A los inventores del 0, con admiración y nostalgia.
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El primero de noviembre del año dos mil doce, salió el primer guerrero danzante. Salió de la zona 2 con un diámetro de cuarenta metros, los exactos cuarenta metros del agujero, que se había abierto unos años antes.
Lo filmamos cuando su medio cuerpo dejó de salir, luego de alarmas de terremoto por los sismos repetidos que sacudían la zona como si una fiera del otro mundo estuviera a punto de botarlo todo. Fue desenterrándose lentamente, según contaron los curiosos, bajo la lluvia perpetua de un invierno maldito, que le lustraba el cuerpo negro, absolutamente hecho de piedras de obsidiana que desbordaban en luces halógenas como reflectores internos, que le nacían de donde podría estar su corazón.
Tuvimos problemas al permanecer por mucho tiempo en aquellas condiciones adversas en la tormenta, y el grupo de fanáticos New Age no paraba de acercarse.
Recibí una llamada, once días después, de una amiga arqueóloga que me informó que en el agujero del barrio San Antonio de la zona 6, salía otro gigante parecido al primero. Mi amiga empezó bromeando, pero luego al revisar los pictogramas en código Maya, fue diciendo en serio que los dos gigantes pudían ser Hunapuh e Ixbalanque, los míticos gemelos magicos que sobresalían en el Popol Vuj, por renacer en cada destrucción. No había duda de ello al comparar los dibujos hallados en el lugar llamado El Mirador, en la cuenca más grande descubierta del mundo Maya. Y era ella la arqueóloga encargada, por suerte, enviada por el gobierno para la trascripción e interpretación de los epigramas, junto con un joven epigrafista Kaqchikel y un norteamericano.
Digo “por suerte”, porque fue ella quien me dio los datos precisos para enviar notas a los periódicos de España y Argentina de donde yo era corresponsal y reportero.
El 19 de diciembre llovía desde la madrugada, y pocas personas salieron de sus casas. Nosotros teníamos programado el día para filmar y, reportar todo lo que sucediera de la mañana hasta la media noche. La estática era mayor que en otros días y, las cabezas de los gigantes mayas, de más de diez metros de alto, se volvían receptores tesla. Sus adornos y plumas de piedras verdes y transparentes, sus joyas fósiles junto con todo el cuerpo de obsidiana, desde el cuello hasta las sandalias, que se podían observar al inclinarse un poco sobre el abismo, viendo con detenimiento las diferentes capas hasta terminar en una multiplicación transparentada, en degrade hasta el fondo de sus pectorales. Fue sorprendente leer en su espalda, las inscripciones en la original epigrafía de los códices y monolitos, pero estos estaban escritos con algo parecido al neón y cada color de las piedras que componían los códices brillaba con luz intensa.
Recibí un correo electrónico de un físico hindú, sobre ocho agujeros iguales a los de Guatemala en China y la psicosis mediática que recorría el ciberespacio. Documenté a los dos gigantes paralelamente, mientras miraba como aviones supersónicos surcaban el cielo ante la amenaza de seres de otro planeta. Más de ciento cincuenta familias de los alrededores, por un pánico generalizado, salían de sus viviendas a un refugio que se fue formando en el Parque Central. La misma catedral era incontenible de día. Y se veía por los canales nacionales noticias de las más estrafalarias, como la mujer que había proclamado por televisión nacional, ser la dibujante de las líneas de Nazca y de haber hecho trece círculos en los cultivos de Inglaterra. Predicadores que hablaban del final del mundo y se desvestían en los pulpitos para demostrar el advenimiento del rapto. Los supermercados invadidos a golpes por multitudes que compraban víveres para una posible guerra bacteriológica, y entre las filas gente del narcotráfico regalando billetes falsos de a doscientos quetzales. Un hombre que vendía oraciones y frases de superación y pedía a cambio sumas extravagantes porque aseguraba que eran capaces de trasmutar los sueños imposibles. Una mujer que desde hacía un año predicaba la Biblia basándose en todos los hechos obscenos, y poniéndose como seudónimo Samaria Lucifer, era seguida por muchos ladrones, asesinos y traficantes que miraban en su nueva religión una esperanza para su vocación; hasta que la consignaron por llevar a cabo una manifestación en la que dicen: incitó a todos los creyentes a tomar LSD, perdiendo el control, hasta que salieron corriendo juntos por toda la nueva sexta avenida, desvistiéndose sin la menor vergüenza, hasta que llegaron, casi huyendo de la policía, a los cubos de la municipalidad, donde finalmente se tomaron fotos para los periódicos con animales de circo.Una de todas las manifestantes era una mujer que hablaba en tres idiomas sin parar y llevaba tatuada una cruz roja en la espalda.
