Hoy leí una línea
de un poema en un periódico.
El verso entero no era más
que dos cuerpos sentados en una cama
con los ojos hundidos.
Una nube gris de gota y trueno
se sumó al suspenso de calle y avenida
donde una linterna rojo y amarillo sirena
da a luz un corredor seco.
Allí no hay toque de queda
ni cuarentena.
Allí no hay vigilantes
ni sanciones
porque allá están condenados
a una muerte lenta y extraña.
Hasta el hambre allí ha dejado de ser romántica
como dicen los eruditos:
y las pocas ropas son banderas que arrasa el cielo
de una patria de inventos.
Todo lo bonito que vi fue el Jazz
sincopado y libre de sus tripas
llenas de ruidos y hongos
sueños llenos de trompeta
y apocalipsis.
Allá en el corredor no hay presidente
ni cadenas internacionales
solo un comal frío
la teja y el adobe mal puestos bajo
los hoyos de la lámina
donde se cuelan todas las nubes de ésta noche
de hielo racial.
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