sus presas y siguen jugando con ellas aún después de que el pobre animalito ha muerto. Me gustaría contar cada una de las copas de vino, cada uno de los vasos de cerveza, cada uno de los besos, cada uno de los bocadillos que nos sirvieron en el exceso y las puertas multiplicadas, con cuadros de Ramírez Amaya y declaraciones de amor en las paredes donde todos persisten con su propia firma.

Proféticos destellos neuronales/
la sangre del sacrificio frente a las cien puertas/
los hombres y los niños viéndolo sangrar/
la española lavando su sangre/
los jóvenes pintores haciendo bocetos en servilletas/
el dedo que señala haciendo de su vocación un arte/
el pie sobre la sangre y las huellas/
la mano brotando tinta canabis/
enumeración del fuego en lo rojo LSD/
múltiples átomos conjurando las luces de una ambulancia,
sábado por la noche tras copas de sangre
frente a la reja, frente a frente tras años,
los de siempre estaban jugándose la vida
los niños que siempre piden otro autógrafo al verdugo
y mi bicicleta en otras manos sativas,




Resumí algo de todo, sólo recuerdo las dos botellas de vino y las nuevas amistades, una chica que llegó vestida como ninguna, el joven rostro de una mujer para poderse pintar completo, las mesas con los colores knife, la breve conversación con los demás y la absoluta complicidad con baby Babilon.


...despúes que todo sangra luego se seca y coagula/
las baquetas donde han dormino mis extraños hermanos/
las aceras donde se sienta la soledad/
y a media noche cierran las cien puertas con rugidos y risas/
al Cafetín fuimos en una carroza jippy que manejaba un compa/
luego todos ofrecimos lo que teníamos derecho a ofrecer/
y hablamos de Panero cuando abrieron la reja y entraron unos transexuales.

sábado, 4 de julio de 2009

4deJULIO/ y TODAS LA PROFESIAS DE FAULKNER


Todas las /catedralestemplos/ con sus sirvientes y la rabia

Todos los inventos de Franklin
Todos los ríos con sus elementos importados

Todos los discursos de J.F.K
Todos los vientos con Exxon y conchitas amarillas

Todos los museos en New York
Todos los caminos con Ford, todos los senderos con Chrysler agujereadas

Todos los paisajes desde Alaska hasta el Rio Bravo
Todos los vicios por cable

Todas las ballenas en los mares
Todos los vicios por un control

Todos los Siux
Todos los nombres que llevábamos en ingles

Todas las lineas que escribio Hemingway y pum!
Todos los silencios que no dijeron nada

Todos los argumentos de Roosevelt
Todos los muertos haciendo cola para podrirse

Todos los inmigrantes viendo hacia el futuro
Todos los muertos con nombre secreto

Todos las industrias y marcas y publicidad
Todos los muertos sin juicio

Todas las novelas de Mark Twain
Todos los montes llovidos, flotando en la niebla

Todos los cuadros de Pollock y de Warhol
Todos los hombres caminando al norte

Todos los segundos que duro el hombre en la luna
Todos los hombres caminando hacia la frontera

Todos los intentos de amor en Hollywood
Todos los hombres y mujeres saltándose un muro

Todas la remesas de contrabando a espaldas de Wall Street
Todos los hombres/mujeres y niños saltándose el mar

Toda la sangre bendita
Todos los hombres saltándose la historia y el río

Todos los colosos de Moore
Todo el tráfico

Todo el desvario de Mickey Mouse
Todo el tráfico de todo

Toda la música de la Alternative Nation
Todos los lazos y amores paganos
Y un solo cielo al levantar la vista.

