lunes, 21 de marzo de 2011

Sotz`il Jay/ Oxlajuj Kawoq',

Nqarayij chi ronojel qasamaj nk’atzin chi nkitamab’ej nk’aj chïk winaqi’
Lisandro Guarcax


1- El Teatro Nacional como una nave.

2- En un concierto-ritual todo es importante: hasta las españolas que se meten coladas.

3- Al llegar, había una cola que llegaba hasta las gradas de la segunda entrada.

4- Encontré a Julita, riendo como siempre.

5- Caminé hasta la entrada y vi la cantidad de gente indígena y algunos llegaban por primera vez a ver al grupo Sotzil, según pude captar en alguna que otra conversación.

6- La gente llegó en cantidades.

7- Vi muchas Mayanlovers.

8- Las nubes empezaron a borrar estrellas y a pasar al ritmo del tum.

9- Todos a los que llegaban rumores de que ya no habían sillas: se iban tristes. Pero se iban por precipitados. Otros, ya lo pocos que vi a los quince minutos, amenazaron con romper las pitas que custodiaban la entrada. Una mujer, que debió ser Patricia Orantes, calmó a los manifestantes con unas palabras de esperanza, que no dejaban de ser enérgicas.

10- Mientras tanto, ya no estaba don Zapeta, que por cierto, había visto de madrugada y por la noche y sin su taxi es irreconocible.

11- Los trajes típicos en mestizos estaban de moda.

12- No pude resistir y compré mi entrada, cuando estaban a punto de dejarme entrar gratis.

13- Julio Serrano de seguro escribirá una nota de esto, o Alejandra V.

14- El ritual de lo oscuro y la sencillez de la natura.

15- El Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias como un templo antítesis, como una distopia nebulosa y vaga ante los brillos del fuego.

16- David Marín filmando el entramado del tiempo, nuestro tiempo ambiguo en las nubes de copal, siglos en una imagen, real u holográfica, escénica o representativa, evocación y nostalgia, lunas multiplicadas en las seiscientas cámaras de teléfonos o BlackBerry.

17- El fuego, la voz de Kukulkan-mujer, el sonido de la flauta de Keme: hicieron que una mujer a la par mia gimiera de gozo.

18- Sotzil vuela, borra estrellas, quita el miedo, mata el tiempo, lo amplifica. Cada vez que miraba mi reloj corria más lento.

19- La danza es la amplificación de la cosecha y del espacio. El espectador es el reloj. El cielo es la tierra.

20- Sotz`il es el mejor cine que he visto.

21- El desequilibrio entre lo oscuro y lo luminoso termina siendo teatro astral.

22- Hay momentos profundos en la puesta en escena. Se oyen grupos de grillos en el silencio entre cada escena.

23- Hay momentos en que todo parece real. El leopardo es el leopardo. La muerte es la muerte. El orgullo visceral es un orgullo frente a frente al poder absoluto. Los gemelos son la dualidad. El fuego es el fuego. No hay simbología ni representación sino seres humanos jugando.

martes, 15 de marzo de 2011

IXCHEL

He conocido el fuego en los labios de una mujer dormida en su sueño. Una mujer de blancas nalgas con un centro rojo geométricamente delineado por galaxias florales. Nebulosa de marzo. Estalactitas nacen de su corazón caverna, de su principio húmedo de lunares aromáticos. Estoy ahora caminando como un espíritu que entra en un ser y la veo dormida, con su cuerpo de lomas volcanes, su bello torso cuadriculado donde otros hombres sembraron un miedo tras otro como si fueran begonias. La veo y muero momentaneo. Es radiante en su quietud terrena. Es estelar en su secreta posición de serpiente nimbo. Es imposible mencionar su nombre pasajero. Es ondular y elevada como la respiración de un volcán. Es infinitesimal y vulnerable. A veces la amo de lejos con una adoración óptica. A veces nos encontramos a lo lejos y nos decimos cosas sin palabras como si estuviéramos dentro de un sueño profundamente solos. No estoy seguro si ella quiere que yo duerma, me ha mantenido despierto por una eternidad adorando su cuerpo generoso. Últimamente sus pies se enroscan en los míos con una caricia de reptil humano. Me besa con su siseo preciso que me hunde en su tibia oscuridad de sangre. De vez en cuando despierta, pero no se levanta de su lecho, abre los ojos y me ve sentado escribiendo esto, sonríe y repta hasta una posición cómoda desde donde tenerme hipnotizado para siempre. Entonces salgo a ver el cielo de carne. He visto muchas madrugadas aparecer de pronto en mi letargo insomne. Oigo por millonésima vez una canción de pájaros despiertos y alborotados que hablan de cómo el día será para todos en esta tierra elevada.

