sábado, 21 de agosto de 2010

ENTREVISTA A EDUARDO JUÁREZ EN EL RUBI-




“Guayo tiene la conciencia negra igual que yo
y por eso somos así tan dark,
por llamarle de alguna manera…”
Edgar Andaverde, artista plástico.

Me viene a la memoria –ahora mismo –la imagen clara del hombre que un noticiero filmó antes de soltarse de algún puente. Me llegan en ráfagas los titulares más crueles de los periódicos y las imágenes que miraba de niño desde la calle hacia el barranco de La Limonada en la zona 5. Todo esto es cada cuento de Eduardo Juárez, a quien conocí un sábado por la tarde en las Cien Puertas, vendiendo su mejor libro por cinco quetzales. Luego logramos platicar para esta entrevista. Cuando le pregunté por qué empezó a escribir, no dudó en responderme “por una mujer que me dejó”. Es casi inevitable que una mujer no ronde siempre la cabeza de un artista. Eduardo Juárez es un fotógrafo de paisajes sucios. Sus personajes son brutales victimas, santos o demonios proscritos que no les queda de otra. Los cuentos tiran a novelas, pero se quedan en un final original aunque siempre punzante. Los personajes trascienden por ser marionetas al servicio de una filosofía de desastre. Y todo esto, por una mujer que se transformó con el tiempo, como un ser de acá y del otro mundo: en la ciudad de Guatemala, en la mujer geométrica, sórdida, enamorada y prostituta que es en esencia lo que escribe Juárez.
Estamos sentados en un restaurante chino que se llama El Rubí. Eduardo, se da cita desde hace mucho tiempo. Es su oficina, como el dice. A la par suya esta su amigo de aventura: Wilson Espinosa (un muchacho sencillo y que trabaja en los camiones amarillos del basurero central). Es alcohólico y se abstiene de beber; lo he encontrado comiendo una hamburguesa y opina sobre personajes que Eduardo conoce. Eduardo bebe un vaso de cerveza colmado, de donde advierto subir en caravana muchísimas burbujas, que juntas se vuelven espuma. El Rubí es un restaurante chino de esos que han colonizado el centro. Vende cerveza a buen precio y además, según un buen amigo, los mejores camarones con semilla de marañon de la zona. A Eduardo eso no le interesa mucho. Me habla, antes de la entrevista, de lo bien que se siente en el lugar, porque muchos de sus amigos –que son innumerables personajes –pasan frente al local y puede saludarlos y platicar un momento con cada uno. Empiezo preguntándole por qué empezó a escribir:

