La demencia
es la primera evidencia
de este mal.
El segundo, un síndrome
de la escritura.
Cristo solo
escribió una vez y fue en la
arena de un
desierto.
Tal vez el
nombre de Sobeida, Soledad o Sonia,
aquellas
eran solo piedras que caían sobre otras piedras.
Esas caras
serias de eruditos
a misma
distancia emocional de las
carcajadas cínicas
con todo y
la sensación de un crimen.
Las manos
manchadas de tinta roja.
El corazón
latiendo
como si una
mano malabarista
lo sacara de
su eje.
Hemos
vencido desde ya
has
peligrado entre lo visible.
Invisible la
voz y el mundo fue hecho.
Si Dios
fuera ciego habría inventado mis rugidos.
Invisible el
reloj y el tiempo y la mano que lo suspende.
Invisible la
luz y la sombra visible
la fe
el cielo y
el infierno
invisible tú
y tus mandamientos de jade imaginario.
Invisible el
perdón y el abrazo
la gloria
la lucidez y
la justicia.
El color de
los ojos de la realidad
que por
mucho que sea evidente no se ven.
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