Fotografía: http://www.triplemind.com

sábado, 12 de marzo de 2011

BIOGRAFICAMENTE A MI MADRE

El primer recuerdo que mi padre tiene de mi madre es muy extraño. Dice que se dio cuenta inmediatamente que ella no sabía nada de matemáticas. El por ese entonces era un músico que iba y venía de Honduras o Nicaragua con una guitarrita en la espalda. Quería ser arquitecto. Su padre le dio una negativa rotunda el día que les confeso su deseo. Creo que a mi abuelo, descanse en paz y mi memoria no lo ofenda, hubiera preferido que se fuera de una vez con guitarra y nada en una bolsa. Mi padre entonces irrumpió con garbo las calles de la zona cinco con una rebeldía a lo Dean, quien no a lo Marlon Brandon. Mi madre era entonces tan vulnerable como una brizna en el viento. Cuento todo esto, porque ahora que la miro a los ojos, veo la misma condición mundana que la llevó a permitir que mi padre la dejara con cuatro hijos en la más humilde de las miserias del alma y la intemperie del mundo. Creo que los hijos somos proyecciones de los deseos de nuestros padres. Mi madre me proyectó la magia. Mi padre el desamparo y un corazón huraño dado al juego y al vicio. Nada está de balde ante mis ojos. También ellos tienen cosas que yo aún no descubro.


Hoy es el cumpleaños de mi madre. Oigo a José Luís Perales, y pienso en lo hermosa que es la vida y lo puta que es la imaginación de los que a veces se sienten cobardes. El futuro esta ahora en mis manos, pero ya pasó, solo veo una luz en los ojos de mi madre con mi nombre en neón.

sábado, 5 de marzo de 2011

ENUNCIADOS CARTONERA MAXIMON (*)

1.- El cartón es calle.

2.- Si, la calle misma y sus rincones.

3.- Las cartoneras no existen y todas las editoriales son cartoneras invisibles.

4.- Una cartonera siempre será una simulación divertida de un libro que es de todos y se esta escribiendo siempre en las paredes.

5.- Los libros de la cartonera no respetan los horarios de oficina e ignoran los perfumados pasillos residenciales.

6.- Cartonera Maximón es un juego.

7.- No existen los poetas, pero existe la posibilidad.

8.- Todos somos artistas y todos podríamos escribir el Decamerón o el Quijote de la Mancha.

9.- Homero esta por nacer.

10.- No existen los escritores, sólo los lectores voraces agudos y perspicaces.

11.- Esos lectores no lo saben, a veces.

12.- Esto esta pasando ahora mismo en un libro cartonero llamado Guatemala.

13.- Esto existe en tanto no haga zapping.

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lunes, 21 de febrero de 2011

INSTRUCCIONES PARA LEER: DELIRIOSAURIOS


Por: Juan Calles
Erótico, multidimensional, onírico, fluidos humedeciendo los muros de los textos, que tienen una dimensión voluptuosa. La descripción y el relato terminan siendo enervantes voluptuosos. El texto propone transformaciones perpetuas, copulaciones hirvientes que crean vida, que crean textos. Oliveros propone una lucha entre la lógica de la lectura y la alta marea de la imaginación. A quien le falten brazadas en la imaginación se le dificultará entender esta propuesta atiborrada de palabras.