Eduardo Juárez: Empecé a escribir –me dice sonriente –porque me dejó una mujer. ¡Esa mujer, ahora mismo…, no sabe a quién dejó!
Me recuerda la escena de los buenos bebedores de Velásquez. Su pelo es negro intenso y tiene unos ojos grises, claros y reflexivos que contrastan con las abundantes cejas oscuras. Tiene una estatura promedio y camina también como Max Araujo, con su abdomen de pastor protestante.
Léster Oliveros: ¿Qué libro te ha afectado más en la vida?
E.J: Empecé a leer en California, en una época que me dio hepatitis. Jorge, mi hermano, iba a poner una venta de libros usados y tenia almacenados más de 5,000 libros en la casa, entré los que encontré a Doestoievsky. Otra cosa que influyo tanto como los libros fue que al regresar a Guatemala, nos juntábamos muchos en el Ton San, un restaurante chino donde conocí a varios que me recomendaron muy buenos libros. Entre los que llegaban estaban los pintores Alejandro Urrutia, Mundo Robles, Juan Francisco Yoc, Luis Robles, Julio Lohengrin, Jorge Felix, Francisco Auyon, un par de economistas, abogados, ingenieros y otros cuantos locos. Las platicas eran muy buenas.
L.O: ¿Cómo concebís una Guatemala imaginaria?
E.J: Una donde el chiclero publiqué libros, las prostitutas en lugar de estar en la línea gobiernen el congreso, los poetas y los bolos estén en el Corte Suprema de Justicia. Guatemala es un infierno lujoso, donde el presidente podría ser Seleno el personaje de Retrato de Borracho con País. Así seria más honesta una patria, porque hasta ahora ha sido eso, pero maquillado.
L.O: ¿Quiénes fueron tus primeras influencias?
E.J: Como te dije, Doestoievsky. Luego Bukowsky, Chuck Palahniuk. La literatura irlandesa: Samuel Beckett. Además de: Greg Bottoms, Bill Drummon, Mark Manning, Irving Welsh, Mark Spitz.
L.O: ¿Sabías que en la entrevista que te hizo Ronald Flores escribió Check en lugar de Chuck?
E.J: No, no me fije en eso.
L.O: ¿Literatura francesa has leído?
E.J: Muy poco. Camus: El Extranjero.
L.O: ¿Lees más en ingles o en español?
E.J: Leo mucho en ingles, pero también en español.
L.O: ¿Cuál ha sido tu primera borrachera?
E.J: Mi primera borrachera en realidad fue en una galería a la que fui con mi hermano y llegué todo chara porque estaba lloviendo y me había caído. Pero recuerdo una memorable… que fue un viernes. Me habían regalado una bolsa para mi computadora; borracho, buscando un hotel, dos ladrones quisieron robármela porque pensaron que llevaba algo de valor. Uno de ellos me dio una patada en los huevos. Sólo así la solté y, en el forcejeo por la bolsa, el maldito me rompió la manga de la camisa. Aún así seguí chupando, hasta que me quedé descansando un rato sobre la grama de la municipalidad. El sol me quemó un brazo y después allí andaba yo con un brazo negro y el otro blanco.
L.O: ¿Eduardo para vos qué es el lumpen?
E.J: La clase más baja, obrera, que está a penas sobreviviendo. Algunos tienen trabajos informales, y otros tienen que ir a trabajar a maquilas, y a otros les pela y chupan, dejan de trabajar un par de días y ya están en la calle.
L.O: ¿Qué es algo realmente mierda de la sociedad?
E.J: Los mensajes dobles, como el Gobierno que dice que tratan de resolver los problemas y nada; solo siguen hueviando y, la clase que tiene pisto es otro mundo, un mundo dividido.
L.O: ¿Alguna vez una puta te ha parecido una virgen?
E.J: No, yo por masoquista siempre me he metido con las putas mas feas que he podido encontrar, unas me agradan, otras no me han caído bien.
L.O: ¿Cuántos nombres de putas recordas?
E.J: Ya hace mucho tiempo de eso. Pero recuerdo unos nombres porque me parecieron buenos nombres de batalla: Yamilett y Scarlet.
L.O: ¿Te hace gracia ver pornografía?
E.J: Talvez cuando andaba jalado, la lujuria se aumentaba por un rato, luego me aburría… por lo irreal y sombrío. Pero a veces si me sacaba de onda y acababa preguntándome ¿qué onda?
L.O: ¿Cuál es la mujer de tu obra que podría ser la mujer ideal?
E.J: No hay ninguna mujer IDEAL en mi obra… talvez la tortillera que viene en este libro Expocisión de Atrocidades, pero no esta elaborado el personaje, es una tortillera evangélica.
L.O: ¿Cuándo publicas tu próximo libro?
E.J: El jueves 26 de Agosto en el Palacio Nacional de la Cultura. Van a musicalizar un fragmento con un montaje escénico y una exposición de pintura con gente como Alejandro Urrutia, Ixquiac Xicará, Andaverde, El gato Porras, Manolo Gallardo, Marvin Olivares, Cesar Pineda. Además van a comentar la obra mi hermano, Juan Juárez, Sergio Valdez Pedroni y Javier Payeras.
L.O: ¿Cuándo empezaste a escribir esta novela?
E.J: Fíjate que fue en el 2004; me acuerdo que Andaverde preparaba también sus primeros bosquejos. Escribí, según yo, tres cuentos. Escribí el primer capítulo de Retrato de Borracho con País, el primer capítulo de Exposición de atrocidades, y el otro cuento ahora mismo no recuerdo bien. Pero en aquel entonces no lo sabia, hasta que empecé a desarrollarlo luego de escribir el Retrato de Borracho con País.
Le digo a Eduardo que me impresiona el montaje de la presentación y me dice que su nuevo libro termina en una exposición en el Palacio Nacional. Esto une la ficción y la realidad como un performance insólito donde el escritor podrá alucinar con otras variaciones del final.

