Wingo
Joaquin Meduso, el detective de policia, pensaba que una noche antes había
tenido un sueño terrible, una pesadilla. Le contaba a un colega que soñaba que
entraba a un cuarto que más parecia un orinal de putas, había una mesa al medio
y dos muchachos sin camisa, tatuados, como en extasis, con filosos machetes,
descuartizaban a una persona en pedazos muy pequeños. Recordaba que una señora
mayor observaba la escena y al verlo entrar le dijo "ya ve usted, esto le
pasa a los hijos mal portados". Lo dijo con una naturalidad escalofriante.
Al fondo otro joven le ponía a la otra víctima un tubo en la aorta y le daba
vueltas a un grifo muy lentamente, mientras el agua corria por sus venas
limpiadolas, hasta otra mangera en el pie derecho donde iba saliendo a presión
toda la sangre espesa, que poco a poco, mientras corría por todos lados iba
aclarandose hasta terminar siendo un fluir de agua pura con algunos coagulos.
- Acaban de
encontrar una bolsa llena de eso que soñaste.
- ¿Qué?
-Si, me
sorprende detective que no se haya enterado, pero esa es la noticia pricipal.
Pero, solo es algo que se relaciona mucho con lo que me acaba de contar.
- Faltan
cuatro días para navidad
- Eso ya no
importa ahora, no estamos asegurando que es el fin del mundo, pero por lo menos
para esas gentes el tiempo ya se les acabó.
- La calle
es guerra - dijo Meduso, y se fue con su café frío.
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