Nunca, en la historia de Norte América se presentó un retrato
tan distorsionado de un jefe de gobierno. Tantas contradicciones solo podrían
reflejar la imagen distorsionada de un presidente, que vocifera como bárbaro
pero en el fondo pelea con estrategias del kindergarten.
Desde que Américo Vespucio le diera nombre a este territorio
del planeta, miles de colonizadores europeos y asiáticos, se asentaron al norte
donde el clima era afín a ellos. Se empezó entonces una tácita y reciproca búsqueda
de libertad lejos de las brutalidades del viejo continente. Así llegó
Washington a esos llanos de América que debían
ser liberados completamente del brazo de los ingleses y que fuera una tierra de
oportunidades para la gente de todos lados. Buscar la independencia de las colonias
frente a Inglaterra y que se repartiera el territorio entre hombres libres y
mujeres independientes. Entonces llegó Lincoln y abolió la esclavitud y se fue
construyendo el espíritu noble, que engrandece a personajes como Thomas
Jefferson, Andrew Jackson, y Benjamín
Franklin.
Todo eso no hubiera sido posible si la voz plural de gentes
de todo el mundo conviviendo en un solo espacio predispuesto. 220 años después aparece
un blancote sin gracia, pan rancio, sin pelo, sin vergüenza, sin educación, sin
caballerosidad, sin decencia, con una rabia incubada desde quién sabe qué
siglos de barbarie, contra todo aquel que no se le parezca mínimamente por lo
menos en el color de la piel. Una antítesis, ni mandada a hacer, de lo
construido por Kennedy y Clinton. Ni
Georges Bush, que para esos años les parecía repugnante a todos, este señor les
va producir una apoplejía, por sus desmanes y refinada vulgaridad aristócrata. Por
sus abusos a las mujeres, y su falta de principios cuando está en televisión. Uno
se pregunta, si así se expresa cuando esta al
aire, qué no dirá cuando esta tras la puerta del Despacho Oval con sus
iguales.
Esta reflexión nace del
tuit de Trump en contra de las mujeres demócratas, y que de manera
solidaria respondiera la congresista Norma Torres. Respeto su valentía de indicarle
con calidad y potencia, y hasta con demasiada educación (que este macaco albino
de corbata roja no merece). Todo esto con el trasfondo de las redadas
multitudinarias que han empezado de forma retrograda en varios estados, solo
dan pie a afirmar la falta de humanidad que representa al máximo este estado
republicano, como si el retroceso solo defendiera más la idea de que se están atrincherando
de nuevo entre hierro y concreto los fantasmas que acosaron a los primeros estadounidenses.
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