No
quiero hablar de trova hoy pero si. Silvio Rodríguez sonaba aquella noche.
Cerca de la Bodeguita del Centro, donde me recibí de bohemio. Oía, Oía, esa
melcocha que decía “…compañeros poetas, tomando en cuenta los últimos sucesos
de la poesía quisiera pregunta…, me urge…” eran esos años que ya todos vivimos.
Sin embargo, yo aun vivía en la casa alquilada de mi madre y que pagábamos con
mis hermanas. Una de ellas no sabía todavía que iba irse a morir al mar, no
como un hecho poético, sino tan trágico que ocho años más tarde yo todavía no
lo creo y he llorado poco por la idea de que en realidad está muerta. La otra
es mi hermana Silvia, de quien he escrito poco pero que ahora se ha vuelto tan
comprensiva de la vida que hasta me entiende.
Lo cierto
es que me canse de los continuos regaños de madre y me fui a pocos días de que
se terminara el año 2008. Sabía que tenía que volverme más responsable, más
estudioso, más como yo quería ser, un intelectual. Nunca quise ser médico, como
hubiera querido mi abuelita; ni perito contador como hubiera querido mi otra
abuela, es decir, la mamá de mi papá. Bien le hubiera valido a todos que yo
siguiera siendo el hijo de mi papá, con su misma suerte, pero les salió el tiro
por la culata, porque lo único que hacía noche y día era escribir y escribir,
en cuadernos de pasta dura que compraba para llenarlos cada año de ocurrencias.
En ese entonces eran verdaderas ocurrencias, dibujos, croquis de tesoros escondidos.
Navegaba en la imaginación que me sobraba.
El tema se va por otro lado. Lo que quiero decir es que
siempre he dejado la comodidad por la inflexible probabilidad de morirme de
hambre por hacer lo que más quiero. He tenido romances sencillos y amores
perros. El amor es dulce, pero es más dulce volver a amar y querer al mismo
tiempo. Todo es amargo para el que no tiene curiosidad por lo que hay más allá
de toda esa moral que nos enseñaron. Ahora
yo, el gran mortificado, este hombre de cuarenta y tantos años, ha empezado a
nacer de nuevo. Mi tema principal siempre ha sido la imaginación, el azar y la
fortuna, he creído en todos, y ninguno ha creído en mí, es hora de la venganza,
es hora de empezar por hacer de una hoja en blanco mi verdadero hogar.
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Dibujo collage: Andre Bula, hermoso cuadro.
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Dibujo collage: Andre Bula, hermoso cuadro.
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