*

*

viernes, 3 de julio de 2009

Hanley Denning el Angel de un Basurero




El edificio estaba pintado de amarillo, cubierto por toldos verdes en los ventanales. Los niños de los alrededores del basurero de la zona 3 llegaban y eran como 250 por la mañana y 250 por la tarde; todos apadrinados por gente de muchas partes del mundo, pero en su mayoría gente de Maine, el estado donde había nacido la directora de esta ONG, llamada Hanley Denning.
Hanley era una rubia radiante y delgada con una historia que lo conmovía a uno. Había llegado de Estados Unidos, como cualquier norteamericano, a estudiar español a Antigua Guatemala, y, tras una visita con una amiga al basurero de la zona central había descubierto su vocación en las miradas con hambre de tanto niño sin escuela. Eran niños sumamente vulnerables a las drogas y al abuso de todo tipo, y ella logró reunirlos y darles una pequeña refacción y estudio, luego de regresar a su casa en Estados Unidos y vender lo poco que tenía: una computadora, su carro, y todo lo que fuera valioso de su habitación, y había regresado a Guatemala con 3,000 dólares con la visión precisa de poner a caminar un centro de apoyo para todos los niños del área que llamó Camino Seguro. Algo, que no esta de más decir, no lo había ideado ningún candidato a presidente en más de medio siglo.
Cuando yo la conocí en el año 2007, ya llevaba luchando siete años. La gente que la conoció al principio la describía como una mujer muy delgada, que muchas veces trabajaba tanto que se olvidaba de almorzar, que andaba visitando, tratando de convencer a los padres más desconfiados, en medio de estas favelas del olvido, en medio del olor fétido del olvido que era el mismo olor de la muerte pudriéndose hasta el fondo del basurero, que era el olor de la ignorancia y del estigma que los pobres llevaban tras de sí, y ella había sufrido, decía la gente, hasta asaltos, insultos de gente inconforme que pensaban que ella quería robarse a sus hijos, y había logrado ella misma superar el miedo, vencer con la sonrisa la triste visión de los zopilotes haciendo círculos en el infierno, que era entonces el basurero de la zona 3. Muchos describen el basurero de entonces como un lugar peligrosísimo donde los jóvenes esnifaban pegamento o solventes y podrían haber matado a alguien pensado que lo que hacían era algo tan sencillo como abrir un costal de ropa.
El padre del asentamiento, le terminó prestando el espacio de la iglesia. Ahí, en poco tiempo, Hanley organizo visitas de gente de los Estados Unidos que llegaba a quedarse, al verla tan atareada. Ella les llamaba simplemente voluntarios, que luego apadrinaban a un niño y le aseguraban comida y educación. Pero pronto, luego de mejorar algunos ingresos, logró que mucha gente de Europa supiera de su proyecto gracias a internet, y llegaron de Alemania, Francia, Suiza, Holanda, hasta de Noruega. Pude conversar con Kail, un joven alemán, y me contaba que en su país los ponen a elegir entre ir a un país en vías de desarrollo o hacer un año en el ejército. Hablé también con una joven que los niños le decían Salma Hayek, pero no era mexicana, sino francesa. Janek, otro alemán que trabajaba en el proyecto me contaba de lo difícil que era para todos llegar muy temprano a una parada de bus, luego eran dos o tres horas de camino desde Antigua a la capital, luego regresar, pero me dijo que lo hacía con mucho gusto. Muchos ayudaban a los niños con el ingles, incluso, terminaron ayudando a los maestros como a mí, que me enseñaron un poco más de ingles, y July que me enseño lo primero que aprendí de francés.
Para el tiempo en que trabajé en Camino Seguro, Hanley parecía ser una mujer madura, sabia y realizada. Lo nefasto de toda esta historia, fue, que una tarde del mes de Enero, un chofer de camioneta se estrelló contra su auto y la mató a ella y a su chofer, y dejó mal heridos a otros dos voluntarios. Esta historia estuvo en primera plana al día siguiente en muchos periódicos del mundo, y mucha gente del asentamiento San Francisco de Asis y 18 de Diciembre, lloró su muerte como si hubiera sido un familiar el que moría. Vi periodistas extranjeros y mucha gente de los medios televisivos de Guatemala. Pero las imágenes de los niños, son las que no voy a olvidar, tampoco sus preguntas desconcertadas, ni sus risas a pesar de la muerte, ni su esperanza por un porvenir. Hay tanto en ese basurero. Escribí una historia basada en ello. Pero ahora, luego de tres años de haber conocido a Hanley, le recordé por el olor del basurero que me llegó, esta mañana lluviosa y lo asocié en seguida con el olor que deja el olvido.
Luego de la muerte de Hanley se conoció un poco más en Guatemala la historia de su vida, se oyó sobre el documental Recycled Life, que hizo Leslie Iwerks y Mike Glad, que llegó incluso a ser finalista en los Oscar`s de ese año, y gano varios certamenes. Hanley fue simplemente un angel.


