No me pasa todas
las noches, solo algunas de luna llena. Está, en particular, volvía en largo
pensar y pensar las horas, ya cuando estaba arropado en medio de la cama. La
penumbra variaba según las nubes tapaban la luna. Yo pensaba en cosas simples,
en objetos trascendentales, miraba las cosas en bulto y con distracción. Nada
era definido, y podía hundirme en el almohadón de gato que tenía bajo mis
patitas. Pensé, así, sin estar del todo consiente de la decisión, que no era conveniente subir las gradas a la
terraza, subir al techo a mirar la luna. Ahora solo tenía fuerzas para cerrar
los ojos he imaginarla, sentir el aire frío y húmedo y la tensión de una noche
en aparente calma, hasta que se oyera un quejido y luego el llanto sostenido de
un niño recién nacido, un choque de automóviles si era fin de semana, o el
hablar casi en murmullos engolosinados de dos amantes, que aun solos, secretean
entre sí, luego de hacer el amor.
Desde allí, podía sentir la quietud, cerrar los ojos con libertad y ver
otros mundos imaginarios, escenas de cuentos y novelas que jamás escribiría,
cosas enormes y diminutas, cantidad de rostros conocidos y desconocidos, pero
sobre todo, el detalle de cada imagen imaginada, tan real aunque no fuera real.
No se cómo decirlo, no estoy acostumbrado a pensar tanto. El fragmento más
mínimo en mi mente, pero sobre todo estar consiente que había cosas que
escapaban de mi control, aparecían con nitidez fuera de mi voluntad. Todo eso,
pensado en absoluto silencio, con la luz ya apagada, antes de oír el primer
enredo, imaginar sus ojitos nerviosos atentos a todos lados, consiente de su
error, sin poder remediar ya nada, asustado.
Luego otro ruido después de exactamente el mismo tiempo en que yo empezaba
a ignorarlo, otro enredo, el golpe de una cucharita contra un platito de plata,
el ruido dulce de algún empaque plástico, silencio, la luz por la ventana, la
luna llena alumbrando al ratón que piensa escapar de un salto, soltar un grito,
que no puede, se asfixia en el horror. Luego, juego con él bajo la mesa del
comedor, hacemos lo que tenemos que hacer, él se hará el muertito y yo me lo
trago.
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