Hubo una migración extrema a los puntos de referencia Maya. Y circulaba por correos electrónicos, las últimas noticias de profetas sensacionalistas que llevaban a grupos grandes a conocer el supuesto inframundo por veinte dólares. Otros que despertaban en las extranjeras un delirio que terminaba en amores desenfrenados. Muchas de las europeas o norteamericanas se enamoraban perdidamente de aquellos que con el tiempo fueron calificados por la misma comunidad extranjera como Mayanlovers, porque había tanta oferta que no desatendían a ninguna en esa babilonia que se habían vuelto los departamentos con mayor afluencia de turistas. Muchos se dejaban crecer el pelo, se cubrían el pecho con plumas y dibujos de jaguares, aves o seres del submundo, para reiterar su amor a la tierra, pero no sabían más que de la moda que llenaba los centros comerciales con ropa indigena. Como contraste, los cientos de extranjeros que llegaban por todos lados buscando, como última señal contra el consumismo: las alucinantes historias del Popol Vuj en todas las traducciones que habían, desde que el padre Francisco Jiménez, había logrado la hazaña de traducir un libro Quiché. La biblia fue traducida al Tzutuhil y los francesas las compraban para recitar frente al lago de Atitlán el Cantar de los Cantares. Unos años antes
habían traducido muchos libros a las lenguas Mayas. Era fabuloso leer
historias de las comunidades más apartadas en su propio idioma, ver a
alemanes o norteamericanos leyendo en Tzutuhil las guías turísticas, a
pequeños coreanos o hindúes leer en Quiche ante la perplejidad de todos
los habitantes de la capital.
Buscaban en internet todo lo relacionado con los nahuales y su calendario. Así fueron patentando bares temáticos. Prostíbulos temáticos en donde las mujeres usaban guipiles y corte. Restaurantes recargados de falso arte maya. Todo relacionado de la forma más barata con la enajenación de una subversiva creencia, que nada tenía que ver con la cosmogonía original.
La sensación traspasaba las barreras del idioma y mimetizaba en las pantallas de televisión imágenes sobre el cambio de era, y entre películas del fin del mundo, pastores de mega iglesias pagando espacios para decirle a todos que se arrepientan de una vez por todas haciendo sonidos en otras lenguas, surgía el anuncio de la gran fiesta para recibir el 2013, unos días antes del fin de año, el 21 de diciembre a las doce de la noche. Que en otros círculos religiosos, era vista la campaña como una falta de respeto ante la inminente llegada del juicio final.
Astrónomos sin despegar el ojo del telescopio día y noche estudiando y documentando el momento cumbre del cambio de era y la alineación planetaria desde Chichén Itzá y Tikál. Rodeados de poetas curiosos y místicos en trance, mandaban información a la ciudad directamente a la pantalla gigante que iba a registrar holográfica y musicalmente el momento de la culminación planetaria. Para esto, desde el 11 de diciembre fueron construyendo, delante de las carpas de refugiados, el escenario más grande creado hasta entonces, con un calendario digital y dos pantallas LCD, además de dos tarimas circulares de cada lado.