Nota final:
Eduardo Juárez, antes de presentar su libro, paso 16 meses bebiendo. Me cuenta que estaba hastiando. Empezó a jugar con la idea de matarse tomando porque pensaba que su obra no hacía eco en ningún medio, que todo seguía igual, que a lo mejor no valía la pena nada de lo que había escrito. Bromea diciéndome que hubo una etapa en la que les decía a todos “soy un escritor con estoque para que nadie me chingue”. Ahora que lo termino de entrevistar estamos en una cantina vacía y limpia de la colonia la Reformita. Eduardo, más claro y en paz consigo mismo, se termina una Pepsi contándome que su visión ahora se ha transformado.
Caminamos por las calles humildes de un solo piso con puertas de madera, con historias urgentes todas, hablando de la proverbial Carmen Matute y su voz dulce, los cuentos absurdos hasta la nausea de Chuck Palahniuk y al fondo vemos un sujeto tratando de caminar dos pasos sin caerse al suelo.



Guatemala Agosto 2010
Lester Oliveros Ramírez
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lunes, 16 de agosto de 2010

FALSA MUERTE


El hombre se acercó hasta nosotros y nos preguntó si nos podía servir en algo.
- Ando buscando a una persona –dijo ella. Caminaba sobre la grama de un extenso camposanto.
El hombre era un vendedor. Le pidió los nombres y apellidos del difunto. Caminó unos pasos y luego giró haciendo una señal con su mano derecha. Vimos la lápida. El vendedor de traje azul nos extendió inmediatamente, luego de algunas preguntas de rigor, un plan de servicios funerarios. Lo vi irse caminando, sorteando los restos enterrados directamente en la tierra, adornados con flores de plástico que limitaban perfectamente el rectángulo de su propiedad. Había diferentes decoraciones que parecían hechas por niños ayudados por gente mayor. En conjunto el camposanto era una exhibición de manualidades y, sólo se percibía la vida a lo largo del cementerio por los restos coloridos de una infinidad de materiales. Me acosté en la grama recién cortada. Ella limpiaba con agua las lápidas. Me miró. Cortó con destreza los tallos de las flores y decoró el sitio. Yo miraba al cielo blanco de nubes ásperas tendido sin pensar nada. Pensaba en el fondo en algo absoluto para concebir la muerte. Me sentí de pronto en el lugar de mi entierro, pero fue momentáneo. Ahora estaba lúcido, con algunos años extra, oliendo a Shampoo y sintiendo todo todavía con la maravilla del descubrimiento. La muerte era falsa entonces. Estaba más vivo que nunca. Entonces me dijo:
- Estas flores son muy caras.
- Habría que ir a comprarlas al Cementerio General.
- Es caro morirse.
Al salir del cementerio vimos un letrero que decía:


PROHIBIDO APRENDER A MANEJAR AQUÍ


Es muy raro. A la par del cementerio había un parque de diversiones grandísimo y los gritos y risas, los ruidos más ardientes de la felicidad eran la música que adornaba las flores recien compradas
.

martes, 10 de agosto de 2010

OBSERVACIONES SOBRE -USSA-LIBRO DE BENJAMIN ELIEZER


USSA, Benjamín Eliezer.


En ningún momento pensaré en escribir una nota crítica profesional. Eso, imagino yo, ya lo harán a su debido tiempo profesionales del idioma y expertos en la poesía mexicana de la primera década del nuevo siglo. Esto es más bien un listado sin numerar de observaciones generales.

-El libro de Benjamín vuelve el rojo y el azul de color negro.
-53 Estrellas sin una sola constelación.
-El coloso sin alas, con venas negras y casas blancas, cae en un estruendo que llega hasta el DF.
-El águila que anuncia el libro esta bastante desplumada, sin embargo grita nombres desde sus pantallas neón y vallas de carretera.
-El nuevo American Nightmare en un poco más de 64 páginas en una bella construcción personalizada.
-Dolly Parton, desgarrador concierto sinfónico, maternal y urgente, con el rostro más bello del marketing solar.
-Dibujos a tinta donde los rostros Históricos se transforman en poemas con gran resolución de imagen.
-Básico clamor del poema en el poema dentro del poema (Walt Witman mimetizado).
-Imposible voz que narra y cae en la trampa del poema (resuena Bukowsky ebrio).
-Lucidez que abarca y condena liberando voces donde se rompen los bordes de la bandera y se vuelve a zurcir el corte con el águila que muerde a la serpiente.