El génesis, reproduce una especie de vida perfecta, pero no apacible, una especie de continuum a gusto del escritor; que se siente cómodo con lo que dice, con lo que va dejando a su paso como una babosa que regresa la mirada sobre su camino brillante, y se dice a él mismo, nadie podrá decir que no pasé por aquí, se asegura que su paso sea advertido, seguro habrá quienes arrugen la cara con gesto de asco, en este caso con cara de confusión, habrá quienes embelesados sigan el rastro brilloso sin preguntar, sin indagar, hasta encontrarse con la oruga que fuma y bebe y convoca palabras pocas veces escuchadas. El alarde, no sirve de nada si no se sustenta con más creación, solo el tiempo dirá si Oliveros se conforma con fumar, beber alardear o seguirá manchando los caminos con letras y tinta.

Hace ya más de un año que lo escuché leyendo sus textos, esa noche no pensé, en alarde, esa noche me quedé con el brillo de sus declaraciones, puras, duras, sucias, y en su conjunto agradables. No conocí de el más que su propuesta mínima, un par de palabras que cruzamos entre chela y cigarros. Y su actitud amable y complaciente con todos los presentes. Pensé que pronto escucharía más de el. No estaba equivocado. Cada vez que lo escuchaba leer sus textos sin más intención que compartir sus desvelos, me hacía a la idea de estar frente a la posibilidad de obtener textos imaginativos, nuevos, y frescos.
Al mismo tiempo recordaba a un puñado de chavos que igual que el, pero años atrás se apresuraban a publicar y a inscribirse a los listados de la pos guerra, esa loca carrera editorial acabó con ellos, hoy se han quedado sin nada que decir, o quizá lo que dicen ya no importa. Agotaron ese material que las babosas usan para marcar su camino. Ruego que este no sea el caso de Oliveros; y que este sea solo un ensayo de todo lo que tiene que mostrar, que no se agote y que perfeccione el uso del martillo y el cincel; esto dicho de una forma puramente literaria.

Después de leer por primera vez el borrador de Deliriosaurios, pensé que Oliveros era un agitador, un escritor en utero, que su propuesta para el lector iba dirigida a que se sintiera bien, un libro de superación personal, que el lector se despojara de toda esa pesada carga humana y se convierta en un animal sin moral, sin prejuicios, sin ascos y se lance en una voragine de sexo animal; Oliveros esperaría que al leer, que al avanzar renglón tras renglón, nos despojemos de nuestro ser humano y seamos animales y entendamos los húmedos muros de sus textos. Todo dependería de vos que tenés o tendrás el libro entre las manos.

Sin embargo, la segunda noche, Deliriosaurios me esperaba palpitando en la pantalla de la computadora, lo leí lentamente, linea a linea, y entonces me encontré con un texto que sin el efectivismo de lo soez y la procacidad lograba encajarte ganchos al higado y rectos a la mandibula.

Así que me atrevería a sugerir que Lean, lean lento, no se apretujen el cúmulo de palabras en la boca y en el cerebro, lean, lean lento, fumen tabaco, aflojen la corbata, pongan incienso, abran el vino; que Oliveros convoca a un ritmo esquizofrenico; frases, oraciones, parrafos, que algunas veces parecen inconclusas, inconexas, pero al final del parrafo, o de la noche, encontrarán el sentido, o se lo adjudicarán, y creerán que quiso contar algo, en realidad es la descripción de un sueño colectivo, al que asistimos por que no nos queda más remedio, si has vivido y has estado despierto durante los ultimos diez años en este país, comprenderás, si a pesar de estar en este plano de la realidad y no has estado atento a los ruidos y olores que Oliveros propone, vas a creer que estas perdiendo el tiempo con estos textos entre las manos y el libro no va a pasar de ser un acumulador de polvo en la mesita de noche, en el mejor de los casos, en el peor de ellos, si querés parecer interesante dirás que el libro es una porquería.

Insiste Oliveros con la Neurolinguística, insiste en su intento de humedecernos el cerebro y la libido, a estas alturas de la lectura nos lanza versos como “sube el orgasmo de la luna y las estrellas rameras del azar contemplando el orgasmo de dos incestuosos falos circulares que ascienden como un fuego en aumento hasta el medio día en espasmos y delirios de jaguares”  y nuevamente convoca ese espiritu animal del que hablan los libros sagrados de los mayas, del que habla Asturias en su Mulata de Tal.