Ver que de pronto, luego que los noticieros, años antes, anunciaron con normalidad el aparecimiento de hoyos en la tierra que se llevaban de tajo calles y casas; ahora, bajo la tormenta, ver salir lentamente a un guerrero Maya irradiando luz envuelto en magma y huesos de dinosaurios. Fue una conmoción que causó pánico, una multitud de gritos que fue corriendo por toda la ciudad en tan sólo minutos con la ayuda de las redes sociales.
Los dos guerreros Hunapu e Ixbalanque acapararon la atención mundial antes del 21 de diciembre. No se podía ver ningún noticiero, sin oír las últimas noticias sobre el acontecimiento, y por la expectativa mundial, de nuevos hoyos circulares en todos los demás hemisferios. El gobierno ya había colapsado a principios de diciembre. Pero actuaron, según consejo de asesores internacionales, con la mayor de las cautelas, apareciendo en la prensa, sosteniendo lo insostenible con palabras de calma y seguridad. Muchos vieron en la fiebre Maya una forma de ganar dinero, y hasta crearon malas replicas de los agujeros con sus Hunapu e Ixbalanque de duropord llenos de luces navideñas, mientras en Estados Unidos los latinoamericanos sufrían de las migraciones forzadas hasta la muerte a sangre fría.
Entonces el gobierno, fue grabando documentales sencillos o comprando los derechos para proyectar la básica información de la que hablaban en los selectos grupos estudiosos y profesionales, interesados en lo que estaba pronosticado por el calendario. Esa tarde que se supo la verdad sobre los dos colosos cibernéticos automáticamente se les encendieron los ojos con luces halógenas y como algunos muñecos a una escala mayor, de su interior empezó a salir música navideña con anuncios de supermercado. La zozobra siguió la mañana del jueves 20, el día que el secretario de
gobierno apareció sonriendo, casi sin contener la risa, en todos los
televisores anunciando que todo era una falsa alarma, operada por
artistas conceptuales japoneses en complicidad y organización con los
genios de la música y arte de la ciudad de Guatemala.
II
El día veintiuno de diciembre, a las diez de la mañana, un monumental guerrero Maya es levantado por tres helicópteros Sikorsky SH-60B Seahawk, desde el agujero en la tierra que se formó en la zona 2; con lentitud, ante la expectativa de los vecinos y una multitud de miles, que nadie podía decir de dónde había llegado arrastrada por la noticia. Otro guerrero, al mismo tiempo, es elevado por cuatro helicópteros AgustaWestland EH101 Merlín, del primer hoyo en la tierra, en la zona 6 en el barrio San Antonio. Son llevados por autoridades científicas encargadas de eventos espaciales.
Los dos Guerreros fueron reconocidos finalmente como Hunajpú e Ixbalanque, los gemelos fantásticos narrados en el Popol Vuj. Miles de turistas, diez arqueólogos de diferentes países del mundo, un centenar de periodistas de la mayoría de las cadenas televisivas de Norteamérica, Europa, Asia, y por primera vez, Sudáfrica, filman, fotografían y escriben sobre el evento, a horas de que empiece el concierto de varios grupos y artistas en la Plaza Central.
Hubo un súbito bullicio, al ser colocados uno de cada lado del escenario al mismo tiempo que dos pantallas LCD de diez metros por ocho proyectaban fotografías digitales que los observatorios Mayas enviaban en tiempo real, documentando la alineación.
La llegada del veintiuno de diciembre fue esperada por mucha gente que abandonaba sus vidas rutinarias para vivir un Woodstock en una nueva época, donde todo se lo compartían en medio del espacio absoluto de la nueva sociedad.
Fue filmado a tal punto que se patrocinaron pantallas en Paris, New York y Berlín, donde la gente empezó a vivir el advenimiento con asombro al ver las imágenes de esa nueva utopía, que en realidad era falseada por los canales y corresponsales ante la evidencia de los desastres de convivencia, que miraban directamente en la nueva sociedad.