Video de Recycled Life:

viernes, 26 de junio de 2009

LECTURA INICIAL /DIBUJOS DE NIÑO 6



La tierra tembló. Esa noche parió una luna niña y con ella llegaba un niño envuelto en su propio resplandor. Sol crucificado, sol hambriento de corazones, sólo sol, soleado, sordo, santo, sol-sal, sal ya, sólo sal y se sol, crea el mar/ el sol y la mañana, amor a first sigth/ el sol que mata estrellas, estrellitas y queridos suspiros por la mañanita, luna, luz de luna, luna de luz, y bendito sol, solitarios los dos como amantes que no se llegan a casar, lunares de la tierra, estelas hembras y rayos muchos sobre el mundo naciéndoles hojas, rayos de sol y de sombra que germinan amarrados del sol y la luna, que se llaman y se agitan haciendo el amor a plena luz con su luz/ llenas están las montañas de los preñados rayos creciendo como trigales; sube el orgasmo de la luna y las estrellas hijas del azar contemplan ese amor de dos hermanos incestuosos que asciende como un fuego en aumento hasta el medio día en espasmos y delirios de jaguares y gritos que empiezan con murmullos, que ascienden con cantos pájaros entre la gema selvática como jícara mágica, como bombo silvestre que grita sonoro, que salta, tambor de tortuga sobre las copas, follaje herbívoro /soplando/ saltando/ corriendo/ carpinteros haciendo agujeros negros en los espacios que deja la luna en el mar, colibríes comiendo brillos entre cantos de grillos gritando, estelares faldas güipiles hechas de panza de iguanas y reptiles, ruidero en el estomago del bosque, hambres sagradas que vagan como tigres jaguares, como leonas gatas, ríos que se dialogan en la sumisa contemplación de sus razones, troncos cubiertos de hongos sumideros, escondrijos, flautas en el laberinto de los pinos eucaliptos de tierra, árboles enterrados contra pirámides escondidas entre montañas volcanes, gemidos eróticos, flautas simbióticas de colores rojo naranja, azul amarillo, de verde y dorado, negro de estela luna, todos los monos jugando a no dejarse comer, todas las víboras de rama en rama cazando y zumbando como abejas cascabeles, sumidas ocultas, sabiendo el bien y el mal con o sin velos ramas, con o sin cielos nubes/ vamos llegando al bosque más tupido, al más escondido, vamos oyendo el gemido, los animales haciendo animales por todos lados como dioses, sin saber crímenes ni vírgenes, solitarios como astros mundos, y las estelas calladas con sus grabados eternos/ me llevaste con tus lindas manitas a los Señores, con sus rostros grandes perforados por la luz/ me llevaste de la mano y pude ver con tus ojos de Nanamama la piedra limpiada hasta lo blanco/ éste es el principio me dijiste con tu tibia voz de Nana sabia, éste es el principio y al principio no había nada y todo estaba en silencio me dijiste/ vi pasar una estrella fugaz contra la tierra y vi morir los dinosaurios en un solo terremoto. Dentro no había nada, era como estar contenido en una burbuja como al principio, rodeado de agua en Sayaxche, nadando en cenotes rosados, contenido en el incendio dérmico del principio del mundo y de la tierra, girando contra la epidermis y los líquidos oía a lo lejos la ceremonia pre-hispánica, pre-colonial, latinos como bombos, y plumas cascabeles, lunares negros y fondos atigrados/ eran perros bravos con sus corazas de estaño/ clorofílicas arterias que veía como raíces corporales, como cuando se derrumba una torre de naipes oí el primer grito de mi tierna Nana, y mis manos buscaron pelear contra el pellejo y romper el cascaron de carne, salir era como una necesidad de empujar y gritar palabras que eran gruñidos como de un pequeño sacrificio nativo/ sangre corriendo por los ríos de la habitación humana/ Nanamamá, yo pateando, yo abriendo con las manos un túnel de tejidos, como topo, como escarabajo, luchando contra la piel muro, piel chamarra del cielo, tierra, piel como sábana de meses, tierra, con los ojos sellados, con la boca sumergida, luego el lodazal del vientre, primordial, completamente empolvado y sin fuerzas ya, un poco ahogado en mi misma respiración, dentro de un ataúd de venas y vasos, de copas y platos, dentro de un cubículo oscuro, oscuro, hundido en lo profundo de la inmensidad de la Nanamamá, hasta que llegaron los doctores, me dijiste, y lograron sacar al niño con fórceps y tenazas de stainles-steel, el niño parecía dormido, Nanamamá, noche de la oscuridad, rojo de tanta sangre, escupido por agua y lodo, limpiado de los ojos y las orejas y la boca hasta el ansiado llanto hecho un grito a esa hora de la noche/ ella ya era madre/ Mamá Munda/ así nació el primer niño en un hospital estatal, a esa hora su primer gemido fue un terremoto.
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(Lectura de Mix el día de Mañana a las 10:00 en el Parque de la Avenida Guadalupe Zona 14)
Homenaje a Manuel José Arce.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...