Guatemala 8 de Agosto 2010
Fotografía del autor del libro USSA

lunes, 9 de agosto de 2010

DOMINGO EN LA BIBLIOTECA


La literatura es fuego.
M.V.LL.

No me considero un ratón de biblioteca porque también disfruto la fiesta. La literatura sans poésie me aburre. Desde que tenía ocho años la poesía me marcó con un fuego que aún no se ni donde se origina. Mis libros favoritos son esos que hablan de maravillas. Me gusta la magia. Me gusta llegar a una biblioteca y perderme, porque sólo en esos laberintos de papel me he visto reencontrarme. Pero no quiero quedarme. Me gusta tanto la vida más allá de las letras. Sin embargo, puedo pasarme horas leyendo. Lo comprobé ayer. No sabía que la biblioteca abre sus puertas los domingos todo el día. Lo más interesante, a parte de la selección de lecturas que hice, fue el clima. En Guatemala el clima es uno de los eventos más comentados en el mundo. Del verano podemos pasar al más terrible invierno. La primavera es breve pero eterna. Siempre hay flores, siempre hay sol y siempre hay lluvia. Ayer llovió todo el día. Pero desde la ventana del edificio de la biblioteca todo se transformó. Se volvió un espacio íntimo de introspección. Hablaba con el otro Lester de la lluvia y de lo fascinante que era imaginar otros días lluviosos en otros momentos. La sala de pronto se volvió como mi habitación. Encendí un cigarro y pude ver a Ernesto Sábato y a Cabrera Infante llevar sus sillitas y ver conmigo la lluvia de un día de Agosto. Sábato es admirable. Fue en busca de un libro suyo que tituló: Apologías y Rechazos. Hablamos de Leonardo de Vinci. Quedé fascinado.
Cabrera Infante con esa su manía por el cine nos entretuvo luego de una conversación tan profunda, contándonos de su infancia en la Habana. Como se reía de sus travesuras, pero en el fondo, en la forma en la contaba todo, cada detalle, su habano tirando lentamente, me di cuenta que era la viva imagen de su libro: La Habana para un Infante difunto. Pero nos reímos más por dentro, viendo como caía la lluvia sobre los altos cipreses y los pocos carros estacionados.


-HORARIO DOMINGO BIBLIOTECA USAC 7:00 A 18:00 horas.

PD:
“¡Caga rápido Cristo viene pronto!”*
*Frase escrita en la puerta del baño de la biblioteca de la USAC.

ANECDOTA BREVISIMA DE COMO CONOCI A EFRAIN RECINOS



Tuve la oportunidad de conocer en persona al maestro Efraín Recinos en el Ier. Festival de Escultura en el museo Carlos Mérida. Lo reconocí enseguida, sentado en la grama bajo la sombra de uno de los paredones del museo. Estaba compartiendo con amigos suyos bebiendo alegres unas cubas. Debió notar mi emoción al saludarlo y me invitó a compartir un momento allí con ellos mientras hablaba sobre un poeta ingles y declamaba uno de sus poemas. Fue un honor real. Admiro muchísimo su capacidad creativa. *



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*Esta anecdota figurara en el anecdotario oficial del creador Efraín Recinos.
Fotografía Jorge Palmieri

miércoles, 4 de agosto de 2010

CONTRACANTO/ IVAN OSORIO (I)


Recuedo la negra sangre
bañando los torsos,
nuestro coraje y locura
esparcidos en la arena.