Si sobreviviste a la parte introductoria, si continuaste, si la persistencia del tiempo inventado por Oliveros te permitió llegar hasta la sección titulada El Nacimiento de Khan, entonces puedo decir bienvenidos/as; aquí hay noticias, que son buenas y malas al mismo tiempo, todo depende de la parafilia con que evalués. Luego de la tremenda descripción introductoria, Oliveros narra y se vale de las milenarias herramientas de las que la historia de la literatura universal da cuenta. Sigue inventando un mundo, esta vez cercano, esta vez de aquí de la septentrional selva petenera.

Y nos cuenta de la bisabuela Munda y nos lo cuenta en el más Asturiano de los lenguajes, la voz de don Miguel Angel resuena en los “corredores recientes” de la casa materna. Es agradable que un escritor joven como Oliveros regrese a Asturias, luego de ser presumidamente rechazado y negado por la generación de la pos guerra, es agradable encontrarse con este quizá único resabio de identidad chapina, en verdad es una celebración encontrarse con una narrativa inequivocamente guatemalteca. Por que podés leer cualquier libro publicado entre la segunda mitad de los 90 y la primera de los dos mil y puede ser de cualquier país del mundo, no hay identidad en ellos, salvo raras excepciones.

Este no es un ensayo literario y la intención tampoco es analizar el texto, ni conjeturar lo que Oliveros nos quiere decir con su avalancha de palabras, esto es más bien un manual para leer a Oliveros; un manual para no claudicar aturdidos, un mapa furtivo para encontrar la salida al laberinto, por lo tanto me veo en la necesidad de asegurar que la sección IV ya es una ruta más relajada y segura; la impresión de las clases sociales y las petulantes tribus urbanas que eligen símbolos para su petulancia, son descritas en el texto con sinceridad y sin revanchismos, solo registradas para conocerlas, para admirarlas u odiarlas o pasarlas de lado, una buena forma de llevarnos de la mano a esos tugurios pequeño burgueses que de tanto provincialismo dan hueva.

Ya estamos en la recta final, para entonces nos encontramos con un genuino doctor loco, un verdadero conjeturador sin pudor, asignando animalidad y erotismo a las frutas, toma prestadas palabras y formas, dialogos y olores, baja los cuadros de sus viejos estantes, y nos sumerge la cabeza en una cubeta llena de sangre, antes de la asfixia nos permite un respiro, un ultimo jalón de oxigeno y nos dice: “adiós hijos de puta el mundo no es bueno por las buenas/ hasta aquí para mí/ sigan con su película rancia/ el hombre disuelto en la tierra se consume como cualquier animal y termina.”
Imagino a Oliveros, sobándose las manos, relamiendose los bigotes, calculando que para estos momentos estaremos a nuestra forma y modo conjeturando, obligandonos a entender el laberinto, rasgando los muros de sus textos. Imagino a Oliveros sacandose el octavo de la bolsa de atrás del pantalón, dando un largo sorbo, sobarse nuevamente las manos, eligiendo palabras y formas para el próximo parrafo, para la proxima inmersión en esa cubeta de sangre que nos ha preparado en un caldero brujo de su abuela Munda y le ha nombrado Deliriosaurios.

Con esa finalidad o sin ella, el ejercicio literario de Oliveros se salta las trancas de la tradición, transformandola, niega a la autodenominada generación pos guerra, destruyendo el snobismo literario que la caracteriza,  retrotrayendo las formas y las palabras, la temática, lo maya, la diferencia de clases, que a pesar de los acuerdos de paz y las elecciones cuatrianales, aún existen, aún están allí. Por supuesto que Oliveros aún se ve influido tanto por la tradición como por la generación X. Es decir no está inventando una nueva forma literaria, sin embargo tiene la testosterona suficiente para tomar de los dos y llenar la pantalla con letras como cubetas de sangre.

