“Cómo es posible por una parte, por ejemplo, comportarse como si nada en la Tierra fuera más importante que la literatura, y por otra parte darse cuenta de que la gente sólo quiere vencer al hambre y que necesariamente consideraran que la cosa más importante es lo que puedan conseguir al final del mes. Debido a esto es que él (el escritor) se confronta con una paradoja: mientras lo que él quiere es escribir para aquellos que pasan hambre, luego descubre que sólo aquellos que tienen los recursos para comer son los que notarán su existencia”
Stig Dagerman , The Writer and Consciousnes.
Es muy curioso, pero para los pobres jamás ha existido una política en la que puedan confiar; nunca ha habido crisis para ellos, pues siempre viven en ella y a fuerza de milagros para sobrevivir se han acostumbrado a los desvelos, y es seguro, que no han notado que ahora los pueblos del primer mundo se quejan como niñas, y otros, en la bolsa de New York, ya se orinaron en los pantalones.
Es natural, los pobres no saben ni de religión, ni de política, y mucho menos de alzas y bajas en las divisas extranjeras. Esto los salva de mucho, y los condena al mismo tiempo.
Los marginados de la tierra están preparados para lo que viene. No hay más que ver sus bunker y oler sus habitaciones, hechas para la guerra miserable del abandono y la tristeza. Son ellos los que salvaran a muchos del suicidio, pues saldrán de los barrancos con una doctrina de calma sobrenatural. Mientras en Wall Street se tiran del piso noventa, y en Japón celebran con Sake, en algunos asentamientos humanos habrá también alegría. Los pobres no se encolerizan contra naciones enteras, ni contra banderas, ni contra ideologías, a penas pueden manejar el odio de los demás.
Si así no fuera, los pobres saldrán de sus favelas con armas inútiles a tratar de asaltar a sus hermanos. Saquearan lo que puedan y esperaran la hora más sola y silenciosa, y trataran de volverse mucho más malévolos que los mismos explotadores de quienes irán por venganza. Pero los pobres también rezaran para que les vaya bien. Los pobres no saben de teología pero si saben lo que es el hambre, y cualquiera que sepa lo que esto es, sabe que en esa región no hay ley ni culpa, sino un inevitable deseo de sobrevivir.
Esta crisis no es para pobres. Los únicos que se han quejado son los más ricos de la tierra. Los pobres ya saben de carencias, solo es cuestión de tiempo para que incluyan en su dieta nuevas y más exóticas recetas. Lo que nos violenta la conciencia, es imaginar tan solo la mirada de los niños del futuro en su nuevo reino destruido.
PD.
El nuevo premio Nóbel de Literatura es Jean-Marie Gustave Le Clézio, es el decimocuarto francés que gana tal premio. En su discurso fluyen los campos de guerra, el gusto por los libros y una esperanza aguda para superar esta temporada criminal. Por cierto, menciono a Juan Rulfo por El Llano en Llamas y Pedro Paramo; también menciono a Miguel Ángel Asturias.
Los marginados de la tierra están preparados para lo que viene. No hay más que ver sus bunker y oler sus habitaciones, hechas para la guerra miserable del abandono y la tristeza. Son ellos los que salvaran a muchos del suicidio, pues saldrán de los barrancos con una doctrina de calma sobrenatural. Mientras en Wall Street se tiran del piso noventa, y en Japón celebran con Sake, en algunos asentamientos humanos habrá también alegría. Los pobres no se encolerizan contra naciones enteras, ni contra banderas, ni contra ideologías, a penas pueden manejar el odio de los demás.
Si así no fuera, los pobres saldrán de sus favelas con armas inútiles a tratar de asaltar a sus hermanos. Saquearan lo que puedan y esperaran la hora más sola y silenciosa, y trataran de volverse mucho más malévolos que los mismos explotadores de quienes irán por venganza. Pero los pobres también rezaran para que les vaya bien. Los pobres no saben de teología pero si saben lo que es el hambre, y cualquiera que sepa lo que esto es, sabe que en esa región no hay ley ni culpa, sino un inevitable deseo de sobrevivir.
Esta crisis no es para pobres. Los únicos que se han quejado son los más ricos de la tierra. Los pobres ya saben de carencias, solo es cuestión de tiempo para que incluyan en su dieta nuevas y más exóticas recetas. Lo que nos violenta la conciencia, es imaginar tan solo la mirada de los niños del futuro en su nuevo reino destruido.
PD.
El nuevo premio Nóbel de Literatura es Jean-Marie Gustave Le Clézio, es el decimocuarto francés que gana tal premio. En su discurso fluyen los campos de guerra, el gusto por los libros y una esperanza aguda para superar esta temporada criminal. Por cierto, menciono a Juan Rulfo por El Llano en Llamas y Pedro Paramo; también menciono a Miguel Ángel Asturias.
Guatemala 15/1/2009
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