Contracanto


Me regalaron una brújula para mi cumpleaños. La brújula es parte de un planetario que llevaba una bombilla. Con las luces apagadas en mi cuarto se pueden ver muchísimas constelaciones. Boreales y Australes. Ante tanto punto referencial del cielo y de la tierra, leo Contracanto. Es un libro que evoca, desde los antiguos mapas de ruta, primeros intentos de formar ciudades y banderas, hasta remontarse a los clásicos griegos y latinos en una faena marítima interior donde las imágenes de la historia se vuelven al presente con un rostro total. La diagramación del libro es la estética de los primeros intentos por dibujar el mundo. Me gusto mucho la portada y la contraportada. Iván Cruz Osorio es el autor de este anti-canto. Lo conocí en el bar el Olvido y tuvimos una grata conversación con puntos de vista similares sobre los poetas de su tierra. Ivan es mexicano. Me regaló su libro en medio de cervezas luego de la lectura. Lo firmó y dibujó una América de su puño y letra.
Uso lentes oscuros para leer la nueva poesía latinoamericana, algunos tienen tal magnitud que podrían dejarnos ciegos. Así es Contracanto. Iván logró poner títulos próceres de nombres de hombres ilustres que conocimos en los años básicos de nuestra vida para llegar a esa América didáctica: Simón Bolívar, Andrés Bello, Manuela Sáenz, José de San Martin, y otros que fueron reconocidos por su tarea independiente. A más de eso la poética de Iván Osorio es una limpia construcción moderna de verbos refinados de una redacción precisa.
Atalaya y Corifeo. Contracantos que terminan en el amor a una patria ideal, esa que a estas alturas del poema es todo y todos somos. El poema es una serpiente de versos que tragan y vomitan lo antiguo y lo nuevo; alcanza a Europa en su canto y lo vuelve peligrosamente nuestro. Contracanto es una brújula. Ahora ya puedo saber donde esta mi tierra.

Con este verso termina el gran canto-en-contra de Iván Osorio, quizás una profesía:


...yo les diré por qué vivimos eternamente en el ayer,
por qué vivimos de pensamientos,
de dogmas, de errores del ayer,
por qué es el pasado y no el presente
lo que hoy nos condena.


Blog de Iván Cruz Osorio, poeta de Tlaxiaco, Oaxaca, México.

martes, 27 de julio de 2010

33 AÑOS DE ALGUIEN LLAMADO COMO YO


Treinta y tres años
De querer a quien lo pida
Treinta tres años
Como yo quien lo diría.

33, Julio Iglesias.

Recuerdo muy bien aquella nota de Maurice Echeverría. Su vos interna a la mitad de una vida, o a la fracción de una segura eternidad. Lo recuerdo ahora porque leí su nota y me pareció precoz su nostalgia. Yo en cambio no me creo el tiempo de los relojes.
Empezando porque nunca pensé llegar a los treinta, luego de problemas al nacer y complicaciones del corazón, extraños desmayos y perdidas del conocimiento en los primeros años, hasta la edad dificil de la adolescencia. Cuando cumplí diez años realmente agonizaba queriendo ser mayor. A los diez años uno es un enano genial que no conoce el pecado. Yo particularmente era una rara mezcla entre explorador y lector desmedido, y ya a los once fumaba Marlboros Ligth a escondidas. Cuando cumplí veinte años tenía una rabia tan profunda que no me gustaba la ciudad ni la historia de Guatemala, ni mucho menos Miguel Ángel Asturias, así que opté por estar lo menos posible en la ciudad. Unos amigos me celebraron mi cumpleaños y una mujer mayor con un triangulo gigante de pizza entre la boca y la mano, me dijo que los veintes se pasaban rápido. Nunca le he hecho caso a la edad o al tiempo, porque me consterna tener cara de niño: de yo no fui, como diría Dorian Lima. Mi edad biológica es extraña, cada vez que leo un buen libro crezco por dentro veinte años y cuando escribo un relato me quito 5 años. En cada parranda rejuvenezco y me hago viejo por la madrugada en alguna esquina donde me acecha la cruda realidad de los tantos años de fiesta. Soy un vampiro y un tecolote también, como el maestro Ramírez Amaya, que por el apellido podría ser mi familiar. Ahora mismo, luego de los veintes, me reencuentro con Guatemala, leo a Rodrigo Rey Rosa, a los poetas de los años 70`s, a Miguel Ángel Asturias de quien he aprendido a mezclar géneros, me conozco casi toda Guatemala, hago amigos de los poetas y narradores que levantan a cada verso y párrafo una patria alterna donde no habita el miedo y la ignorancia, y el humor es nuestra secta; pero ante todo, a mis 33 años y horas de cumplir lo que sigue, teniendo más de tres siglos en la memoria literaria, sigo siendo el niño explorador y lunático que quiere seguir creciendo.

Un tio, lo recuerdo bien, me dijo alguna vez: fijate que tengo la edad de Cristo. Yo me acuerdo que pense en algún momento que en realidad tenía miedo de morir crucificado.

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...