Paul Auster
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Un escritor, como recomendaría William Faulkner, podría vivir hasta en un prostíbulo, de guardián, mesero o propietario. Hay escritores que trabajan de maestros y tienen lo que queda de la tarde para el trabajo. Otros se emplean en oficinas gubernamentales con lo que les queda todo el día, disimulando hacer el trabajo lento de fichar documentos olvidados. Otros como yo, tenemos la suerte de poder ver películas viejas a cualquier hora del día, como hoy que veo Smoke, y puedo escribir al mismo tiempo este texto, luego de atender a dos clientes prepotentes que traían a su secretaria para que eligiera una silla barata, económica, casi regalada. No me puse a imaginar cuantas horas pasará la mujer sentada en esa silla, ni si los dos malhablados socios fueran los suficientemente humanos, porque la verdad sólo les vendí la silla y me olvidé de ellos. Smoke es una película que me recuerda El Lado oscuro del Corazón y me gusta; hasta ahora sé que es sobre un escritor, un joven negro y un vendedor de cigarrillos. Recordé el libro de Cabrera Infante Holy Smoke!, y su crónica sobre esta planta tan asediada por los ingleses en la antigüedad. Sobre ellos habla uno de los personajes, contando una anécdota de Sir Walter Raleigh y de como pudo pesar el humo. Pero aún así estoy trabajando, porque trabajo me cuesta estar sentado frente a un escritorio con dos computadoras encendidas en llamas, por un lado Facebook y por el otro Guatecompras.com, que es por donde me dirijo cada vez que el jefe levanta la vista y me mira por medio de espejos ubicados en lugares específicos y que repiten mi imagen sin culpa. Pero ahora no está y esta película es muy buena, aunque me siento contrariado por unos relatos sin corregir y unos textos a medias, pero Smoke me inspira, y veo que el actor es un buen tipo, y yo pienso que los escritores son buenos tipos siempre, aunque a veces quiebren vidrios o beban irresponsablemente, eso es, tú también puedes ser un buen tipo, me digo.
Hace poco, una amiga, me envió uno de esos correos multitudinarios que recomendaban dar gracias por el trabajo que uno tenía, y había fotos de empleos escandalosos. Me gustaría pensar que estoy haciendo un buen trabajo, pero estoy dividido en dos personas, una que hace este trabajo penoso y otra que se divierte escribiendo ésta nota en pleno horario laboral.
Hace poco, una amiga, me envió uno de esos correos multitudinarios que recomendaban dar gracias por el trabajo que uno tenía, y había fotos de empleos escandalosos. Me gustaría pensar que estoy haciendo un buen trabajo, pero estoy dividido en dos personas, una que hace este trabajo penoso y otra que se divierte escribiendo ésta nota en pleno horario laboral.