En primer lugar, no soy un sabelotodo: soy un sinvergüenza. Me gustan las malas palabras porque son las mejores para decir mucho con una sola expresión.
Uno de los escritores de los que más he aprendido en los últimos años es de William Faulkner: quien recomendaba vivir en un burdel. Las putas son las mejores cuentistas postmodernas. Faulkner además decía que lo que el escribía eran mentiras, pero que no era solo de escribir mentiras, sino de exagerarlas.
La fiesta es importante para un escritor. Uno de los mejores signos de que un escritor será excelente es su carisma atormentado por miles de botellas. Bukowsky siempre llevaba una a la mano, para la foto y para posar con mujeres bonitas. Graham Green es el que cuentan en sus memorias que tomó por todo un año sin descansar por el amor no correspondido, y lo que le quedo de eso fue una cabeza muy práctica y severa para razonar. Eso lo cuenta en sus memorias, así como el gusto por jugar a la ruleta rusa.
Estos son malos consejos para escritores buenos. Recuérdenlo.
Hay que pelearse con todo y contra todos. La única forma de poder escribir algo caliente, convulso y vivo, es que tenga esa rabia con la que lloran los recién nacidos ante el mundo.
Las cosas que el escritor escoge para vivir son esencialmente ordinarias y simples, lo que importa es la vida interior. Octavio Paz o Julio Cortazar vivían de una forma absolutamente austera.
En cuanto a pelearse contra todos, el mejor ejemplo es Hemingway quien cuenta en el admirable libro Paris era una Fiesta: que cuando llegaba alguno de sus amigos mientras el escribía, se levantaba y le zampaba un vergazo en la cara. Para que aprendiera a no joder. Pura mierda que le dicen, pero por eso logró escribir por lo menos algunas páginas memorables. En cuanto a los escritores guatemaltecos de este género es el famoso bolo Flores, quien no considera a ninguno que se le acerque: amigo. Quizás por eso pudo terminar una novela cuyo nombre es, paradójicamente: Los Compañeros.
Pero es cuestión de carisma, entre los escritores más solitarios esta el hermano Edie Poe, quien inventó bajo la anestesia etílica el género policiaco. La soledad no es soledad: es tiempo y Timing, el ritmo y la palabra es lo que llena todas las soledades del mundo. Si el joven, ese joven del futuro, al que alguna vez le escribió Sábato, logra aprovechar ese timing que flota, lograría escribir una o dos líneas que valgan la pena.
Rubén Darío también bebía. Era un genio.
En una entrevista que le hicieran a Gabriel García Márquez, dijo que no le importaba morirse de hambre por tal de escribir. Los suicidas abundan y es buen signo. Un escritor tiene una esquirla de hielo trabada en el corazón. Un escritor puede hacer lo que sea por escribir lo que quiere, el lenguaje, por la gran puta, el lenguaje es lo de menos, habrá que volver a los gruñidos, a las malas palabras, a los actos sexuales, la masturbación o simplemente escribir mierdas tan ridículas para colegialas mudas o para señoras sexagenarias que huelen a lavanda o trementina.
Otro de los malos consejos es tener la mayor ideología del mundo: uno mismo. El egoísmo es natural en un artista. El egoísmo no siempre tiene algo que ver con el talento. Pero si un escritor logra ser lo suficientemente egoísta para poder aislar su historia de toda la basura que circula en todos los medios, será maldecido con un don que se llama criterio: y que Hemingway llamaba un catalogador de mierda. El egoísmo no es una garantía de triunfo social. Pero si puede ser una puerta para el conocimiento de nuestras debilidades.
La mujer del escritor es otro tema: ha de ser bastante más lista que él. Prácticamente la novia del escritor termina escribiendo, por gusto, por compartir, por querer. Pero las mujeres pueden ser transitorias, pero la lectura de cada una no. Cada mujer que el escritor tiene es un libro que ha de leerse de abajo para arriba, de arriba para abajo sin omitir las erratas, sin omitir los errores ortográficos y topográficos, una mujer que se deje leer es lo que necesita un escritor.
Aca hago una salvedad para poner todo en contexto de género: será lo mismo para la mujer escritora. Hay, Ana Maria Rodas, Margaritas Carrera del mundo.
No me importa la historia. No me importa ningún premio. Pero esto ha de mantenerse. Un mal consejo es romper cheques de vez en cuando, escupirle al dinero, tratar de vivir como un santo haciendo las cosas al revés. Pero buscando. En la novela Rayuela de Julio Cortazar, la Maga le reclama a Horacio su constante búsqueda de no sé qué. El escritor es un laberinto, pero además es la salida. La única puerta es el trabajo.
Pese a todos los vicios, pese a todos los errores que el ser humano, en este caso el escritor o la escritora consiga en su vida de loco o loca, si pese a todo eso trabaja: ya tiene garantizado el camino a su destino. Un escritor no es escritor mientras camina por la calle, es escritor cuando esta escribiendo. Punto. Nada más.
Lester oliveros Ramírez
Café Condesa, Junio 2011
Antigua Guatemala,