lunes, 25 de enero de 2010

RASTRO DE UNA ESTRELLA AMARILLA



A Claudia Maria,

una mujer que está aprendiendo a caminar sobre el agua.

1 poema

Un poema nace de tus labios como hiedra. Sube a tu cielo inventado y no sabes cómo ni cuándo volver a hacia ti. De esa soledad sin luna puedo mirar desde lo alto tus ojos abiertos como mares infinitos y al mismo tiempo como celestes agujeros claros y pequeños. Como en un filoso pensamiento donde cortan los diamantes a las estrellas más finas. Tu boca de donde nacen las palabras, tu boca donde brota suave la mañana clandestina, el pensamiento como una flor amarilla llena de mariposas.

2 poemas

Tus ojos son los péndulos donde nace mi conciencia de lo bello. Miro a uno y a otro y encuentro de los mitos, de los dobles, de los sueños. Sueño la mirada hacia el campo desde una camioneta, sueño la mirada hacia unas palabras inventadas en un muro antiguo, sueño que es de día y mi sueño esta en tus ojos. Sueño que la luz es como blanca y tus pasos como ciegos. Podría dormir concentrado cerca de tu puerta, bajo tus ojos, en tu mirada como un lienzo, en tu mirada como una ola, en tu mirada profunda y concentrada a las cinco de la tarde. ¿Cómo imaginar lo que piensas desde tus ojos negros? Podría nacer una ciencia de tus ojos eternos donde el pensamiento sigue vivo como una pantera.

3 poemas

Solo voy aprendiendo a seguirte. No necesito más que eso. Que me lleves de la mano hasta la playa.

4 poemas

Sin conocerte te conozco. En otros tiempos, desiertos siderales y polvo natural de mar. Sin decir una palabra me dejas pensando en miles de signos. Todo es sonido. Todo es luz. Somos ondas de sonido iluminado. Préstame las palabras que nacen de tus manos para componer con esas perlas los sonidos de este ahora, que rueden como orbitas en ejes intemporales.

5 poemas

De tu cuerpo hago palabras, dulces y blancas como playas lunares. Me pulverizo con la rosa de tus piernas. Soy otro cuando me acerco lentamente a las lunas de tu espalda. Hago alquimia, hago magia con tu pelo al viento como en una escena de algún cuento fantástico. Temo despertar. Veo tu desnudez entre las hojas. Sale el sol y caen lunas. Cierto caracol hace una llama sonora en el centro de tu pecho. Mi mano avanza lentamente hasta tocar los frutos de un árbol sagrado, un cuerpo suspendido en los ocasos que son como auroras otoñales. Digo tu nombre al cielo de tus pechos y nace la vida como una explosión de gritos.

6 poemas

Me alienta que no me reconozcas en las calles de la ciudad y al mismo tiempo al cerrar los ojos me mires escondido en una esquina de tu propia oscuridad. Soy invisible hasta los sueños. Soy como esa película vieja de la que ya no queda ni memoria, soy como los primeros dos meses de vida de los que nadie recuerda nada. Soy como los viejos billetes que se rompen de mano en mano. Aun así, soy el que te niega la muerte. El que te cierra la puerta, el que te empuja al delirio, el que te hace victima y victimario, el que te ruega por dentro que abras las ventanas de tus ojos para salir al mundo que flota sobre nada. Tú sales de nuevo de ti.

7 poemas

Mujer, símbolo sin signo, numérica y poblada de gentes. Multitudinaria. Con voz de trueno, lava, volcán, cráter relámpago. Tu centro del universo es la voz desde el útero cuando la quietud de tus palabras adormecía el mundo y volvía del ensueño el primer hombre.

8 poemas

Empiezo por el final contigo. De la anónima forma de tus hombros. De la exquisita arquitectura de las flores. Voy en un día normal pensando por dentro las estrellas. Fuegos que saltan de los reflejos de la calle galáctica. Única y eterna, va la luz por nuestros cielos, en viaje sin retorno.

9 poemas

Al final, como siempre me dijiste, esta la noche llena de estrellas.

10 poemas

No te hubiese conocido si no fueras amiga de los encuentros. Amiga de lo imposible. Voz entre bits, no sólo letras. Avatar arando el agua para escribir una historia de un solo trazo. Accidente virtual. Bello crucigrama de interrogantes. Juego de ópalos. Fruta terrenal. Temerosa de todo y de nada. Escéptica de todas las voces que empiecen con te amo. Una madeja con varios nudos ciegos.

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Lester Oliveros Guatemala 22/01/10

pintura de Joan Miró

1 comentario:

Dorian Lima dijo...

Muy bueno mano.

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