Breve historia de un libro X
"…claro que me da miedo el hambre
pero me preocupa más
terminar un libro incompleto…"
pero me preocupa más
terminar un libro incompleto…"
Javier Payeras, Soledad brother.
La mañana del 4 de enero del año 1991 amanecí
escribiendo en mi diario. Yo sé que algunos no me va a creer, que hasta sepa la
hora, pero eran las diez de la mañana con cincuenta y cuatro minutos. Los
segundos son los que no recuerdo. Y si, sé que suena cursi, pero llevaba un
diario, que luego abandoné por escribir un blog. Intentaba garrapatear ocho cuentos sobre mi familia y
lugares cercanos y bien conocidos.
Entre todos eran ocho relatos. Que armado de valor
envié a la Editorial Cultura. Me imagino que ya son parte del polvo que flota
en el aire. Pero eran textos insidiosos y que no vale la pena recordar tanto.
Hasta que en un festival del Centro Histórico nos tomamos unos litros con
Javier Payeras y me dio una lista de nombres y libros, y conforme fuimos
platicando, la mayoría de sus libros. Fue por eso que dispuse, hacerle una
entrevista a cada uno de los escritores jóvenes más representativos que
empezaban a publicar con la editorial X. Ya antes, había tenido muy buena
amistad con Julio Calvo y con Simón Pedroza, ya que vivían en la zona cinco, en
una colonia inmediata a la mía.
En 2003, en 4º Grados Norte me encontré a Ronald y le pregunté
sobre la editorial X. Recuerdo que me explicó que ya había desaparecido.
Hablando con Payeras me contó que Estuardo se había enamorado y se había ido a
vivir a un lugar X. Ese fue el detonante
de DEEP (…y dónde está Estuardo Prado, un documental que iba a filmar el buen
amigo Sergio Valdés Pedroni).
Quise hacer una broma publicando un libro con un poema
largo llamado Deliriosaurios. Inventé una editorial. Junté a un grupo de
mujeres poetas que habían estado leyendo los miércoles conmigo en el Gran Hotel
y logramos hacer una cartonera llamada Maximón.
La broma había nacido de la idea de que en Guatemala se puede hacer de
todo, porque todo está por crearse. Lo que ignoraba era que la broma la iban a
tomar en serio en los medios escritos. Broma que también agradezco mucho, mucho.
De todos aquellos cuentos el único que fue publicado se llama
Gharbanzo. Una historia extraña que mi abuela me contara una tarde en la que
siendo niña, junto con su hermano, se terminan comiendo un guiso que en
realidad… era su propio gato cocinado
por los vecinos. La verdad nunca le creí ese cuento a mi difunta abuela, por
eso creo que es real. Siento nostalgia por esos cuentos perdidos en la
Editorial Cultura, tanto papel tirado, tantas memorias mal escritas.
Lo demás vio la
luz, y lo expreso con mucha gratitud, por la amenaza amigable que significó
para mi haber conocido a Estuardo Prado y se le diera la chispa a la Editorial
X. Uno de los mejores amigos con los que hablábamos por horas de tanto
que ya no me acuerdo. Una vez me dio su fórmula mágica para sobrevivir a
cualquier década: un bote de vino tinto Termidor y veinte diazepanes, luego agite, luego
beba, luego viva.
Somos más que la posguerra de un país. Somos tiempo
que se esfuma. Esos años de soledad y aprendizaje han quedado atrás junto con
esa primera idea para un libro. Las
editoriales en Guatemala, el trabajo editorial es casi mesiánico. Un libro en
Guatemala es un rayo de luz halógena y luego se pierde. Es una gracia increíble
que la editorial X siga echando raíces.
Voy a concluir sin percusiones.
En esos años noventa, entonces cuando todo era una
mierda y las brújulas estaban más locas que una cabra, yo encontré mi vocación.
La escritura es nuestro salvavidas. Larga vida a ese muchacho de pelo rojo y
tatuajes en sanscrito.
Lester Oliveros Ramírez
Viernes 24 de octubre del año 2014