De Borges aprende uno que nada de lo que hemos leído es suficiente. Que toda literatura es eslabón entre el hombre y la existencia. Borges fue un devorador de bibliotecas, y luego de su ceguera, contrató a una joven para que le leyera los libros que el más quería; aun con su ceguera imagino posibilidades y creo grandes cuentos.
Borges fue un grandioso embajador de Argentina, creo que sus inagotables lecturas lo llevaron a ser embajador de la humanidad. Pero otro de los argentinos querido por todos, como diría luego, en una nota de prensa García Márquez, fue Julio Cortazar. Julio Cortazar salio de Argentina y se fue a vivir a Paris, pero amaba Argentina y a los latinoamericanos. Uno de los cuentos que siempre recordó con nostalgia fue sobre un latinoamericano que vive en Paris, y se acerca a la multitud para ver como cae la hoja de la guillotina sobre un condenado. Si hablamos de sus libros, puedo recordar Todos los Fuegos el Fuego, entre todos, es el que leí muy joven, y de chico uno no se detiene a ver la ortografía sino que se sumerge en el enredo de la criatura. Me gustan todos los cuentos de ese libro, tanto como los de Bestiario, pero tampoco los recuerdo todos, recuerdo trozos, recuerdo imágenes, recuerdo pasajes y carátulas que luego cuento a los amigos en los lugares insospechados. Ahora mismo recuerdo las palabras de Plinio Apuleyo, refiriéndose a Cortazar con una nostalgia mortal, luego de que este muriera. Todos lo querían, y lo veían como el amigo alto que nunca dejo de crecer.
Escribió una vez, que uno no elige donde vivir, la ciudad lo elige a uno, y a mi me eligió Paris, dijo. Todos leímos Rayuela. Y no enamoramos de Paris, tanto como el lo estaba, y siempre recomiendo este libro, porque fue en él donde yo aprendí sobre arte universal. Todo lo que podamos leer de Cortazar nos enseña libertad… el jazz y los jazzman en su grandioso cuento El Perseguidor.
En Territorios, encuentra uno su pasión por el arte total, hay reseñas sobre pintores, grabadores, escultores, poetas, en una visión colectiva. Luego nos encontramos con La Vuelta al Día en Ochenta Mundos, que es otro divertimento memorable. Desde sus primeros cuentos, este argentino nacido en Bélgica, nos mostró todas las posibilidades posibles, y en su gran obra maestra, Rayuela, nos demostró lo que se puede hacer con una novela si no se quiere empezar por la primera página.
En alguna entrevista Cortazar contó de cómo noto que uno de sus cuentos exorcizó su temor a encontrar moscas o algo inmundo en su comida, fue en Circe, un cuento donde el escritor, sin proponérselo, logra su propia cura… Muchos de los cuentos de Cortazar tienden un puente entre etapas de suma excitación psicológica; gran lector de Poe y Boudelaire, logra vincularlos al mito del doble, del otro, y cree firmemente que uno es el reflejo del otro. En otra entrevista, habla de cómo el tiempo se detiene, o es otro, cuando camina de noche por Paris. Fue traductor de varios escritores franceses, trabajo en la ONU, y fue fumador y gran bebedor de absentia, o ajenjo. Apoyo a Cuba y a Nicaragua por razones políticas, y fue un grandioso amigo para todos, los que, en aquellos tiempos de hambre poblaban las terrazas de los cafés de Saint-Germain-Des-Pres, en Paris. Le gustaban los gatos, y siempre que podía cantaba tangos mientras se acababan las botellas de vino en la pieza de algún camarada. Todo el tributo a Argentina esta en sus libros.