lunes, 21 de diciembre de 2015

Domingo/ Una hora después-


Eso era todo.
Una historia rota en pedacitos.
Un vidrio sucio desde que no se reflejaba el sol.
Una página en blanco y un lápiz sin punta.
Una flecha que escribe.
La reja oxidada.
Los escaparates llenos de cervezas baratas.
La Nausea.
Sobre todo la música a todo volumen vomitando
tantas historias tristes
y a todo volumen.
Unos zapatos de tacón alto
entre todas las latas vacías.
Un peon tratando de ser rey entre las mesas de ajedrez
de la cantina.
Enumeraciones.
Números invisibles de nombres.
Listas de palabras sueltas.
Sin sentido pero en fila.
Lo que dura el miedo a la existecia.
Mañana lloverá en Bouville.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

LUNES LEJOS





Con la misma ropa por tres
salto hacía la calle mar
soy un pez urbano
tu coraza de risas ha muerto
ahora solo sonríes
y te carcajeas por dentro con todo y danza

macabra mirada de león
no soy español
fui portugués en mi memoria de apellidos
indi en mi sangre culinaria y gourmet
mi abuela fantasma
aun moliendo en su molino de piedras
la semilla de estas hojas de mi

voy cayendo horizontal en la avenida
igualmente acompañado de todos ustedes
que leen.

martes, 24 de noviembre de 2015

Te Prometo Anarquía/ Película de Julio Hernández Cordón


...el último aliento que nuestros padres llamaron futuro
y que en realidad viene vestido de presente
no se siente
no es complaciente
es el único que se atreve a hacernos frente
... vamos a reinar en el cielo y en una ventana rota.


Entre la cotidianidad me ha llegado el rumor de una película y he querido ir a verla. Encuentro algunos obstáculos. Uno de ellos es que es muy sencillo tomar el transmetro del Centro Histórico, pero es imposible, ya frente a la Tipografía Nacional, tener paciente el corazón y el alma ante tanta, tantísima gente apertrechada a la espera de un bus. Nos bajamos como podemos de la estación, sorteamos gentes y desesperaciones enfrascadas en cuerpos sudosos y mojados por la lluvia, luego brincamos las bardas y dejamos la largas y tediosas colas y colas de gente.

Cenamos en Little Cesars, una pizza circular que rompemos en triángulos, una Fanta y una Sprite nos relajan. No hay prisa después de media hora, el tiempo que ha durado nuestro almuerzo atrasado. Entonces salimos a la calle y escurre las gotas de los toldos rancios, pero ya es diferente. Un cigarrillo y decidimos todavía ir a ver Te prometo anarquía una película que he oído solo en rumores, pero es de Julio Hernández Cordón y eso ya es cierta garantía. A parte de llevar el nombre de un blog de Rafael Romero, uno de los primeros preocupados por antologías de gente que escribe poesía, hace narrativa o toma fotografías.

Todo ese prólogo se extiende por meses antes, hasta que estamos sentados ya, luego de una tierna caminata trazando zig zags, mi compañera y yo. Estamos enamorados y no nos damos cuenta. Es normal, es como ir en un tranvía y pensar que los andenes son los que van volando. Estamos ya allí y está lleno de gente, algunos directores nacionales, gente que le gusta el cine, curiosos, ojos curiosos. Pero ya en la silla a mí me asalta la sensación de que el lugar se va llenando de una forma desbordante. Volteo a ver, desde la primera fila y logro distinguir caras conocidas de algunos, tal vez muy pocos. Los demás son el desborde. Hay cojines frente a nosotros para mayor comodidad. Hacen un saludo y las cabezas llegan hasta la puerta y el lugar es grande, está lleno, tan lleno como la estación de un transmetro:


Zaping sin control remoto:
La vida real a veces es un zapping del pasado al presente y de regreso. De pronto todo podría ser de nuevo en blanco y negro como si estuviéramos dentro de una pantalla de televisión y fuéramos los pioneros del siglo. Luego todo es colores de nuevo y cada flash back nos relaja la vista con su degrade en grises. La historia del amor que nos han impuesto es la normalidad bíblica, luego está la inmoralidad, cabal al cruzar del gris al hipercontraste de colores. Pero todo ha estado siempre allí, incluso entre el blanco y negro de esos cines de los años treinta había secretos amorosos y sexuales que hubieran parecido diabólicos. Pero hablemos de la película de Julio, ya después de tanto engolosinamiento verbal y de tratar de explicar que todo ese vértigo es posible antes y después en la historia de este mundo tan mundano.  Y pensar que al director se le ocurrió hacer esa película en la ciudad más grande del mundo, aunque nos asegura que en un primer impulso pensó en hacer acá en Guatemala:


Te prometo anarquía
Estamos en la Erre, una galería de arte y lugar de encuentro. No hay mejor lugar para presentar una película y puede que el director aparezca con lentes rosados y nos advierta que habrán desnudos masculinos. A estas alturas todavía prefiere advertir, pero ya ha corrido mucha agua debajo de los puentes y las aguas no solo ya no son las mismas, sino que se han evaporado.  La película se va desarrollando y mientras pareciera ser una historia simple de un grupo de muchachos skaters o patinadores en tabla, se va descubriendo al fondo una metáfora generacional de desencanto y poesía.
Los dos o tres personajes principales viven una historia diferente cada quien unidos por la amistad que tienen desde pequeños, signo de eso, es que hacen relajo y a los dos les gustan las patinetas. Además viven entre los solventes inhalantes, el sexo sin complicaciones que arremete desde las primeras escenas, pero que tira a la experimentación, como en el caso de Infancia de un Jefe de Sartre. Luego el factor de la sobrevivencia de algunos que venden su sangre para hacerse de dinero y seguir volando en su tabla.