El concierto terminó con una descarga de luces y hologramas de grandes pelotas mayas que recorrían un aro desde donde los dos grandes robots de Hunajpú e Ixbalanque la lanzaban, mientras un DJ, bajo la pantalla, iba poniéndose progresivo hasta la alineación final. En medio de gritos, silbidos y felicidad, vieron que no era el fin del mundo, sino el comienzo del verdadero after party, y no, la tan difundida farsa del fin del mundo, o que los mayas regresarían a reclamar su propia tierra y gobierno. Paso un momento de silencio al proyectarse la alineación. Muchos estábamos cansados del esperado evento de luz, y solo éramos sostenidos por la emoción que proyectaban las muchas ventas de comida que daban la ilusión de una gran feria.
Las presentaciones de la poeta Rosa Chavez o la fuerte descarga de sonido del grupo Sotzil motivo a los espectadores por un momento, y luego fue encendiéndose en cada uno un remolino de impaciencia al ver que no había pasado nada. Eran las dos de la mañana, cuando concluyo el festival con un aplauso y las palabras de despedida, felicitando a los grupos participantes. Entonces se fue la luz.
En el desorden, pude ver a un grupo de manifestantes rompiendo con bates, piedras y armas contundentes los pies del Mega-Hunajpú. Los pedazos de polietileno saltaban por todos lados ante la avalancha de gente con ganas de romperlo todo. Según se supo, fueron los grupos más fundamentalistas, fanáticos de otras religiones, que al verse engañados por los medios, decidieron cobrar justicia al final del festival Baqtun 14.
Se enteraron por otros medios que la creadora de los dos androides míticos era una empresa japonesa llamada AXIS世界, encargada también de patentar los hologramas personales que, en términos científicos, acababan con los clones por haber sido un total fracaso, y en lugar de eso prometía más la investigación virtual.
Un holograma muy bien podía impartir una clase ó dar una conferencia, habiéndose grabado antes, por medio de un proyector especial, desde la casa del emisor. La empresa japonesa vendió muchos aparatos antes de terminar el año, además de patentar esa noche una idea fabulesca de poder volver al mismo Planeta Tierra una nave espacial. Pero sus dos robots prototípicos, el Mega-Hunajpú y el Hiper-Ixbalanque, quedaron completamente destrozados por todos los manifestantes que ahora eran hasta gente normal influida por la música Dark Metal que amplificaban a cada rompimiento de su tórax o espalda. Era como si estuvieran rompiendo una piñata gigantesca, que en lugar de dulces les reproducía música de las bandas europeas y norteamericanas. El desorden se extendía por calles y calles, hasta el amanecer. Un grupo de gente todavía despierta y sobreexcitada con algún estimulante terminaban de derribar un gigantesco triangulo de cristal ubicado en una esquina de la plaza, en donde fueron desapareciendo de mano en mano como souvenir, pedazos del calendario Maya, y al final sólo quedaron los focos quebrados con el nombre D. Marín.
La música ya no sonó. Sólo las risas histéricas, de un grupo de escritores se juntaron hasta la madrugada y habían actuado cinicamente, como si fuera el fin del mundo con todo tipo de gritos y ayees que resonaron espectacularmente hasta la risa incontenible dentro del Río Perla.
III
Mi trabajo acá concluyó. Regreso a China. Leí que allá se desarrolla una nueva profecía para dentro de unos años y me interesa documentar el raro aparecimiento de los agujeros profundos.
El editor de la revista de la que soy corresponsal, dicen que lo único que valdrá la pena celebrarse en el futuro va a ser las continuas profecías del fin del mundo.
Un gran astrónomo me manda un mail donde afirma que el mundo es en realidad una nave espacial y que ya ha salido de orbita y vamos girando y viajando a nuevos soles.
No le creo. Me sonrió y apago por fin mi laptop, aunque veo el cielo y mi reloj: son las diez de la mañana y no ha salido el sol.
Lester Oliveros
Guatemala, Abril,
La Reformita, zona 12
2011