Y para antes del final Oliveros nos reserva algunas confesiones, nos permite acercarnos a él como persona, se confiesa desarraigado de la historia, sin embargo todo este texto está empapado de su historia personal, no es contradicción, es confusión. Se disfraza y trata de confundirnos con versosprosa, duros y violentos, sin embargo su sensibilidad está allí en los adjetivos calificativos, en el núcleo del sujeto, y nos da una muestra más de su influencia, utilizando la supuesta modernidad chapina, el supuesto atraso nacional, utilizando la publicidad cochina que se metió en la literatura de los escritores de la primera década de los dos miles, hasta llevarnos a esas confesiones personales y se despide diciendo “Peleaba contra ellos el niño espacial a través de los ultrasonidos, como un anuncio de lo porvenir.” El niño espacial deja para la eternidad estos Deliriosaurios que corren desnudos hacia el pluscuanperfecto de la palabra hoy.

PD.
Leído y comentado por Juan Calles en la presentación de Deliriosaurios.

martes, 15 de febrero de 2011

DELIRIOSAURIOS (FRAGMENTO)



Travesía Interna:
Mamá munda

Regresamos de la jungla, de la tierra revuelta con raíces emigrantes heredadas de los silencios frutales, Y adentro de la ciudad intestinal, mientras caminábamos por esos corredores recientes me dijiste el secreto de siglos/ que mi bisabuela tenía un poder misterioso con las palabras/ que todo lo que decía se volvía realidad, que todo lo que pronunciaba era creado, que todo lo que mencionaba o nombraba revivía, que había dicho mi nombre y el tuyo, que nos había ido recreado en su memoria y dicho de cómo llegarían a ser las cosas de la vida, (Oía tu voz como al principio, atento al mundo reciente, como si todo fuera creado con las palabras una cosa tras otra, tras otra, tras otra),  Ella, nos había dado la Vida-espejo, luego de hacer sus cántaros de barro, después de hacer sus esculturas de arcilla, luego de cocer el maíz y molerlo en piedra, luego de cocinar el pan de todos, la tortilla, Ella había dicho las palabras para que nosotros naciéramos, ella fue la que esculpió la masa y formó los cuerpos, y nos enseñó de que éramos/ nos dijo, nos aconsejó/ a sacrificarnos por las palabras, ha llorar en ellas lloviendo, Y creó sus catorce o quince o dieciséis millones de hijos sin una queja. Mamá Munda se llamaba. Podía detener el sol con un dedo y los tornados los des-hacia con cruces escritas en el suelo con ceniza; sabía el por-venir y los encuentros de las estaciones giratorias en las estrellas a punto de morir, porque sabía que las palabras eran poderosas por eso no hablaba tanto, Mamá Munda rezaba, mientras el fuego ardía y ella leía los presagios con voz latente, con voz de tuza en llamas, con voz de maíz, con voz de fuego (sonido de tambores), con el gran cielo por arriba y por debajo, Tum, con la sangre de las gallinas degolladas, con la mística sangre del cordero, con la cruz de ocote, con el manojo de ajos, con el camino empinado de los lodazales, siendo su voz haciéndonos, marcándonos con su voz indiana y mestiza como dos bocas abiertas en el mismo espacio, con su voz de pájaro, con su lamento atigrado de morenos ropajes, con sus sonidos de animales jaguares y todas las arquitecturas rostrales, con los volcanes y su pecho negro, con los hocicos de los quetzales vestidos de saraguates y su plumaje de obsidiana afelpada, de pedernales incrustados en mi boca/ Madre Munda/ con el silencio enamorado con el que molía cada grano de la noche, con el sabio ruidero de tripas, con el lamento de los intestinos curtidos, con el hambre heredada en los orígenes de los desiertos nómadas, Oíste las voces de los eclipses Nana Mamá, con el hambre que era una bendición pagana venida de los gusanos postreros. Oíamos: éramos más de veinte y más de mil, toda una generación de hambres y miserias místicas y la lengua de todos ardiendo alrededor de una fogata pequeña en el centro del fuego/ oímos/ golpe tras golpe en la oscuridad/ mejor no saber de nada, mejor nos quedamos sentados, mejor nos callamos, mejor no miramos, mejor no decimos todo esto, que nos agita y conmueve/ y yo repitiendo en las sombras: todo lo que decía se cumplía,  porque le latía el corazón y el Tum de la sangre, el gran tambor de la tierra:

Bon, bon, bon,
Tum, tum, tum
Um, om, am,
Tum, tum, tum

Fotografía: http://www.mineraltown.com

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...