No había querido escribir sobre esto pero tengo, por fin, algo que decir. Este año empezó con un impulso positivista. Es importante notar las campañas publicitarias que hablan de un cambio. Era inevitable que las agencias de publicidad no retomaran los conceptos Mayas para aplicarlos de una manera hacker a sus proyectos de marca. Por eso vemos la imagen de un Ricardo Arjona, tirándose al lago de Atitlán en un instante de patriotismo recuperado. Bueno, ya se ha dicho demasiado sobre esa campaña; en la mayoría hay desconcierto, pero Guatemala siempre ha sido el submundo de los rumores. Otra de esas postales para el recuerdo es La Subida por la Vida, a la que llegamos todos al cráter con el sentimiento de haber estado juntos en algún happening de un artista conceptual. Fue por lo menos, dar el primer paso para emprender el camino plural de vernos y reconocernos entre todos; lo interesante es que la mayoría son niños de la generación Y y Z, que por razones de inconsciencia, desconocen el trasfondo histórico de ser guatemaltecos. Es decir, los papas de todos nosotros, esas gente que no le hablan a uno de la guerra civil en Guatemala y de los guerrilleros en las montañas, las que vivieron esa época están mucho más desencantadas que los escritores de la generación X, y ven todo esto como una convulsión más de ese niño agonizante.
Ahora, luego de toda esa historia de discriminación, ignorancia por nuestros antepasados, nos parece bien volver a leer un libro fundamental como el Popol Vuh, buscar nuestros nahuales, saber la fecha en el calendario Maya y salir a la calle a buscar un banco para pagar 50 quetzales para convivir, según dice el anuncio, con una familia con problemas de desnutrición. Lo vi en una red social, me lo comentó algún familiar y tuve que informarme un poco más pues a estas convulsiones sociales, hay que buscarles por lo menos su lado bueno, una arista de buena voluntad. En primer lugar veo que está convocando alguien que siempre ha estado del lado de la cultura, Emilio Méndez. Ha sido un tipo innovador y recuerdo que por allá por el 2002, para un partido del mundial, lo vi en Siete Caldos en la zona 10 y me pareció interesante que supiera muy bien de literatura universal. Por otro lado, de nuevo las generaciones más jóvenes se alistan, que por ser las más entusiastas y con el tiempo libre ilimitado, podrán por lo menos darse cuenta del grado de abandono en el que esta la gran mayoría de la población (que no es sólo de Guatemala, sino de toda Latinoamérica).
Los puntos críticos que veo son que estos muchachos, que en su gran mayoría llegan a estas comunidades sin haber estado antes en una situación parecida y quizás con mucha voluntad pero con una idea equivocada de lo que verán, no sabrán cómo brindar apoyo moral a estas familias y quizás todo terminará con niñas y niños asustados ante la degradación y marginalidad de personas con hambre.
Y el punto es que hasta hace poco los encargados de esta propuesta han dado ya la información completa y uno de los requerimientos es de que no lleven comida. Yo imaginaba que estos muchachos iban a ir con algo en las manos para las familias en las que estarán alojados. Me imagino, pensando todo con buena fe, que los organizadores piensan que en estas condiciones los participantes en este espantoso viaje turístico tendrán más oportunidad para ver en acción la escases y la locura.
Para terminar, hoy en el bus, un bus en el que como siempre se ven crucifijos colgando del Windshield, fotos de Selena o un puño de espejos y banderas, había una palabra escrita en el vidrio polarizado, una palabra que pudo ser escrita por el más perdido de los enamorados, pues se miraba la violencia con la que fue escrita, pero pudo ser una mujer además, un ser humano que lo único que quería era escribir “Te quiero”, creo que es una palabra que habrá que escribir en la tierra, aún con tanta contradicción.
Guatemala 12/4/2012
Léster Oliveros.
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