Pero el personaje principal es la calle, a pesar de las historias de cada uno, el personaje que brilla escondido es el rostro de la urbe mexicana. Julio Hernández hasta donde sé ha vivido desde Carolina del Norte hasta Costa Rica, estacionándose entre México y Guatemala, muchas anécdotas y mucho feeling para apropiarse de los lenguajes, argots y paisajes de esta generación latinoamericana, siempre al borde vertical del horizonte.  Acá en Guatemala ya antes hizo una fábula tensa y de texturas nocturnas: Gasolina, que no está demás decir que es una película que gana público y pierde público, que es como decir que está siempre al límite de lo permitido. Pero que, como está película, presenta una verdad que a veces nos hiere y que es un signo del presente, los levantones de narcos, la vida libre y sin reglas que sacrifica la normalidad hasta el límite de lo permitido moralmente. 
La honestidad es cosa de cada quien, y ahora que miramos, todo un público esas imágenes inconexas unidas por pequeños guiños poéticos y sonidos insertos en la cotidianidad, puedo darme cuenta que la narrativa estalla de nuevo contra el velo blanco y lo rasga.  Podría como al principio pensar que es una historia de amor íntimo, muy secreto, pero al revisar bien, podría ser también una metáfora generacional contra los esquemas políticos y sociales derribados, en ruinas por ser ya caducidad de un experimento.  Hay muchas sugerencias poéticas en la película, algunas evidentes como el poema del chico que ya casi rapea sus versos y resuenan con precisión entre la realidad de la ficción, si se me permite la refutación significante.

Sentí un deja vu a Trainspoiting en el momento que Johnny se va con el dinero. Sentí la expansión de la ciudad en toda la película, como se va tragando a todos y la historia parece insignificante ante la diversidad del tráfico vial y los cientos de peatones, que dejan a propósito, quiero pensar, una sensación de soledad extrema, que luego se dulcifica con un final, si bien aún desencantado, bastante noble en tanto que Miguel lleva a cuestas a su amigo con la patineta como emblema.  Ya sabemos que los dos actores no son actores, que son heterosexuales y que se fueron conociendo en el transcurso de los castin y la misma película, que tampoco es una película, sino un libro actual, o sea un film:

El presente

Hemos salido a la noche de la ciudad de Guatemala. Vemos los edificios iluminados a trechos, la Torre del Reformador iluminando con su fuego para nadie. Llevo los pies mojados, tengo frio, pero siento que he visto una interesante interpretación del presente, mientras el taxista que nos lleva al hotel no para de bostezar. Hoy por supuesto vi las noticias atrasadas y me enteré que esa película había ganado como mejor película en Festival de Cine en los Cabos, atando cabos uno siempre.

https://www.youtube.com/watch?v=Oiv4C44Ibsk

viernes, 7 de agosto de 2015

CHICLETS PEGADOS EN EL ASFALTO




Chiclets pegados en el suelo gris. Conservo la cordura, no me he vuelto loco completo, pero quito cada uno de los chiclets que mordiste con la esperanza de que estés debajo de uno de ellos.

Aunque estén negros.., si, lo sé, puede que contengan tu aroma mental, la menta y la dulzura se las ha llevado todo aquel que te ha pisado.

Lo que no sabes es que después de escribir todo esto, los mastico todavía con humo de camionetas y todo eso que veo frente al parque. Los carros no me pueden atropellar, ya los he visto venir en la memoria. Nos vemos en cuanto se borren las lineas amarillas, o rojas, o verdes, o la luz cualquiera que las ilumina.

miércoles, 29 de julio de 2015

EL POEMA DE UN GATO QUE TE ESCRIBI AYER


Esta es una balada de gatos que te sueñan
que siempre te miran desde la noche.
No son muchos.
Es uno con nueve vidas
que no te engañe que es la última
siempre es la primera.
Míralo a los ojos
sabrás lo que digo.
Te mirará con un ojo blanco
te arrullará con una nube callejera
esos ojos luego te ahorcarán con un bigote blanco
muy blanco también como el de un tigre
pero no te matarán sus placeres
te atrapan nada más
para el despertar final
cuando su cola afelpada
va apareciéndose tras la luna.
Traidores del sueño
te morderán con risas
y miaus
muchos miaus de bar
hasta meterse de puntillas como el agua
bajo tu almohada
que abrazada a ti parece una guitarra rota.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...